CEREZA, del antiguo ceresa, y éste del lat. vg. CERĔSէA, lat. CERହSէUM íd.
1.ª doc.: ceresa, Alex.1
En cuanto al gr. κέρασος, que algunos han creído de origen mediterráneo, y otros traco-frigio (o sea indoeuropeo), se le han señalado parientes de sentido más o menos divergente aunque no muy alejado en otras varias lenguas indoeuropeas: se supone que existiría un lit. *kirnas ‘cerezo’ pues kirnis fué el nombre del antiguo dios lituano protector de los cerezos, y el grupo de nombres del cornejo y de su frutita (griego κράνος, κράνον, lat. cornus, cornum) designa una baya semejante a una cereza silvestre; el lit. kẽras es ‘mata’, letón cers y prus. ant. kirno ‘arbusto’ (Elb. 637), ker-berse ‘leña o madera de ciertos arbustos (wirsen)’.
Junto a esto se encuentran otras palabras bálticas y eslavas que significan ‘raíz’ o ideas análogas (paleosl., rs., etc., kórenĭ ‘raíz’, checo keř ‘arbusto’, rs. Ƈéren ‘tallo’, rs. dial. y ant. korĭ ‘raíz’, lit. kìrna ‘varas de sauce’, kìrba, kìrnis ‘tremedal, pantano’ etc.) (Walde-P. I, 411.2; Walde-H. 221.2, 276.7; Pok. IEW 572.3; cf. Ernout-M.). Todo junto daría base para sospechar que uno de los nombres gallegos de la fresa sea de origen prerromano indoeuropeo (más bien sorotáptico que céltico) pues si la fresa no es una cereza o baya de cornejo ni tampoco una raíz ni un arbusto, está entre las dos cosas y en todo caso es una mata, como el lit. kẽras. Sarmiento en 1745 recogió careixôs como nombre de las fresas en Viveiro (entre el Ferrol y la costa asturiana) (CaG. 61v) y después anotó caraixo(s) como nombre de la misma fruta hacia el País del Ferrol (íd. 157v). Era palabra por lo visto local, no recogida por los diccionarios. Sin embargo hoy se señala un cacareixón ‘fresa silvestre’ en Vilamaior do Miño (al Sur de Lugo, entre Sarria y Chantada, Ape. a Eladio), con una geminación curiosa de la sílaba inicial, que más bien parece debida a una geminación antigua que a una búsqueda moderna de la expresividad. Quizá también tengan que ver con ello caraxotes ‘troncos grandes de alga’3, propio de Viveiro (Sarm., ib. A17v, y aun caroixa ‘grano de centeno o trigo que no ha llegado a criarse por entero’, propio de la zona luguense de Barcia (Ape. cit.) (a no ser que se trate de la palabra careixa nombre del insecto que ataca el queso y el cerdo y que en algún punto de la misma comarca ha llegado a designar un agujero en el tronco de un árbol según An. Otero). En conclusión me parece verosímil (si bien claro está que incierta) la existencia de un sorotáptico *KARESIO(N) ‘mata de fresas’ emparentado con estas palabras y especialmente afín al lit. kẽras ‘mata’, letón c?rs y checo keř ‘arbusto’, y griego κέρασος ‘cerezo’, del cual vendría el gall. careixôs, cacareixón, ‘fresas (silvestres)’4. Además cf. GROSELLA.
DERIV.
Cerezo [944: cereso, Cuervo, Obr. Inéd., 385; 1210: cereso y cerezo, en Oelschl.; en bajo latín se halla cereseum con este significado ya h. 700: FEW II, 600b; a las formas galorrománicas allí citadas puede agregarse el cat. dial. cirer]. Cerezal [ceresal, 1086, Oelschl.; f., ast. ‘cerezo’ (V)]. Cereceda. Cerecilla. En gallegoportugués se pasó de cerezeira ‘cerezo’ a cerzeira, disimilado en cerdeira que sigue siendo hoy gallego (Castelao 62.27) y aparece ya en el portugués A. López de BaiƟo, poco después de 1250 (CEsc. 57.45).
1 O, 2396c; pero cereza en P.― ↩
2 También aran. cerida corresponde aparentemente a -ITIA, pero ahí se trata más bien de disimilación.― ↩
3 Está muy lejos esto de Santander o de Llanes, de donde tendría que proceder para que fuese castellanismo, de caraxo pron. del cast. carajo en este país.― ↩
4 Por lo demás me guardo de descartar un origen céltico, pues algo se acerca a lo que buscamos el irl. ant. caer, genitivo caerach, ‘racimo’, ‘conglomerado’, que supone un protocéltico *KAIRଵK-; Thurneysen ZCPh. XIII, 107, derivaba de ahí el nombre de los Caeracates de Renania (Tácito, Weisgerber, Rhenania Germ.-Celt., pp. 336 y 341); etim. dudosa la del nombre de tribu pues los Caeracates parecen ser lo mismo que los Caerosi de César y de Orosio y los Caruces de autores posteriores (cf. Holder III s. v. y I, 678), identificación ante la cual Weisgerber, 332, se muestra quizá demasiado escéptico; sea lo que quiera del nombre tribal (en rigor se podría imaginar que -ac- fuese sílaba derivativa), sacar de ahí el gall. careixós y demás formas romances es difícil, mas no enteramente inconcebible: acaso una formación derivada KAIRAK-SO- con eliminación disimilatoria en la etapa *cairaixo > *caraixo. Claro que esto es más complicado en lo fonético y morfológico sin ser bien evidente en lo semántico. ↩