LEBECHE, del hispanoár. labâǤ o del cat. llebetx, ambos probablemente tomados del b. gr. libíƇi, procedente del gr. λιβύκιον, diminutivo de λιβυκóς ‘procedente de Libia’, ‘Oeste’.
1.ª doc.: 1585, López Tamarid; 1604, en el murciano Pérez de Hita.
En efecto el vocablo es antiguo y arraigado en los romances mediterráneos; especialmente el cat., donde llebetx es frecuente desde el S. XIII (lebeg, Jaime I, 94, 475; libeig ibid. 94; labeig, Lulio, Meravelles II, 28; etc.), y el italiano, donde hallamos libeccio desde la misma época, con variante lebezho en una poesía genovesa de los SS. XIII o XIV, libecchio en el Ariosto (XVIII, 141); hoy lebeccio en Liguria y Nápoles, libìchio lebíƇ en el Véneto, li(m)bíƇi o libbíƇi en Calabria y Sicilia, etc. (Vidos, Parole Marin., 459-62); en lengua de Oc labeg (-etch), ya documentado desde el S. XIII o XIV, y hoy general en toda la costa occitana, por su a se denuncia como catalanismo, y las esporádicas formas francesas son las unas del mismo origen (labeche en Amyot, le bech en Rabelais) y otras de procedencia italiana (lebeche en Brunetto Latini).
Es vano el empeño de Simonet, Dozy y M-L. (RFE VIII, 241), de partir del gr. λίψ, λιβóς, ‘viento Suroeste’, cuyo resultado árabe habría sido ciertamente *libs3; el ár. vg. lebek, admitido por M-L. (REW 4959a) y Vidos, no existe, que yo sepa, y no debe ser más que una errata del poco cuidado diccionario de Lokotsch. En vista de estas dificultades traté en mi nota citada de explicarme la etimología en la forma siguiente: el gr. λίψ habría dado por vía culta el it. libo íd., voz desusada que sólo se documenta a mediados del S. XVI (Alamanni); de ahí con el sufijo diminutivo -էCŬLUShabría salido el libecchio del Ariosto, y la forma dialectal genovesa libeccio, extendida desde ahí por toda Italia y toda la Romania. Pero ahora, en vista del conjunto de la documentación, se impone abandonar esta hipótesis, pues no se puede atribuir bastante antigüedad al fenómeno fonético genovés cchଖ > cci, ni al influjo lingüístico de este dialecto, como para justificar la generalización de esta forma en todo el Mediterráneo y ya desde el S. XI; por otra parte el sufijo -ÌCULUS es poco fecundo en italiano, y habría dado formas con i tónica aun en toscano, además de que la base culta libo es tardía, mal documentada, y una forma tan culta difícilmente podía constituir el punto de partida de una voz general en romance y en árabe.
Rohlfs, EWUG, n.° 1258, indica que en el griego de Calabria este viento se llama hoy libiƇi o limbíƇi, formas que según la fonética local pueden venir de un gr. ant. λιβύκιον, y por lo tanto admite esta base para todas las formas romances. Rohlfs tiene razón. Λιβυκóς para ‘relativo a Libia’ es de uso general en griego, pero debo advertir que Tolomeo emplea repetidamente λιβυκĮ τεταρτƓμóρια para ‘cuadrantes occidentales’ (Tetrabiblos, 183, 184), hablando del influjo de la situación del sol en el nacimiento de ciertas personas; en el segundo pasaje dice explícitamente que por tal expresión se entiende lo opuesto a los cuadrantes de la salida del sol (ęπƓλιωτικά) u orientales.
Es lógico que el egipcio Tolomeo tomara la Libia como sinónimo del Oeste, y dado el influjo decisivo de este sabio en la Edad Media no debemos extrañar que se impusiera su terminología. Hubo gran extensión de los diminutivos en -ιον en el griego tardío, y en nuestro caso corresponde a ellos la terminación -i del griego de Calabria; del griego tardío λιβύκι = λιβύκιον procederán, por lo tanto, todas las formas romances y árabes, que pudieron tomarse directamente del griego de la Magna Grecia, cuando ya la κ se había palatalizado allí ante ι. La única dificultad está en que esperaríamos formas con -v- dada la evolución de la β en el griego medieval; pues el ligero traslado semántico de ‘Oeste’ a ‘Suroeste’ no sería extraño en un nombre de viento, comp. JALOQUE, GRIEGO y CIERZO, cuyo significado también se trasladó levemente; es además muy posible que los dos puntos puedan explicarse conjuntamente por el influjo de λίψ ‘Suroeste’ sobre libúkion ‘Oeste’, de donde una base *li(m)byki o libbyki con b oclusiva como la π de λίψ y con el significado de éste4.
1 Oudin en 1607 identificaba con el viento Sudeste; desde 1616 admitió concurrentemente la definición de Covarr., que es la única que conozco en el uso vivo y creo la única correcta.― ↩
2 Probablemente labas, no hay razón para leer lébs o libs, según hace Simonet sugestionado por la supuesta etimología.― ↩
3 Si el vocablo hubiese pasado al árabe por conducto del mozárabe podríamos tener lebš, pero de ninguna manera se explicarían las formas con Ǥ o Ƈ ni la intercalación de una vocal entre las dos últimas consonantes; además, lo probable entonces sería que sirviese de base el acusativo lat. libe(m), sin -s. De ser helenismo directo traído por el árabe de Oriente entonces no podríamos esperar otra cosa que *libs y no se justificaría ni la e ni la š.― ↩
4 Quizá el árabe sirvió de intermediario entre el griego egipcio del S. VII y el romance, lo cual explicaría la -b- en romance; entonces el vocablo no sería hereditario en el griego de Calabria. Por otra parte no sorprendería un helenismo romance procedente de la Magna Grecia: el cat. a(l)jau, arjau, ‘caña del timón’ *OIACEM < gr. οƴαξ (Homen. a Rubió i Lluch III, 293-4), presenta huellas en su a- de la fonética sud-italiana. En cuanto a la generalización del diminutivo λιβύκιον no es nada extraña en un viento por lo general suave como el lebeche: puedo atestiguar que en la Costa de Levante catalana es comunísimo el empleo del diminutivo llebetxol. ↩