GUITA, ‘cuerda delgada de cáñamo’, origen incierto, probablemente viene en forma indirecta del lat. VէTTA ‘venda sagrada’, ‘cinta con que las mujeres se ceñían la cabeza’, por conducto de una forma germánica WITTA tomada del latín.

1.ª doc.: 1527, Ordenanzas de Sevilla.

Cej., Voc., cita de estas Ordenanzas, s. v. guitar: «que la ginta [léase guita] de guitar dichos alpargates... las capelladas sean quitadas [léase guitadas] conforme al tamaño de las suelas», «que el filo tollar e galludero e guite [sic?] no se faga de otro cáñamo sino de canal o chorro», y de las Ordenanzas de Málaga «once guitas en el talón, o sean cosidas las dichas suelas con su guita de cerro». Es vocablo ajeno a la mayoría de los clásicos y medievales, y falta en los lexicógrafos del S. XV y del Siglo de Oro, pero lo recogió Aut. citando ej. de la Pragmática de Tasas de 1680 y definiendo «cierto género de cuerda delgada de cáñamo, que sirve para liar o atar alguna cosa»1; G. Soriano agrega el murc. guitilla ‘cuerda fina de cáñamo’ (con cita de las Ordenanzas de Murcia, de 1695: «que la guitilla de las cabeçadas ha de ser de cáñamo»); de Murcia pasó guita al catalán de Elche, donde se define «cordellet que serveix per a fer puntera a les espardenyes» (BDC XVII, 54). Con significado figurado se emplea hoy guita ‘dinero’ en el castellano jergal y popular de todas partes: M. L. Wagner (Notes Ling. sur l’Arg. Barc., 65; RFE XX, 177-9) cita ejs. en autores andaluces, madrileños y valencianos, es corriente en la jerga argentina y en la chilena, y también en el caló catalán; que la base semántica es también ‘bramante’ en este caso lo prueban las expresiones de que se sirven para decir ‘dinero’ el alemán jergal y el portugués popular, a saber, zwirn ‘cordel retorcido’, draht y arame ‘alambre’: la idea fundamental es la de algo que da de sí casi indefinidamente. De todos modos, dada la importancia de lo andaluz en la formación de las jergas hispánicas, con esto y con los datos anteriores apenas salimos del Sur de España, de suerte que un origen arábigo o americano no sería inverosímil a priori. Pero el caso es que el verbo derivado guitar, en el sentido de ‘guarnecer el calzado con un ribete de guita’, se halla ya bien claramente en Juan Ruiz: «bien sé gitar las abarcas e tañer el caramillo», dice alabándose un rústico en el verso 1000e del Libro de Buen Amor. Luego el origen americano es imposible, y como el dato más antiguo no se refiere al Sur, sino al Centro de España, nada nos asegura que en lugar de un arabismo no tengamos que habérnoslas con uno de tantos arcaísmos relegados posteriormente al habla andaluza2.

El primero en preocuparse por encontrar una etimología fué Simonet, quien habiendo hallado ġáȳƫ ankabût ‘hilo de araña’ en una poesía de Abencuzmán (Córdoba, med. S. XII), se negó a identificar el vocablo con el árabe ȟáȳƫ, y enmendando el texto del manuscrito en ġîƫ quiso ver ahí el prototipo del hispano-portugués guita; pero lejos de derivar esta forma del árabe afirmó que en hispano-árabe como en los romances hispánicos procedía del lat. VէTTA ‘venda sagrada’, ‘cinta para ceñirse los cabellos’, y estaba especialmente emparentada con el b. lat. vita ‘hilo’ y el a. alem. ant. witta. Sin hacer caso de la etimología de Simonet quiso Eguílaz (p. 415) identificar la forma de Abencuzmán con el árabe clásico y vulgar ȟáȳƫ, ‘hilo’, ‘cordón’, ‘cuerdecilla’, ‘sartal’, palabra fundamentalmente árabe, emparentada con el verbo ȟâƫ ‘coser’, pero bien popular en España, siempre con la forma ȟáȳƫ, como lo atestiguan no sólo R. Martí, PAlc. y otros autores (Dozy, Suppl. I, 417), sino también el arabismo antiguo del castellano alhaite ‘sarta de joyas’, bien documentado en los SS. XIV y XV (Dozy, Gloss., 132-3); el punto de vista del origen arábigo fué aceptado por Steiger (Contr., p. 229)3, quien parece desentenderse de la enmienda preconizada por Simonet. En efecto, esta enmienda en contra del códice vocalizado es arbitraria, y difícilmente podrá dudarse que en Abencuzmán tenemos otra cosa que la palabra arábiga ȟáȳƫ; tanto más cuanto que en muchos tipos de letra manuscrita el ȟ y ġ árabes son muy parecidos y cabe dudar si ġáȳƫ es algo más que una errata de copia del escriba en lugar del conocido ȟáȳƫ. Aun admitiendo que ġáȳƫ haya existido (y no sería extraordinario dada la frecuencia del cambio de ȟ en g en los arabismos romances), de todos modos guita no puede proceder de ahí, pues el diptongo arábigo ai no se cambia jamás en i romance; no confundamos el caso con el cierre de este diptongo en i por parte de los actuales dialectos africanos, pues atribuir este cambio al hispanoárabe sería sin duda un anacronismo sin fundamento documental; además el cierre, aun allí, se produce precisamente cuando no hay letras enfáticas, y en nuestro caso lo son nada menos que las dos consonantes que rodean el diptongo (comp. el arabismo real alhaite). Es más, aun si admitiéramos la gratuita enmienda de Simonet ġîƫ, tampoco esto hubiera podido dar guita en romance; a lo más *guete o más bien *alguete: la î está en tafȞîm entre dos consonantes enfáticas, posición en que siempre se convierte en e. En conclusión, es preciso abandonar la etimología arábiga por imposible fonéticamente. En definitiva, y como no se ve otra etimología posible, quizá deba volverse a la etimología de Simonet, aunque abandonando su pretensión de documentar el vocablo en Abencuzmán.

Efectivamente, WITTA se halla muchas veces en alto alemán antiguo con las definiciones «infula», «crinalis», «vitta», «fasciolum» (Graff, Ahd. Sprachschatz I, 745), es decir, en sustancia, ‘venda o trencilla para el cabello’; los germanistas están de acuerdo en que esta antigua voz germana procede del lat. VէTTA. No era difícil pasar de ahí a ‘trencilla con que se guarnece el calzado’, la ac. antigua, y después, generalizando, ‘cordel, bramante’. Mas ¿por qué camino pudo llegar al castellano este vocablo? Desde luego no vino directamente del latín ni del «bajo latín» de Simonet, como lo prueba ya la gu- inicial, que se explica por una W- germánica, pero no por una V- latina; tampoco, por razones geográficas, es posible pasar directamente del alto alemán al castellano; sí sería posible admitir que el gótico tomó en préstamo el vocablo latino, exactamente como el alemán, y que del gótico pasó al castellano; verdad es que no lo hallamos en el léxico gótico conocido, y la representación de la է germánica por una i romance, aunque por cierto no imposible, sería más fácil en un vocablo que hubiera llegado del fráncico por conducto del francés. Y ¿hay algo más corriente que los galicismos castellanos en materias de vestir?

Ahora bien, consta que el germanismo guite (wite en otros textos) existió en francés antiguo, y aun fué allí frecuente: véanse las notas de Schultz-Gora en ASNSL CLV, 107-8, y de A. Jenkins en los Mélanges Jeanroy, p. 144. La única dificultad que nos queda es que hasta ahora se han dado del fr. guite definiciones muy diferentes de la que nos haría falta. Pero estas definiciones son contradictorias: God. tradujo primero (IV, 388) por «chapeau», luego rectificó (VIII, 335, 360) «long voile dont les femmes se couvrent le visage», Jenkins sugiere ‘cofia’, Schultz-Gora asegura que es una prenda de vestir larga, probablemente un mantón. Dejo a un especialista del francés antiguo el análisis detenido de los numerosos pasajes, pero este mismo desacuerdo de los lexicógrafos invita a proponer otra traducción que esté más de acuerdo con el sentido coincidente del antepasado (alem. ant. witta) y del presunto descendiente (cast. guita); no niego que alguna de las traducciones transcritas esté fundada en ciertos casos, especialmente la de Jenkins, que se apoya en razones más objetivas que la de Schultz-Gora, pero desde luego tanto la traducción ‘sombrero’ como ‘cofia’ se refieren a la cabeza, y lo mismo esto que el detalle de que es algo largo que puede llegar hasta los pies (une wite traïnant dusqu’as piés en Raoul de Cambrai) sugieren que por lo menos en algunas partes se conservó el sentido etimológico ‘ínfula de sacerdote o de religiosa’, propio del latín y del alemán antiguo; ahora bien, las ínfulas eran trencillas, que bien pudieron en España emplearse con otro destino4.

DERIV.

Guitar5; guite (V. arriba; guit en invent. arag. de 1406 no tiene relación con esto, a pesar de Pottier, Vox Romanica X, 165, vid. GUITÓN); guitero.

1 Malaret, Semántica Americana, p. 98, dice que Fz. de Oviedo trae «daguita, cordel, bramante, en lengua de Haití», de donde, según una nota de la Academia de la Historia, en su edición, «se ha derivado sin duda la voz guita, usual en algunas provincias de España»; advierte Malaret que en América no se conoce este significado de daguita―ni significado alguno, que yo sepa―. Por desgracia no cita Malaret el pasaje de Oviedo, ni figura tal palabra en Friederici. ¿Habrá error por de guita?―

2 Guita ‘cordel, bramante’ existe también en portugués [Moraes], donde no poseo documentación antigua.―

3 Íd. Asín, Al-And. IX, 31.―

4 Vagamente nos recuerda guita el griego mod. Ɣαειτάνι ‘cordón’, que ya aparece en la forma gaitanus en el médico bórdeles merovingio Marcelo Empírico: Helmreich, Philologus LXIX, 568s., sugiere se trate de una palabra céltica. Pero no creo que el vocablo francés tenga que ver con ella, además de que esas identificaciones y la historia del vocablo no quedan claras.―

5 De ahí avarcas gritadas en Fr. D. de Valencia, Canc. de Baena, n.º 502, v. 5.