TENERÍA, tomado del fr. tannerie íd., derivado de tan ‘corteza de roble y otros árboles empleada para la curtición’, procedente de una base TANN- de origen incierto, probablemente del célt. TANNOSroble’.

1.ª doc.: tanaria, 1181; tenería, 1236.

Un doc. de Sahagún de 1181 contiene la donación de una casa «in islas tanarias» (Vignau, Índice, n.º 1683)1. Pronto aparece la forma moderna tenería, ya en docs. leoneses de 1236 y 1245 (Staaff, 16.9, 24.9). Aunque hoy tenería está aislado en el idioma, antiguamente existieron otros vocablos de la misma familia. El nombre de oficio tanero (del cual deriva tanería inmediatamente) es sumamente raro: sólo conozco un testimonio de 1253, en doc. de Sahagún, donde figura un personaje «Garci Tanero de Cea» (Staaff, 41.98), y aun ahí no consta que estuviese en uso en este tiempo, pues la forma proclítica Garci nos enseña que Tanero funcionaba como un mero apodo o nombre propio. Algo más corriente fué el adjetivo tanado para calificar el objeto curtido con tanino, o cuyo color le daba esta apariencia: «una tavardina de gamellín; una cota tanada de hombre... una cota viella, rota, tanada» en dos invent. arag. de 1397 (BRAE IV, 218, 220); otras veces tenado, con la misma e que tenería: «un petral de cuero tenado con seys chapas de cobre encaxadas... otras cabeçadas de chapas... guarnesçidas en cuero tenado» 1434 (invent. de A. S. Alcaraz, pp 4, 7, Arch. Cat. Toledo, comun. de A. Castro). En cat.: «fingí·s prenyada / ... / los mugorons / duya alquenats, / morats, tenats, / mostrant senyal», «tal li fa vert, / tal atzurat, altra morat, / les més vermell, / negre, burell, groch o tenat, / o alquenat» Jaume Roig, a. 1460 (vv. 4768, 10503). También se encuentra alguna vez tanada ‘materia empleada para dar tinte o curtido’, como en el doc. burgalés de 1509 citado por M. P., y quizá (aunque el sentido no es claro) en este invent. arag. de 1406: «un cedacet limalla; una tanada de boxar; un guit de boxar, poco más o menos» (BRAE III, 361)2; Sajambre atenase ‘llenarse de manchas la madera cortada’, ‘quedarse arruinado de salud por comer poco’ (Fz. Gonzz., Oseja, 202) (V. TENUE). Para terminar con la familia del vocablo en cast., cito tanador ‘curtidor’, ej. único en doc. de 1334 (cita de M. P.)3 y el tanar de los cueros, Ordens. de Oña, fin S. XV, Cuad. Hist. Esp. XXII, 354; sea como quiera es palabra muy rara. Al parecer todos estos vocablos se emplearon sólo en el Norte de España, especialmente en Cataluña y Aragón; y en la época clásica ya todos estaban olvidados salvo tenería, que no figura en APal., Nebr. ni Covarr. pero sí en Oudin y Aut., donde se citan ejs. en la Celestina y en ley de 1552.

El cabeza de familia, francés tan ‘corteza para curtir’, no existió nunca en castellano4, y lo mismo cabría decir del verbo tanar, aunque parece que taino (= taño) está en este sentido en Vidal Mayor 4.38.67. Es claro, por lo tanto, que no puede aceptarse la antigua tesis de Mz. Pidal (Rom. XXIX, 372), ya rechazada por Baist (KJRPh. VI, 396), de que sean éstos vocablos autóctonos en cast., como tampoco existen con este carácter en cat. ni en los demás romances meridionales. Tenería es otro testimonio de las antiguas corrientes de intercambio que se produjeron entre España y Francia en materia de curtiduría, como lo es BATÁN (aunque en éste no es seguro en qué dirección se produjo el préstamo, y más bien parece ser la opuesta). En nuestro caso no cabe dudar de que Francia es el país de origen, puesto que sólo ahí aparece esta familia en forma completa y coherente: tan ‘corteza para curtir’ se documenta ininterrumpidamente desde med. S. XIII (Rutebeuf), lo mismo ocurre con tanner, tannerie aparece ya en 1216, tanneur h. 1260; aunque alguna de estas fechas sea levemente posterior a las españolas no hemos de dar demasiada importancia a este detalle en vocablos tan poco apropiados para figurar en el Roland y demás textos literarios del S. XII. También son medievales tan y sus derivados en lengua de Oc.

El análisis fonético de las formas de las lenguas galorromances prueba incontestablemente que el étimo, cualquiera que fuese, había de tener NN doble originaria: en francés *TANU habría dado *tain y no tan; en bearnés antiguo y moderno (V. muchos ejs. en Levy y Lespy) deberíamos, entonces, esperar *taa, cuando lo que tenemos siempre es tan (nótese el contraste entre los dos sustantivos de la frase lo molii deu tan citada por Levy en penúltimo lugar): el vocablo no pierde la -n en ninguna de las hablas de Oc (Mistral) y en la lengua antigua rimaba con voces en -n fija, que en ningún caso puede salir de una -N- intervocálica; el Donatz Proensals coloca tans «cortex arborum ad corea paranda» en rima con palabras como afans, engans, demans ‘ruego’, mientras que las palabras en -n caduca terminan en -as «cerrado» en este diccionario de rimas (mas MANUS, etc.). Luego por todas partes llegamos a una base *TANNO-, que reaparece en forma autóctona en el Sur de España: and. taño «corteza o cáscara de la encina» (AV)5. Sé muy bien que Gamillscheg (EWFS, s. v.) se propuso probar que el fr. tanner proviene de una base con -N- sencilla, conforme él lo necesitaba para su étimo galo *TAN-delgado, fino’; y aunque M-L. (REW3 8555a) demostró que esta base es imposible desde el punto de vista céltico, admitió la premisa fonética de aquél hasta el punto de cambiar el *TANNUS de su primera edición en el *TANARE ‘curtir’ de la tercera (igualmente Bloch1 y 2). Pero la tesis de la -N- no se apoya más que en el supuesto de un radical alternante taine ~ taner, que en realidad nunca existió en francés antiguo. Reconoce Gamillscheg que lo único que encontramos es una vacilación en las formas tainer y tanner acentuadas en la desinencia, la primera de las cuales, en su opinión, sería extensión analógica de un presente *taine, mientras que en sentido contrario tan (única forma existente en el sustantivo) sería analógico de tanner: extraña analogía que se empeña en invertir los resultados regulares y que hace aparecer las formas secundarias centenares de años antes que las primitivas. Porque el más antiguo testimonio de todo el grupo -tan en Rutebeuf- ya presenta la fonética subvertida. Los ejs. de tanner en Godefroy son los más antiguos (Chevalier au Cygne, Renart), mientras que los textos de la variante tayner son tan tardíos como Marot, Villon, Froissart o un doc. de 1497. Es más: la gran mayoría de las formas con ai, así en el diccionario como en el complemento, se aplican a la ac. «fatiguer, lasser, ennuyer, tourmenter» ―Gamillscheg dice «schlägen, prügeln», que no es lo mismo y no lo veo documentado―, mientras que entre los 25 ejs. del significado propio ‘curtir pieles’ (o «drap de la couleur du tan»), sólo 4 tienen e (¡y siempre átona!). En realidad parece tratarse de dos palabras distintas, que sólo esporádicamente llegaron a confundir sus formas (de ahí la e del cast. tenería, y del cat. ant. tenat): el fr. ant. (a)tainer ‘irritar, ofender’ es préstamo del oc. ant. (a)tainar ‘retrasar’, ‘inquietar’, gót. *TAHEINS según REW 8529a. En cuanto a la forma tanare de las glosas de Erfurt, citada por Diez6, no es cosa de dar tanto valor a un testimonio aislado y de escasa antigüedad, en punto tan sutil como el de geminadas y simples, que los escribas muchas veces no distinguen en absoluto. Como resumen de esta digresión: hay que volver a la base TANNO-, comprobada por el ags. tannian ‘curtir’ (de origen galo-latino), y admitida por Jud (ZRPh. XXXVIII, 42) y por el propio M-L.

En cuanto a la procedencia de esta base, sabemos hoy bastante más de lo que nos dijeron Diez (Wb. 683), Thurneysen (Keltorom., 113) y V. Henry (Lex. étym. du Bret. mod., s. v. tann), estado de conocimientos en el cual quedaron atascados M-L., Gamillscheg y Bloch. Suponen estos lingüistas que un céltico tann ‘roble’ sólo estaría documentado en bretón, mientras que por otra parte las lenguas germánicas ofrecen a. alem. ant. tanna (alem. tanne f.) ‘abeto’ (y, al parecer, alguna vez, antiguamente, ‘roble’), b. alem. med. danne, neerl. ant. dnnia (hoy den ‘pino’); como la t- del alto alemán es dialectalismo de este idioma ―razonaba Thurneysen― el bret. tann ha de ser préstamo del alto alemán trasmitido por el romance, hipótesis imaginable en aquel tiempo en que tan poco se conocían la dialectología francesa y el francés antiguo, pero no hoy en que sabemos que tan como nombre de árbol no se encuentra en ninguna parte ni parece haberse encontrado nunca en el territorio lingüístico romance; también sería extraño que el francés hubiese tomado tan ‘corteza de tenerías’ de una lengua como el alto-alemán, con la cual sólo ha tenido escaso y tardío contacto (el fráncico queda descartado por la t- inicial). Por otra parte ya Thurneysen reconoció que tann dentro del céltico no está circunscrito al bretón, pues reaparece en córnico.

Después se ha visto que el nombre de lugar *TANN֊ILUM está documentado por la toponimia moderna en cuatro departamentos del centro de Francia (Theneuil, Thénioux, Tanaüs), y formas documentales arcaicas como Tanogilo y Tanoiyolh comprueban que se trata de nombres de lugar que contienen el sufijo galo -O-ILON empleado específicamente para formar colectivos de nombres de árbol (como VERNOIALUM Verneuil, CASSANOIALUM Chesneuil). Vid. el trabajo de Ant. Thomas (RCelt. XXXIX, 334-7), con el cual queda atestiguada en forma harto inequívoca la existencia de un nombre de árbol TANNO- en el galo de la Antigüedad, y no hay por qué dudar de que en este idioma significaba «quercus vel ilex», como atestiguan las antiguas glosas de Cornualles y de Bretaña. Más tarde los celtólogos especialistas, como Weisgerber (Die Sprache der Festlandkelten, p. 210), han refrendado esta averiguación, y la elevada autoridad de Vendryes (RCelt. XLIV, 319) ha señalado el irl. ant. teine o tinne como hermano regular del galo TANNO-: la,forma irlandesa procede de un más antiguo *TENN-YO-, y la correspondencia entre EN gaélico y AN galo-britónico es perfectamente regular en las palabras procedentes de una և vocálica del paleocéltico7. Si en céltico era voz heredada del indoeuropeo o de un substrato autóctono, no podemos resolverlo; en cuanto al a. alem. tanne y el b. alem.-neerl. den, la semejanza puede ser mera coincidencia, pero como su difusión entre los idiomas germánicos es escasa, y el parecido con el scr. dhanva ‘arco’ es harto vago, habría razón para sospechar que en germánico sea préstamo del mismo substrato o bien del céltico: en este último caso la irregular correspondencia de las consonantes iniciales podría explicarse por el influjo del a. alem. ant. tan, b. alem. med. dan ‘bosque’, con el cual ya admiten un cruce (por otras razones) los germanistas (vid. Kluge). En conclusión el origen céltico del fr. tan parecería totalmente seguro, si no quedaran todavía puntos oscuros de dialectología galorromance, que ya no son esenciales para la procedencia del cast. tenería, y cuyo estudio detenido reservo para mejor ocasión8.

DERIV.

Ast. castaña atanada ‘la pasada de sazón, que tiene mal sabor’ (V). Tanador, taño, V. arriba. Tanino [Acad. 1925, no 1843], tomado del fr. tanin [1806]; tánico.

1 Las formas del S. XII citadas del libro de Gz. Palencia por Oelschl. necesitan comprobación, pues este autor no fecha ni reproduce con bastante cuidado los datos mozárabes.―

2 Pottier, VRom. X, 87ss., s. v., entiende que boxar quiere decir «ôter le grain d’une peau, nettoyer le cuir» y que guit es «petite corde de chanvre» (comp. GUITA), pero esto último no se concilia con la expresión poco más o menos, que supondría un nombre de medida. El propio Pottier supone que «color de tanyent» en invent. de 1362 sea «couleur de tan», lo cual es también dudoso. ¿Será boxar colectivo de boj y se emplearía esta planta para curtir, como el zumaque?―

3 En esta misma fuente puede basarse la Acad. al admitir recientemente el vocablo (ya 1925, no 1884).―

4 Figura sólo en alguna ed. reciente de Oudin (cita de Terr.), no en las antiguas, y ahí es galicismo pasajero y sin arraigo.―

5 Según Sarm, taño es nombre de la nueza negra en algunas partes de Galicia, cf. J. L. Pensado, Opusc. gall. S. XVIII, 47.―

6 Comp. «alumen: locus ubi tanantur coria» CGL II, 566.14, 565.44, en el codex Amplonianus del S. IX, que será idéntico o procedente de la misma fuente.―

7 Es cierto que en Irlanda el vocablo significa ‘acebo’, y que no nos consta el sentido preciso del vocablo en galo, pero como ya nota Vendryes los cambios de sentido son algo común en materia de nombres de árbol; ahora bien, el roble era árbol sagrado en la Antigüedad druídica y el acebo tiene también significación religiosa en muchas partes. La evolución semántica hacia el fr. tan supone que el TANNO- del galo fuese más bien el roble, como en sus próximos afines los idiomas britónicos (pues no me consta que el acebo se haya empleado, como el zumaque, para la curtición).―

8 Me refiero a la familia occitana y pirenaica que se agrupa en torno al cat. tany ‘ramita’, ‘retoño’, y que enlaza con el fr. tan a través de Quercy ton (< tan) «coque verte de la noix», gasc. tanoc ‘panoja de maíz’, auvernés tan «noeud du bois», arag. tano ‘nudo de la madera’ (Peralta; Borao; AORBB II, 262), y luego, ya más cerca de las acs. catalanas: alto arag. tano ‘rama gruesa una vez desgajada’ (BDC XXIV, 181), murc. y and. orient. tana ‘cayada, garrote’ (G. Soriano, AV), alavés destanar ‘quitar la corteza a los árboles’ (hablando de encinas en 1783), Guereñu, Euskera III, 248; nótese que tan ‘tanino (sacado de las encinas)’ se documenta en textos alaveses de 1768 y 1778 (ib. 322). ¿Se relacionará con el alto-arag. y murc.-and. tano ‘rama, garrote’, el ast. y sajambriego tanovia ‘en el hórreo, tabla que se coloca delante de la entrada, a modo de peldaño’ (Fz. Gonzz., Oseja 355)? Es un vocablo enigmático cuya terminación fácilmente podría ser céltica. V. acerca del grupo de tano mi artículo de Archivum (Oviedo) IV, 1954, 56-60, y el reciente de Hubschmid, ZRPh. LXVI, 21-22, cuyas conclusiones son por lo menos discutibles, pues la ny catalana sólo puede venir de -NN- y no de -MN- como él admite.