ROANO, color de caballo, antiguamente y todavía en algunas partes ‘rojizo’, probablemente del gót. RAUDA (acusativo RAUDAN) ‘rojo’.

1.ª doc.: raudano 979, rodano S. X, roán 1156, ruano 1570, roano Aut.

M. P., Oríg., § 20.1, cita las formas raudano 979 y 994, raudane 1064, rodano 899 (pero copiado h. 1090), rodane 1055, rodan 1145, casi todas en docs. leoneses y aplicadas a caballos y mulos; Oelschl. agrega rodane Cardeña 976 y roán Campó 1156; rodano está en el apéndice al glosario de Leyden del S. X (pero es probable que este apéndice no se deba al autor del glosario, que era indudablemente portugués); en Portugal encontramos roudane en 1053, y raudam y raudane en doc. de 1067 (Viterbo s. v. cavallo), y ahí la forma moderna es ruão [Bluteau, sin autoridades]1. Más tarde leemos en la Historia Troyana de h. 1270 «andava en un cavarlo roán muy bueno» (13.5). Más datos en Cej. V, § 93. C. de las Casas (1570), Covarr. y Oudin sólo registran ruano, dándole como equivalentes el fr. rouan y el it. roano. Aut. da roano «se aplica a uno de los colores de la piel del caballo: y es lo mismo que rodado», con cita de una Albeitería que no puedo identificar; esta equivalencia parece ser falsa, pues rodado se aplica al caballo que tiene manchas de varios colores (APal. 441d), y nadie confirma esta identificación2. La Acad. ya la había cambiado en 1843 por la actual «aplícase al caballo o yegua cuyo pelo está mezclado de blanco, gris y bayo». Mas no es éste el concepto antiguo: en el glosario del S. X está traducido por el ár. Ȑášqar, que significa estrictamente ‘rojizo, del color de la zorra’3, y que en España se empleó en el sentido de ‘rojo’ (así PAlc., ed. Lagarde, p. 383); hoy en Asturias ruán, ruana (que es forma usual en hablas arcaizantes: así también en el leonés de La Lomba, BRAE XXX, 449), «se aplica al caballo y a la yegua de color rojo claro» (V). En el Plata se entiende por ruano el «anaranjado pálido, tirando regularmente a bayo, a gateado [‘amarillento o rubio’] y asimismo a alazán, con las crines y la cola blancas o blanquizcas» (D. Granada, BRAE VIII, 195; comp. A. Alonso, El Problema de la Lengua en América, p. 170); el fr. rouan «qui a la robe mêlée de poils blancs, noirs et roux»; el it. roano «costituito da peli bianchi, neri e rossi, o solamente bianchi e rossi, purché però la chioma, la coda e le membra siano nere, o brune, oppure miste dei tre colori». Como puede apreciarse, hay aquí considerable mescolanza de matices, como por lo demás ocurre casi siempre con los nombres de pelos de caballo, pero lo constante es lo rojizo, cuando no se trata únicamente de un rojo claro. En vista de ello, y de la frecuencia de la forma en -án, -ane, en los textos más antiguos, me parece muy acertada la sugestión que verbalmente me trasmitió el Prof. Hess von Wyss4 en 1929, de relacionar etimológicamente con la familia del alem. rot ‘rojo’; en gótico este vocablo tenía la forma RAUTHS en declinación fuerte, femenino RAUDA, masculino casos oblicuos RAUDANA, RAUDAMMA, etc. Se podría suponer que en romance se formara un derivado *RAUDANUS con sufijo latino y radical gótico (lo cual no sería más atrevido que el *RAVIDANUS que se había supuesto), pero me parece más probable admitir que se partiera de la forma débil de dicho adjetivo gótico, cuyo nominativo masculino es RAUDA, acusativo RAUDAN, plural nominativo y acusativo RAUDANS, genitivo RAUDANÊ, etc.: partiendo de estas formas, el vocablo se romanizaría en RAUDA nom., *RAUDÄNEM acusativo, lo mismo que WARDJA, acus. WARDJAN, se romanizaba en guardián; SKANKJA, SKANKJAN, en escancián (luego escanciano); FROILA, FROILAN, en Fruela, Froilán; GASALJA, GASALJAN, en aran. gasallán, etc. En efecto, la declinación débil se empleaba con gran frecuencia, más que la fuerte, y en particular era la única usada tras el artículo, tanto cuando el adjetivo acompañaba al sustantivo como cuando se sustantivaba (Streitberg, Gotisches Elementarbuch, § 274): ahora bien, éste era el uso más frecuente en un nombre de caballo; los hispanos oirían a los godos casi siempre el sustantivado sa rauda (acus. thana raudan) ‘el rojizo, el roano’, otras veces sin sustantivar sa rauda aíhws, thana raudan aíhw, ‘el caballo roano’ o el plural thai raudans aíhwos, y lo natural era que romanizaran esto en *RAUDANEM, que es la única base que puede explicar satisfactoriamente las formas antiguas arriba indicadas, teniendo en cuenta que -ANUM era terminación más frecuente que -ANEM y había de tender a sustituirla (como escribano y escanciano desbancaron a los etimológicos escribán y escancián)5.

La etimología de M. P. (Rom. XXIX, 367-8; adoptada por M-L., REW 7100, y sólo con dudas por Bertoni, Homen. a M. P. I, 153-4; ARom. IV, 137 y 379), lat. vg. *RAVIDANUS, derivado de RAVէDUS ‘grisáceo’, además de que no explica satisfactoriamente el sentido ni la agregación del superfluo sufijo -ANUS, debe calificarse de imposible fonéticamente, pues el resultado de esta base habría sido *rabdano en el castellano medieval (como cibdad < CIVITATEM o quizá más bien *raviano), y sólo modernamente habría podido dar *raudano, cuyo diptongo había de conservarse hasta hoy como el de raudal, caudal, recaudar y análogos; el hecho de que en lo antiguo encontremos roudan(o) y hoy roano nos enseña: 1.º que el diptongo au, ou, era primario y no resultaba de la vocalización de una V; y 2.º que la -d- era originariamente intervocálica y no estuvo nunca agrupada con una consonante, de otro modo se habría conservado hasta hoy. Hay que desechar esta etimología con carácter definitivo, y desde luego es aún más imposible fonéticamente lo el étimo RUTILUS en que primero había pensado Hess von Wyss. La forma fr. rouan es bastante antigua en este idioma: God. VII, 580b, cita tres ejs. antiguos, uno de 1341, lo cual conduce a Lecoy (Rom. LXVIII, 13-15, quien ya vió la imposibilidad fonética de *RAVIDANUS) a dudar de que sea hispanismo: se inclina este erudito a admitir un fr. preliterario *ro procedente de RAVUS ‘grisáceo’, del cual derivaría en francés *roenc, más tarde pronunciado roan; pero salta a la vista que las formas hispánicas no pueden ser galicismos, y creer que en Francia y en España el vocablo tenga origen distinto es inaceptable: estamos ante un caso de hispanismo temprano en Francia, como tantos los hay en los nombres de pelos de caballo (alezan < ALAZÁN, aubère < OBERO, zain < ZAINO, etc., todos documentados desde el S. XVI). En Italia rovano está ya en el Ariosto, y hoy ha alcanzado considerable extensión geográfica y semántica, pues de ahí vienen Comelico aruáȧ, ruáȧ, roáȧ, arváȧ ‘paonazzo, livido’ (ARom. X, 91), friul. ruán, Poschiavo róana «barbabietola gialla»; sin embargo también en Italia ha de ser hispanismo6.

Me inclino a creer que rodeno ‘rojo, rojizo’, aplicado a tierras, rocas y a una especie de pinos [Acad. 1884, no 1843; Terr.: pino rodeno, y rodeno ‘piedra con muchos poros’], sea variante mozárabe de roano, con e por imela: el vocablo, en efecto, es probable que se emplee en el Sur de Aragón, puesto que Rodenas es pueblo del partido de Albarracín y Rodén del partido de Pina (al SE. de Zaragoza); val. pedra de rodeno (Escrig): comp., también en el Sur de Aragón, sargantena = sargantana, fuleno = fulano, fureno = forano, -én y -ena por -ANUM, -ANA (RFH V, 19n.)7.

DERIV.

¿Huna litera ruana invent. arag. de 1369 (BRAE II, 709)?, comp. fr. bayart cat. baiard ‘litera, parihuelas’, propiamente nombre de caballo. Rodenal.

1 Raudão, que como antiguo registran Moraes y Vieira, es sencillamente normalización de la grafía arcaica raudam que estos lexicógrafos encontraron en Viterbo. El supuesto roudƟo que cita M-L. no está en los diccionarios. Roan está ya, traduciendo equo rufo en los MirSgo. 123.23, texto gallego del S. XIV. No nos choque la o (u) de estas formas, frente al au de las dernás medievales, hasta el punto de hacernos sospechar castellanismo. Sin fundamento, pues es notorio que en muchos dialectos el ou gallegoportugués se reduce a o cuando está en hiato, al menos en Galicia: loar u oir son las formas de las Ctgs. (V. el glos. de Mettmann), oíra 74.4, loores 138.18 en los MirSgo., y en éste menudean los ejemplos de por -ou cuando sigue pronombre enclítico (quitó-o 20.11, levó-os, mató-o p. 74, aoróa 75, p. ej.), fenómeno general.―

2 No sé si tiene que ver con roano el caballo roldanejo de que habla Quevedo en el Buscón (221.14), pues, como observa A. Castro, no se conocen otros testimonios de esta palabra: ¿roanejo > rodanejo (contaminado por rodado) y luego influjo de Roldán?―

3 Vid. J. J. Hess von Wyss, Die Farbenbezeichnungen bei innerarabischen Beduinenstämmen, en Islam X (1920) página última.―

4 Steiger, Fs. Wartburg 1958, 744 defiende también esta etimología de nuestro común maestro.―

5 Quizá tengamos otro ej. de adjetivo débil del gótico con la terminación adaptada a la romance en el cat. oldà o aldà ‘viejo, usado, gastado’, que se podría venir de un visigodo *ALDA, ALDAN, ‘viejo’ (gót. de Crimea alt, gót. de Úlfilas althei), pues M-L. probó que el visigótico tardío cambiaba la TH en D, y la etimología *OLITANUS que solía aceptarse para la voz catalana tiene el grave inconveniente de ser derivado supuesto de una palabra ajena al romance, el adverbio OLIM. En Áger (Balaguer) se emplea una variante olzà ‘mediano, ordinario, flojo’ (Porcioles, Notes Folkl. d’Àger, p. 37) con una z que parece ser imitación aproximada de la germánica (< TH). Pocos kilómetros al Este de Àger, en el Montsec, está el pueblecito de Gàrzola ya documentado en la Edad Media, cuyo nombre presenta el mismo fenómeno. Una z en este contexto consonántico y acentual sólo puede salir de , luego se trata del frecuente nombre de persona gótico GARDէLA.―

6 No sé si tiene la misma procedencia el gascón del Gers rouan «boeuf gras», de lo cual puede dudarse en vista del aparente derivado rouantì «engraisser» (Cénac-Moncaut).―

7 Aebischer, en su artículo de Rev. de Dial. y Trad. P. VI, 35, agrega sólo alguna documentación antigua al estudio de roano: port. arcaico rauane 1074, rouvana 1195.