TERRAJA, origen incierto, probablemente del ár. ƫarrâɅa ‘lo que se echa encima de algo’, ‘funda’, ‘colchón’, ‘especie de velo’.

1.ª doc.: Terr.

Con las definiciones: «entre cerrajeros y herreros, instrumento para hacer tornillos, tanto hembras como machos, del grueso conveniente», «llaman los plateros a una especie de hilera cuyos agujeros torneados les sirven de molde para sacar tornillos o varas torneadas, ya más gruesas, ya menos», «llaman los fundidores de campanas a un instrumento recurvo, que viene a ser una tabla que da vuelta, y por razón de su figura va trazando el molde de la campana» (V. más detalles). La Acad. ya en 1817 admitía tarraja (con variante terraja) explicándola «tabla o chapa de metal cortada con arreglo al perfil de una o varias molduras, para formarlas de yeso» (después ha precisado que es «tabla guarnecida de una chapa de metal» y que se emplea corriéndola cuando el yeso, estuco o mortero están todavía blandos); también daba ya entonces terraja para «cierto instrumento que usan varios oficios que trabajan en metales para hacer los tornillos : es de acero, y en él están formadas las roscas del tamaño que necesitan». El derivado tarrajazo en el Ecuador significa «desgracia inesperada, acontecimiento desagradable y sorpresivo, enfermedad violenta» (Lemos, Semánt. Ecuat., s. v.).

Port. tarraxa «a peça, que com ondas côncavas e convexas, entra na porca e aperta», ya en Bluteau, quien cita tarraxado «feito em tarraxa ou a modo de tarraxa» en una obra técnica que no parece antigua; Fig. «parafuso; cavilha, cunha; utensílio de cerralheiro com que se fazem as roscas dos parafusos»; otros, como Moraes, escribieron tarracha, pero como observa Fig. está esto desmentido por la pronunciación de Tras os Montes y de la Beira, donde los dos sonidos se distinguen; en algunas partes pasa a designar la espita de tonel: «pelo signal / da santa tarracha, / vinho maduro / nƟo emborracha» (Andrade, Tradições Populares da Prov. do Douro, 26). También gall. tarracha (Carré) y ast. tarrancha «el herraje de puertas y ventanas, tal como bisagras, etc.» (G. Oliveros, 138), donde hay confusión con el fr. taranche (vid. TRANCA); claro que no puede tratarse del germanismo targa ‘escudo’, como quisiera GdDD 6578.

Puede decirse que nadie ha estudiado la etimología, sólo Lecoy (Rom. LXVIII, 8) sugiere que venga de un *TEREBRACULA derivado de TEREBRARE ‘taladrar’, lo cual no es muy convincente en el aspecto semántico, pero más difícil es en lo fonético. La fecha tardía del vocablo en castellano y en portugués permite creer que la -j- sea pronunciación andaluza de una h con aspiración, y que este tecnicismo pasara de Castilla a Portugal adaptándose al modelo de caja = caxa, roja = roxa, etc. (comp. horoba > ast. xiroba ‘joroba’).

Entonces puede tratarse de una palabra arábiga bien conocida, ƫarrâɅa, que designa objetos materiales muy diversos, particularmente la gualdrapa, funda o caparazón de un caballo (así en Egipto y entre los beduinos), «panneau d’une selle» (Bocthor), ‘jergón’, ‘colchón’, un ‘velo que cubre el turbante’, una ‘red arrojadiza’ (en este sentido ya en R. Martí, S. XIII, y de ahí el cast. ATARRAYA), vid. Dozy, Suppl. II, 32; el sentido fundamental es ‘lo que se echa encima de algo’, pues esto es lo que significa el verbo ƫáraɅ (de ahí también TAREA y <R=TARA I>TARA); si ya en árabe designó la terraja, que se echa encima del yeso o del tornillo, no podemos asegurarlo, y es natural dado nuestro escaso conocimiento del vocabulario técnico del árabe de España y aun de África, pero tal sentido no tiene nada de sorprendente.

DERIV.

Atarrajar [Acad. 1770] o aterrajar.