TIPLE, origen incierto, probablemente del antiguo triple de igual sentido, nombre que se dió a esta cualidad de voz, por la clasificación tripartita de las voces humanas en contras, tenores y tiples, de las cuales era ésta la más alta.
1.ª doc.: 2.º cuarto S. XV, Santillana.
La reducción fonética de triple a tiple es sin duda algo chocante, pero es paralela a la de tremblar a temblar, aunque en este caso sea más antigua y en una voz más patrimonial del pueblo; pero en rigor nada se opone a que admitamos, como en temblar, que hubo primero una pronunciación vulgar o dialectal *tripre reducida por disimilación a *tipre, y luego tiple por restauración parcial de la pronunciación correcta. Cierta confirmación de este punto de vista la aporta la forma tipre que figura en los Autos del portugués Antonio Prestes (S. XVI), citada por Vieira: «esperae: virá Leonor / para tipre? ―E diz loa? / ―Muito bem»; tripe se lee en otra ed. de la Égloga citada de Hernando de Yanguas. Por lo demás la forma moderna tiple es tan antigua como estas variantes arcaicas, y pronto se generalizó. La encontramos también en otra obra de Hernando de Yanguas (Farsa del Mundo, v. 857), y ya está en Juan de Mena, contemporáneo del Marqués: «oí sones muy suaves: / tiples, contras et tenores» (Canc. de Stúñiga, p. 230). En el S. XVI es muy frecuente, aplicada sobre todo a cantores jóvenes y más o menos masculinos (lo digo así por las alusiones que luego veremos): Fz. de Oviedo habla de un «Corral, lindo tiple» (Libro de la Cámara, p. 182) y es vocablo frecuentísimo en la documentación reunida por Mosén Higini Anglès en sus obras de musicología antigua, quien con su gran pericia nos confirma que «voz de tiple» vale lo mismo que ‘falsete’1: así «cuatro cantorcicos tiples» en doc. real de 1546 (o. c., p. 98), y menciones de esta clase abundan muchísimo por estos años (o. c., p. 99; Anglès, Catál. de la Expos. Hist. de la Mús. Españ., 36, 37). A veces se sustantivaba en el sentido de ‘voz de falsete’ (1521, Juan de Padilla, NBAE XIX, 351a). Por lo demás también se encuentra este adjetivo aplicado a instrumentos musicales de sonido agudo: «dos chirimías tiples» en doc. de 1559 (en aquella obra de Anglès, p. 12n.).
Los textos literarios del Siglo de Oro nos ofrecen gran número de ejs., a menudo con alusiones maliciosas o desembozadas: «paseábase un músico tiple y capado, por delante de un ropavejero, famosísimo judío, viejo y relajado, el cual por burlarse del músico le dijo: ―Señor, ¿cómo le va a su gavilán sin cascabeles? ―Respondió el capado: ―Como al de vuestra merced sin capirote» Timoneda (Sobremesa, Rivad. III, 176); «parece capón en el tiple» Tirso (La Villana de la Sagra, II, Rivad. 316b); «mujeres de Barrabás, quered hombres que hablen recio; / que monos en tiple son / capones, dos puntos menos» Moreto (S. Francisco de Sena I, Rivad . 123c). Claro que el vocablo podía aplicarse asimismo a la mujer y a los niños, de lo que nos dan muestra los dos ejs. siguientes, donde además lo vemos como sustantivo, denominando abstractamente la calidad de voz: «levantó la buena mujer el tiple, que lo ponía en el cielo, y dejando una muchacha suya en guarda de lo que allí le quedaba, dió a correr en pos de mí» G. de Alfarache (Cl. C. IV, 34); «los niños llevaban el tiple de aquella mal acordada música: todos lloraban, todos gritaban, todo era lamentaciones y lástimas» J. de Luna (Lazarillo, Rivad. III, 127). Es sabido que hoy se emplea sobre todo tiple como femenino para designar a las mujeres de voz soprano; pero popular y localmente es también muy vivo el masculino tiple como nombre de una guitarrilla de son muy agudo: así en Cuba «canto vulgar... en que compiten los trovadores... acompañados del tiple, guitarra o harpa» (Pichardo, s. v. ay), en Colombia «―Ya se jueron. ―Máma, cuidao se yevan mi tiple» E. Rivera (La Vorágine, ed. Losada, pp. 34, 51), etc.; en Murcia se emplea la forma timple (G. Soriano) influída por templar, en Cespedosa la variante hipocorística chiple (RFE XV, 151), y comp. el citado cat. triplo2.
Tiple con las mismas acs. es usual en portugués, y ya encontramos ej. de 1519 en las Cortes de Júpiter de Gil Vicente, donde se enumeran sucesivamente os tiples, os contras altos, os tenores y os contrabajos (ed. 1843, II, 404). Y también lo encontramos en catalán, ya en 1575, «tiple: cantor» O. Pou, p. 169, y 1592: «axí, com quatre veus fan una música molt concertada, és a saber, lo contraalt, lo tiple, lo tenor y lo contrabaix» (Ag.). Por lo demás hoy el vocablo está desusado en esta ac., al menos en la mayor parte del Principado, aunque no en otras partes, pues el corresponsal de Vinaroz le señala a Griera (Tresor, s. v.) el dicho popular «d’home tiple / i de dona tenor, / lliurau-nos, Senyor».
Pero lo que es vivo allí, y por cierto muy popular, es el nombre de instrumento, por lo común en la forma tible, masculino, y pronunciado con b geminada: se trata de una especie de oboe, aunque de notas algo más graves que este instrumento, que es típico de las «coblas» u orquestas populares de sardanas; si no me engaño es el mismo instrumento que también se llamó el tenor, y que hoy por lo común recibe el nombre de la tenora; pero tible está registrado por Fabra, yo mismo lo he oído alguna vez, aunque hoy ha envejecido bastante, y sobre todo es muy frecuente en documentación del S. XVIII y principio del XIX3. Este uso popular, con viejas raíces folklóricas, revela antigua popularidad del vocablo en el Norte del Principado.
Algo contradictorio puede parecer esto con el hecho de que la etimología triple obligaría a suponer importación castellana en Cataluña, pues aquí el proceso de reducción arriba descrito apenas sería compatible con la fonética histórica catalana. Es verdad que el único dato catalán antiguo que tenemos pertenece ya a la época de apogeo de los castellanisinos, y que este dato es posterior en siglo y medio a la aparición del vocablo castellano en Santillana y Juan de Mena; pero aunque esto es indicio de que tiple o tible no se encuentran en el catalán medieval, no es ciertamente prueba decisiva. Ahora me doy cuenta de que un instrumento músico tibre figura ya en los Proverbis del poeta catalán Guillem de Cervera (h. 1250), 255 (no se insista en confundirle con Cerverí de Girona), dato de última hora, cuyo ulterior estudio deberá quedar para el DECat.
Luego no perdamos de vista otras posibilidades etimológicas. El oc. tibla vale ‘gaveta de albañil’ («truelle»), ya se documenta en texto de 1360 y en un glosario del S. XV (Pansier, Levy), y hoy sigue siendo bien vivo en la forma tiblo. ¿Podría haber pasado este vocablo a Cataluña aplicándose a una guitarra de forma especial (así todavía en Gandesa), más o menos comparable a la de la tibla occitana, y haberse adjetivado luego como designación de la voz humana de timbre tan agudo como este instrumento? No es esto inconcebible. Y hay que advertir que el cambio de tiple en triple, por repercusión, es mucho más fácil que la evolución opuesta; pronunciar pl por bl es vulgarismo muy vivo en Cataluña y Languedoc (¿pero es antiguo?). El oc. tibla vendría según Mistral del grecolatino tryblium ‘escudilla’, ‘fuente’, lo cual es bastante aceptable, aunque no deja de ofrecer dificultad la caída de la r, que aquí no podría explicarse como en castellano. Luego ésta es una posibilidad complicada y difícil de demostrar, tanto más cuanto que ni el cat. tible se encuentra en el sentido de ‘gaveta’ ni el oc. tibla como nombre de instrumento de música. También podría conjeturarse que tible ‘agudo’ salga del oc. tiblà ‘poner tenso, tirante’, voz hermana del cat. tibar íd., que debió de sacarse de STIPARE, cat. estibar, por derivación regresiva4; un reparo de cierta gravedad contra esta idea, es que la forma tiblà no parece haber existido nunca en Cataluña. Más difíciles son otras conjeturas que también podrían formularse5.
En una palabra, si la voz que interesa fuese antigua en Cataluña, y no podemos negar esta posibilidad, se abrirían otras varias explicaciones etimológicas, ninguna de ellas bien clara de por sí, pero tampoco inconcebibles. Y mientras esta supuesta antigüedad del vocablo en Cataluña no reciba pruebas más decisivas, será prudente atenerse a la etimología triple, que si es voz oriunda de Castilla no tropezaría con dificultades fonéticas, y desde luego es plausible en el aspecto semántico: nótese la división tripartita de las voces en los varios pasajes de Santillana y de Mena, en contras, tenores y tiples, aunque posteriormente se subdividieron aquéllos en contras altos (> contraltos) y contras baxos (o bajos a secas), como ya vemos en Gil Vicente y en el texto catalán de 1592. Es de suponer que los primitivos teóricos musicales dirían que la voz del tenor es doble alta que la del contra, y que la del falsete tiene triple altura, de donde muy naturalmente nacía esta denominación.
El uso del ingl. treble en el sentido de ‘agudo’, aplicado al sonido, ya documentado en el S. XV, presta decisivo apoyo a esta etimología.
DERIV.
Atiplar; atiplado [Cervantes].
CPT.
Tiplisonante [h. 1640, Aut.].
1 La Música en la Corte de Carlos V, p. 75, a propósito de la cita de un «autor tiple que sirve de capellán».― ↩
2 En germanía se empleó tiple con el sentido de ‘vino’ (Juan Hidalgo), evidentemente porque hace levantar las voces.― ↩
3 En parte en el libro de mi padre Vida d’En Pep de la Tenora, B. 1954; recuerdo que ahí se lee también la variante tiple.― ↩
4 La epéntesis de la l difícilmente podrá explicarse de otro modo que por algún cruce, aunque encontramos el mismo caso en el bordelés dessiblà «dissiper, gâter» citado por Mistral.― ↩
5 Del lat. tibia ‘flauta’ pudo salir un it. tìbbia (de hecho se ha empleado tìbia en Italia con este sentido), y éste pudo catalanizarse fonéticamente según el modelo de coppia = cobla, sabbia = sable; pero esto es inverosímil dada la diferencia entre los instrumentos. Tampoco creo que se trate del lat. STէPŬLA ‘chirimía’ que dió el nombre de instrumento musical fr. ant. estive (ZRPh. LVI, 82-85). Ni menos que estemos ante una metátesis de tripa en *tipra > tible, aunque se hacen de tripas las cuerdas de guitarra. No parece haber relación con el nombre de la TIORBA. ↩