ENANO, alteración mal explicada del antiguo nano, procedente del lat. NANUS y éste del gr. νĘνος (o νάννος) íd.; quizá debida a influjo del antiguo enatío ‘deforme’, o del lat. INANIS ‘vano, nulo’.
1.ª doc.: enano, 12931.
Pero ¿cómo se puede explicar esta e- agregada? Lo más probable es que se deba al influjo de enatío ‘deforme’, ‘muy feo’ (V. este artículo), influjo facilitado por la vacilación vulgar y portuguesa entre enamorado y namorado, enemiga y nemiga, en(n)a y na, y entre el mismo enatío y natío, lo cual pudo dar lugar a ultracorrecciones como enano, y aun el caso de enagua podrá explicarse así.
M-L., REW1, 4334, propuso derivar enano del lat. էNଵNIS ‘vacío’, que muchas veces se hacía sinónimo de ‘vano’ y ‘nulo, sin valor’ (tempus inane ‘plazo sin importancia’, Eneida IV, 433). No hay duda de que este epíteto pudo aplicarse popularmente al enano, y la -o no podría causarnos escrúpulo, puesto que existió una variante vulgar inanus = inanis (en los Escolios dc Juvenal, 15.23, en CIL VI, 28239, y en el glos. de Toledo). Por otra parte, claro está que no es lícito separar la voz hispano-portuguesa de las demás formas romances, cat. y oc. nan, fr. nain, it. nano, que vienen claramente de NANUS, y así se comprende que el propio M-L. admitiera conjuntamente enano como descendiente de esta voz latina (REW1, 5819), y que en la tercera edición de su obra haya suprimido totalmente el artículo INANIS, sin intentar otra explicación de la anomalia; Spitzer, ARom. IX, 149n.3, y Leite de V. rechazaron asimismo la relación con INANIS.
Es verdad que decir con éste que ha habido «prótesis» es no decir nada, y que la razón en que funda su rechazo, a saber, que una -N- intervocálica hubiera caído, admitiría fácil réplica. Se concebiría que siendo NANUS un helenismo de introducción tardía (que desbancó al indígena pumilio) fuera deformado en INANUS en boca del pueblo, por confusión entre las dos palabras. El antiquísimo glosario del seudo-Cirilo (ms. del S. VII) traduœ ƒμβρυον por embryum e inani (CGL II, 296.2); aunque haría falta confirmarlo, parece como si inane se empleara como nombre del feto o aborto4, al cual conviene la denominación ‘nulidad’ o ‘fracaso’, de ahí sería fácil pasar a ‘enano’.
Realmente el problema no está definitivamente resuelto. Podríamos entender que en el texto a que aludía Carolina Michaëlis, había que leer (por la tilde mal puesta) enaýnho, como en miñoto anaíño. Pero debe de tratarse del vocablo que figura un par de veces en las Ctgs., cuyos mss. escriben así: «que nos guarde de louc’ atrevudo / e d’om ẽayo e desconnoçudo», «muit’ eãyo seria e orgulloso / quen ss’en esta facadeira, / se tu non es, s’assentasse» (406.61, 2.49). Y como observa Mettmann, en este pasaje está rimando con estrãyo ‘extraño’; también la cuenta silábica indica más bien eãyo = eaño (o ẽaño?). Traduce Mettmann ‘vanidoso, presumido’ y lo relaciona oportunamente con un abstracto ẽidade, que parece ser ‘insensatez’ o ‘injusticia’, Ctga. 239.51: «começou-ss’ arrepentir / de seus pecados e sentir; / mas aquel non quis descobrir, / de que fez grand’ ẽidade». Fuerza es reconocer que la hipótesis INANIUS ‘vano’, ‘nulo’, ‘necio, alocado’ cobra gran verosimilitud (acaso de un adverbio igual al neutro comparativo lat. inanior) y con ello se refuerza mucho la tesis de M.-L., pues el paso de INANITATE a través de *ẽãidade a ẽidade estaría en regla. Hace falta mayor documentación medieval portuguesa y castellana para acabar de despejar el problema, pues todavía sería defendible la explicación de Leite de V.
También se puede pensar en un influjo del vco. epo ‘enano’: aunque Azkue sólo lo registró en tres pueblos vizcaínos de la zona Guernica-Marquina, y un dimin. vizc. epotxa, íd., da también epotu «quedarse enano» en vizcaíno y «hacer que una planta se extienda y no se levante al medrar». Podrá argüirse, sin embargo, que estas palabras son sospechosas de préstamo, sea del lat. PUTARE ‘podar’, sea del fr. nabot ‘enano’; sin embargo la existencia de ipo ‘persona de pequeña estatura’ en vizcaíno NO. y apo (Orozco, vizc.), opo (Salazar), hace aumentar la perplejidad, al ver que el vocablo vasco aparece con cuatro vocalismos. ¿Cuál es el primitivo? No se pueden hacer valer títulos firmes; quizá epo tenga a su favor la cualidad central de su vocalismo y el hecho de tener los derivados epotxa y epotu (a Schuchardt, BuR, 60.5, cf. 31.5, se le pasaron por alto apo y epo; sus vagas insinuaciones etimológicas no tienen valor; pero en 60.30 llama la atención sobre el b. nav. y vizc. pipor ‘untersetzt’ relacionado con PIPER ‘grano de pimienta’ y un pepo empleado en la jerga estudiantil de Turingia). Walde encabeza su artículo con gnanus; no sé si esta forma tiene buen fundamento filológico: no hablan de ella Eroout-M. ni Benoist-G. (y creo que tampoco la exige el griego); Ernout cita nagnus, variante manuscrita en Varrón, junto a nannus. Si gnanus estuviese bien fundado, quizá la gn- explicaría una evolución semiculta en en-. En fin, no estará de más tener en cuenta que un nombre propio de persona romano, o más bien prerromano, de forma parecida a este grupo, está documentado en una inscripción renana (CIL XIII, 7965) no localizada con seguridad (quizá de los Sunuci, N. de Colonia); vid. Weisgerber, Rhenania Germ.-Celtica, índices.
Otras posibilidades son más remotas. Dada la tendencia castellana a alterar el radical de los adjetivos para asimilarlo al del verbo (V. DESNUDO, DELEZNAR, etc.), se concibe que un verbo ennanar, derivado de nano, pudiera convertir a éste en la forma moderna, pero este verbo es demasiado raro5 para que su acción fuese de importancia. La idea de Diez, Gramm. I, 331, de que la sílaba inicial es el artículo árabe aglutinado, debería entenderse en el sentido de que es forma de procedencia mozárabe, lo cual no se confirma, pero no es idea aceptable porque el artículo era siempre al- (an-, etc.) en hispanoárabe y no el-, como en dialectos árabes actuales. Sea como quiera, el idioma favorecería la variante enano, que evitaba la confusión con nana ‘madre de familia’ o ‘abuela’ (REW, 5817.1, y ya en Berceo, para el cual vid. BDHA II, 128-9, y aquí s. v. ÑOÑO). En Santander enano (o inano, inánago), es un reptil parecido a la culebra (G. Lomas); enánago, como nombre santanderino de una culebra inofensiva y medicinal, ya en Terreros; otros dicen que es el lución. ¿Hay relación con ANGUIS? No es fácil, pero hay que estudiarlo mejor. En la Argentina nánago (I. Moya, Romancero II, 320).
DERIV.
Enanarse. Enanismo. Gall. ananuxo dim. de anano ‘enano’ (Vall.): «facha de ananuxo risoño» Castelao 221.25.
1 «A García Yáñez, enano, para una siella quel mandó dar el Rey, LXX mrs.», doc. de Valladolid, M. P., Poesía Jugl., 459. Al mismo personaje, en un doc. del año siguiente, se le llama «García Yáñez, el nano» (ibid., 461).― ↩
2 También en el Limia, VKR XI, 261.― ↩
3 Piensa en influjo del nombre bíblico Onan. Pero esto tampoco explica la e-.― ↩
4 Nebr. traduce meaja de huevo, es decir, ‘germen del huevo’, por ovi innanitas. Es decir: ¿embrión del huevo? Pero no se halla nada de esto en latín clásico, y aunque Nebr. pudo seguir ahí una tradición de glosarios medievales, que por lo demás no hallo confirmada en parte alguna (ThLL, Du C., Diefenbach, etc.), es más verosirnil que se trate de latinizaciones tardías del cast. enano.― ↩
5 La Acad. registra enanarse ‘hacerse enano’, como desusado (falta aún en la ed. de 1899). Hay también un port. ananicar ‘hacer enano’. ↩