GRAGEA, ‘confites menudos’, antiguamente adragea, tomado del fr. dragée íd., de origen incierto; probablemente es el mismo vocablo que dragée ‘grana de varias plantas leguminosas mezcladas’, y éste procede de un galolatino *DRAVOCATA, derivado de DRÁVOCA ‘cizaña’, vocablo prerromano de donde viene el fr. dial. droue íd.; la g- castellana y la del port. grangeia se deben al influjo de grano.

1.ª doc.: adragea, J. Ruiz, n. 1336a1; gragea, 1570, C. de las Casas.

La forma antigua aparece también en Fr. Diego de Valencia: «que soy muy indigno para maestro ser; / mas non he escusa por non ofreçer / de mi adragea siquiera un bocado / a la tu pregunta en son de ditado / que tu me feçiste sin lo meresçer» (Canc. de Baena, n.° 486, p. 519). Gragea aparece desde C. de las Casas («pinocchiata», es decir, ‘pasta dulce con piñones’), también en Oudin («dragée»), Lope, Saavedra Fajardo y Aut.; es corriente en el español clásico y no olvidado en la actualidad. Ragea se lee en Lope de Rueda (Cl. C. 243 = Acad. II, 202). Port. grangeia (o grageia) íd. (Fig.); cat. ant. dragea (S. XIV, Ag.) o adragea (2 veces en el Terç del Crestià, a. 1382-6, de Eiximenis, N. Cl. VI, 51); oc. ant. drageya, drige(i)a, en textos de los SS. XIV y XV; it. treggèa, que ya sale un par de veces en la primera mitad del S. XV (Morelli, Burchiello) y es frecuente desde el XVI. Finalmente el fr. dragée, muy frecuente en la Edad Media (Tobler), y ya documentado en este sentido varias veces en la 2.ª mitad del S. XIII (Roman du Chastelain de Couci, Le Tournoi de Chauvenci). La terminación -ea denuncia en todas partes, de un modo inequívoco, el origen francés, y la cronología indica lo mismo.

Los etimologistas (excepto el REW, 2768, 8834, que no se decide) siguen todavía aferrados a la vieja etimología de Diez (Wb., 326), gr. τράƔƓμα, -ατος, ‘golosina, postre’, que de ninguna manera podía dar fonéticamente dragée; claro está que tampoco puede explicar la forma italiana treggèa, que por lo demás es más moderna y local, y por lo tanto ha de ser secundaria2. En realidad no hay razón alguna para considerar que los dos significados del fr. dragée ‘gragea’ y ‘grana mezclada de varias leguminosas’, que los diccionarios franceses suelen juntar, constituyen dos palabras distintas; en esta última ac. el vocablo es conocido asimismo desde el S. XIII (DGén.), y de ahí se pudo fácilmente pasar a ‘gragea’, que es también un conjunto de confites diversos, mezclados y pequeños como granos. Así lo indicó atinadamente Spitzer (ZRPh. XLII, 20), y si la objeción semántica de M-L. carece de valor, apenas tiene más el escrúpulo fonético de Wartburg (FEW III, 158, n. 3), fundado en la t- italiana; ésta puede ser debida al influjo del sinónimo tragèmati, cultismo tomado de la citada palabra griega, empleado por Buonarroti y Salvini, o más bien se explica simplemente por lo raro de la inicial DR- en latín y romance (a lo cual se debe la misma alteración en TRAPO, TRAGAR, etc.).

En cuanto al origen etimológico del fr. dragée ‘mezcla de granos’, todo el mundo está de acuerdo en relacionarlo con las formas antiguas y dialectales drave, dravée, droue, droge, que en parte significan lo mismo y en parte designan individualmente la cizaña, el centeno, la avena y varias plantas forrajeras; éstas proceden de DRÁVOCAcizaña, documentado en glosas antiguas, y no hay obstáculo en sacar dragée de un derivado *DRAVOCATA, con síncopa temprana de la O. No me propongo entrar en la discusión acerca del origen remoto de DRAVOCA, que tiene parientes en el céltico insular, pero existen dificultades fonéticas que impiden asegurar que sea palabra originariamente céltica; vid. FEW, l. c. y Pok., IEW 209, 14-15, de los cuales discrepa un tanto J. U. Hubschmied, Z. f. dt. Ma. XIX, 1924, 171.

1 Citado entre una serie de ingredientes que componen los letuarios y golosinas que comen las monjas; así en los mss. G y T, mientras que S trae adraguea, lectura errónea (¿o debida a influjo de adraganto ‘tragacanto’?).―

2 En lengua de Oc antigua la variante tragieya no aparece más que una sola vez, en unas cuentas de Albi del S. XIV; el mismo texto trae dos veces la forma con d-, de la cual hay en conjunto una docena de ejs. medievales. Hoy tregèio es languedociano según Mistral, pero la forma corriente en el occitano moderno es dragèio, como en todas partes.