RIESGO, palabra hermana del cat. ant. reec y oc. ant. resegue, y en forma más diferente it. rìsico o rischio, port. risco, cat. risc, de origen incierto; es probable que tengan el mismo origen que el cast. risco ‘peñasco escarpado’, antiguamente riesco, por el peligro que corre el que transita por estos lugares o el navegante que se acerca a un escollo; teniendo en cuenta que riesgo y riesco suponen una vocal primitiva Ĕ, y tomando en consideración el significado de ‘lucha, contradicción’ que tiene riesgo en la Edad Media, es posible que todo este grupo proceda del lat. RĔSĔCARE ‘cortar’ (de donde ‘dividir’, ‘sembrar discordia’, y por otra parte ‘lugar quebrado y fragoso’)1; sin embargo, es un caso oscuro, pues esta etimología supone que riesgo deriva del verbo arriesgar, mientras que el sentido de éste parece derivado de riesgo.

1.ª doc.: ac. antigua, h. 1300, Gr. Conq. de Ultr.; ac. moderna, 1570, C. de las Casas.

En la Gr. Conq. de Ultr. dice Gudufré de Bullón al Duque de Normandía: «Vos sois mejor que yo... desta batalla no hayáis vos mal talante ni embidia, ni seáis por ende triste ni de mal corazón, ni se levante riesgo entre nós ni desavenencia, ca yo vos otorgo... que por cuerpo de un cavallero solo no podría ser mejor acabada la batalla que por vos» (ed. Cooper II, 177va25). Nadie parece haber reparado en esta ac. antigua del cast. riesgo, evidentemente sinónimo de ‘división, desavenencia’ o ‘discordia, pelea’. Sin duda esta falta de atención, quizá más que la rareza de este sentido, contribuirá a que pueda indicar pocos testimonios de la misma. Sin embargo, en ella piensa indudablemente Nebr. al traducir riesgo por «conflictus», única ac. que da al vocablo en su Dict. Hisp.-Lat.; de otro modo, buen latinista como era, habría traducido por alea, a no ser que hubiese preferido discrimen o periculum; también Oudin trae «combat, conflict», junto al sentido moderno. Parece seguro que se trataba de una ac. antigua, que pronto se olvidó después de la Edad Media, pues no aparece en los numerosísimos ejs. que tenemos del uso de nuestro vocablo en el período clásico. Sin embargo, alguna huella suelta debió de quedar, pues Rojas Zorrilla, a princ. S. XVII, lo emplea repetidamente, si no en el sentido de Nebr., en otro muy cercano de ‘contradicción, negación’: «una niebla turba el sol, / la nube es tema del aire, / ya el rayo quebró en el risco / cuando el relámpago arde; / la noche es riesgo del día, / riesgo es el Etna gigante / de la llama2; crece el mar / a porfiados huracanes / ... / en un instante se mudan, / se bañan en otro instante / el sol, la niebla y el rayo, / cielos y astros celestiales, / la sombra, la luz, el Etna, / la mar, la niebla y el aire» (El Caín de Cataluña, Rivad. LIV, 277a), «ansí yo y mi prenda hermosa / somos, sin riesgo [‘innegablemente’] y recelo, / yo el almendro, el arroyuelo, / la tierra, la inútil rossa; / y ella, ya con arrebol / ardiente o con riesgo frío, / es la lluvia y el rocío, / la serenidad y el sol» (Cada qual lo que le toca, v. 146).

Pero la ac. más divulgada de riesgo ‘peligro que se corre’ debió de generalizarse pronto. Es verdad que el primer ej. seguro que tengo a mano es el de C. de las Casas (1570), quien traduce por «rischio»; pero es probable, a pesar de una ligera errata, que lo mismo entendiera ya PAlc. (1505) al traducir riesgo al hispanoárabe por garárt3. De todos modos, riesgo es ya frecuente en los clásicos con el sentido moderno: los dicc. del Quijote, de Góngora y de Ruiz de Alarcón nos proporcionan muchos ejs., pues era palabra de moda4; pero los hay anteriores en buen número: «y si este bien de beldad tuviera algún tomo, pudieran por él ponerse a este riesgo los hombres» y «yo quiero hablar a mi riesgo todo lo que me diere la voluntad, y venga lo que viniere» Fr. Luis de León, «si alguno se pone por otro en tales riesgos» Juan de Pineda, «en riesgo las deja Dios y en el primer asalto perecieron» Fr. Lorenzo de Zamora (1601), y otros muchos que pueden verse en Cej. VI, pp. 90-93. Del verbo arriesgar los dan abundantes Cuervo (Dicc. I, 651-3) y Cej. (l. c.), desde princ. S. XVII (Lope, Tirso), y la tradición lexicográfica lo recogió desde Palet (1604).

Ahora bien, lo que antes se encuentra no es en manera alguna arriesgar, sino constantemente arriscar5: además de muchos ejs. de Góngora, Cervantes, Balbuena, Mariana, Fr. L. de Granada y de León, Sta. Teresa, Juan de Pineda, Ercilla, C. de las Casas, Juan de Valdés, Amtonio de Guevara y Torres Naharro, que pueden verse en los dicc. citados, y de otros del S. XVI6, lo encontramos ya una vez en el XV, en la Crón. de Álvaro de Luna: «ninguna mención parecía que facía de sí mismo acerca de se arriscar e se aventurar a bien brabas cosas e fechos». La aparición en autores tan numerosos y castizos del siglo más puro del idioma, el XVI, ya hace dudar de la idea de que pueda ser un préstamo del it., el cat. u otro romance, donde es normal la forma risc, risc(hi)o. El vocablo era tan vivaz que con un derivado del mismo se expresaba entonces la idea del sustantivo ‘riesgo’, a saber, arrisco, que ya estaría documentado en la primera mitad del S. XV, en las Coplas de Mingo Revulgo7, y que desde luego lo está un poco más tarde en Juan del Encina: «También sabes los ventiscos, / los pedriscos, / los tormentos, los nublados / que por mí son ya passados, / los peligros, los arriscos» (ed. Acad., p. 384), «que más ufano muriera / cuando estaba en tal arrisco» Torres Naharro (Cej., Voc.), y arrisque en las Actas de Cortes de Aragón: «la dicha arrendación haya de correr y corra a todo arrisque, peligro y caso fortuito del dicho arrendador» (Cej.). El verbo arriscar(se) se perdió posteriormente, y sólo ha persistido, con valor de adjetivo, arriscado ‘valiente’8.

Lo que nos asegura más de que aquí tenemos una antigua forma genuina del castellano es la conciencia que muestran los autores de su nexo con el primitivo risco ‘peña quebrada, escarpada’, como lo muestra bien claramente el pasaje de Laguna en la Epístola Nuncupatoria de su Dioscórides (1555), citado por Cej., donde dice que recogió plantas «arriscándome por barrancos y peligrosos despeñaderos», y el de Juan de Pineda «en un lugarcete arriscado del monte»; si en éstos todavía quedamos en duda sobre si el autor piensa más en la idea de la situación empinada o en la del peligro, la última predomina indudablemente en Torres Naharro, pero siempre se trata del pastor que para salvar a sus ovejas no debe vacilar en internarse por los riscos: «guardó tan bien su ganado, / que por la menor oveja / arriscaba la pelleja / y aventuraba el estado» (Propaladia I, p. 104); muy finamente percibió Juan de Valdés el ambiente propio del vocablo al declarar: «arriscar por aventurar tengo por buen vocablo, aunque no lo usamos mucho; y así arriscar como apriscar, que también me contenta, creo habemos desechado porque tienen del pastoril; a mí bien me contentan, y bien los usa el refrán pastoril que dice: quien no arrisca no aprisca» (ed. Mayans, 82). Luego no cabe dudar que arriscar es derivado de risco.

Este sustantivo es tan antiguo como el idioma, pues no sólo registra Nebr. «risco de peña: crepido» y se hallan docenas de ejs. en los clásicos9, sino que ya está en Juan Ruiz cuando dice, aludiendo a sus notas, que la flauta es «más alta que un risco» (1230c); pero todavía hay testimonios anteriores, que nos muestran el vocalismo originario del vocablo: «el resquiello que está en ssomo de los poyalles de Val de Yusta» doc. burgalés de 1276 (M. P., D. L. 202.16)10, y apenas cabe dudar de que el Petro Riesco que firma un doc. vallisoletano de 1222 (Staaff, 8.14) y el Juan Riesco de otro leonés de 1256 (Staaff, 45.32) son antepasados de las familias Risco de nuestros tiempos, que habrían recibido lo que entonces era un remoquete o apodo, por ser, como escribió Tirso más tarde, gente dura en general, o en particular más dura a las demandas que un risco, cuya bolsa había hecho «profesión en la orden de San Francisco»11; es más, el vocablo es de creer que sea todavía más antiguo, cuando los neutros formaban su plural en -a, y se remonte hasta el latín popular visigótico o del Bajo Imperio, pues la toponimia hispánica nos lo muestra arraigado en el mozárabe del Bajo Ebro (su derivado Rasquera, pueblo al pie de los enormes riscos de la Sierra de Cardó, es derivado de un *resco anterior a la Reconquista, que por lo demás no ha dejado huellas en catalán) y un *rĕsĕcu(m) de género neutro debió de existir ya en el latín vulgar de Castilla, pues de su plural *Res(e)ca será compuesto el nombre del valle y pueblo de Rascafría < *Rescafría, en el alto Lozoya (Sierra de Guadarrama). Así, pues, risco es reducción de riesco, exactamente como avispa de aviespa, ristra de riestra o prisco de priesco12; y por lo tanto ri(e)sco y riesgo, arriscar y arriesgar, son palabras vecinas por la idea y casi idénticas por el sonido, desde luego inseparables en un estudio etimológico.

Para adelantar en éste debemos tomar en consideración las demás formas romances. El fr. risque y risquer, como ya muestran la s y la q conservadas y confirma su fecha tardía [1578], son meros italianismos. En italiano, donde hoy quizá se dice más rìschio, pero también ?ico, y donde también se dijo risco (Ariosto), el vocablo es muy antiguo: ya se encuentra un ej. en escritura del a. 1193 redactada en el Piceno: «se questo avere perdesse sentía frodo et sentia impedimentu ke fose palese per la terra, ke la mitade se en fose ad resicu de Johanni de tuctu, et la mitade de Plandideo» (Monaci, Crest., p. 17); los ejs. posteriores abundan, y en casi todos se trata de un término evidentemente comercial; rischio está ya en Fra Guidotto da Bologna (h. 1260: «che per lo suo paese si dee l’uomo mettere ad ongni rischio», Monaci, p. 158.185), y está asegurado por la rima en Dante; tres ejs. florentinos de 1320 y 1340, referentes a seguros de navegación, figuran en Edler (pp. 57, 247); Du C. (s. v. rischium, riscus, risecum, risicum) recoge una docena, todos de carácter comercial o jurídico y pertenecientes casi todos a estatutos italianos de los SS. XIII y XIV, desde 1239; otros del S. XIII pueden espigarse en Sella y en Rossi. De Italia se tomó el alem. risiko [S. XVI].

Formas con el mismo vocalismo que la italiana encontramos en port. risco y en cat. risc: aquél ya es corriente en el S. XVI (Moraes, s. v. risco y riscoso), éste tiene considerable antigüedad, pues es muy frecuente desde el S. XIV]13; su aparición en el Consolat de Mar comprueba su carácter comercial (cap. 159; otro en la p. 211 de la ed. Moliné).

Sin embargo, existió en catalán una forma más antigua, reec, de gran frecuencia en las Costumbres de Tortosa, del S. XIII: «lo senyor del leyn... quan... aja son nòlit reebut... pot trametre ço que li sobrarà de nòlit... per hom qui sia o parega leyal... a parçoners d’aquel leyn, e va a reec e a fortuna e aventura deis dits parçoners; o pot... ab aquel mercadejar a profit... e a reec e a perill e a aventura de sos parçoners», «si les parets o cases d’algú... volen caure o estan en reec de caure» (ed. Oliver, pp. 465-6, 132; otros pp. 135, 190, 203, 204). Sabido es que el catalán pierde muchas veces la -S- intervocálica en las palabras que contienen una R o una L (reïna RESINA; raor RASORIUM; roada = rosada; lloanca, lloella, derivados de llosa, etc.), luego reec (que quizá se acentuaba en la primera e) procede de *rèsec, forma hermana del cast. riesgo, riesco, y del it. arcaico rèsicu, que he documentado en 1193; este tipo se prolonga en una serie de dialectos intermedios: genov. reizego «rischio» (Casaccia), Como resega, piam. reizi, y luego el oc. ant. resegue, del cual se citan cuatro ejs., uno de ellos no posterior al S. XIII o XIV; el verbo rezegar documentado una vez en el trovador Peirol, que escribía en los primeros años del S. XIII, significa ‘correr peligro’ según Kolsen (ASNSL CXLI, 145).

En conclusión, nuestro vocablo presenta casi en todas partes un doble vocalismo radical e (= ie) o bien i: ¿cómo puede explicarse esta dualidad? En castellano ya hemos visto una explicación tan natural que se impone: risco sería reducción castellana de riesco; pero esta explicación no puede extenderse a los demás romances. En Italia hay otra no menos natural: un vocalismo originario resecara, en el verbo, tenía que convertirse por vía fonética en risicare, en parte reducido a riscare, rischiare, y este nuevo vocalismo modificaría el del sustantivo convirtiéndolo en rìsico o rìschio, salvándose sólo la forma arcaica rèsicu de 1193, y las de ciertos dialectos de la Alta Italia, donde no es de ley el cambio de E pretónica en i. Entonces la forma reec sería la única propiamente catalana, y el más tardío risc tendría que ser un préstamo: difícilmente del cast. (donde sólo se encuentra arrisco y no tiene carácter comercial ni marítimo), más bien del italiano, como término internacional del código mercantil mediterráneo; el mismo origen tendría el port. risco, que ya es más tardío. En una palabra: podemos creer que el vocablo tenía Ĕ etimológica en todas partes.

Así desbrozado el terreno, procedamos a estudiar las varias hipótesis etimológicas. Ha logrado favor considerable la de J. Schmitt (Misc. Ascoli, 389-402). Examinando este helenista el gr. mod. Ǧιζικóν ‘destino, fortuna, peligro’, que los especialistas habían considerado comúnmente italianismo14, cree advertir en él señales de antigüedad y sugiere que sea la fuente y no un descendiente de las voces romances: se trataría de un derivado del gr. clásico Ǧίζα ‘raíz’, que modernamente aparece con el sentido de ‘pie o falda de una montaña’ y en Creta tiene el sentido de ‘escollo’: apoyado en esto y en el hecho de que el derivado ǦιζιμαƗος; se aplica a πέτρα ‘roca’ y sinónimos, con el significado de ‘grande’ (ya en el S. X), supone Schmitt que un adjetivo *Ǧιζικóς ‘perteneciente a la raíz o a la falda de la montaña’ pudo aplicarse a los escollos que en las costas griegas forman la prolongación de las montañas costeñas, y que luego el neutro de este adjetivo, Ǧιζικóν, se sustantivaría con el significado de ‘escollo’; pero siendo el escollo uno de los mayores peligros que amenazan al navegante, tomaría el vocablo este nuevo sentido y con él se trasmitiría al romance. Para probarlo habría convenido encontrar testimonios bastante antiguos del sustantivo Ǧιζικóν, ya que no del adjetivo Ǧιζικóς, pero lo único que puede señalar Schmitt es uno del compuesto κακορίζικος ‘infortunado’ en un poema de 1156, que presupone la existencia de Ǧιζικóν ‘fortuna’ o ‘riesgo’ desde algún tiempo antes; verdad es que este testimonio es anterior a la época de la invasión en masa del griego moderno por italianismos procedentes de Génova y Venecia, y que de todos modos la terminación -ικóν no corresponde al genov. reizego ni al venec. risego, así que está probado que esta voz griega tiene considerable antigüedad, pero no está probado con esto que no sea romanismo algo anterior, pues de todos modos el comercio mediterráneo estaba principalmente en manos de gente de lengua romance desde antes del S. XII, y si el griego no recibió el vocablo de Génova ni de Venecia bien pudo recibirlo de la meridional Amalfi, donde se conservaban las sordas intervocálicas, y cuya pujanza marítima es más antigua que la de aquellas dos repúblicas15. La principal objeción contra la etimología griega está sobre todo en la e del cast., cat., oc. y dialectos italianos. Concedamos que la ι de Ǧίζα podía ser breve (y aun parece que lo era a juzgar por el acento agudo), mas para que pasara a e romance tendría que ser un helenismo muy antiguo, y entonces sorprende encontrarlo tan tarde; en todo caso el diptongo ie del cast. ant. riesco y de riesgo da el golpe de gracia, pues éste supone una base con Ĕ y no con է. Luego la etimología de Schmitt es muy difícil de defender, o más bien imposible.

Gamillscheg (EWFS), seguido por Wartburg (en Bloch2), la modificó inspirándose en la objeción de M-L. (REW 7289) de que sólo Ǧίζα estaba documentado en griego clásico, y así supuso que partiendo de Ǧίζα ‘raíz o falda de una montaña’ (ac., por lo demás, tampoco documentada en la Antigüedad) se pasaría a ‘escollo’ o ‘promontorio’ y de ahí se derivaría en el Sur de Italia un lat. vg. *RHIZICARE ‘bordear un escollo’ o ‘doblar un promontorio’, del cual procedería el it. risicare y luego rìsico, etc.; pero este arreglo, no menos hipotético que la teoría de Schmitt, tropieza igualmente con la e y ie romance.

Igual objeción, y más decisiva, puede oponerse a la etimología arábiga de Devic, que encontró el favor de G. Paris (Rom. XXX, 572-3), Scheludko (ZRPh. XLVII, 435) y Kluge: ár. rizq ‘ración’, ‘don fortuito e inesperado’16, de donde llega a significar ‘albur favorable que se corre’ y luego ‘riesgo malo o bueno’; pero fácil es ver que las dificultades fonéticas que ya se oponían a la etimología griega aquí se agravan todavía más y que a ellas se junta la inverosimilitud semántica de partir del caso raro del albur favorable: no hay que insistir más en esta idea.

Queda la propuesta por Diez (Wb., 271-2), defendida por Salvioni (AGI XVI, 202) y no rechazada por M-L. y Cuervo: que riesgo sea un derivado de RĔSĔCARE ‘cortar’, de donde ‘cortadura’, ‘peñasco quebrado’, ‘escollo’ y de aquí ‘peligro’; que el cast. ri(e)sco ‘peñasco’ y las demás formas romances, si primero significaron ‘escollo’, pueden venir de un verbo con el sentido de ‘cortar’ lo apoyaba Diez en el sueco skär ‘escollo’ junto a skära ‘cortar’, y es idea asegurada por muchos paralelos17: cast. quebrada, cat. esqueis ‘peñascos’ (derivado de esqueixar ‘partir’), cast. ant. rescrieço derivado de EXCREP(I)TIARE (V. QUICIO) (y aun quizá el lat. crepido, al cual suele buscarse otro origen). El antiguo sentido de ‘división, discordia’, que he señalado arriba para riesgo, confirma brillantemente la idea de Diez. Y, sin embargo, todavía quedan dificultades importantes.

No hemos encontrado nunca el it. risico, el cat. reec, etc., en el sentido de ‘escollo’ o ‘peñasco’ que se supone primitivo; aunque el verbo risicare it., resegar oc., y afines, deberían ser el punto de partida del postverbal rìsico, resegue, el caso es que su significado no corresponde al etimológico ‘cortar’, sino que es evidentemente postnominal: ‘correr peligro’ procedente de rìsico ‘peligro’. En parte se puede replicar a esto, recordando cuán poco conocemos de los orígenes del vocabulario romance, y subrayando el hecho de que la terminación -e del oc. resegue es ya una prueba concluyente del carácter postverbal de este sustantivo; el verbo alto-it. resegà, oc. ressegà, cast. ant. resgar (hoy rasgar) se ha conservado en el sentido etimológico de ‘aserrar’ o ‘rasgar’18: el postverbal rìsico, resegue, pudo independizarse pronto con su sentido de ‘escollo’ y luego ‘peligro de los navegantes’ y engendrar luego un nuevo verbo postnominal resegar, risicare19, con el nuevo sentido, cuya existencia no impide la del prehistórico *risicare ‘cortar’.

En cuanto al cast., no habría razón en manifestar desconfianza por la aparición tardía de riesgo ‘peligro’, superponiéndose al antiguo arriscar: son dos expresiones de origen semántico diverso que coincidieron. Como hemos visto arriba, arriscar era expresión terrestre y pastoril, desechada posteriormente a causa de la asociación de ideas con el ambiente rústico de los pastores; pero esto no impide que junto al riesgo medieval en el sentido de ‘discordia’ conviviera en las costas castellanas del Cantábrico o de Andalucía un riesgo *‘escollo’ y luego ‘peligro’, que emergió en tiempo de las grandes navegaciones castellanas del S. XVI, después de una vida subterránea muy explicable por la falta de documentos acerca del habla marítima de Castilla, pueblo nada comerciante ni navegador en la Edad Media; a pesar de esto, siempre habría pescadores y aun navegantes de pequeño cabotaje, que conservarían esta creación del latín vulgar. La metáfora náutica, más prestigiosa por su origen que la pastoril, desbancó a ésta en el lenguaje cortesano del S. XVI.

Comp. además García de Diego, RDTP XI, 418 y 438 ss.; acerca de risco, pp. 431 ss.

DERIV.

Risco (V. arriba)20; riscal [V. nota 11]. Riscoso. Arriscar ‘arriesgar’ (V. arriba). Derriscar ‘derribar’ (ej. de Bernal Díaz del Castillo en Aguado, p. 554; hoy en Canarias: BRAE VII, 334) o desriscar [1592, Fonseca, Cej.], y variante derrescar con la e etimológica («yesca y pederniesca y eslabón que lo derriesca», Mtro. Correas, 145)21; derriscadero ‘despeñadero’ cub. (Ca., 51). Enriscar [Nebr., h. 1530: «¿quién me enriscó a mí en la cumbre de la soberbia?» A. de Guevara, Menosprecio de Corte, 1]; enriscamiento [Nebr.].

Derivados de riesgo: arriesgar (V. arriba); riesgoso o resgoso, empleado en América (Cuervo, Obr. Inéd., 268, n. 13).

1 Wartburg, RLiR. XXIV 288-9 se adhiere a mi etimología, agregando alguna aclaración útil. H. y R. Kahane, Fs. Gamillscheg 1968, 276-284, vuelven a una base griega con un doble origen semántico, lo que resulta demasiado complicado.―

2 Las paredes del volcán se oponen o resisten a las llamas que lanza la tierra.―

3 Ha de ser errata por garár = ġarar «risque, péril»; a no ser que distraídamente tomara PAlc. este vocablo (a pesar de ponerlo entre los sustantivos) por la primera persona verbal (ar)riesgo, que entonces podría tratarse de ġarrárt primera persona del verbo ġárrar «se jeter tête baissée dans le péril».―

4 Como escribió Lope: «¡Brava prosa de galanes! / Muy valido anduvo riesgo, / superior, inexcusable, / valimiento, acción, despejo / ... / ¡Caso extraño! ¡Que el lenguaje / tenga sus tiempos también! / Vienen a ser novedades / las cosas que se olvidaron...» (Rivad. XXXIV, 251b).―

5 Se cita un caso de arriesgar en Sta. Teresa, pero el pasaje falta en una de las dos eds., como observa Cuervo, y la santa por lo demás emplea arriscar, por lo menos media docena de veces.―

6 «Aunque aventurase a perder la vida, la arriscaría por mi contento» G. de Alfarache, Cl. C. II, 129.11; también IV, 75.29, 197.7; gall. arriscarse («ninguén se arrisca a chiscar», Castelao 121.19).―

7 Según Cej., Voc., pero no encuentro este pasaje en la ed. de Mz. Pelayo.―

8 «Los alguaciles... con el temor que le tenían, por ser arriscado y poderoso caballero... fueron a dar cuenta de lo pasado a sus mayores» G. de Alfarache I, 243.19. No es tan raro hoy como da a entender Cuervo: «sobrevienen Pedro Crespo y su hijo, mozo arriscado y de grandes alientos», Mz. Pelayo, hablando del Alcalde de Zalamea en la introd. a las obras de Lope (ed. Acad.); «los leoneses sabían que aquellos sus arriscados súbditos (los castellanos) hablaban la misma lengua que ellos...», Amado Alonso, Castellano, Esp., Id. Nacional, p. 11; «el Barrio del Alto... habitábanlo gente recia y arriscada, hecha para los oficios rudos y trashumantes», Abel Cháneton, La Nación de B. A., 5-V-1940: comp. ast. arriesgau ‘atrevido, valiente’ (R). Otras veces es ‘pendenciero’ (así en la germanía de Juan Hidalgo, lo cual nos recuerda la ac. etimológica de riesgo, arriba comentada) o ‘independiente de carácter’: «mujeres extraordinarias, dotadas, en vario modo, de un enérgico ánimo... se trata de mujeres aun no sometidas a los severos preceptos del honor matrimonial; esas damas tan arriscadas serán después esposas que se dejarán mansamente gobernar por sus maridos» Am. Castro, Teatro Antiguo Español II, p. 185. Otras acs. secundarias puede tener arriscarse: ‘engreírse, erguirse, ensoberbecerse’ así definido por el segoviano Ramón Cabrera (h. 1800) y empleado de la misma manera, y por la misma época, por Meléndez Valdés (Cuervo, l. c., 653a); ecuat. arriscar la nariz ‘hacer una mueca de desagrado’ (Lemos), colomb. nariz arriscada ‘arremangada’, arriscar el ala del sombrero ‘levantarla’; sin embargo, estas últimas acs. más bien parecen derivadas de la idea de ‘encumbrar en un risco’. De la idea de ‘arriesgar’ vendrá el domin. arricarse ‘morirse’ (Brito), y por otra parte el berc. arriscao ‘gallardo, esbelto, majo’ (G. Rey), gall. arriscado ‘emprendedor’ (Castelao 220.2f.). y el val. arriscat, que ya no es ‘valiente’, sino ‘despierto, vivo, despabilado’ (un xicot arriscat, uns pollets arriscats, un vell arriscaet; M. Gadea, Tèrra del I, 221, 290) y que ya aparece en el S. XV en Jaume Roig: «yo stant axí / sobre·l coxí / ... / yo·m despertí / endormiscat; / mas, arriscat, / los ulls girant / e remirant / yo res no viu: / oí qui·m diu: / ‘O hom cansat / ...’» (v. 6470).―

9 Por menos divulgados que los de los léxicos citaré dos: «¿qué provecho tienes dellos? / ¿qué te ofrecen, qué te dan? / ... / de peña, de roble o risco / es al dar su condición: / su bolsa hizo profesión / en la orden de San Francisco» Tirso, El Condenado I, x, ed. Losada, p. 115; «hice labrar una torre / entre las peñas y riscos / de esos montes» Calderón, La Vida es Sueño I, vii.―

10 En diminutivo también en la Gr. Conq. Ultr. «escaparon ende muy pocos, e éstos algunos de los que se uviaron acoger a las montañas o se asconder por los risquillos» (Gr. Conq. de Ultr., ed. Cooper I, 60ra1).―

11 Cuervo cita el colectivo riscal en un doc. de 1239 del Memorial Hist. Esp. VIII, 58, pero la publicación de estos docs. deja que desear y habría que comprobar la forma exacta. Por lo demás es sabido que M. P. ya señaló ejs. de reducción de ie a i en la época arcaica.―

12 De ninguna manera puede objetarse a esta conclusión el port. risco que cita M-L.: se trata de un castellanismo sentido como tal. Los diccionarios modernos como Fig., Vieira y Lima-B. ni siquiera lo registran. Moraes trae dos ejs. del S. XVII, pero lo Bluteau (1715), que mejor que nadie podía juzgar a estos escritores por la época en que vivía, advierte «he mais castelhano que portuguez».―

13 Además de los ejs. de Metge y Eiximenis que cita Ag., ya figura en un libro de este autor escrito en 1381-6 (N. Cl. VI, 156), y en su Llibre de les Dones «la posa a gran risc de esser semblant irreverend a son marit» (ed. 1495, p. xixa). De arriscar hay varios del S. XV (Alcover).―

14 Así, p. ej., Gustav Meyer, Roman. Lehnworte im Neugr., p. 77.―

15 Que el dialecto póntico posea Ǧίζικον ‘puerto peligroso’, aunque este dialecto haya permanecido al abrigo de la influencia italiana moderna, ni prueba que el vocablo no pueda ser de origen romance (puesto que se trata de un romanismo muy antiguo), ni demuestra que Ǧιζικóν tuvo en griego el sentido de ‘escollo’. Por lo demás la acentuación esdrújula me parece prueba clara de que es romanismo y no un antiguo adjetivo griego en -ικóς. Las variantes Ǧιτσικóν y ǦέζεƔο que cita Meyer, de evidente origen romance, serían también difícíles de comprender si el vocablo tuviera viejo arraigo en griego.―

16 Desde luego era palabra vulgar y empleada en el ár. de Occidente: de ahí pasó en el lenguaje de los moriscos españoles a arrizque «don, sustento, alimento que envía Dios», en leyes del S. XIV o XV (Memorial Hist. Esp. V, 427ss.). Pero ya se nota que es vocablo bien diferente de risco y no digamos de riesgo.―

17 Nótese que risco en el origen parece haber sido más bien la ‘cortadura’ o ‘quebrada’ que el peñasco mismo, si hemos de juzgar por la expresión risco de peña empleada por Nebr. (comp. cat. ant. esqueis de roca).―

18 Del uso antiguo de resgar, presente riesga, en el sentido de ‘desgarrar’ he dado ya pruebas en el artículo RASGAR. Otra aduce Cej. en su Tesoro sacándola del Maestro Correas, aunque entendiendo mal ‘arriesgar’: «en el culo las tienes: nunca las riesgues» (se trata de unas calzas).―

19 El carácter postnominal de arriesgar es visible por el diptongo; sin embargo, hay que advertir que un más antiguo o más regular arresgar tiene gran extensión actual en América y lo emplearon en el S. XVII los americanos J. Ruiz de Alarcón y Sor Juana Inés de la Cruz: Cuervo, Obr. Inéd., p. 267, n. 12.―

20 La Acad. deriva el cast. risco de un vasco arrisco ‘pedregoso’, palabra que no está en Azkue en el orden alfabético, pero que realmente está en uso: arrizko más que ‘pedregoso’ es ‘pétreo, de piedra’ (ej. en Azkue II, 455a, al final), y es derivado normal de arri ‘piedra’, formado como urrezko ‘áureo’, zaldizko ‘de a caballo’, etc. Sin embargo, aunque la desaparición de la a- de arrizko pueda parecer asunto de menor importancia, no es dificultad despreciable tratándose de un masculino, ni lo es la semántica: ¿por qué un peñasco quebrado había de llamarse ‘de piedra’? ¿Acaso los hay de otra materia? Sobre todo así no explicamos el antiguo diptongo riesco ni la e de resquiello.―

21 Sin embargo, aquí podría tratarse de un derivado de rescar, variante de RASCAR.