ROÑA, voz común a todos los romances de Occidente; hay relación indudable con el lat. tardío ARANĔAl> ‘sarna’, que se ha conservado casi intacto en el gall. raña y el rum. rîie (meglenita răñă) íd.; las demás lenguas romances suponen una alteración *RĶNĔA, de explicación insegura, quizá debida al influjo de otro vocablo.

1.ª doc.: 1464.

En las Coplas de Mingo Rebulgo, de esta fecha: «o mate mala ponzoña / a pastor de tal manera / que tiene cuerno con miera / y no les unta la roña» (VIII, 4). Nebr.: «roña o sarna: scabies, psora»; Cervantes: «mala rabia o cruda roña consuma o acabe mis retozadores chivatos» (Galatea I, p. 4); Covarr.: «una especie de sarna que suele dar al ganado; díxose a rodendo, porque va royendo la piel y la carne»; Aut.: «especie de sarna que da al ganado ovejuno». Realmente en cast. se aplica sobre todo al ganado en su sentido propio, aunque J. de Valdés dice que hablando con italianos, para que le entiendan mejor, emplea roña antes que sarna (Diál. de la L., 145.2).

Pero las acepciones figuradas ya son antiguas: la de «astucia, sagacidad, arte o sophistería» (Aut.), «farsa, treta, maula» (Acad.), ya se encuentra en Sánchez de Badajoz (Cej. V, 488-9) y en Quevedo; ‘tacañería’ (en Aut. sólo roñería en este sentido); «porquería o suciedad pegada fuertemente» (con ej. de Quevedo en Aut.); ‘musgo pajizo que se cría en las peñas y en la corteza de los árboles’ salm., ‘corteza del pino’ en Valladolid, roñal ‘sitio donde se almacenan las cortezas de los árboles’ en Zamora y Salamanca, desroñar ‘quitar al árbol derribado una faja de corteza’ en el Guadarrama, ‘quitarle las ramitas ruines para que tomen más vigor las otras’ en Murcia (comp. M. P., Mod. Philol. XXVII, 411). Tiene el sentido de ‘malas hierbas de un campo’ y arroñar ‘arrancar (estas hierbas)’ en Casas Ibáñez (Mancha), según J. Giner. En fin, hubo un verbo cast. ant. derroñar con sustantivo derroñados aplicado al terreno; Sarm., aunque advierte que no existe en gallego, explica haberlo leído aplicado con frecuencia a las ‘cárcavas de los montes’, gall. rañas (deriv. de arañar), aunque en lo que recuerdo se refiere más bien a desplomes o desmoronamiento de roca y tierras. Todo esto tendrá más relación con lo tratado en mis artículos ENRUNA, ARAÑAR y acaso RUINA.

En el Norte de Burgos, roña es ‘sarro de los dientes’; en Santander ‘color rojo oscuro que produce el líquido del tegumento carnoso de la nuez cuando está verde’; finalmente en Asturias (R, V), Navarra, así como en parte del Alto Aragón (Ansó, Echo) y del Bajo (Caspe, Puebla de Híjar), roña es el ‘herrumbre u orín’ (BDC XXIV, 179; A. Alonso, RFE XIII, 241), y una evolución semántica análoga se encuentra en partes de Gascuña y Bélgica (ALF 1173)1; pero no hay que dar excesiva importancia a esta ac., que, como las innumerables anteriores, es fácil de explicar por una evolución secundaria: basta para ello observar que en todos los romances el tipo léxico roña significa ‘sarna’, en todas partes, en forma unánime y desde muy antiguo, mientras que la ac. ‘herrumbre’ no es más que una de tantas acs. concomitantes, de extensión esporádica y de fecha moderna. Un testimonio como el que vemos en invent. arag. de 1404 («unas cuyraças viellas, guarnidas en fustanyo viello, runyosas» BRAE IV, 527) es excepcional, y por otra parte es más probable que ahí signifique sencillamente ‘sucias’; algo más antiguo sería ‘enfermedad que ataca los vegetales’, puesto que ya en los fueros aragoneses de h. 1300 tenemos «todos los árboles e los fruitos de to tierra serán comidos de ruenna» (§ 139.14; Tilander relaciona con roya y ruina, voces de otro origen), pero aun aquí es manifiesta la extensión figurada, partiendo de la roña que se come al ganado.

Por lo demás el vocablo que nos interesa es casi pan-romance, y en todas partes vale ‘sarna’: port. ronha (testimonios de 1589, 1624 y 1628 en Moraes y Bluteau), cat. rnya frecuente desde el S. XIII (Lulio; J. Marc; Oliver, Excitatori, N. Cl., 64; Jaume Roig, vv. 4908, 10580, 12083), oc. ronha ya frecuente en la E. Media, fr. rogne [S. XIII], engad. ruogna, it. rgna, logud. runża, campid. arrungia.

Sobre la etimología del tipo roña se ha escrito ya bastante. Ménage y Diez, Wb., 274, querían partir de RĶBզGO, -էNISherrumbre’, lo cual no era posible fonéticamente: el resultado habría sido *roín, *ruìggine, o algo parecido, en todas partes. M-L. (ZRPh. VIII, 215; Wiener Studien XXV, 1903, 90ss.; REW3 593.2, y ya casi igual en REW1 7371a) llamó la atención acerca del lat. ARANĔA, documentado desde med. S. V d. C., que ya designaba una enfermedad cutánea semejante al herpe y quizá idéntica a la roña, puesto que atacaba a los cerdos2, y hacia la evidente paternidad que se le puede atribuir respecto del rum. rîie ‘sarna’, procedente de una base *RANĔA, conforme revelan el meglenita răñă y el macedorrum. arîñe (Pu?cariu, Etym. Wb., 1460). En cuanto a las demás formas romances, admite M-L. que pueden deberse a un cruce de *RANĔA con RĶDĔRE, agregando que el vocalismo primitivo parece haberse conservado en el port. ranho.

Éste, es cierto, no significa ‘sarna’, sino ‘moco’, y de él no conozco testimonios anteriores a Bluteau (1715), pero como es voz vulgar que se refiere a los mocos en lo que tienen de suciedad vergonzosa, es muy fácil que derive de la idea de ‘roña, porquería’. El gallego confirma esta sospecha, pues aquí perdura raña con el sentido latino de «especie de sarna que padecen los cerdos», «hombre exigente, pesado, molesto», rañar ‘rascar’ (Vall.), en el Limia raña «caspas de la lana» y rañar ‘rascar’ (VKR XI, 277)3. Esta etimología de M-L. es, pues, indudable, en cuanto al rumano y al gallego se refiere, y no es de creer que las demás formas romances se aparten de estos dos lenguajes extremos. Tanto menos cuanto que ARAÑAR va seguramente con el gall. rañar ‘rascar’ y parece haber conservado en España la variante originaria ARANEA.

Pero la explicación de la forma con O a base de un cruce con RODERE (también admitida por Wartburg en Bloch, 2.ª ed.), quizá inspirada por Covarr., no es idea feliz, pues no pueden admitirse «cruces» de sustantivos con verbos, y además, aun cuando es concebible la metáfora consistente en decir que la sarna «roe», no consta que tal uso haya cristalizado lingüísticamente.

Con todo no dudo de que *RONĔA sea variante de (A)RANĔA; para la explicación de aquella forma tenemos más bien sobra de explicaciones, todas posibles, aunque ninguna evidente. Puede tratarse sencillamente de un cambio de sufijo, puesto que -ANĔUS y -ONĔUS alternan en latín vulgar como equivalentes, y especialmente en el hispánico: recuérdense risueño, halagüeño, pedigüeño, port. medonho, tristonho, de sentido enteramente paralelo al de extraño, picaño, etc. El cambio de sufijo parece realmente haberse producido en otro vocablo conexo con ARANEA, aunque en el sentido de ‘araña’: el macedorrum. mu?uroñu, mă?iroñu, ‘topo’, rum. mu?uroĭ, mo?oroĭ, mu?inoĭ, ‘montón de topo’, sale de MUS ARANEUS ‘musaraña’, cambiado en MUS *ARONEUS: Graur, Rom. LV, 113-6. La idea sería tanto más natural si ARANĔA ‘sarna’ fuese un derivado de ARAREarar’, tal como sospeché en el artículo ARAÑAR, lo cual es posible aunque -ANEUS sea sobre todo en romance un sufijo postnominal, pero en una formación ya documentada en el S. V, es lícito partir del tipo clásico con valor postverbal que encontramos en derivados como succedaneus, supervacaneus, consentaneus, praecidaneus, supervaganea (Landgraf-Stolz II, § 128); entonces tendríamos en ARANEA una primitiva formación adjetiva SCABIS ARANEAsarna que ara el cutis’, junto a la cual pudo crearse posteriormente SCABIES <l=lat.>*ARĶNĔA.

Por lo demás la creencia común parece ser que ARANEAsarna’ sea una aplicación figurada de la voz para ‘araña’, basada en el carácter agresivo del animalejo, de lo cual no faltan paralelos clásicos, aunque sean imperfectos: gr. ęλǠπεκες ‘tiña’ (propiamente ‘zorras’), también dicha ęλωπεκία (> alopecía), ‘verrugas en la palma de la mano’ (prop. ‘hormigas’), ƽưις (u ƺưίασις) ‘especie de tiña’ (prop. ‘culebra’), καρκίνοσ ‘cáncer’ (‘cangrejo’), lat. LUPUS (y sus representantes estudiados en LOBANILLO); alem. wurm am finger ‘panadizo’, wolf, ruso Ȥába ‘difteria’ (< ‘sapo’), lituano kr?pė ‘marcas de viruela’ (< ‘sapo’). Si ARANEA es creación de este tipo, entonces el cambio de sufijo en -ONEA debiera tener carácter mecánico y no primitivo.

O podría haber una contaminación o cruce con otra palabra. La mejor sería RŬBĔA ‘roja’, que ha tomado el sentido de ‘roya que ataca a los cereales’ en cast.: ya hemos visto que rueña tiene este sentido en un texto del S. XIII, y Tilander encuentra roya en un pasaje semejante en otros fueros aragoneses; que RUBEA era antiguo en este sentido lo indica un glosario latino trasmitido en ms. de Cambridge del S. XII, donde se lee «rubio: scabies frugum ex humore». Esta explicación tendría la ventaja de dar cuenta de la vocal del logud. runża y el campid. arrungia, que M. L. Wagner (ASNSL CXXXV, 115; RFE IX, 259; VKR I, 74; comp. M-L., Altlogud., 59) se niega a considerar préstamos. También se podría pensar en un cruce con RĶBզGO ‘herrumbre’, que ha persistido con este sentido en Asturias (roín, R) y en el Alto Aragón oriental (rovín, BDC XXIV, 179), pero que en mozárabe tomó el sentido de ‘roña’, según nos prueban el verbo rábyan ‘estar roñoso’ y el participio murábyan ‘perro roñoso’ registrados por R. Martí; una variante *ROBȢGINEM dió el port. rabugem ‘especie de sarna que ataca a los perros y cerdos’ (> canar. rabuja ‘enfermedad de la piel en los perros y gatos’, RFE XII, 83), mientras que en el Este de Aragón conservó su sentido primitivo (Fonz rebuñoso ‘oxidado, herrumbroso’, AORBB II, 261). Este cruce no sería incompatible con la u del sardo, puesto que en latín hay variante RUBIGO, y además no puede descartarse del todo que en Cerdeña sea préstamo hispánico adaptado a la fonética local.

El Sr. García de Diego, Contrib., § 25, creyó haber hallado la etimología de roña en el lat. AERȢGO, -էNIS, ‘herrumbre’, al observar las acs. dialectales de roña como ‘herrumbre’, arriba citadas. Pero además de que sería muy extraño el desdoblamiento de AERUGO en las dos palabras cast. orín y roña, ya M. L. Wagner rechazó con razón esta idea como imposible fonéticamente (Litbl. XLVIII, 277), puesto que Ȣ no puede dar o romance; no hay más remedio que adherirse a esta repulsa observando, con M-L., que el grupo -GէN- no da nunca ñ (gn) en it., logud. ni fr. (tampoco normalmente en los demás romances, ni en cast., a no ser en alguna moderna habla de León, Aragón o Galicia), y que la aféresis de AE- sería muy extraña en todos los romances salvo el italiano4. El largo artículo de GdDD 232 insiste machaconamente en los errores que ya se le han demostrado, para apoyar su imposible etimología AERȢGO, sin aportar casi nada nuevo; entiende mal varias frases latinas figuradas, y en cuanto a que roña (enroña, aruño) haya tomado esporádicamente el sentido figurado de ‘orín’ en alguna habla local de Asturias, Aragón y Gascuña, es por una extensión traslaticia bastante natural, claro que no por conservación de la supuesta ac. etimológica5.

DERIV.

Roñal, roñoso, roñería, V. arriba. Roñosería. Enroñar. Desroñar.

1 Por cruce con morrudo el cast. roñoso se convirtió en morroñoso en León, que además de ‘tacaño’ significa ‘oxidado (metal)’ (RH XV, 6).―

2 Lo cual se deduce del epíteto aranea verrina que le da Casio Félix: «araneas Graeci, a serpendo, quod herpin dicunt, herpetes dicunt, nos vero... serpusculos nominamus... in superficie cutis pustulas minutas milio similes ostendit, quam Latini vulgo araneam verrinam vocant». También un par de veces en la trad. de Dioscórides (S. VI), y otras tantas en el glosario Vaticano de la Reina Cristina, trasmitido por un códice del S. X, pero lleno de voces del latín vulgar hispánico (cicala, sarracla, impedigo, galapoco, mordaco), traducido ‘herpe’ («erpinas») o «erysipela minor similis in cute» (CGL III, 596.10, 600.23).―

3 Además se cita un valón ragne, pero lo corriente en este dialecto es rogne (Remacle, Forir, Sigart); ragne (que tampoco está en el dicc. liejense de Haust) sólo figura en Grandgagnage como variante de rogne, sacada de un texto o de uno de sus informantes.―

4 El caso de ARANEA > RANEA, RONEA, es muy diferente, pues aquí había coincidencia total con la -A del artículo.―

5 Por lo demás es sabido que Rato está lleno de seudo-definiciones, que no tienen otro fundamento que una falsa etimología.