PARRA I, ‘vid levantada artificialmente’, voz propia de los tres romances ibéricos, de origen incierto; como en lengua de Oc parraȠ vale ‘cercado’, ‘huerto’, y el ast. occid. parreiro es ‘granero’, es probable que el sentido inicial de parra fuese ‘glorieta’, ‘emparrado’, ‘enrejado’ (de ahí parrilla), y que el vocablo esté emparentado con el tipo PARRէCUS ‘granero’, ‘cercado, majada’, estudiado en el artículo PARQUE; pero la procedencia última de esta familia, común al romance y al germánico, es incierta, aunque en lengua de Oc ha de venir de un gót. *PARRA, -ANS, ‘cercado, enrejado, glorieta’, y es probable que el mismo origen inmediato tenga en castellano.

1.ª doc.: h. 1250, Vidal Mayor, 4.23.17-19; h. 1400, Glos. del Escorial; trad. de Gower, Confessión del Amante, 198.

En este texto es ‘vid, cepa’ (según el glosario), sentido que se halla en portugués, y del cual vendrá en Cespedosa parra ‘mata, pie de una planta’ (RFE XV, 259), pero este sentido debe de ser secundario: el artículo de Nebr. «parra o vid o cepa: vitis», debe entenderse en el sentido de que el lat. vitis sirve para traducir, así parra en el sentido moderno, como vid o cepa. La ac. común de ‘parra’ es ya la que encontramos en el glos. del Escorial, tan antiguo como la trad. de Gower, pues el b. lat. pergorium que allí lo define es variante de pergula; es el sentido que definen Covarr. y Oudin, que Aut. documenta en Mármol (1570), y es el que suponen los derivados emparrado, aparr(ag)ado, y el derivado probable parrancano; además es el que tienen el port. parreira (ya en Camoens), y el cat. parra (S. XV en Ag.; dicc. de Jaume Marc, a. 1371); parra en portugués es palabra menos empleada, y además de ‘vid’ llega a significar ‘hoja de parra’, el sentido corriente en la actualidad. Pero la ac. ‘parral, vid elevada artificialmente’ es de creer que ya no era la primitiva, sino que originariamente se trataría de un lugar cerrado y cubierto de parras, por lo menos un emparrado, quizá incluso una glorieta: en Sanabria parrocha es ‘choza’ (Krüger, Homen. a M. P. II, 165).

El mejor indicio de esta suposición es que parra f. existió en occitano arcaico con el sentido de «terre près d’une maison, jardin, enclos»1, documentado con frecuencia en Brunel (Les plus anciennes chartes en l. prov., glos., s. v.); examinados los textos, que son del Rouergue (uno del Gévaudan), y datan del S. XII (desde 1120), se ve que el vocablo es idéntico a parran, que con el mismo sentido figura en Levy; luego se trata de un femenino la parràȠ, reducido dialectalmente a la parrà2; el género femenino está también documentado inequívocamente en la mayor parte de los casos, y es posible en los demás. Estos detalles tienen la mayor importancia, pues si bien un femenino *párra o un masculino *parráȠ pertenecerían a tipos morfológicos muy comunes, la forma real, parráȠ femenino, es de un tipo excepcional en el idioma, que difícilmente podría explicarse de otra manera que por una base gótica *PARRA, -ANS.

Ahora bien, está claro que este vocablo occitano es inseparable, por una parte, del iberorromance parra, y por otra parte del tipo occitano, francés y germánico occidental PARRէCUS ‘majada’, ‘recinto en un corral’ (V. arriba PARQUE); tanto más cuanto que PARRէCUS significa ‘granero’ en las leyes bárbaras del S. VIII citadas por Diez (Wb., 236), y en España existe un derivado de parra con el mismo sentido: parreiro en varios valles del SO. de Asturias (Krüger, Die Hochpyr. A, I, 222-4; VKR XVI, 165).

Se ha dudado largamente acerca del origen último de esta familia de vocablos, y la duda no puede eliminarse todavía. Morfológicamente el derivado en -էC-, lo misrno puede explicarse en romance que en germánico (donde sería un diminutivo del tipo del ingl. hillock, bullock, paddock, hummock, etc.; comp. la u de la forma ags. pearruc). Etimológicamente, si bien el vocablo no puede ser latino, lo mismo puede pensarse en una lengua prerromana de España o Francia que en el germánico.

Pero desde el punto de vista fonético existen tropiezos graves en todas partes. La P- inicial es sonido raro en céltico (~ KW), y más raro aún en germ. y en ibero-vasco: en este último parece encontrarse sólo en extranjerismos; en germánico, en muchos extranjerismos y en muy pocas palabras genuinas, de explicación oscura. En céltico correspondería a KW- indoeuropea, sonido no muy frecuente, y por otra parte nada afín se halla, que sea antiguo, en los idiomas célticos: por lo tanto el origen céltico admitido por Baist (RH II, 205-7; GGr. I, § 3) tiene escasas probabilidades. El ibero-vasco podemos eliminarlo, aunque no otros idiomas precélticos de España. En cuanto al germánico, la P- inicial obliga a dudar; sin embargo, Kluge, después de fuerte vacilación (así en GGr. I2, p. 499), se decidió por el germánico, y su opinión ha sido adoptada por Much (Zs. f. deutsche Wortforschung II, 284-5), Gamillscheg (R. G. I, p. 377)3 y Wartburg (en Bloch 2.ª ed.), mientras que M-L. sigue dudando (REW 6252, 6253) y Brüch piensa en un origen celtibérico4. Pok., IEW, no recoge el vocablo.

La hipótesis germánica tiene tres puntos débiles: 1.° la P-, 2.° el no hallarlo documentado más que en germánico occidental, limitación favorable a un origen extranjero, y 3.° el hecho de que los idiomas germánicos sólo presentan con seguridad el derivado PARRICUS y no el primitivo. Por otra parte el apoyo que Much intenta prestarle, combinando el vocablo con la familia del alem. sparre ‘barra’ y sperren ‘cerrar’, es discutible y en mi opinión difícilmente aceptable, pues la alternancia P- ~ SP- existió sin duda en indoeuropeo, aunque en forma oscura y esporádica, pero no parece que siguiera viva y productiva en fecha germánica: ahora bien, teniendo que existir la variante en P- desde el indoeuropeo, tenía que convertirse en F- germánica. Luego si el vocablo es de oriundez germánica es forzoso desechar la idea de la relación con sparre. En cuanto a las tres dificultades enumeradas arriba, Kluge intentaba desvirtuar la última asegurando que PARRէCUS era derivado de un tipo germánico *PARRA continuado por el a. alem. ant. pfarra, alem. pfarre, b. alem. med. parre ‘parroquia’, que por razones fonéticas no podría venir de la voz grecolatina: se trataría de la figura del pastor espiritual guardando su redil de ovejas humanas. Sin embargo, este apoyo es incierto, pues cuesta admitir que la semejanza entre parre y PAROECIA sea casual, y de esta manera Brüch y Walde-H. rechazan la opinión de Kluge y consideran a esta voz germánica como helenismo eclesiástico: cabe en efecto admitir que PAROECIA se germanizara en *PÁRRIKJA y que más tarde, tomándose la terminación por el sufijo germánico diminutivo arriba aludido, se creara el seudoprimitivo *PARRA, que sólo casualmente coincidiría con PARRICUS.

En este estado de la cuestión, tiene suma importancia la conclusión arriba obtenida de que el oc. ant. parráȠ f. supone necesariamente la existencia de una base gót. *PARRA, -ANS, ‘recinto, cercado’: esto elimina de una vez la 2.ª y la 3.ª objeciones, y hace bastante probable la procedencia germánica inmediata. Pero subsiste la 1.ª objeción (de fuerza más limitada) y la imposibilidad de hallar una raíz indoeuropea *BARR- o *BORR- que pudiera explicar este vocablo germánico (la B- inicial es sumamente rara en indoeuropeo). A esta dificultad no veo más que una salida: que el vocablo en cuestión sea uno de los elementos tomados por el germánico a una lengua preindoeuropea de la Europa central. Puede tratarse de la misma voz de procedencia desconocida que ha dado BARRA; así explicamos al mismo tiempo el ingl. med. parren ‘encerrar’, tan aislado.

El gót. *PARRA, -ANS, corresponde morfológicamente al masculino en germánico (por lo tanto no coincide del todo con el a. alem. pfarra, que es femenino), pero en tierras de lengua romance se le tomaría por femenino, según a menudo ocurre con palabras de esta terminación, femenina en romance. Algo más sorprendente es que haya tomado este género el oc. parraȠ, pero todavía se explica por influjo del nominativo *PARRA.

Después de redactar este artículo en su primera edición han salido otros dos trabajos sobre parra y su familia, pero no han aportado luces importantes al problema ni sugerido nada aceptable sobre la etimología. Hubschmid, ZRPh. LXV, 491-3, parte de un célt. *PARRA, cuya existencia deduce de la del galés par «enclosed place», bret. par (pl. parrou) «champs, parcelle de terre» y remite a Loth, Mélanges d’Arbois de Jub., 226-7, si bien reconociendo que es dudosa la existencia de una relación con el védico k࿋Ɋí ‘agricultura, campo cultivado’. Él cree que es preindoeuropeo y se relaciona por una parte con BARRA y por la otra con paramio y páramo, que habría significado ‘pieza de tierra; cercada’: esto desde luego es totalmente erróneo, y páramo y paramio nada pueden tener en común con parra. En cuanto a éste no puedo ahora detenerme en analizar lo bien fundado de aquel tipo *PARRA en las lenguas célticas, pero Hubschmid no se ha dado cuenta de que el oc. parran es femenino, lo cual excluye un derivado en -ANUM, único posible si partimos del celta; en consecuencia, me inclino a creer que hay que desechar esta etimología y atenerse a un origen germánico, inequívocamente impuesto por el femenino oc. parran.

De las formas occitanas han tratado después Wartburg (FEW VII, 662a) y Bambeck (BhZRPh. CXV, 86-88), aduciendo alguna documentación un tanto más antigua y poniendo como base un *PARRAGO, -GINE, derivado de un prerr. *PARRA, al que aquél atribuye sin base suficiente el sentido de ‘barra, percha’. En cuanto a la forma *PARRAGէNE ya no es mal fundada sino del todo errónea. Se funda solamente en un documento bajo-latino de h. 1040 fechado en Apt (Provenza subalpina) (el del Cartulario de San Vicente de Marsella de la misma fecha bien puede ser idéntico a aquél, pues en todo caso es de la misma zona); extrañamente dicen que parrà, -an presenta el resultado fonético regular de -AGէNE, siendo indudable que el resultado occitano sería -age(n) o a lo sumo, eventualmente, -aine; hay confusión por parte de ellos, confusión inexplicable, con la evolución italiana de este sufijo. Por lo demás aporta Bambeck mucha más documentación en bajo latín de toda Provenza y del Rouergue, desde med. del S. XI hasta el S. XIV, y en todos estos documentos aparece el vocablo en la forma conocida parrà f. ~ parran (b. lat. -anem, -anum); en cuanto al raro parragines de h. 1040 claro que es una latinización notarial sin gran interés, sea de una pronunciación dialectal -ain, -ANE a la manera francesa, o de una ultracorrección local de la pronunciación italianizante de -AGINE como -ane, -ana.

DERIV.

Parral [doc. arag. de 1204 (vid. nota 1); Vidal Mayor, 4.22.8; Berceo; 1241, M. P., D. L., 93.7; J. Ruiz]; parril íd. en Covarr. Parrar ‘extender mucho las ramas’ [1513, G. A. de Herrera]; aparrarse íd. [h. 1580, Fr. L. de Granada], también gallegoportugués; aparrado ‘achaparrado’ [1616, Espinel]; ast. aparrar ‘aplastar, derrengar’ (Rato), parrar ‘derrengar’ (Vigón), Cespedosa, salm., port. parrado ‘(vacuno) con los cuernos muy abiertos’ (RFE XV, 279; Lamano; VKR IV, 141), salm. aparranarse ‘arrellanarse, sentarse en el suelo’; aparragarse ‘extenderse horizontalmente un vegetal’, ‘agacharse una persona o bestia’ arg., chil., ecuat., centroamer., yucat. (RFE VI, 173), Ciudad Rodrigo esparregar ‘esparcir, desparramar’ (Lamano). Parrancano ant. y raro («p. y ancho», hablando del plátano como árbol achaparrado, APal. 366d).

En vista de las formas anteriores derivará de parra el castellano esparrancarse ‘abrirse de piernas’ [h. 1560, Juan Timoneda5], como ya indicaron Covarrubias y Aut.; por contaminación de pierna se convirtió en (d)espernancarse [1640, en el americano Ruiz de Montoya], forma hoy usual en Salamanca, Astorga, Galicia y toda América (desde cub. y mej. hasta chil. y arg.: Cuervo, Ap., § 789; RH XLIX, 426; Dihigo, El Habla Pop., 52; BDHA IV, 324; G. Maturana, D. P. Garuya, glos.; espernacao en la andaluza F. Caballero); teniendo en cuenta especialmente el salm. aparranarse ‘arrellanarse’, el amer. aparragarse ‘agacharse’ y el parrancano de APal., debe considerarse preferible esta etimología a la derivación originaria de pierna (con disimilación paralela a la de Ferrando y carrastolendas), admitida por Caix, Cuervo y yo mismo (Festschrift Jud, 583)6. Parrel arag., murc. ‘variedad de uva’, del cat. ant. raïm parrell [fin S. XIV; Turmeda, Cobles Divisió, 114]; para otras acs., derivadas de ésta, vid. PARRA II.

Parrilla ‘utensilio para asar o tostar, en figura de rejilla’ [Nebr. «parrillas para assar: cratícula»; Rob. de Nola, 169], sentido explicable por la forma de enrejado que tienen las glorietas y emparrados7; emparrillar; emparrillado. Parriza ‘labrusca’ (h. 1600, Inca Garcilaso); debe existir en ciertas hablas catalanas en vista de El Parrissal, valle en los Puertos de Beceite; también parrón, val. parrús (Sanelo). Emparrado [med. S. XVII, Aut.; emparrada íd., Oudin]; de ahí el tardío emparrar.

1 Este es también el sentido en que aparece parral en aragonés antiguo: «ortum et parralem de domno Bono Amico», doc. de Pamplona 1204 (Col. Dipl. Irache, 233); también en doc. de Huesca de 1269 (T. Navarro, D. L., 14.2).―

2 En efecto todos los documentos de Brunel presentan el vocablo en plural las parràs (ante -s la n cae muy temprano en estos dialectos); o bien, cuando está en singular, el mismo documento presenta ejs. de caída de la -n en final absoluta; lo mismo hay que decir de casi todos los ejs. de Levy; las pocas excepciones pertenecen a la misma colección documental, y por lo tanto probablemente vendrán del mismo territorio y pertenecerán al mismo dialecto.―

3 No anteriormente, pues en EWFS lo cree ibérico.―

4 Pero su opinión de que sea BARRA, céltico según él, convertido en parra en labios ibéricos (por una especie de ultracorrección) y propagada desde España hacia el Norte, no es aceptable, ya que las ultracorrecciones no suelen producirse con el carácter general que tendría en el caso, a juzgar por la unanimidad de la forma en p- en España, Francia y Germanía. También trató de nuestro vocablo Meringer, Indog. Forsch. XVIII, 204ss.―

5 «Creo soys potroso / yendo esparrancado / o en vos muy inchado / incordio llevays», BRAE III, 565. La misma forma en Covarrubias, Quevedo (Autoridades) y Oudin; desparrancado como vulgar en P. Espinosa, a. 1625 (Obras, 195.14).―

6 Parranca ‘rama gruesa er que se bifurca el tronco del árbol’, en Águilar de Campoo, más bien parece derivado regresivo que el primitivo de esparrancar. En todo case esta forma no justifica en absoluto la etimología por cruce de palanca con branca (voz inexistente en cast.), propuesta por G. de Diego (RFE XI 343) para esparrancar, y aceptada en el REW. Más inadmisible aún es la complicada serie de cruces que prefiere el mismo etimólogo en RFE XII, 12; o la derivación del gall. pancada ‘golpe’ sugerida por Unamuno, RFE VII, 354.―

7 Para la misma derivación en mozárabe, pero como nombre de planta (cat. parrella, barrella, cast. -illa), vid. BARRILLA.