APOYAR, probablemente adaptación del it. appoggiare íd. bajo el influjo del cast. POYO; appoggiare es derivado del lat. P֊DIUMsostén en una pared’.

1.ª doc.: 1496, 1506 (BHisp. LIX, 211, 214); 1544 (ZRPh LXXVIII, 65), 1587, Sánchez de la Ballesta, Dicc.; 1595, Sigüenza, Vida de S. Jerónimo, V. 101.

Los diccionarios etimológicos (M-L., Wartburg, Cuervo, etc) dan una idea completamente falsa de la extensión de esta palabra en la Romania; partiendo de la base de que es vocablo común a todas las lenguas romances, salvo el rumano y el sardo, admiten un lat. vg. *APPODIARE, palabra que ni siquiera proveen de asterisco, aunque no parece haber testimonios anteriores a los del S. XIII, franceses, que cita Du C., evidentes casos de latinización de una palabra francesa. No quiero negar absolutamente la posibilidad de la existencia de tal palabra en el latín vulgar, pero sí puede asegurarse que sólo es antigua en dos romances, el fr. appuyer [Wace, S. XII] y el it. appoggiare [Dante]2. El port. apoiar, con su -i- (frente a la -j- de pojo, fojo, tojo, enjoar, cujo, -ugem, etc.), es un intruso visible; el artículo correspondiente de Moraes, sin autoridades, frases populares ni acs. especiales (fuera de la abstracta ‘sostener’), bastaría ya para revelar el origen extranjero3. En catalán el vocablo no existe en absoluto, pues apoiar es castellanismo recentísimo, impopular, y no admitido en la lengua literaria. En lengua de Oc es más que dudoso que haya existido jamás; desde luego no hay testimonios medievales: el apojar del pequeño Levy es una «normalización» arbitraria de los dos únicos testimonios existentes apoiar y apuiar, ambos en el Girart de Rossilhon, texto fronterizo que tiene tanto o más de francés que de occitano4. En cuanto al español, basta observar que es palabra totalmente ajena a la Edad Media, que ni siquiera figura en los lexicógrafos del Renacimiento: no sólo falta en los glosarios de 1400 publicados por Castro y en la trad. de la Com. atr. a Villena (V. ed. de J. A. Pascual, p. 73), sino también en APal., Nebr. y PAlc., y aun Cristóbal de las Casas en 1570 se niega a reconocerlo como voz castellana, pues traduce appoggiare por «llegar, arrimar; sustentar, hazer firme», y análogamente procede con appoggiato, appoggiamiento y appoggio; después de Sz. de la Ballesta sólo aparece en Percivale (1599) y otros lexicógrafos posteriores. Es evidente que el vocablo se introdujo a fines del S. XVI como término de arquitectura, junto con tantas palabras de este grupo, y en este sentido lo emplea precisamente la más antigua autoridad literaria, Sigüenza: «la columna en que la vida de todas se apoyaba» (l. c.), «la Iglesia, única maestra y columna donde apoya la verdad» (Vida de San Jerónimo, 4, 9). Aún hoy sigue siendo apoyar vocablo pobre en acs., abstracto y carente de savia popular; en contraste, comp. fr. appuyer à droite; appuyer sur un mot; glissez, mortels, n’appuyez pas; todas, frases idiomáticas ajenas al castellano; más aún en italiano: appoggiare una faccenda ad uno «dame ad esso la cura», appoggiare la voce, appoggiare un colpo, y los derivados appoggiata, appoggiatoio, appoggiatura, appoggiacapo.

Sí, en cambio, es autóctono apoyar en el sentido de ‘sacar de los pechos el raudal de leche que acude cuando dan de mamar’, que no sólo está en Fr. Juan de los Ángeles (1600, DHist.), sino también en PAlc. y ya en Nebr. («apoyar la teta el niño: lalo»), los cuales, por cierto, no se hubieran olvidado de la ac. ‘sustentar’, al dar esta otra, si aquélla hubiese existido; de aquí el derivado apoyadura o apoyo ‘raudal de leche’, este último muy vivo en la Argentina5. El portugués distingue perfectamente el alógeno apoiar del autóctono apojar «encher-se de leite ou de outro líquido», apojadura, apôjo (Collecção de Vocábulos usados na prov. do Rio Grande do Sul, Londres 1856, s. v.), comp. pojar «elevar, entumecer» (de una prenda de vestir que levanta los pechos de una mujer), ‘hinchar (las velas)’. Leyendo estas definiciones de Fig. viene naturalmente la idea de que aquí no tenemos la idea básica de ‘sustentar’, sino la de ‘subir’ o ‘hacer subir’: los pechos suben al llenarse de leche, y el niño que los «apoya» hace naturalmente subir la teta de que mama. Luego estamos aquí ante un hermano del PODIAREsubir’, autóctono en catalán (pujar) y lengua de Oc (pojar), y no ajeno del todo al castellano antiguo; gall. ant. pojar o poiar ‘subir, medrar’ (Ctgs. 421.29) ‘hacer subir, aumentar’ (Ctgs. 380. 60), mod. poxar ‘pujar, ofrecer puja’, poxa ‘puja, aumento de precio en la subasta, etc.’ (Vall.), de donde pôxas «las raspas de la masa para hacer un bólo» (bollo) (Sarm. CaG. 223r), pero pòya ‘especie de torta de pan hecha con la masa que se deja en los hornos’ (Vall.)6 (cf. «horno de pan cozer de poya», Repart. de Cártama, h. 1492, ed. Fco. Bejarano, p. 144).

DERIV.

Apoyo [1600: Sigüenza]. Apoyatura [1890], italianismo aún más reciente: de appoggiatura. Apoyadura, apoyo ‘raudal de leche’, V. arriba.

1 Para ejs. y construcciones, vid. Cuervo, Dicc. I, 555-7.―

2 El engad. appogger es italianismo según el Dicz. Rum. Grischun. Quizá sea antiguo el engad. pozzer, romanche pusar, pero esto si acaso representa *PODIARE y no *APPODIARE. Cuando más se puede admitir un acuerdo de Italia, Alpes orientales y Norte de Francia, mas no puede descartarse la posibilidad de un derivado formado independientemente en francés y en italiano, y menos aún la de un calco italiano de la voz francesa.―

3 Sólo da una autoridad, en el sustantivo apoio: de Fr. Baltasar Telles, 1.ª mitad del S. XVII.―

4 En el artículo correspondiente de Mistral, para la lengua moderna, hay una mescolanza de formas heterogéneas: la provenzal y rodanense apuià es galicismo evidente ―nótese la u― y sentido como tal por el lexicógrafo, que no la pone en primer lugar, a pesar de ser la suya propia. Encabeza con el langued. apiejà, apijà, de origen oscuro, pero que fonéticamente nada tiene que ver con PODIUM, pues es el cat. ant. pijar ‘apoyar’, mod. pitjar ‘apretar’, quizá de *PĔDĔA, vid. APEA.―

5 Oído a una persona de Salta. En Santiago del Estero: «Dios te conserve tan linda, / guampita de caracol, / espuma de apoyo gordo, / florcita de mirasol» (O. di Lullo, Canc., p. 323). Y véase Segovia.―

6 Hay también proya, nombre de una torta parecida, V. PROA, del cual puede éste ser variante fonética, por la forma; y es probable que haya relación de influjo o contaminación del uno con el otro. Y quizá en último término se trate del lat. PULTES o de su descendiente cast. puches ‘papas’, ‘amasijo’ (puesto que son «raspas de la masa») agallegado en varia forma por etimología popular.