TABARDO, común a todos los romances de Occidente y a otras lenguas vecinas, etimología incierta; el punto de partida parece hallarse en el fr. ant. tabart, quizá de origen germánico.

1.ª doc.: S. XIII, Elena y María.

Donde leemos: «joga el cavallo e el rroçin, / e elas armas otro sy, / el mantón, el tabardo / e el bestido e el calçado; / finca en ávol guisa, / en panicos e en camisa» (RFE I, 60). Según Cej. estaría ya en las Cortes de Valladolid de 1258. Léese también a princ. S. XIV en Otas de Roma, fº94 del ms.

Es muy frecuente hasta el S. XVI: «A Arnalt, joglar, para un tabardo, 8 varas de estanfort», doc. de 1293 (M. P., Poes. Jugl., 459-60); «un tavardo e cotardía de gamellín mesclado», «un tavardo e hopa de hombre, de panyo de Londres vermellyo», «un tavardo de panyo negro valenciano rivetado de tapet negro», inventarios arag. de 1374, 1380 y 1497 (BRAE II, 346, 556, 91). A princ. S. XVII había desaparecido del uso ciudadano, de suerte que Sandoval (1604) declara «era un género de capa antigua castellana», y Aut. lo da como «casacón ancho y largo, con las mangas bobas, de buriel o paño tosco, que trahen los Labradores y otras personas, para abrigarse y defenderse de los temporales»; claro que siendo de labrador era de paño tosco, pero antes no fué así, sino lo contrario, y en el Romance de Santa Gadea se da justamente como propio de gente noble: «villanos te maten, Alonso, / villanos, que no hidalgos / ... / trayan capas aguaderas / no capuzes ni tavardos» (ms. de comienzo del S. XVI, RFE I, 362); también regala tabardos un noble en el Rim. de Palacio (429d), y podía ser vestimenta de reyes y de sus familiares: «ninguno non traya tabardo nin rredondel d’escarlata vermeja, salvo Nós (el Rey)» Cortes de Burgos de 1338 (RFE VIII, 349); en el bautizo del hijo de los Reyes Católicos la madrina vestía «un tabardo carmesí ahorrado en damasco» (Crónica de Andrés Bernáldez, Rivad. LXX, 592a). En una palabra, podía ser prenda de lujo, o bien más modesta. pero siempre era ropón de mucho abrigo, su verdadera característica: «quien buena piel tenía, / que le bastava al frío, / tabardo non pedía» Sem Tob copla 202; «quando la muger vee el perezoso covardo, / dize luego entre sus dientes: -¡Oxte, tomaré mi dardo!- / Con muger non enpereçes, nin te enbuelvas en tabardo, / del vestido más chico sea tu ardit alardo» J. Ruiz 455c: es decir, no te muestres cobarde ni friolento con las mujeres si no quieres que te desprecien (no por ser «de paño ordinario» como dicen los vocabularios de Juan Ruiz). Hay variante arag. tabarto en invent. de 1402 (BRAE III, 360). Para completar la documentación antigua V. el glosario de Aguado; Tilander, RFE XXIII, 148-150; Pottier, VRom. X, 208. El uso del vocablo subsiste todavía en ciertas zonas rurales, y como nombre de un casacón de ceremonia llevado por los empleados de ciertas corporaciones públicas; por los años de 1920 era una especie de casaca de gran abrigo que podían llevar los soldados españoles, abrochada al hombro y que cubría la mitad del muslo: descripción muy semejante a la que da Grimm del tapphart alemán del S. XIV.

Fuera del cast., encontramos: port. antic. tabardo (ya en 1278, RL XI, 90; frecuente en el S. XVI: Moraes), con variante más rara tabarro (citada sin pruebas en este dicc.); también gall.-port. ant.: «Ali me desbulharon do tabardo e dos panos» (R. Lapa, CEsc. 71.13, 399.11); cat. ant. tabart, ya en el S. XIV: «tant no·ls irets derrer, / levant busques ne payles / dels tabarts e gramayles» (RH IX, 244), algo menos frecuente que en cast. (alguna vez en la forma castellanizada tabardo); oc. ant. tabart (sólo en doc. de Nimes del S. XIV, y en otro del Gers, del XV); it. tabarro, todavía vivo, aunque suele emplearse sólo humorísticamente, y ya frecuente desde primeros del S. XIV (Boccaccio, Sacchetti); Cervantes (Fcha.) empleó esta forma tomándola del it. Tan frecuente como en Castilla y en Italia es el fr. ant. y med. tabart, documentado desde 12701; hay variante femenina tabarde (S. XIV), y diminutivo tabarel (1297, 1338). La documentación puede completarse con la del bajo latín, donde según Du C. aparece con gran frecuencia en Francia, Italia, Alemania, etc., desde 1264 (doc. de Anjou); además el femenino tabarda aparecería según el mismo léxico ya en el monje Cándido de Fulda, que escribía bajo Lotario I, o sea a med. S. IX, fecha aislada y tan temprana que inspira desconfianza (¿interpolación?). El vocablo reaparece en varios idiomas no latinos alrededor de la Romania: b. gr. ταμπάριον, tardío e indudablemente advenedizo; ingl. antic. tabard (= tƢb?d</l>), frecuente desde h. 1300 (de aquí el galés tabar); b. alem. tabbert, a. alem. med. tapphart. Estas varias formas germánicas son generalmente consideradas como galicismos (NED, Grimm, etc.), y en efecto en alemán el vocablo no aparece hasta 1370, y con frecuencia en el S. XV (de esta centuria son los textos literarios citados por Lexer y Grimm); es,normal, en efecto, que las palabras francesas en -ard se adapten al alemán medio en forma de compuestos en -hart.

La etimología se ha estudiado poco y en realidad se desconoce: no tienen valor alguno las sugestiones de Diez (derivado de TAPES, TAPTIS, ‘tapiz’, imposible fonética y morfológicamente, como ya dice el REW 8563) y de Körting: éste (9372) quiere partir del a. alem. ant. tapfar ‘pesado, importante’ (a. alem. med. y mod. tapfer ‘pesado, lleno, firme’, hoy ‘valiente’, neerl. e ingl. dapper, escand. ant. dapr), pensando en el grosor del tabardo, pero esto es imposible por razones fonéticas: para partir de la forma fráncica de este adjetivo, o sea *DAPPR, estorbarían la t- y la -b-, si pensáramos en un préstamo del alto alemán tropezaríamos con la -pf-. La irradiación desde Francia a los vecinos idiomas germánicos sugiere que el vocablo fuese muy antiguo y arraigado en el Norte de Francia, y todo conduce a creer que a las lenguas hispánicas pasase desde el francés antiguo; el it. tabarro se explica por la pronunciación tabar que ya era corriente en francés en la segunda mitad del S. XIII (sobre todo en el caso sujeto sing. o compl. plural tabarz, pron. ya tabars). Semánticamente no es posible partir del cast. tabarro ‘tábano’2. Si admitimos que el punto de partida es el Norte de Francia, es casi forzoso buscar un origen germánico, pues una -b- intervocálica no es posible en voces francesas de origen latino o prerromano; lo mismo indica la terminación germánica -ard3.

DERIV.

Tabardina ant. [1397, V. GABARDINA: éste resulta de un cruce de este derivado con GABÁN]. Tabardillo ‘tifus’ [1570, C de las Casas «petecchie, febbre pestilenziale»; el navarro López de Corella publicó en 1574 un libro De morbo pustulato, sive vulgo tabardillo, Cej., Hist. de la L. y Lit. Cast. II, 149; el italiano Sassetti h. 1580 lo cita como nombre de una fiebre petequial española, Zaccaria, s. v.; «una calentura lenta acaba la vida como la de un tabardillo» Coloquio de los Perros, Cl. C., p. 317; en el mismo sentido emplea tavardete J. de Acosta, h. 1590, Aut.]4, así llamado porque la erupción de manchitas cubre todo el cuerpo, como un tabardo; atabardillado [Aut.]; (manzana) tabardilla gall., que Sarm. (CaG. 92r, A13r, 203v, 234r) pone entre las camperas, bayonesas, mucetas y espriegas, y trae (al parecer, de una monografía de Reaumur en 1728) que es lo mismo que el fr. pomme reinette.

1 Los textos citados antes de éste por God. VII, 614, parecen ser también de fines del S. XIII, vid. Schultz-Gora, ASNSL CLI, 97.―

2 La idea de Cej., Voc., de derivar de TABA porque llegaría hasta los tobillos, como talar del lat. talus ‘talón’, exigiría que el vocablo hubiese nacido en Castilla (pues taba no existe en otros romances), supuesto contradicho por el sufijo -ardo, que no es castellano; además sería extraña la tan temprana propagación a Francia, Alemania e Inglaterra.―

3 En este sentido puede tenerse en cuenta el pasaje de Enrique de Knyghton (1295) citado por Du C., que muestra que ya entonces tabart era voz típicamente inglesa; y la supuesta documentación alemana del S. IX; pero creo que en ambos testimonios el vocablo es de procedencia francesa.―

4 Hoy en Andalucía, Puerto Rico y Venezuela es ‘insolación’; en aquella región también se emplea para ‘disgusto grande’ o ‘persona molesta’, RH XLIX, 601; BRAE VIII, 510. La coincidencia semántica con tabarrera será casual. Du C. cita tabardilios en las Actas de Fernando el Santo, así que ya se encontraría en el S. XIII, pero sospecho que pertenece al anotador moderno y no a un doc. de la época. Del cast. pasó al port. tabardilho (tabarrilho dialectalmente por influjo de la variante tabarro). Claro que no puede venir del lat. tabes ‘putrefacción’, como quisiera Covarr. (por razones morfológicas).