SUERO, junto con el port. soro y el sardo soru, procede de un ibero-latino *S֊RUS, emparentado con el lat. SĔRUM íd.; es dudoso el origen de aquella forma, quizá antigua variante latina, conservada por el latín vulgar hispánico, o quizá tomada de un dialecto itálico, del celta hispánico o más bien de otra lengua indoeuropea de España.

1.ª doc.: 1251, Calila («el ayre massa aquel esperma e aquella sangre, fasta que lo torrna tal commo el suero; desy tórrnalo tal commo la quajada espesa», ed. Allen, 14.299).

Aparece después, h. 1400, en los glos. del Escorial y de Toledo (en aquél también en forma latinizada sorum), en APal. («serum: suero, que es acuosidad de la leche» 449d; 63d), en Nebr. («suero de la leche: aserum»), y es frecuente en los clásicos (el suero del queso derretido corre por el rostro de don Quijote, II, xvii, 60; otros en Aut.). Esta forma ha sido siempre predominante y hoy es casi general en todo el territorio lingüístico, aunque la forma autóctona en Aragón es siero, procedente del lat. SĔRUM en forma regular, y hoy todavía empleado en Ansó o, en forma apocopada, sier, siere, en Bielsa y Gistáin (mientras que en Plan y en Venasque ya ha penetrado el cast. suero: BDC XXIV, 181; VI, 37); desde luego es forma antigua en esta región, ya documentada desde h. 1300, en el Fuero de Navarra (Rom. XXII, 487-8), en el Vidal Mayor y en los Fueros de Aragón: «aquel qui avía dado el siero avía premida la leyt on e siero era exido» (Tilander, § 140.4). En cuanto a suero, su parentela romance abarca una área reducida.

En portugués y en gallego se dice soro, cuya antigüedad y carácter autóctono parecen seguros (aunque los datos más antiguos sean solamente los que trae Bluteau de dos obras médicas poco anteriores); nótese la existencia de un derivado port. soroso, perdido en cast. (hoy sustituido por el cultismo seroso, o el tardío sueroso). Tampoco hay razones que obliguen a creer que sea importado el logud. y campid. soru (vid. M. L. Wagner, Das Ländliche Leben Sardiniens, p. 120), y así como así no es de creer que suero se hubiese convertido en soru de ser tomado del castellano por los dialectos sardos.

En catalán predomina el tipo xerigot, pero en el Sur hay formas con vocalismo o, que enlazan con la palabra castellana: sorigot está ya en el dicc. de J. Esteve (1489), seguramente escrito en Valencia, aparece repetidamente en el de Sanelo (S. XVIII), y modernamente Martí Gadea (que era de la zona de Alcoy) registra jurigot (= Ƈuriར࿀t) y surigot (Vocab., p. 26); hacia el Norte se extenderá el tipo en ó hasta el Ebro, pues soligòt dicen en Tortosa (Moreira, Folklore Tortosí, 219); en el resto del territorio, incluyendo por lo menos las Baleares, las provincias de Barcelona, Lérida y Gerona enteras, y la zona catalana de Francia, se dice xerigot (o serigot, en Mallorca, Cerdaña y Pallars), tipo que se extiende a muchos puntos del Alto Aragón: Fiscal siricueta, Torla siriqueta, Aragüés sirigüeta (Kuhn, ZRPh. LV, 627; RLiR XI, 14), y que también está arraigado en vasco: xirikota en Labortano, sólo en el SE. (Ainhoa): «eau qui sort du fromage, mais qui n’est pas le petit-lait», sul. xirikote «foireux» (sería problemático relacionarlo con zirin ‘diarrea’, ‘excremento de aves’ y ‘lluvia menuda’; ziritz ‘lavativa’ debe ser alteración de syrinx), zirikot en Sule, Baja Navarra (Baigorri), labortano (Ainhoa), zirikort bazt. (Azkue); también en lengua de Oc, encontramos formas emparentadas: langued. (Aude) saligot, bearn. senigou (che-), y aun lemos. terigot (Mistral); serigot está documentado ya en la Edad Media, desde el S. XII, en Narbona y el Ariège; en Cataluña sirigot y sergot en textos medievales (¿S. XV?, Misc. Fabra, 169). Interesa aquí este tipo catalán y pirenaico, no sólo por las formas valencianas en ó, sino porque todo él podría salir de sorigot por disimilación vocálica, dándose así la mano con el cast. suero; y también porque el aspecto arcaico de las formas vascas y aragonesas parece denunciar un origen no romance de la terminación1; si pudiéramos determinar la nacionalidad del sufijo, quizá esto nos revelara la de la raíz SOR-. Mas por ahora esto no nos lleva lejos: -ot parece romance (para la forma aragonesa comp. arag. picueta = cat. pigota ‘viruelas’; virigüeto s. v. CUETO; y mis artículos MAGÜETO e IGÜEDO), el elemento intermedio -ig- viene de -զC-, que podría ser céltico, pero nada se puede asegurar; por otra parte, el vocablo vasco no tiene fisonomía autóctona y más bien parece ser préstamo, sobre todo teniendo en cuenta que el nombre propiamente vasco del suero nos es bien conocido, gazur (gaxur), general a todos los dialectos, y muy antiguo, pues de un cruce de este vocablo con el romance NATA (V. este artículo) parece resultar el cast. ant. názora ‘nata’, ‘requesón’, ya documentado en el S. XV.

En lo que concierne estrictamente al cast. suero, port. soro, sardo soru, es claro que estas formas postulan una base *S֊RU que no puede venir del lat. SĔRUM por vía fonética, ni siquiera suponiendo préstamo de otro romance (como había sugerido Diez, Wb., 489, ya sin convicción). Tampoco cabe admitir cruce del lat. SERUM con su hermano y sinónimo el gr. ƺρóς, idea a la que se inclina M-L. (Einf., § 150; más vago en REW 7870), pero rechazada con razón por Jud (ASNSL CXXIV, 403): tal influjo de una palabra griega, ajena al latín, precisamente en tierras hispánicas, es del todo inverosímil (además de que la ómicron griega suele romancearse en o cerrada). Sin embargo, tampoco es de creer que *S֊RU y el lat. SĔRUM sean palabras del todo independientes; como explican Emout-M., SĔRUM es vieja formación indoeuropea, correspondiente al scr. saráɅ ‘líquido, aguanoso’ y perteneciente a una raíz bien conocida: el vocalismo Ĕ es regular en un neutro, pero también es regular en un masculino el vocalisimo ֊ del gr. ƺρóς (< S֊RÓS), hermano gemelo de la voz latina, así que no es imposible alejar la conjetura de que el vocablo iberorromance proviene del representante de este nombre indoeuropeo en otro idioma más cercano geográficamente que el griego.

Sobre cuál sea este idioma, debemos confesar nuestra ignorancia; Meyer-Lübke pensaba en una variante latina, tal como hĕmo se halla junto a hŏmo en el latín arcaico, y aunque cuesta creer que hubiese existido tal variante en Roma sin dejar huellas en la documentación, esta idea ya no se puede descartar2; tratándose de un vocablo de pastores más bien puede tratarse de una forma de otro dialecto itálico, o aun latino, pero diferente del romano; finalmente Baist (RF I, 443; GGr., I, § 3) quiere que sea una palabra hispanocéltica (comp. lo dicho respecto del elemento -զC- de xerigot), a lo cual no pueden oponerse objeciones decisivas, pero el hecho es que no hay representantes de esta raíz que sirvan para designar el suero en el céltico insular3: quedamos, pues, en duda, aunque conscientes de lo poco que sabemos del céltico continental4.

Provisionalmente me inclino a la conclusión de que pertenezca al indoeuropeo arcaico de los Urnenfelder, V. mi trabajo de ZCPh. XXV, 365.

DERIV.

Sueroso. Cultismos, del lat. serum: seroso; serosidad.

CPT.

Serología. Seroterapia.

1 Desde luego es imposible partir, como quisiera Kuhn, de SERUM C֊CTUMsuero cocido’ (inadecuado ya por el sentido), que habría dado *sercuit en cat., *sercueit en lengua de Oc, y que no explicaría la -i- de todas partes.―

2 Es semejante el caso de *GLĔMUS, con descendencia en los dialectos italianos (en lugar de GL֊MUSovillo’), tampoco documentado y que Ernout-M. juzgan también como neutro (aquí en -US, -ERIS), junto a GLOMUS primitivamente masculino. Claro que puede ser itálico y no romano.―

3 Los hay en sentidos alejados: galo Sarnus nombre de río, y el dudoso irl. serb, galés herw ‘robo, bandidaje’, Walde-P. II, 497.―

4 Otras pistas no conducen a ninguna parte. Baist piensa en el irl. soire «a bag, a vessel», gaél. soir m. «sack, bag», «vessel, vase, bottle», imaginando que pasara a significar ‘cuajada, requesón’, por ser lo que queda en la vasija (comp. alem. merid. topfen ‘cuajada’), pero se trata de una palabra sin antecedentes antiguos, quizá tomada, como insinúa MacBain, del ingl. jar (soir suena sr, y el irlandés no posee sonido correspondiente a la j inglesa), quizá de otro origen, pero de todos modos es palabra reciente con la cual no tiene derecho a operar el romanista. El indoeur. SȢROS ‘agrio’ (ingl. sour, etc.), que ha dado el ruso syr ‘queso’, eslavón syrŭ ‘crudo’, aunque tuviera correspondencia gala, ésta sería *SȢROS, que no podría dar suero; algunos creen que de esta raíz viene el irl. ant. serb, bret. hueru, córn. wherow ‘amargo’, galés chwerw «amarus, acerbus», a los cuales entonces correspondería S?ER?OS en celta continental (Walde-P. II, 513), mientras que otros buscan otra etimología (Pedersen, Vgl. Gramm. I, 78), que llevaría a suponer una base SER?OS: ninguna de las dos nos conduce al cast. suero, port. soro. Tampoco es de creer que haya parentesco entre suero y el vasco zuri ‘blanco’, inconciliables en el aspecto fonético.―

5 Aunque se trata de equivalencias imperfectas fonéticamente, hay palabras de sentido análogo en las lenguas indoeuropeas del Este, especialmente en las bálticas, donde vemos el prus. ant. sulo ‘leche cuajada’ («matte» glos. de Elbing, 693), lit. y letón sulà ‘savia que mana de un árbol’. A éstos se les puede buscar enlace indoeuropeo en dos direcciones: el indo-iranio SUR (> scr. surā ‘aguardiente’, avéstico hurā ‘kumys, especie de leche fermentada’): unos y otro se suponen procedentes de un SUL (de donde el gr. ǪλƓ ‘lodo’) formado con la raíz S(E)U- y sufijo -L- (así Pok. IEW 913.13). Por otra parte, las voces bálticas quizá se formaron como SUR-SLO-, derivado de la raíz SȢR- ‘agrio’; V. aquí nota 4 y cf. prus. ant. suris ‘queso’, pues hay además un prus. ant. sutristio «molken» (glos. de Elbing, 690) que debe de ser un compuesto del mismo SȢR-, disimilado. En definitiva, nada de esto es idéntico a la base fonética S֊R- que debemos postular para el indoeuropeo hispánico: así era de esperar, pues el sorotáptico no era lengua del grupo baltoeslavo, aunque sí de léxico estrechamente emparentado con el de éste. Y no deja todo esto de fortificar los indicios de procedencia indoeuropea precéltica. Al fin y al cabo es probable, y aun casi era inevitable, que entre estos parónimos cuasi-sinónimos se produjeran contaminaciones y aun, en parte, verdaderas amalgamas.