TEMBLAR, del lat. vg. TRĔMŬLଵRE íd., derivado de TRĔMŬLUS ‘tembloroso’ y éste de TRĔMĔRE ‘temblar’; la pérdida de la primera R se explica por disimilación en la forma antigua y dialectal trembrar, tembrar.
1.ª doc.: tembrar, Cid; temblar, Berceo.
Hubo sin duda una época en que el vulgo de toda Castilla, como el de León, Portugal y Galicia, desacostumbrado de pronunciar grupos de consonante más l (que en la lengua común se habían cambiado en ll), alteraba toda l combinada sustituyéndola por r (claro que esto no ocurría en Aragón, donde se conservaban clamar, pluvia, flama); en esta época se consumó sin duda la disimilación de trembrar en tembrar, y cuando más tarde se reaccionó contra dicho vulgarismo (no sólo restableciendo plaza, blando, flaco, etc., en lugar de praza, brando, fraco, sino además cambiando los etimológicos brandir, prática, combrueça en blandir, plática, combl(u)eça, etc.) tembrar pasó nuevamente a temblar, pero ya por entonces se había perdido memoria de la primera y etimológica r. Así se explica este cambio fonético, que ha hecho llenar inútilmente algunas páginas filológicas: Ascoli (AGI XI, 117ss.) pensaba si habría disimilación de la r radical ante la -r del infinitivo, disimilación luego extendida a las demás formas, pero sería éste un caso inaudito; el mismo lingüista se inclinaba por lo tanto a admitir una contaminación de tremblar por temer, solución por la cual manifiesta preferencia M-L. (REW 8879); pero el mismo lingüista posteriormente (ZRPh. XLI, 602) se inclinaba por la sugestión de Schuchardt (ZRPh. XXXIV, 260) de que sería posible una disimilación de la r por la l siguiente y citaba algún raro ej. de este fenómeno en dialectos it. y oc., pero en realidad son ejs. dudosos y es problemática la realidad de tal disimilación. Contra mi explicación no puede invocarse la rara forma oc. ant. temblar, que sólo parece encontrarse en algunos textos de influencia española (vid. E. Levy, ASNSL CXXXVIII, 104), ni los cambios análogos de triple en TIPLE, y el de CRISTAL en la forma dialectal quistal (Fz. Avila, S. XVIII, ed. Wagner, 123.33), pues justamente estas eliminaciones se explican por la existencia de variantes *tripre y *clistal, explicables según las tendencias arriba aludidas.
El verbo temblar es voz de uso general en el castellano de todas las épocas; alguna vez se ha convertido en transitivo haciéndose sinónimo de ‘temer’: «Gonzalo Hz. de Córdova... aun le tiembla el reino de Nápoles» en el Alfarache de Martí (Rivad. III, 369); «al Rey estuve temblando / ―No temer, hazer bon pecho» Lope (Pedro Carbonero, v. 929), «aquel gran rey que mil naçiones / tienblan, respetan, aman y obedezen» íd. (El Marqués de las Navas, v. 507), «soy don Pedro y puedo / asegurarte que me tiembla el miedo» íd. (El Infanzón de Illescas, Acad. IX, 483a), y así se lee todavía en la pluma de argentinos del S. XIX (proclama de Quiroga en el Facundo de Sarmiento, ed. Losada, p. 283). Es vocablo conservado en todos los romances, en los cuales TREMULARE (sólo documentado en las glosas del seudo-Cirilo, ms. del S. VII, CGL II, 458.36) ha sustituído en forma predominante al clásico TREMERE: cat. tremolar, oc. íd. o tremblar, fr. trembler y formas análogas en los demás romances; sólo en Italia (tremere, tremolare y el compromiso tremare) ha conservado bastante la forma arcaica latina, y todavía más en gallegoportugués, donde tremoar, -muar, sólo tuvo vida antigua y limitada (aunque se ha rehecho una forma cultista tremular), y tremer, que fué muy fuerte allá en la Edad Media (muchos ejs. en las Ctgs., Gral. Est. gall., etc.) sigue todavía vivo en el Sur y en el Norte: «dixo-m’o tremendo de anguria», «xuntan-se e tremen», etc. (Castelao 202.25, 286.2, 62.21, 88.3).
De éste quedan algunas huellas en cast. antiguo. 1.ª Crón. Gral.: «tremió aquella villa tan fieramente que los que y moravan cuydaron seer muertos», «todas las otras tierras de Affrica tremien antel so nombre» (36b); Alex., 741; «tremían assy como si esperassen la muerte... estos que assy triemen...» S. XIII, trad. leonesa del Purg. de S. Patricio (Homen. a M. P. II, 230); «ya me trieme el cuerpo» Cuento de Otas, S. XIV (fº 49vº); «el rey, que esto oyó, començó de tremir las carnes», «quién es este que con tan grand miedo faze tremer el espíritu de mi vida» en la Crón. Sarracina de Corral (h. 1430), nótense las variantes manuscritas temblar y estremecer, que prueban que ya por entonces estaba anticuado casi en todas partes (M. P., Floresta I, 272, 231.19); igualmente en la Gr. Conq. de Ultr. (p. 411), J. Ruiz (785) y la Danza de la Muerte (copla 124) (más ejs. en C. C. Smith, BHisp. LXI, 267; para su documentación en otros textos medievales vid. M. Morreale, RPF XII, 1963; vid. también J. A. Pascual, La trad. D. Com. atr. a E. Aragón, p. 159); en Cervantes debe considerarse italianismo («temerosa de algún mal suceso, tremía» La Señora Cornelia, ed. Hz. Ureña, p. 173).
Lo es también el verbo tremolar ‘ondear’, ya empleado a princ. S. XVII por Paravicino (RFE XXIV, 314) y por Calderón («DEMONIO: Ya se rindió a mis engaños / el homenaje valiente, / donde estaban tremolando / el discurso y la razón» El Mágico Prodigioso II, xxvi, ed. Losada, p. 223); antes se dijo con este sentido temblar (Gr. Conq. de Ultr., p. 268), y tremolar ‘temblar’ era sólo aragonesismo (comp. cat. tremolar), registrado en las Leyes de Moros de los SS. XIV-XV (Memorial Hist. Esp. V, 427ss.).
DERIV.
Tembladera; tembladerilla chil., arg. (Borcosque, Puque, 53). Tembladero. Temblador. Temblante. Tembleque «adorno que usan las mujeres para la cabeza...» [Aut.], ‘tembloroso’ [S. XVIII amer.: Cuervo, Ap., § 902; Ca., 130]; temblequear [Aut.]; temblequeo, que no es sólo cub. (Ca., 130, 171). Tembletear. Temblón [1646, Estebanillo, Aut.]. Temblor [Berceo]; para temblor empleado por sí solo en el sentido de ‘terremoto’, uso hoy olvidado en el habla común española, pero usual en el S. XVI y todavía en América, Cuervo, Ap., § 566. Tembloso [tre-, Alex., 183; ejs. del S. XVI, en Aut., que no admite otra forma, pero Terr. ya lo declara anticuado, en beneficio de temblón], del lat. vg. TREMOROSUS (> trembroso; comp. cat. tremolós; conservado también en sardo, it. dial. y rum.; hoy todavía en Cuba, Ca., 30); sustituido comúnmente por tembloroso [Acad. 1884, no 1843]. Tiemblo ‘álamo temblón’ [Acad. ya 1884, no 1817], de TRĔMŬLUS ‘tembloroso’ (raro en cast.; común en arag., empleado por el tudelano Arbolanche, a. 1566, 122r16; y cat. trèmol oc. y fr. tremble); gall. ferrolano trêuma ‘la torpedo’ y en el minduniense ‘tremedal’ (Sarm. CaG. 220v, 221v y p. 96) < *trêmua < TREMŬLA; tremolín arag. Retemblar.
De tremolar (arriba): tremolante. Tremolina [h. 1700, A. de Zamora, Aut.], tomado del arag., o quizá de una forma dialectal cat. o it. (aunque no se emplea hoy en estos idiomas, pero comp. cat. tremolí ‘temblor, temblequeo’). Trémolo [Acad. S. XIX], del it. trèmolo, propte, ‘tembloroso’. Tremor [Cid; Gr. Conq. de Ultr., 522; Rim. de Palacio, 718], ant., aunque luego se ha empleado alguna vez por latinismo o italianismo; del lat. TREMOR, -ORIS, íd. Tremar, italianismo raro; tremante.
Tremera asturiano (estar fechu ’na tremera, hablando de un edificio carente de solidez, de una persona achacosa, Vigón); comp. tremedal, cuya forma originaria quizá fuese la documentada primeramente: tremendal [1399, Gower, Conf. del Amante, p. 102; aunque tremedal ya está en Calila, 44.820 (pero los mss. de esta obra son del S. XV), y bien asegurado desde h. 1500, romance juglaresco: «huyendo va a más andar / por un tremedal abajo» M. P., Floresta II, 110.14]1, que es la más fácil de explicar morfológicamente, partiendo del verbo TREMERE; tremedal sería alteración debida al influjo de robledal, loredal y análogos; hoy en América se sustituye por tembladera cub. (Ca., 107) o tembladeral arg. (Payró, Pago Chico, ed. Losada, p. 182). Tremecer ant. (Alex., 8); estremecer tr. [h. 1300, Gr. Conq. de Ultr., p. 233; -erse, en mss. de la Crónica de Corral, h. 1430, V. arriba sobre tremer]; estremecimiento; estremecedor; retremer ant. (Alex., 1198).
Son cultismos: trémulo [1444, Mena, Lab., 227c; Lope], tomado del lat. trĕmŭlus íd.; son raros tremulante, tremulento, tremuloso; tremebundo [h. 1600, Aut.]; tremendo [íd.], de tremĕndus ‘a quien se deba temer’; tremente.
CPT.
Port. tremeluzir ‘brillar o lucir temblando’, ‘lanzar destellos’, verbo que era mirado como neológico (no Moraes ni CortesƟo) y que Fig. declara inventado por Filinto Elisso; se propagó también al uso literario gallego: Carré ed. 1933, quizá leído en otros o en el propio Castelao, que en 1934 publicaba el libro en que lo emplea en un sentido como el figurado de ‘lanzar chispas’ («a carraxe de xiña Filomena tremeluzía diante de Pedro», su yerno, en la colección Os Dous de Sempre; 233.21); por lo demás no es imposible que se trate de un mero derivado de tremer alterado por influjo de luzir; cf. tremelicente ‘trémulo’ Lugrís, port. tremelear, tremeligoso, tremelhicar (Moraes) o tremelicar.
1 Para nombres de lugar afines, M. P., Oríg., 147-8. ↩