BECERRO, ‘toro de menos de dos años’, de origen ibérico, probablemente derivado del hispanolatino IBEX, -էCIS, ‘rebeco’, por el carácter indómito y arisco de ambos animales.

1.ª doc.: 964.

Sólo se halla en español y en el port. bezerro íd. [1056: CortesƟo; «creceu aquel bezerro [y volvióse novillo]», Ctgs. 31.42; bezerro y a bezera brincante, Gral. Est. 204.19, 214.2]. En el castellano medieval tiene asimismo -z- constantemente (Cronicón Villarense, comienzo del S. XIII: BRAE VI, 197; doc. de Sahagún, 1250: Staaff, 34.9; Castigos de D. Sancho, ed. Rey, p. 166; Refranes que dizen las Viejas: RH XXV, 150, n.° 142; G. de Segovia, p. 88; APal. 45b, 81b, 165b, 531d), y hoy se pronuncia con sonora en Cáceres (Espinosa, Arc. Dial., 102-3) y en judeoespañol (Cuervo, Ap., p. LXXI; BRAE XIII, 512).

Es evidente que becerro no puede separarse de bicerra ‘cabra montés’, usado por Ambrosio de Morales, 1574, con referencia a Asturias, y en el Alfarache de Martí, de 1602 (Rivad. III, 416)1. Y no es menos claro que bicerra debe de ser un derivado del lat. IBEX, IBէCIS, íd., con el sufijo ibérico -ERR: *IBICERRA o quizá más bien *IBICէRRA2. Figura ibex en Plinio, San Jerónimo y San Isidoro, y el adjetivo ibicinus ‘de la cabra montés’ en Plinio Valeriano, S. IV d. C. Ninguno de ellos indica dónde se empleaba el vocablo, que Walde-H. y Niedermann suponen de origen alpino. Pero sólo Plinio y S. Isidoro dan descripciones detalladas, y los otros dos autores pudieron copiar de Plinio; luego, teniendo en cuenta que S. Isidoro era español, que Plinio recoge numerosas voces hispánicas (arrugia, balux, cuniculus, segutilum, talutium, etc.), y que el nombre alpino de la cabra montes era camox, y siendo así que IBEX sólo ha dejado descendientes seguros en nuestra Península, hemos de concluir que era el nombre indígena de la Rupicapra hispanica de los Pirineos y de los Montes Ibéricos. El parecido material entre becerro, becerra, ‘toro o vaca jóvenes’, y bicerra ‘cabra montés’, sugiere hacer extensiva al primero la etimología de éste.

En lo semántico téngase en cuenta que los dos son animales de cuernos, ya bien visibles en el becerro de uno o dos años, aunque sólo medianamente desarrollados, como los de la cabra montés, y que los dos llaman la atención popular por su carácter independiente, terco o arisco: comp. becerro ‘niño que llora desabridamente’ (DHist., s. v., § 4), becerrear ‘llorar bronco los niños’3, con cat. rebec, rebequejar, que han tomado los mismos significados, mientras el ast. rebecu es ‘cabra montés’, gall. rebeco ‘arisco’, port. robechar ‘ser arisco’ (C. Michaëlis), ‘brincar’ (Fig.), cat. isard ‘cabra montés’ y ‘arisco’, etc. Por otra parte IBEX se aplicó a otros cuadrúpedos además del rebeco: para S. Jerónimo es una especie de gacela o antílope, y un IBICIONE, derivado de IBEX, aparece en la ac. ‘bestia de carga’ en las Glosas de Silos, 199, y en varios documentos portugueses del S. XII4. Sea como quiera, no es éste el único caso de una misma denominación para el becerro y el rebeco, puesto que en los Alpes Réticos se halla vesina ‘rebeco hembra’ (citado de Campell por Jud, BDR III, 8) junto a Trentino besina ‘becerra de un año’; es dudoso, por cierto, que tengamos aquí otro representante de IBEX, pues seguramente tendría razón Schuchardt, ZRPh. XXIII, 199, al unir esta palabra con it. bizzucca ‘becerra’ y engad. betsch ‘becerro de un año’, cualquiera que sea el origen de estas palabras, quizá no independientes del it. becco ‘cabrón’.

En todo caso, es evidente que Schuchardt no anduvo acertado al derivar nuestro becerro, junto con estas voces, del lat. BIS ‘dos veces’, que si puede comprenderse como alusión a la edad de dos años, deja la -c- sin explicar. Por lo demás el mismo etimologista había pensado asimismo en el vasco biga ‘becerra de dos años’ (cuya g, que en vasco no viene de k, es inconciliable con la consonante castellana), y posteriormente (ZRPh. XL 103) propuso otra etimología: lat. BէCէRRAvestido con dos cenefas’ (bicerra, bicerres, bigera, en glosas: CGL V, 172.31, 613.5; IV, 26.8; II, 29.41), compuesto de BIS y CIRRUScopete, cenefa’, pasando del significado latino al de ‘cuero de becerro’ y de aquí a ‘becerro’, proceso semántico inverosímil.

La ac. ‘libro en que las iglesias y monasterios copiaban sus privilegios’ [S. XIV], se explica, según observa Aut., por la piel de becerro con que se encuadernaba; bezero en López de Ayala será una mera grafía imperfecta, que no autoriza a derivar de VEZ (Acad.). En la Argentina parece haber tomado el sentido de ‘pergamino’ (Draghi Lucero, Leyendas Mendocinas, 1941)5.

Comp. REBECO.

1 Se cita un vasco bicerra o becerra íd. Éste figura en Larramendi, pero ninguno de los dos está en Azkue ni demás diccionarios vascos a mi alcance. Terr. dice que en las Montañas llaman becerra «a la tierra, piedras, etc., que caen de un monte». Seguramente confundió el efecto con la causa, pues es sabido que la cabra montés causa muchas veces estas caídas de piedras (comp. Plinio VIII, 79.2: «ibices... ut tormento aliquo rotati in petras, potissimum e monte aliquo in alium transilire quaerentes»).―

2 Sabido es que la desaparición de una I- es frecuente en los iberismos, comp. RFH V, 9n.2, donde se dan muchos ejs., entre ellos arag. sarrio junto a cat. isard ‘cabra montés’.―

3 El mall. betzèrria, menorq. bitzèrria ‘resentimiento, rencor, obstinación’ (BDLC VIII, 263; X, 62; Misc. Alcover, dialecto de Ciutadella), difícilmente tendrá que ver con bizarro (Moll), a causa de la è y de la disparidad semántica (en España bizarro fué siempre laudatorio, y el matiz peyorativo sólo lo tuvo en Italia), mas podría relacionarse con becerro, si fuese una reliquia mozárabe, de otro modo la -C- habría caído en catalán. El Dicc. Alcover cita además betzèria ‘capricho’, en Montblanc, donde todavía podría ser mozárabe, pero betzarria ‘idea fija’ en Llofriu, que por lo demás se acentúa en otra sílaba, debería ser tomado del fr. bizarre.―

4 Viterbo, s. v. eyviçom; C. Michaëlis, RL III, 169-170. Del texto de los documentos portugueses se deduce que la iviçom―por lo general es femenino―se consideraba animal de poco precio, lo que sugiere a la sabia romanista la idea de que sería una cabra montés domesticada y empleada para transportar cargas pequeñas por la gente pobre. Ella nos asegura que de la lectura del conjunto de los fueros donde figura iviçom se deduce que era animal diferente de cavallo, egua, macho y jumento, pero no conoce la glosa silense donde ibizone traduce jumentum, y no prueba documentalmente la domesticación de la cabra montés (el fantástico chamois domesticado de Tartarin no es una prueba, evidentemente), hecho muy sorprendente para un animal que se considera el prototipo de lo arisco.―

5 Comp. berc., astorg. beche ‘cabrón’. Acaso otro representante de IBEX. Pero es más probable que esta forma, como las alpinas e italianas, venga de un grito para llamar al animal. En gallego ha tomado el sentido de ‘matarife, cortador’ (DAcGall., Lugrís, Gram., 148); como hay además un gall. orensano chorizo boche ‘(clase de chorizo) que se hace con bofes’ y un becho ~ bocho ‘persona gruesa y panzuda’ (DAcGall.) es verosímil que haya habido cruce con el fr. boucher ‘matarife’ y su descendencia hispánica (vid. BOCHÍN).