SEDA, probablemente del lat. SAETA ‘cerda de puerco, de caballo, etc.’, ‘sedal de pescar’, que en la Edad Media debió de aplicarse al hilo de seda, según se deduce de las lenguas romances.

1.ª doc.: Berceo.

En S. Or., 130a, está con el sentido etimológico de ‘cerda’: «lecho quiero yo áspero de sedas aguijosas: / non merescen mis carnes yazer tan viciosas»; pero el moderno está ya también en el mismo poema: «vistié esta manceba preciosa vestidura, / más preciosa que oro, más que la seda pura». Así también en J. Ruiz, J. Manuel, APal. (46d, 47d, 448d) y general en todas las épocas. Pero no desapareció del todo la ac. etimológica, que encontramos en Alex., 536, en el Trat. de las Enferm. de las Aves (fin S. XIII) p. p. B. Maler (Filologiskt Arkiv IV, p. 103) en APal. («el puerco que tiene apartadas las sedas en la cerviz» 119d; 46d; 449d), en Nebr. («s. como de puerco: seta») y aun en Aut.: «lo mismo que cerda en algunos animales»; y así no es preciso suponer que sea portuguesismo en el diario de Colón (pasaje citado s. v. SALVO) 1; es verdad, sin embargo, que el cast. lo ha reemplazado normalmente por cerda en esta ac., que en cambio sigue siendo de uso general en portugués y también se mantuvo en gallego (Sarm. CaG. 97v y p. 113; Vall., aunque omitido por varios diccionarios. Más datos en Cej. IX, § 173.

La ac. etimológica la conservaron además el fr. (soies du porc) y algunos dialectos del Noroeste de Italia (REW 7498). Por lo demás el it. sta, retorrománico saida, fr. soie, sardo, oc., cat. y port. seda designan el tejido hecho con la hebra que segrega el gusano de seda; del romance arcaico pasó el vocablo con este significado en los SS. VIII o IX al a. alem. ant. sîda, alem. seide, ags. sîde, y al irl. sioda, galés sidan. En latín no tiene SAETA otro sentido que el de ‘cerda del puerco’, ‘crin del caballo’, ‘pelo duro e híspido de hombre’, ‘pincel de cerdas’ y ‘sedal de pescar (hecho con cerdas)’: la ac. romance no aparece ni en autores ni en glosarios latinos, y los primeros ejs. que registra Du C. son del S. XII, desde 1118.

Su etimología no ha sido suficientemente indagada. Diez, Wörterbuch, 293-4, rechazó, siguiendo a Du Cange, la teoría de los que querían partir del gr. σƲς, σƓτóς, ‘larva de un insecto’, ‘gusano’, lo cual, en efecto, es inverosímil; y agregó que el lat. SAETA debería aplicarse en la Edad Media a la seda porque se importaba de Oriente en hilo. A esta opinión se han adherido los etimologistas posteriores sin otras averiguaciones. Es probable que sea cierta, pero el problema no es tan claro que pueda darse por resuelto. En primer lugar SAETA no era ‘hilo’, sino ‘cerda’ y así no es evidente por qué se aplicaría una palabra de tal sentido a esta importación oriental; Kluge parte del sentido de ‘hilo de procedencia animal’, lo cual es plausible, puesto que ya en latín se aplicaba SAETA a los sedales de pescar; también se podría pensar en una comparación con la cerda por lo resistente del hilo de seda, empleado por esta razón, como es sabido, en operaciones quirúrgicas, etc. Por otra parte, todas las formas romances parten de una base con E cerrada, que no está muy de acuerdo con la grafía SAETA; ésta, según Forcellini y demás latinistas, es la que se encuentra en los mejores manuscritos, y aunque otros traen STA, esta divergencia puede dar pie a la sospecha de que la semejanza formal del romance seda y el lat. SAETA sea meramente casual. Sin embargo, es un hecho que en otros casos se dan divergencias semejantes (vid. SETO), y el fr. soie de porc y cast. seda ‘cerda’, que también postulan una base con , prueban que la objeción fonética no es decisiva.

De todos modos, teniendo en cuenta que el ingl. silk, anglosajón seolc, escand. ant. silki, eslavón šelkŭ ‘seda’, son préstamos orientales, procedentes de la familia integrada por el mongol sirkek, coreano sir y chino ssī (o sse), cabría sospechar que una forma asiática sl- o sr-, del mismo origen, fuese romanizada en sda por identificación con la voz hereditaria SAETAcerda’, y que a esta identificación se deba el timbre cerrado de la vocal, contagiado en seguida al caso del cast. seda de jabalí, fr. soie de porc. Hay que recomendar el problema a la atención de los orientalistas y de los historiadores del comercio; también convendrá estudiar mejor el problema ortológico del lat. SAETA o STA, puesto que según Ernout-M. la etimología de esta palabra latina es incierta.

DERIV.

Asedar; sedaderas. para assedar: setarium» Nebr.]. Sedals. para pescar: linea» Nebr.]. Sedear. Sedeñohirce son orejas pelosas y sedeñas» APal. 194d; 46b; «sedeña, cosa con sedas: setosus» Nebr.]; sedeña ast. ‘sedal para pescar sin vara’ (V)2; gall. sedeño ‘soga’ (Sarm. CaG. 219v). Sedera. Sedero; sedería. Sedoso [Acad. 1884, no 1843].

1 Del sentido etimológico ‘cerda o sedal’, conservado por seda en Sajambre, puede derivar el término allí empleado sedo ‘vereda que va por una peña’ Fz. Gonzz., Oseja, 351.―

2 En esta acepción toma en Santander la forma sereña (Pereda, Sotileza, p. 68; Cuervo, Obr. Inéd., p. 57). La vacilación entre -d- y -r- tiene en este vocablo amplia extensión geográfica: cerdano sedeny ‘fuerte, duro, resistente, recio’ (BDC II, 56), pero cat. ribagorzano sereny ‘vigoroso, sólido, firme’ (Congr. Ll. Cat., p. 429), Venasque sereño (Ferraz, p. 97), arag. cereño ‘fuerte, duro, resistente (persona, animal, cosa)’ (Coll A., Borao), and. sedeño o sereño ‘perro de pelo largo y fino’, sereña ‘cordel fino de seda’ (AV). Dudo mucho que se trate de un fenómeno meramente fonético: en vista de la c- aragonesa pensaría más bien en una consecuencia de la confusión entre dos adjetivos parónimos; el otro sería el berc. cereño ‘(cereal) que empieza a tomar el color propio de la madurez’, que no será otro que cereño ‘de color de cera’, documentado por el DHist. en 1495 y en Barahona de Soto; comp. «un buey blanco y cereño / y un prieto en su compañía» en el Romance del Rey Vamba, publicado por Timoneda en 1573, y que según M. Pelayo (ed. de Lope por la Acad., VII, p. xxii; comp. RL VIII, 176) podría ser obra de este autor. Comp. Navarro Tomás, RFE XVIII, 394; Spitzer, Lexik. a. d. Kat., 134n.; ZRPh. XLIII, 487; Jud, Rom., 1915, 292. Para otros adjetivos romances derivados de seda con sentido semejante, vid. ARom. V, 243.