BARRACA, vocablo primitivamente catalán, de origen desconocido, quizá prerromano.

1.ª doc.: 1569.

Los testimonios más antiguos en español se refieren a barracas de soldados (Eguílaz), de gitanos (Cervantes, La Gitanilla), o a las viviendas rústicas, hechas con adobes de barro y paja, características de las huertas de Valencia (Covarr.) y Murcia (doc. de 1614, BRAE XIII, 503). La palabra aparece más antiguamente en el territorio de lengua catalana, en documentos de 1249 y 1276 relativos a Valencia, en uno de 1479 de Castellón de la Plana, en las Crónicas de Jaime I, Desclot y Muntaner (SS. XIII-XIV), etc.: parece seguro que de allí la tomara el castellano. El texto de 1276 se refiere a una choza de esteras y mantas, y los varios pasajes de Jaime I (cap. 82, 100, 102, 357) y de las demás crónicas se aplican a construcciones provisionales e inflamables de gente de guerra. Pronto pasó de aquí al Sur de Francia (Marsella, 1381), también con referencia a construcciones de soldados que se quieren quemar; en el S. XV aparece aisladamente en francés baraque (antiguamente barraque) y desde el XVI es allí frecuente, aplicado a pescadores y a soldados. En tiempo de la guerra de los 30 años, el francés trasmitió el vocablo a todas las lenguas de Europa: al ingl. barrack [especialmente barracks ‘cuartel’; 1678], al alem. baracke1 a las lenguas escandinavas, etc.; también seguramente al it. baracca2. El finlandés Pentti Aalto en un artículo dedicado al origen de barraca (Neuphil. Mitteil. XXXIX, 375-86), impresionado por el parecido entre las barracas de piedra seca, en pisos y de forma piramidal, empleadas en la isla de Menorca para encerrar ganado, y ciertas construcciones babilónicas, cree que barraca procede del asirio (acádico) parakku ‘templo de un dios’, ‘palacio real’, tomado del sumerio bárag y fuente a su vez del siríaco pərakkā, palabra que habrían llevado los fenicios a las Baleares. No debemos excluir del todo esta posibilidad. Sin embargo, aunque la barraca en piedra seca se conoce también en Mallorca y en Cataluña, se trata siempre de pequeñas construcciones provisionales sin solidez ni mucha duración, y aunque la apariencia de la barraca menorquina reproducida por el Dicc. Alcover sea por cierto arcaica, no debemos confundir la antigüedad de un tipo de construcción con la de su nombre: pensemos que las antiquísimas navetes y talaiots de las mismas islas, por más que tengan abolengo prehistórico, se designan con diminutivos recientes de una palabra romance y otra arábiga; y tengamos en cuenta sobre todo que los más antiguos testimonios de nuestro vocablo designan chozas provisionales de material deleznable. Esto sigue prestando verosimilitud a la idea muy repetida (FEW I, 260b, etc.) de que barraca sea un derivado de BARRA ‘barrote’, con el sufijo hispánico -aca. Otra posibilidad es que venga de BARRO, atendiendo al material de construcción de la barraca valenciana, tipo que tiene todas las trazas de ser antiguo3 y corresponde a la región donde aparecen las primeras menciones. Menos probable, aunque no puede descartarse del todo, es la posibilidad de que esté emparentado con el mozár. barga ‘casa pajiza’ (vid. VARGA), y con sus congéneres prerromanos, incluyendo el bajo latín báreca, pero sólo admisible a base de una forma intermedia *báraca y con traslado del acento (así Unterforcher, ZRPh. XXXV, 517): ahora bien, no se halla tal forma con a postónica ni hay huellas en el tipo VARGA de la -RR- y de la -CC- dobles que debió tener el substrato primitivo de barraca4. Tovar DEVco. s. v. abar, supone que tenga el mismo origen que arag. barrasca ‘el armazón o ramillo de los racimos después de haber quitado las uvas’ (Alquézar) porque allí mismo barraca significa ‘árboles, arbustos, especialmente olivos, encinas y ramas de pino para ocultar a los hombres dispuestos para cazar pájaros con reclamo y liga’: serían derivados del vco. abar(ra) ‘ramaje, rama de árbol’ (éste quizá derivado de abe ‘columna, viga’ y en vizc. ant. ‘árbol’). Pero es increíble que esta acepción moderna sea anterior a las de ‘vivienda rústica de barro y paja’ y ‘choza de esteras y mantas para soldados’ tan copiosamente documentadas desde el S. XIII y en particular en la Huerta valenciana.

Más probable es que haya relación con otra palabra valenciana, y aún que ésta nos ponga sobre la pista de una etimología digna de estudiarse. Me refiero al valenc. ant. travaca «armazón de maderos sobre la cual se ponía el pabellón o cortinaje de la cama, e inclusive el sobrecielo». La variante más corriente es travaca documentada desde 1534, pero hay otra, taravaca, que ya veo en 1515. Ambas se documentan copiosamente en los SS. XVI-XVIII y el vocablo es todavía más o menos conocido, especialmente en el ambiente popular clerical y sacristanesco. Se aplicaba con particular frecuencia a la que cubría o coronaba el catafalco solemne de un muerto ilustre, p. ej., y en primer lugar, el de un rey o un santo, pero también a todo pabellón de cama rica de gente privada, y en este concepto no es raro hallarlo en inventarios, p. ej. el mencionado de 1534. Véase el erudito artículo que le dedica J. Gulsoy en su libro sobre el diccionario valenciano de Sanelo, pp. 409-10 y 280a.

Viene a ser, pues, en definitiva, algo semejante a un tabernáculo o a una tienda rica que rodea un lecho. Y hay por lo tanto contacto semántico, por una parte con los lat. tabernaculum y taberna ‘tienda’, y por la otra, con barraca, que por lo menos en Valencia, no es una construcción humilde, aunque sea vivienda de pescadores o labradores, pero a menudo bastante ricos, y en todo caso no es pequeña, aunque sí consiste esencialmente en un andamiaje o construcción de madera y otras materias vegetales; y una y otra cosa se destinan a cubrir o cobijar personas, aunque sea con la diferencia de que la taravaca es para cuerpos muertos o durmientes y la barraca para personas despiertas y vivas.

Ahora bien, es claro que hay también vecindad de forma fonética entre taravaca y barraca. Pero aquél nos recuerda el osco trebaracavum «aedificare» (trííbarakavúm es la grafía antigua), voz emparentada, aunque no de muy cerca con el lat. taberna ―que salió, por disimilación, de traberna― y el umbro tremnu (< treb-nu), que significaba precisamente ‘en la barraca’ (in tabernaculo). Es palabra itálica de conocida etimología indoeuropea (cf. Pokorny, IEW 1090.4), de la raíz TREB-armazón de vigas, vivienda, habitar’, copiosamente representada en céltico, germánico y báltico, además del itálico, y no ajena al griego ni aun al eslavo. La posibilidad de esta etimología está clara, en cuanto a t(a)ravaca, si suponemos que se trata de una palabra del mozárabe valenciano, que no es extraño contuviera elementos del Sur de Italia.

Admitiendo que la palabra osca fuese adoptada en el latín del SE. hispánico como *TREBARACARE, presente *TREBARCAT, era natural la formación de un postverbal *trebaraca o *trebarca, que al irse arabizando el mozárabe cada vez más, con la repugnancia total del árabe por el grupo tr-, casi forzosamente tenía que pasar a t(a)ravaca, ayudando la disimilación. Pero además podríamos conjeturar que el árabe asimilara el verbo a una de sus 5.as formas verbales de carácter intensivo, *tabárraqa, y como junto a la 5.ª forma hay siempre una 2.ª forma sin el ta-, con valor casi sinónimo, no es difícil que el árabe valenciano extrajera de ahí una segunda forma *barraqa ‘construir’, que es menos intensiva que la 5.ª forma y por lo tanto pudo indicar un modo de construir más a la ligera5. Sin embargo habría que estudiar mejor la posibilidad de un origen osco para el val. taravaca.

Lo que me parece, pues, verosímil es que barraca se relacione en su origen con el val. tara-vaca ‘dosel de cama’ ‘baldaquín que cubre un catafalco’, etc. El de éste es dudoso, pues acaso los dos son de origen mozárabe prerromano. Por otra parte hay notable coincidencia con el ár. riwâq (o ruwâq), voz aislada en árabe, pero no reciente, que significa básicamente ‘pórtico, galería cubierta’ y que en el árabe magrebí e hispánico pasó a designar un ‘pabellón o dosel’, y aun una cortina de cama (Dozy, I, 572a). Como no hay noticia ni base para creer que de ahí se formara un derivado en ta- (prefijo verbal y no nominal en árabe) es problemática esta etimología del DAlcM. (s. v. taravata, error de lectura), aunque digna de ulterior estudio; bastante más probable ya es que existieran entre esta voz arábiga y las dos voces valencianas relaciones de contaminación o cruce.

1 De aquí rum. baracă, baratcă, que Tiktin califica de neologismo.―

2 Los ejs. que cita la Crusca son todos de los SS. XVII y XVIII, con excepción de uno del toscano Frate Giordano di Rivalto, que correspondería a los años 1303-1307. Pero este aislamiento es sospechoso. Este texto se extractó en un manuscrito perteneciente al académico Redi en el S. XVII, y no se ha cotejado con ninguna edición crítica. Todo lleva a creer que es interpolación posterior. La -r- sencilla de baracca, que ya aparece en este supuesto testimonio, señala origen francés. En el Sur de Italia, donde tenemos calabr. barracca, griego de Bova barrákka ‘cabaña provisional de los pastores’ (Rohlfs, RLiR II, 293), es posible que se tomara directamente del español o del catalán. Otros dialectos italianos y occitanos que distinguen fonéticamente -r- de -rr- tienen también -rr-: Val Verzasca baáka (Festschrift Jud, 732), Landas baák ‘cercado alrededor de la casa de campo’ (VKR XII, 194). En todo caso carece de fundamento la opinión del DGén., después repetida por muchos, de que el fr. baraque viene del italiano. El port. barraca ‘tienda de campaña’, ‘choza’ (no se citan autoridades), vendrá del castellano.―

3 Para el área de difusión, desde el Mijares al Júcar, vid. Sanchis Guarner, RFE XXV, 273-4. Para la existencia de un tipo semejante en la costa provenzal-languedociana, y para detalles relativos a la barraca valenciana, vid. Schuchardt, BDC XI, 113-8.―

4 Baist, RF XXXII, 894-5, piensa en PARRA, con P > b por mozarabismo: solo sería posible si el sentido fundamental de parra fuese ‘glorieta’ y hubiera relación con la otra palabra prerromana PARRէCUSmajada’ (REW 6253). Para el parentesco bereber en que piensa Dozy, Gloss., p. 236, y Suppl. I, 74, falta todo fundamento sólido, ya que la afirmación del P. Dan, Histoire de Barbarie (París, 1657), «ce qu’ils appellent en leur langue une barraque», debe entenderse ‘lo que ellos llaman con una palabra bereber, que significa barraca’ (Dozy, ya no repite el dato en su Suppl). Para relacionar, como quiere Brüch, WS VII, 157, con un cat. barac ‘zarzo de mimbres’ faltaría primero que esta palabra existiera, lo que no parece ser ya que no figura en ningún diccionario fidedigno, y sólo la trae Bulbena.―

5 Cabría también pensar en paso mozárabe a *tresbarraca con falso análisis romance-morisco, entendiéndolo como ‘tres barracas’ o ‘tras la barraca’ y por lo tanto deglutinación. Parece lo otro más verosímil.