TAREA, del ár. vg. ƫarîɅa ‘cantidad de trabajo que se impone a alguno’, derivado del ár. ƫáraɅ ‘lanzar, arrojar’, ‘imponer la adquisición de una mercancía a un precio determinado’.

1.ª doc.: Nebr. «tarea de alguna obra: ostum»).

En el sentido moderno entiende ya PAlc. el vocablo (como lo muestra al cambiar la preposición empleada por Nebr.): «tarea en alguna obra: taréha, taráyh». Igualmente Diego Gracián (1542): «acabada su tarea, se paran y no quieren sacar más agua, ni de grado ni por fuerza»; y en Cancer († 1665): «durad, vivid más que el sol, / que en incansable tarea, / phénix de luz, en sí mismo / las doradas plumas quema» (Aut.). Covarr.: «la labor y destajo de un día»; Oudin «la tasche, la journée»; C. de las Casas (1570) «staglio». La variante atarea, con el artículo árabe aglutinado, es corriente en el S. XVI: «mil ansias por atarea / tengo por renta real» C. de Castillejo (1.ª mitad de dicho siglo), y otros dos ejs. del Maestro Venegas en DHist. Existen acs. secundarias fácilmente comprensibles, como especialización de la general; así en el Oeste argentino: «la tarea era lo que el segador podía segar con holgura en un día, y reducido ello a medida fija, se consideraba tarea un rectángulo de sembrado de treinta varas de frente por setenta de fondo» Chaca, Hist. de Tupungato (p. 287); en Cuba: «el trabajo señalado por el dueño o mayoral de una finca de campo a sus esclavos en una porción de... tiempo prefijado...: una tarea comprende 900 varas cubanas planas, y una vara de tarea, seis varas cubanas» (Pichardo), «tarea de leña: montón de leña cortada en rajas de cuatro pies, que ocupa tendida en el suelo el ancho de una raja, dos tantos de alto, tres de largo» (Ca., 169; y Pichardo). Quizá ya entendiera algo de esto Nebrija al traducir tarea de alguna obra por ostum, pues el lat. hostus era el ‘producto de la cosecha de un olivo’ o la ‘cantidad de aceite que se saca cada vez que se exprimen aceitunas’. El port. tarefa es «a porçƟo de trabalho e obra que se deve acabar dentro de certo tempo», «nos engenhos de assúcar, hé a porçƟo de cana que se moe em hum dia» (de donde hoy en el Brasil ‘medida agraria igual a unos 3000 o 4000 metros cuadrados según los lugares’), tarefa de azeite «o vaso para onde corre o azeite, e a água ruça das ceiras, onde ella se separa do azeite» (Moraes): de ahí en Tras os Montes «alfarje, grande vaso de pedra que gira a roda que mói a azeitona» (RL V, 25), en el Alentejo «meio-pote, para água, azeite, etc.» (RL IV, 240), «pote grande de barro para depósito da água que se gasta diáriamente» (RL IV, 246).

Es posible que tengamos un ej. temprano del vocablo en las «dos alhombras viejas de tarea» citadas en un texto de 1434 (invent. de Alf. S. Alcaraz, Arch. Cat. de Toledo, p. 3, comun. de don A. Castro), aunque el sentido no es claro.

La palabra ƫarîɅa es ajena al árabe clásico, pero se ha empleado en el árabe vulgar de Occidente en el mismo sentido que el más corriente en castellano moderno: así ya en PAlc. (pron. taréha, arriba), y hoy en Marruecos es «tarea de costura, etc.» (Lerchundi), en Argelia «tâche de couture donnée par la maîtresse à l’écolière» (Beaussier; más documentación dialectal en Steiger, Contrib., p. 259), ac. especial que también ha existido en castellano, como en Juan de Torres (fin S. XVI): «por mandato de ella hilaba entre sus doncellas, y tenía tarea de labor, como una de sus criadas» (Aut.). ?arîɅa deriva del verbo ƫáraɅ, que es clásico y muy vivo en todas las épocas del idioma en el sentido de ‘arrojar, lanzar’, y en otros muchos especiales; entre ellos está el de ‘imponer la adquisición de una mercancía a un precio determinado’, y ƫarɅ ‘precio forzado’, los cuales documenta Dozy (Gloss., 348) en textos egipcios de primeros del S. XV y otros; por otra parte se pasó al sentido de ƫarîɅa ‘imposición de un trabajo’1. Además este vocablo tuvo otras acs. que también pasaron al cast. y port.: «rossée, volée de coups de poing ou de coups de bâton» (Dozy, Suppl. II, 32a), sentido que conserva hoy el port. tareia «pancadas, tunda, sova», y que tuvo el cast. tarea en el S. XVI: en El Deleitoso de Lope de Rueda golpean unos padres a su hija, que se queja a grandes gritos (Cl. C., p. 264), y después se dice «¡ha llevado la mochacha tarea!» (p. 266), y en Sánchez de Badajoz un pastor zurra a un fraile lascivo («brúmale el cuero»), y a esto llaman los espectadores darle tarea (que el editor quiere enmendar desatinadamente en talega: ed. Libros de Antaño XI, 243; comp. XII, 415). Para otro vocablo de la misma raíz arábiga, V. TARA.

DERIV.

Atarear [med. S. XVI, Seb. de Horozco, DHist.; Cuervo Dicc. I, 733]. Tareero.

1 De la idea de ‘imposición de un trabajo’ parece venir el matiz especial que Aut. da como aplicación figurada «el afán, cuidado o penalidad que causa un trabajo continuo», y documenta en Cancer. Esta ac. se ha modificado hoy, con carácter más o menos dialectal y familiar, en la de ‘idea fija y permanente’, ‘ocupación que se toma uno en hacer constantemente algo’, que he oído a gente de Almería, y es vivo por lo menos en otras partes de Andalucía: un gitano en un cuento referente a Málaga pregunta «¿y por qué toma esa tarea el churumbelito?» refiriéndose a la frase «yo no quiero que se venda el caballo tordo» que un niño va repitiendo por encargo de su padre, con objeto de llamar la atención del tratante (Fulano, Zutano, Mengano y Perengano, Cuentos y Chascarrillos Andaluces, ed. 1898, p. 101). Será usual en otras provincias más septentrionales, pues de ahí se tomó el cat. taleia «fal·lera, idea fixa, mania» (Ag.). Se me ocurre la idea de que el cat. dèria ‘manía, obsesión, idea fija’, que Alcover localiza en todo el catalán oriental y en Menorca, puede ser alteración de la misma palabra arábiga que tarea, y no habría dificultad en el cambio de ƫ en d, pero no se vería justificación del cambio de acento.