GROSELLA, del fr. groseille íd., de origen incierto; en germánico es palabra meramente local, fronteriza y de aparición tardía (quizá galicismo).

1.ª doc.: Aut.

En francés aparece ya en el S. XII. La procedencia del vocablo francés es oscura. Así la etimología de Diez y M-L. (REW 4765), alem. kräuselbeere, como la de Gamillscheg (EWFS, 493b), lat. vg. *ACRICELLA, diminutivo de ACER ‘agrio’ presentan dificultades fonéticas, y en favor de las dos pueden hacerse oír varios argumentos que no resuelven la cuestión en forma terminante. Los argumentos contrarios al origen germánico dados por Gamillscheg, y más detenidamente por Budahn, ZFSL LXIII, 137, son fuertes; Wartburg, FEW XVI, 422-424, como era de esperar, dados sus conocidos prejuicios, se empeña en el germanismo (Bloch1 se expresaba con muchas dudas y reserva que Wartburg ha borrado). Los mejores germanistas (como Kluge o el neerlandés Van Haeringen) se abstuvieron de recoger el vocablo. El supuesto fráncico *KRUSIL es mera hipótesis harto endeble.

La lectura del art. del diccionario etimológico holandés de Franck y un estudio crítico del FEW producen la impresión de que este supuesto germanismo es una hipótesis muy audaz y poco fundada: en neerlandés la palabra parece ser reciente, ajena incluso al diccionario de Kilian (S. XVI) (la fuente más copiosa de lengua algo antigua, la que se cita constantemente, y que es ya de fecha bastante tardía); lo único que da Kilian es kroesbesie (pron. krus + besie ‘baya, frutita’); existe también un kroeselbesie (que además no sabemos si es la misma planta o alguna análoga) y hállase alguna otra forma, kruisbes, pero en buena parte se trata del nombre de plantas diferentes (algunas con poca o ninguna relación botánica, como la menta crispa) y lo único común a todo esto es el supuesto (que Franck mismo da como incierto) de que se trate de un derivado de krūs ‘crespo, rizado’ (alem. kraus, hol. kroes). Lo que de todos modos nos consta bien es que, en todas las lenguas germánicas, el nombre de la grosella es diferente, y lo es incluso en neerlandés (aalbes) y en alemán (Johannisbeere).

No tiene, pues, fundamento serio la afirmación de Wartburg de que los datos de Franck den ninguna base firme para suponer un fráncico *KRUSIL (al que, con igual desenfado, ha quitado en el Bloch-W2 el asterisco con que lo daba Bloch). En el dominio alemán el vocablo es dialectal, sólo documentado recientemente, y por lo demás en Alsacia y Suiza alemana, o sea en dialectos fronterizos, al parecer sólo allí; y aun allí parece ser palabra poco conocida1; la forma es siempre la compuesta en -beere o -besie, salvo en alguna habla suiza (donde chrusel debe de ser abreviación reciente). Que la groseille fuese (como dice Bloch) una planta «rizada» es explicación ad hoc y algo extravagante (lo único rizado o encrespado es la menta crispa, variedad de la hierbabuena sin relación alguna con la grosella: nombre calcado en neerl. como kruize-munt). En fin, también en el orden fonético, una etimología *kruselbesi (y aun *krusel) ofrece dificultades de mayor cuantía.

Que una voz local y reciente, sólo alem. y flamenca, sea la fuente de una denominación que en francés se documenta en gran masa desde el S. XIII y en todos los dialectos de Francia (Norte, Oeste, Este y aun Sur) es sin duda invertir los términos naturales de la probabilidad. Mucho más natural y probable que este germanismo supuesto, sería la hipótesis de una etimología prerromana (cf. lo dicho del gall. careixós en CEREZA) o bien románica.

En cuanto a que el étimo sea realmente el *ACRICELLA de Gamillscheg, tampoco es esto seguro. De todos modos en el aspecto semántico esta etimología es perfecta, no hay dudas ambientales ni morfológicas como en la otra, y los hechos fonéticos, aunque dada su complicación se prestan a dudas, presentan aquí dificultades también menos graves que en la etimología germánica. La forma etimológica sería, en el desarrollo normal, agroisele (cf. ACREM > aigre con diferencia normal en el vocalismo, debida al acento); y éste es en efecto uno de los tipos básicos en que se reparten las variantes francesas ya desde la Edad Media: groisele (FEW, 422a2a) y groseille, aunque por lo común la a- se confundió con la del artículo, eliminándose2.

Es preciso reconocer que la explicación de la segunda presenta un problema: que un traslado del elemento palatal y la palatalización de -elier en -eiller en el nombre del arbusto, no bastan para explicarlo a plena satisfacción, es algo que debe concederse, aunque en groiselier, -eillier, la disimilación ayudaría mucho a la eliminación de la primera i. Sin embargo, creo que el factor decisivo sería la creación del b. lat. grosellarius por latinización artificial de la palabra francesa, creación que ya se documenta nada menos que en el S. XI (ALMA, 1930, 133), que es adaptación artificial del nombre popular, pero que todo el mundo está de acuerdo en mirar como procedente del francés y no de ninguna forma germánica; este grosellarius, y la otra latinización más tardía grossularius, han sido seguramente los responsables de que en el propio francés haya acabado por predominar groseille. Pero la documentación medieval de groisele no es menos antigua, puesto que es ya la forma empleada por Rutebeuf, Marot, etc. (FEW, 423a25)3.

En conclusión, es mucho más natural creer que son las formas alemanas y neerlandesas (recientes y ajenas a todo el resto del germánico) las que son adaptaciones del vocablo francés (más o menos apoyadas en el germ. krūs = alem. kraus) que lo contrario. La penetración se produciría por conducto del francés flamand grousielle, ya documentado en Tournai desde 1456, como reconoce honestamente el propio Wartburg.

DERIV.

Grosellero. Grosularia; grosularieo, derivados del lat. mod. botánico grossularia, latinización del fr. groseille.

1 Es típico, como prueba de lo que afirmo, el hecho de no figurar, ni siquiera en un libro como el Sprach-Brockhaus (ed. 1938) donde (junto con muchos vocablos familiares, incorrectos, extranjeros, técnicos, etc.) figuran millares de palabras dialectales de todo el dominio alemán, las unas mucho, otras medianamente conocidas, y entre ellas muchísimos nombres (bastantes centenares) de plantas regionales, de curso más bien local, como holle ‘saúco’ (= alem. normal holunder), bilse ‘endrina’ en unas partes, ‘tora’ en otras, etc., está incluso krausbeere ‘gayuba’ o ‘uva espina’ ‘Arctostaphyllus uva ursi’ planta algo análoga a la grosella, aunque bien diferente; pero no están en absoluto kräuselbeere o kräusel (chrusel), los supuestos padres de la grosella.―

2 No deja de haber, sin embargo, muchas formas en agr-, aigr- en los dialectos franceses (aunque esto se vea poco en el FEW por la disposición dispersa que se les ha dado, y aun acaso sin intención de disimularlas): Centre égruselle, agrouelle, Provins égrousèle (ya antiguo según Wartburg), Berry agrousellier, Gévrier égorsalie, Vaud angrezala, Grenoble egruizèle y angruzèle, Barcelonette agrousela, angrousèla, angounsèla, Haute-Ubaye engrounsèla. Las formas en gr- son, claro, bastantes más: por algo cuentan con documentación literaria y muy anterior.―

3 En cambio, es evidentemente forzada la explicación de Wartburg de que groisele sea debido al influjo del fr. ant. groisse ‘grueso, gordura’. ¿Qué relación semántica lo justificaría? ¿Y por qué sería precisamente este derivado y no el primitivo mucho más frecuente gros el que actuara?