RAPAZ ‘muchacho de corta edad’, significaba normalmente en la Edad Media ‘lacayo, criado, escuderillo’, con sentido fuertemente despectivo, luego es probable que sea lo mismo que el adjetivo semiculto rapaz, por alusión a la rapacidad de los lacayos y sirvientes de ejercito.

1.ª doc.: Cid.

Cuando el Campeador insulta al conde Don García, exclama «quando pris a Cabra e a vos por la barba / non y ovo rapaz que non messó su pulgada» (3289). En este ej., único en el Cantar, no se trata, evidentemente, de niños ni muchachitos, sino de personas más fuertes, pero despreciables, como nos lo muestran bien claro la amenaza de Darío al protagonista del Libro de Alexandre: «se tu en esta porfía quisieres aturar / nao porná en ti mano nul omne de prestar / fazer t’e a los rapazes prender e desonrrar» (739c); tal como Carlomagno entrega Ganelón a sus pinches de cocina, «les meilleurs et les pires». Son los sirvientes de caballero, mozos de espuela, «pillartes», arlotes y truhanes que acompañaban a todas las huestes medievales; recuérdese en la Gr. Conq. de Ultr. (II, lx) el batallón de «tafures» con su «Rey», que desempeñó importante papel en la Cruzada.

Durante la Edad Media es constante que rapaz signifique ‘criado’, ‘lacayo’ o ‘escudero’, casi nunca ‘muchacho joven’, como en la actualidad. Es categórica la definición de Nebr.: «rapaz de scudero: cacula», pues cacula se traduce «valet d’armée». Las Cortes de 1348 confirman al pie de la letra la definición de Nebr.: «los escuderos, e los omes de los escuderos o los rapaces» (I, 571). El rapaz era menos que un escudero, era el sirviente de éste. Cuando al héroe del Libro de Buen Amor se le muere Trotaconventos, nos cuenta: «tomé por mandadero un rapaz traÿnel, / ... / era mintroso, bebdo, ladrón e mesturero, / thafur, peleador, goloso, refertero / ...» (1619b): sigue la lista de las cualidades de esta buena pieza entre las cuales descollaban sin duda los instintos de rapiña, puesto que le llamaban Hurón. Es notable, según observa Aguado, que los versos de Juan Ruiz «como si fues rapaz / travaron dél luego todos enderredor» traducen del Evangelio de San Lucas «quasi ad latronem existis cum gladiis et fustibus». Así lo comprueban docenas de ejemplos: en el Cavallero Zifar es un hombre de a pie que acompaña a una dama montada (42.9), en poesías de Diego de Valencia es ‘criado, mozo’ (Canc. de Baena, n.° 510, v. 11; n.° 499, v. 7)1.

El rey Don Denís de Portugal, burlándose del caballero abrumado por la mula repropia, explica el robo de que fué víctima, por obra de «um rapaz que era seu criado: / levou-lh’o rocim e leixou-lh’a mua» (vv. 2677, 2683, 2685, 2689). En efecto es también el sentido normal en portugués antiguo, ya en doc de 1253: «homo cui dederint zorame et sagia, stet pro 30 solidis pro soldada; et rapax cui dederint capam de burello et sagiam de valencinia, stet pro 30 solidis pro soldada» (PMH Leges I, 195); «et fege meter burella a todos os rapazes que em sa casa eram», hablando evidentemente de un gran señor afligido por un luto2. En las Ctgs. es siempre muy peyorativo, algo como ‘bellaco, malandrín’ («mui peor que rapaz» 47.35 y otros varios casos). No puedo asegurar lo que ocurría en el portugués del S. XVI; es probable que el sentido del vocablo estuviera ya evolucionando hacia el moderno, pero todavía era término desconsiderado, pues en la Farsa do Clérigo da Beira de Gil Vicente, lo emplea repetidamente un joven fidalgo Duarte para interpelar a un villano, a quien acaba de llamar «guardaporcos» (ed. 1843, III, 239); y es posible que sea aún ‘criado’ o por lo menos ‘mandadero’ en estos versos de Antonio Prestes que cita D. Vieira: «um rapaz que eu mandei / e lhe disse -Vae n’um pé». La ac. moderna ‘muchacho’, ‘joven’ está ya bien afirmada en el S. XVIII (muchos ejs. del Cavaleiro d’Oliveira en dicho dicc.), y Bluteau quiere explicar el sentido antiguo como derivado del moderno: «rapaz, moço, criado de alguem, ou lacayo, porque de ordinário estes taes sƟo rapazes ou rapagões».

En cast. esta ac. está ya generalizada en los clásicos, como nos muestran los dicc. de Covarr., del Quijote y de Góngora. Esta ac. moderna hay está más arraigada que en parte alguna en portugués, gallego (VKR XI, 225; etc.), y en las hablas leonesas: Miranda (Leite, Philol. Mirand. II, 33), Zamora (FD), Asturias (V, etc.). Ahí es donde el vocablo se ha despojado mejor de su ac. peyorativa, pues este matiz está todavía presente en el castellano común, aunque en proporción mucho más leve que en lo antiguo3. Sea como quiera, no hay la menor dificultad semántica en comprender cómo una antigua denominación del criado, o un término despectivo, ha acabado por ser el nombre normal del chico. El fr. garçon fué precisamente el ‘sirviente de ejército’ en lo antiguo, y su etimología (fránc. *WRAKJO ‘luchador, vagabundo’, alem. recke, ingl. wretch) nos muestra que éste y no el de ‘muchacho’ fué su sentido primitivo. Bien sabido es que arlot ‘tahur, bribón’, ‘soldado de a pie’, se ha convertido en el mall. al·lot, al·lota, ‘chico’, ‘muchacha’; y que lo mismo le ha ocurrido al cat. vailet, procedente del fr. va(s)let ‘criado’; al fr. ant. meschine; al it. ragazzo; y, para terminar brevemente una enumeración inacabable, al cast. mancebo, procedente de MANCIPIUM ‘esclavo’, ‘criado’4; por lo demás también es común que los nombres de la persona de corta edad tengan un sentido marcadamente peyorativo: el cat. bordegàs ‘muchacho’ es propiamente ‘bastardo’, canalla significa allí ‘conjunto de niños’, marrec ‘niño’ corre parejas con marreca ‘prostituta’, no queda muy atrás el francés con su gamin junto a gamine, el prov. dice bagassoun «petit garçon» frente a bagasso ‘ramera’, en muchos dialectos italianos se dice bardascio (‘bardaje’) para «ragazzo», y no serían al principio insultos mucho menos graves el retorrom. y alto-it. matta, mattauns, el fr. popular môme y mioche, el prov. chato, etc.: V. muchísimos más casos en Pauli, pp. 185-226, y agréguense el malag. charrán y demás ejs. castellanos mencionados en RFE VIII, 235.

Me adhiero, pues, sin vacilación, al punto de vista de Covarr., Diez, Cornu (Port. Spr., § 302) y Spitzer (Lexik. a. d. Kat., 107-8; ARom. VII, 513), que identificaron etimológicamente rapaz sustantivo con el adjetivo semiculto rapaz, tomado del lat. rapax, -ācis5; los argumentos que se han esgrimido contra esta etimología carecen totalmente de valor: por lo común se ha tomado la actitud superficial de negar la posibilidad semántica (así M-L., REW 7048, menos categórico ya en su 3.ª ed.; G. Viana, Apost. II, 342; Brüch, Misc. Schuchardt, 64-65); otras veces se ha hablado de obstáculos fonéticos, partiendo del prejuicio de que esta palabra había de sufrir la evolución fonética de -P- en -b-, por una confusión de lo «hereditario» con lo que es «popular» modernamente: dice Pauli (o. c., p. 386) que el adjetivo rapaz es palabra reciente, fijándose en que no la traen Franciosini y Oudin, pero él ignora que APal. emplea rapacidad en 1490 (394b), y ya antes Mena (C. C. Smith, BHisp. LXI), que lobo rapaz está en el portugués Sá de Miranda a princ. S. XVI (103.23)6 y sin duda en muchos autores medievales (pues de ahí ha venido la contracción lobarraz tan difundida en port., lladrobaz por *llobrabaz, cruzado con ladrón, en muchos textos sayagueses), y recordemos que Trotaconventos promete no ser «bellaca nin rapaça» en J. Ruiz (919). En el artículo RAPIÑA veremos la gran vitalidad de la familia semiculta de RAPERE en castellano, y V. más abajo lo que digo de rapiego.

Finalmente otros han esgrimido contra esta etimología el argumento morfológico, aludiendo a la imposibilidad de derivar de RAPAX el cast. ant. rapagón y el port. raparigo, -iga (así particularmente Caix, Studi di Etimologia, § 466). Ésta es la única razón que vale algo. En cuanto a rapagón, se le aplica lo que he dicho de rapaz: en la Edad Media valía ‘mozo de caballos’, ‘criado’ («el freno y el albardón / dalo al su rapagón / que lo vaya vender / e enpeñar para comer» S. XIII, Elena y María, RFE I, 60) mientras que en el Siglo de Oro ya tiene el sentido de ‘joven de pocos años’: «Por Dios que se las tenía / con todos el rapagón» hace decir Calderón en tono admirativo a su Alcalde de Zalamea, hablando del hijo propio (I, xxiii, ed. Losada, p. 117); así también port. rapagão. Pero como ya observa Diez, este derivado de rapaz se explica como raigón de raíz, perdigón de perdiz, narigudo de nariz, por el sentimiento que existía de la alternancia fonética -z ~ -g- (mantenida en vida por diz-diga, aduz-aduga, yaz-yaga y otros tantos), de suerte que sería superfluo suponer una base latina *RAPACONEM: se trata meramente de un derivado romance.

En rapariga, voz vivísima en el portugués actual, la dificultad puede ser algo más seria, aunque desde luego no basta para hacer dudar de la etimología Primeramente téngase en cuenta que la actual oposición entre el masculino rapaz y el femenino rapariga es sólo de la lengua literaria y algunos dialectos centrales: no sólo en Miranda, sino generalmente en Tras-os-Montes y en el Minho se dice rapaza y aun existe allí un masculino raparigo, pareja documentada localmente desde el S. XVIII (Leite de V., Opúsc. II, 169); según G. Viana (l. c.) en unas partes dicen rapaz-rapaza y en otras raparigo-rapariga. Lo mismo que rapaz, este rapariga designó una criada, como se ve por el ej. de Rodrigues Lobo Soropita (h. 1600) citado por D. Vieira. No hay duda de que la explicación morfológica de esta forma ofrece dificultades, pero las ofrecerá con cualquier étimo que se elija, dada la falta de paralelos; puede creerse que un *rapaziga sufriera una especie de rotacismo por dilación de la vibrante inicial, pero ni aun así salimos de apuro, ya que -iga no es sufijo vivo en portugués. Siendo raparigo casi tan extendido como rapariga quizá pudiéramos admitir que antiguamente lo fuese más, y que se tratase primero, lo mismo que en rapaz, de una voz semiculta, un diminutivo *rapaciculus > *rapazígoo y, con dilación, raparigo. Lo que no puede admitirse ahora, en vista del ejemplo de rapariga en las Ctgas.rapariga sandia» 317.43) es un cruce o alteración relativamente moderna7.

Resta la dificultad que presenta el it. dial. rabacchio, rabòcc, rabòtt ‘muchachito’, extendido por la Emilia, Lombardía, Mantua y varios puntos de Toscana (Pauli, 383-4), también en Nápoles y en las Marcas según Caix. Esta -b- difícilmente puede venir de una -P- primitiva (a no ser que se hubiese extendido desde los pocos puntos del Lacio y Umbria, donde dicen nebode NEPOTEM: Rohlfs Hist. Gramm. d. It. I, 337), pues el resultado general de esta consonante es -v- en todo el Norte de Italia, -p- (y alguna vez -v-) en el Centro y el Sur. Pero esta dificultad se opone igualmente a cualquier etimología8 (puesto que -B- da -v- en todas partes) y al fin y al cabo es muy problemático que esta palabra dialectal y moderna, tan alejada de la hispánica geográfica y morfológicamente, tenga que ver con rapaz.

Rechazo sin vacilar las demás etimologías de rapaz, que en realidad se reducen a una, descartada la descabellada idea de Brüch a que aludo en nota, y el imposible étimo arábigo de Mayans, ya refutado por Diez. Esta etimología es la de Caix, aceptada brevemente por M. P (Cid, s. v.) y A. Castro (RFE I, 402), de ver en rapaz: un derivado del verbo rapar ‘cortar el pelo’ (comp. MUCHACHO, MOZO, etc.). Una vez concedido que esto sería fácil en el aspecto semántico, se impone renunciar a la idea, por razones morfológicas, pues aunque se tratase de una forma rapazo no comprenderíamos que un sustantivo en -azo de significado personal pudiese derivar de un verbo: no hay otros casos. Además -azo no tenía por que reducirse a -az. No ignoro que se encuentran algunos casos leoneses de aumentativos en -az, pero son tardíos, y finalmente rapaz no es sólo leonés9.

DERIV.

Rapazada. Rapazuelo. Rapacejo ‘fleco liso’ [S. XVII, Aut.], seguramente por el flequillo que suelen llevar los niños. Rapacería. Rapagón (V. arriba).

1 El sentido despectivo se comprueba en toda clase de fuentes medievales: «fueron al traïdor, echaronle el laço, / matáronlo a piedras como a mal rapaço» Apol., 567d, donde se trata del que difamó a la hija del Rey (rima en sonora: sañudazo, plazo); el niño echado en el horno por los judíos y protegido por la Virgen, en los Mil. de Berceo «non preciava el fuego más que a un rapaz» (366c), donde podría ser ‘golfillo’, pero también puede tratarse del desprecio proverbial de los caballeros por los sirvientes de a pie. En la Crónica de 1344 podría ya haber un caso de la ac. moderna ‘muchacho’ (M. P., Inf. de Lara, 291.10) pero nótese que aun ahí se trata de un bastardo, a lo cual aludirá el término despectivo.―

2 Cita de CortesƟo sacada de un Livro de Linhagens del S. XIV, cuyo detalle no puedo verificar por haber errata en la indicación de página.―

3 Así lo observan el dicc. moderno de Echegaray y otros, y lo mismo indica la trad. italiana «fraschetto», «frasca, fraschetta», que le dan C. de las Casas (1570) y Franciosini (1623). Aun en Asturias nótese el tono de la frase citada por Vigón: «onde ’tan los rapaces non tien el diañu qué facer».―

4 Véanse las largas listas de este fenómeno en Ivan Pauli, Enfant, Garçon, Fille, dans les Langues Romanes, 137-161.―

5 Es verdad que la explicación semántica de estos autores no es satisfactoria. No tiene mucho que hacer ahí la tendencia del niño a cogerlo todo. Algo más se acerca Spitzer al comparar con denominaciones populares del tipo del austríaco rauber o raubersbub, propiamente ‘bandido’. Pero lo esencial es el rodeo a través de la ac. medieval ‘criado’, ‘sirviente’, que nadie había tenido en cuenta.―

6 Gall. lobo rabaz, Sarm. CaG. 232r, como nombre del lobezno cerval, en Berducido. Como observa C. Michaëlis en su glosario a la ed. de Sá de Miranda, rapace, adj., es de fecha moderna en portugués, y encaminada a diferenciar formalmente los dos vocablos.―

7 Posibilidad en la que pensaba yo en el DCEC, cuando el primer ej. de rapariga de que disponía estaba en la farsa de Gil Vicente O Juiz da Beira III, 167 (con el sentido de ‘muchacha’, aunque con connotaciones negativas, al tratarse de una aldeana que se ha dejado seducir fácilmente). Al no ser -igo terminación portuguesa corriente no me resultaba inconcebible que tuviéramos ahí un *raprigo, alteración (con -r- repercursiva) del rapiego ‘rapaz, rapiñador’ que aparece en el leonés Juan del Encina (ed. Acad. 317).―

8 A no ser que tomáramos en serio la ocurrencia de Brüch, l. c., de construir un gót. *RABBA con la única base del noruego dial. rabb ‘pequeños matorrales en el monte’, ‘abedul enano’. Y aun entonces debiéramos tener -bb-, en Toscana y en el Sur por lo menos. Claro está que nadie ha querido adherirse a idea tan temeraria. Por lo demás nótese que varias hablas toscanas dicen rapacchio en esta palabra. A causa de esta -b- sería natural la tendencia a pensar en un préstamo extranjero. ¿Acaso del fr. nabot ‘enano’ cruzado con ragazzo?―

9 En parte se tratará de formaciones analógicas de lladrobaz, que he explicado arriba, y que se tomó por aumentativo de ladrón; con lo cual se combinaron préstamos del oc. -atz. H. Gillet, Hisp. R. IX, 322, cita covardaz en Torres Naharro, salvajaz en el Criticón. Hay algunos más en los autores sayagueses. En cuanto a términos de civilización como arcaz, son ciertamente préstamos del cat.-oc. o a lo sumo del arag. (documentado por primera vez en este dialecto). Espinaz, en el nombre de lugar Espinaz de Can, parece ser forma proclítica. Sabido es que solaz es provenzalismo.