FRESA, tomado del fr. fraise íd., alteración no bien explicada del preliter. y hoy dial. fraie (del lat. FRAGA íd.) o del fr. antic. fraire (del lat. FRAGARIAfresera’, del cual fraise pudo ser modificación fonética.

1.ª doc.: Covarr.

Este lexicógrafo, citando a Laguna (1555), dice que en tiempo de éste no se conocían las fresas en España, y dicho autor da solamente como nombre romance el it. frauli y el fr. freses (comúnmente escrito fraises), de donde se tomó la palabra española, según atestigua Covarr. En realidad las fresas fueron siempre conocidas en España, como prueban los nombres antiguos MAYUETA y (A)MIÉSGADO, que este autor cita de un Calepino, pero notando con razón que «no son nombres usados universalmente»; los demás romances hispánicos han permanecido refractarios al galicismo fresa: cat. maduixa, fraga o fraula, port. morango, -ga, gall. (a)morote; tampoco penetró en la América del Sur, donde se dice frutilla, y en Asturias fresa es sólo la de jardín y las demás llevan el nombre de miruéndanu. Pero aunque la fresa era conocida, sobre todo la silvestre, raramente era objeto de cultivo, antes de que se extendiera por Europa, en el S. XVII, la afición a esta fruta, que empezó entonces a cultivarse intensamente en el Norte de Francia: de ahí la expansión del nombre francés al español, y al flamenco freze. Para la historia del vocablo francés, vid. Horning, ZRPh. XXVIII, 513-34; Schuchardt, ZRPh. XXIX, 221; FEW III, 748-9. En España el vocablo se hace pronto de uso corriente, según indican los pasajes de Quevedo y de Esquilache citados por Aut., y Oudin lo toma de Covarr. en su segunda edición (1616). El nombre latino fraga sólo se conservó popularmente en Aragón, así como en el País Vasco (arraga en Irún, Salazar y Sule; Azkue da también arroba y arroma en a. nav., sin precisar donde, y arrega en los tres dialectos vascofranceses) y en la Cataluña occidental; aunque Laguna lo da como vocablo de uso vulgar sin restricción (?).

Es opinión admitida comúnmente que el fr. fraise, documentado desde el S. XII, sea una alteración del dialectal fraie, no documentado antes del XVIII (FEW III, 748), por contaminación de framboise; aunque la admitan Horning, M-L. (REW 3480), Wartburg (FEW III, 749b) y demás, me parece difícil de creer (si la f- de framboise se explica recíprocamente por influjo de FRAGA, esto presta verosimilitud a la etimología corriente). Tampoco habrá contaminación de cerise (Spitzer, MLN LXXIV, 144) que por el sentido se prestaba menos que framboise. Se ha concedido poca atención al fr. med. fraire, empleado por Rabelais («Quaresmeprenant a... les intelligences, comme limaz sortans des fraires» IV, cap. 30, p. 123), y sin embargo me parece resolver el problema en forma más sencilla. Se trata, en mi opinión, del representante de FRAGARIA, que aunque no sea latín clásico es el vocablo empleado por los naturalistas, seguramente desde tiempo inmemorial, y que ha dado numerosas formas occitanas (así o en la variante masculina FRAGARIUM), desde el Océano hasta Provenza: bearn. arroguè, aran, haraguèra, Marsella, Aix fraguier, desde donde por el Isère y la Saboya llega con más o menos continuidad hasta Bélgica. FRAGARIA tenía que dar *fraiiere en francés antiguo, y éste pasaba a fraire y fraise ni más ni menos que CATHEDRA > fr. ant. chaiere, fr. med. chaire, fr. chaise; cf. el caso de mortaise (s. n. MORTAJA) con -s- desde el S. XIII, junto al cual se halla también moneara, -oire. Es verdad que chaise se documenta sólo desde 1380 y chaeire (que ya será lo mismo que chaire) en el S. XII [FEW II, 506), mientras que freise ya aparece en este mismo siglo, pero hay que notar que en fraise la -s- estaba favorecida por la disimilación.

DERIV.

Fresal. Fresero; fresera. Fresón. Del latín: fragaria (Laguna).