BÁLAGO, ‘paja larga de los cereales, quitado el grano’, de una voz céltica afín al bretón balazn, galés banadl ‘retama’.
1.ª doc.: S. XV, Refranes que dizen las viejas (RH XXV, 146, válago).
Que en castellano esta familia de vocablos presenta más desarrollo y arraigo en las hablas occidentales, lo muestran también los derivados: balaguero ‘montón de leña’ salm.2, balagar ‘montón grande de hierba o paja seca’ ast., berc., ‘conjunto de espigas después de majar’ Sajambre (Fz. Gonzz., Oseja, 205); también el verbo balear o abalear tiene especial arraigo en el Oeste según confirman los datos allegados por Ebeling y Krüger, AILC V, 2153 procedentes de la zona de habla leonesa y del gallego fronterizo. Pese a esta preponderancia geográfica, esta familia no existe en el gallego y portugués propiamente dichos, pues sólo lo hallamos en esa parte de Galicia y en algún punto extremo de Tras os Montes (RLus. V, 29), donde por lo demás aparece en una forma balga alterada por contracción (alteración que puede denotar un préstamo tardío adaptado al sistema fonético autóctono de eles sólo preconsonánticas). De no ser así se habría perdido la -L- intervocálica en gallegoportugués.
En cambio cobra más vigor que en ninguna parte desde el Este de Aragón hacia el Mediterráneo. No sólo el cat. balejar es de uso general en todo el territorio lingüístico para ‘barrer lo trillado o aventado’, etc., sino que presenta gran riqueza de acepciones secundarias (‘aclarar la ropa, enjuagar’, ‘desgranar el maíz’, ‘limpiar otros muchos objetos: productos animales, vegetales’) y crea derivados múltiples: baleigs (‘cribaduras y minucias varias’, ‘remansos de un río’, etc.), baleja, balera, y con el sentido de ‘barrer’ la normal variante fonética del NO. baleiar no sólo se aplica a los quehaceres de la trilla o cosecha, sino también a cualquier barredura, en parte bajo la forma de un deriv. esbaleiar, de donde el ribag. esbalaié(r), que he visto como escoba rústica en las granjas de alta montaña de Castanesa.
Pero además surge en catalán el jefe de familia, bàlec, con sus variantes, y con su sentido originario, designando una de las especies botánicas más típicas y generales de los Pirineos. Conviene ahí rectificar un doble error del DAlcM. que podría desviar nuestra indagación etimológica (como lo ha hecho ya con la de algún colega): el vocablo simplemente no existe más que en una de las tres acepciones que este diccionario le atribuye4, la de ‘Sorothamnus purgans’, arbusto o mata leguminosa. Pero en este su único sentido es un arbusto de los más difundidos en toda Cataluña francesa y en todos los valles pirenaicos de la parte española; y por lo menos en aquella, en Cerdaña, en Andorra, en Berguedá, en el Alto Urgel, etc., no le conozco otro nombre5. Aunque no la traigan los diccionarios publicados, hay ya documentación medieval, p. ej. «scindendi fustes et balecz in nemoribus de Err... balecz» en doc. cerdano de 13086.
Aunque bàlec es la forma general desde el Vallespir hasta la Seo de Urgel por lo menos, en una zona intermedia arrimada al límite con el languedociano (Capcir y zonas lindantes de Conflent y Cerdaña francesa desde Talau hasta Llo y Er) lo que se oye es bala y tiene allí género femenino. No es probable que esta variante fonética sea reciente, y está lejos de ser la única que tuvo el vocablo. Los derivados toponímicos nos muestran que la palabra debió de terminar primero en dental, en todo o parte del territorio, pues el derivado colectivo fué baladar o baladosa en buena pane de la zona: en Talau me dijeron que la gran ladera llamada El Baladà(r) se llama así porque está cubierta de «bales», en Noedes esto se ha alterado en Blagatà(r) (bajo el influjo del moderno bàlec), Joan Baladosa fué el nombre de un dignatario eclesiástico al Norte de Berga en 14627, así se llamó antiguamente una partida de Matamala de Capcir8, hay sendos ejemplos de La Baladosa laderas de cerro en Vallcebre (Berguedá), Estavar (Cerdaña) y Plans Baladós en Sallagosa (ibid.), y en Sançà un lugar semejante ―cubiertos de bàlec todos ellos― se llama La Balatosa. En fin, cualquiera que sea la explicación de la desinencia, ésta ha de ser la forma en que el nombre de esta planta figura, combinada con puig ‘cerro’, en la denominación, del pueblo de Puigbaladó(r) en el Capcir junto al Aude, porque las casas rodean un cerro cubierto hasta ahora de esta planta9.
Luego, si juzgamos por esto se podría deducir que la forma primitiva fuese en parte *BÁLAT- y en parte *BÁLADA (> cat. bala f.), y en cuanto a la forma predominante bàlec cabe dudar si viene de una tercera terminación -AKO- (como parece recomendar el castellano) o si es alteración catalana de *bàlet, tal como ànec ‘pato’ de ANହTEM, préstec de PRAESTէTUS, àmec de AMէDUM (vid. HÁMAGO, recuérdense además galápago ~ galàpet, cf. Calapatar, calapatillo, tàvec ~ tavet, y ràvec, ràfec, etc.).
Completada la documentación hispánica, estamos en condiciones de resolver mejor el problema etimológico del fr. balai y afines, que viene preocupando a los romanistas desde el tiempo de Diez (Wb. 516) y Thurneysen (Keltorom. 89), en que se registró el parentesco con el bretón balazn y formas britónicas análogas. También entre éstas, como entre las catalanas e hispánicas, hay falta de unidad en los prototipos. Pero el hecho de que en francés la ac. primitiva ‘retama’ haya quedado relegada a unos oscuros patois locales, mientras que en bretón y demás dialectos britónicos predomina aquella, creó pronto el prejuicio de que en francés se trataba de un préstamo del bretón. De ahí la teoría de Dauzat de que los bretones vendedores de escobas introdujeron en París una voz bretona en el S. XIII, desde donde se propagaría por Francia. M-L se inclinaba también por un préstamo del bretón10, y si dudaba algo, era sólo en vista de un friul. barats ‘cambronera’ ‘zarzamora’ y un milan. ant. balaza ‘matorral’ probablemente sin relación con nuestro vocablo. Rohlfs (Litbl. XLVII, 356) seguía vacilando; pero es porque todos estos estudiosos toman un punto de vista casi sólo francés.
El saber magistral de Jud, más conocedor de las demás formas románicas, sin excluir del todo las hispánicas, ya en 1910 (ASNSL CXXIV, 98 y 392) rechazó resueltamente el supuesto origen bretón, dando a entender que se trataba de un celtismo de raíces más hondas; doctrina aceptada por Wartburg desde 1925 (FEW I, 232-3). Sin embargo Wartburg y Bloch, que seguían ignorando completamente las formas hispánicas, llegaron sólo a unas conclusiones complicadas y harto ilógicas. Al bretón balazn y ky. banadl ‘retama’ habría correspondido un hipotético galo *BANATLO; una forma como ésta se habría alterado, de una manera independiente, en bretón y en francés, por una metátesis; el resultado *balatno, por su «terminación anormal» la habría sustituído el francés por otra, muy arbitrariamente, cambiándola en -ai, mientras que el dialecto bretón de Vannes conservaba una forma benal más cercana que el bret. general balazn a la variante galesa. Pero por qué la terminación -ATLO-, que al fin es una terminación corriente, viva y productiva en céltico11, aunque sin aplicación natural a nombres de plantas, se habría cambiado por otra tan poco corriente como fr. -ai, ni siquiera trata Wartburg de explicarlo. En la primera edición de este diccionario hice sólo una leve indicación encaminada a completar las conclusiones de Wartburg, sugiriendo algún expediente fonético, pero sin modificar a fondo la exposición de mi antecesor.
El problema sigue sin resolver porque conocemos muy insuficientemente la historia y origen de las formas britónicas y hasta ahora hemos carecido de datos antiguos sobre las del celta continental. En estas condiciones no puedo aspirar a una solución firme y completa, y trataré sólo de señalar el camino de una explicación más lógica y coherente12.
Aunque todos han admitido que entre las formas célticas es banadl la primitiva y balazn (< -adn) resulta de una metátesis, este supuesto no se basa en ninguna razón real, pues si el bret. med. alazn ‘aliento’ es metátesis del ky. anadl, irl. a. anāl íd. (hermanos de ıνεμος, lat. halare y anhelare, scr. ániti, etc.) y el bret. med. y mod. mala(z)n ‘gavilla’ lo es del córn. manal, célt. *MANATLO- íd. (Pok. IEW, 740.38), no existen menos casos opuestos, y la metátesis es íntegramente un proceso reversible. La afirmación de Wartburg y Bloch de que hubo la misma metátesis n-l > l-n independiente pero repetida en bretón y en todas las hablas francesas, era ya un postulado inverosímil; pero ahora nos consta que también hay inicial BAL- en toda la amplitud de España, desde el Mediterráneo hasta Galicia, y en formas bien arraigadas, pero bien independientes de las galorrománicas: evidentemente lo único verosímil es que así en el céltico continental como en el isleño se debe partir de una raíz BAL-, no BAN-, y admitir que son el ky. banadl y el córn. ant. banathel las formas metatizadas.
En la propia Bretaña, es inexacto el dato de la obra de Wartburg de que esté tan arraigado lo uno como lo otro, pues benal sólo aparece en un rincón del dominio, el dialecto de Vannes, mientras que balazn ‘retama’ es ya la forma del bretón medio, y de balaenn ‘escoba’ hay ya vieja documentación (Ernault), por otra parte trégorois baelan ‘retama’ y bal?n ‘escoba’ fué anotado por Giese en los Monts d’Arrée (VKR IV, 355). La alteración en -nadl se explica porque -ATLO- es sufijo muy productivo en céltico y las palabras en -adn son menos numerosas, bastando esto para provocar la alteración, a la cual pudo ayudar todavía el influjo de palabras como el bret. med. benaff ‘cortar’ ~ irl. ant. benaid ‘golpear’ (Pok. IEW, 117); pero las formas romances son indicio inexcusable de que en el Bajo Imperio ya se decía BAL-.
Claro que para quitar todas las dudas convendría saber la etimología de la palabra céltica, sobre la cual poco nos han dicho los especialistas: Pedersen, Vgl. Gramm. I, 135, sólo confirma que es ajena al celta goidélico, y así Pokorny (IEW) como Walde (LEW) se abstienen de estudiarla. Desde luego no veo ninguna raíz verbal indoeuropea que nos la pueda explicar13. Pero en cambio llama la atención el parecido de baladn con el gr. βάλανος y su familia, procedente de un GU?L?-NO- indoeuropeo, de donde sale el nombre de la bellota (y en parte de la encina) en muchas lenguas indoeuropeas: además del griego, el lat. glans, -dis, el arm. kaଜin, el eslavo común (proto-eslavo *Ȥelandi)14, y aunque el lit. giléndra es en general ‘gran cosecha de frutos’ es fácil que fuese primero ‘cosecha de bellotas’ (por ocupar la gìre o selva lituana, generalmente robles y encinas, la mayor parte del territorio nacional) y por lo demás el nombre báltico de este fruto procede de una forma más simple de la misma raíz (prus. gile, lit. gylའ, let. dzilē, Pok. IEW, 472.3). Ahora bien, según la fonética del celta britónico y continental, el resultado de G??L?-NO- tenía que ser balan- como en griego, y además, coincidiendo el latín, el eslavo y el báltico en la ampliación dental (G??L?N-DI- o algo análogo) bien podríamos esperar un resultado como *baland- en céltico, del cual el tipo celta isleño baladn tal vez no sea más que una trasposición fonética.
Es sabido que los nombres de plantas han pasado a menudo en la familia indoeuropea a designar especies muy diferentes. Recuérdense casos como los que cito al azar: gr. ưƓƔóς ‘encina’ = lat. fāgus ‘haya’, la correspondencia del lat. y galobritónico betu(ll)a ‘abedul’ es ‘chopo’ en córnico y ‘boj’ en irlandés, la del lat. fraxinus ‘fresno’ es ‘abedul’ en sánscrito, baltoeslavo y germánico, la del gr. κάστανος ‘castaño’ es ‘roble’ en galo, la del cast. álamo es ‘olmo’ en muchas lenguas, ‘enebro’ en baltoeslavo, ‘cedro’ o ‘pino’ en armenio y griego, ‘mostellar’ en el substrato francés, ‘aliso’ en germánico, latín y el substrato castellano (sin más que variantes sufijales), etc.; lo mismo en nombres de vegetales no arbóreos: κάλαμος ‘caña’ es ‘rastrojo’ en latín y germánico, ‘paja’ en baltoeslavo y céltico, ‘junco’ en tocario; el eslavo proso y prus. ant. prassan ‘mijo’ son hermanos del gr. πράσον ‘puerro’ y del lat. porrum; al nombre griego (μŲλον) y latino de la manzana responde el hitita maིla ‘vid’; al de la fresa en latín corresponde gr. Ǧάξ nombre de la uva; el de la uva en latín es ‘baya, frutita’ en baltoeslavo; al lat. iuncus y sus hermanos célticos responde en germánico y en un compuesto latino el del ‘enebro’15, el lat. prunus ‘ciruelo’ ha dado el it. pruno ‘zarza’; sobre todo cuando se trata de plantas desconocidas en la patria de los indoeuropeos, el caso es normal (scr. aravindaྔ ‘loto’ = gr. ƆρέβινȎος a. al. ant. araweiz ‘garbanzo’), y las diversas variedades de retama son raras o ajenas a las llanuras de la Europa oriental, pero desempeñan un gran papel en las landas británicas, en los Pirineos, etc.
Los indoeuropeos que allá llegaban tenían que llamarlas de una manera u otra con nombres de plantas que conocían y que se les parecieran en algo. Todas las variedades de la retama son leguminosas que producen un frutito a modo de legumbre más o menos comparable a una bellota, y bastante grande y conspicua en el caso del sorothamnus purgans. No hay pues dificultad en concebir el paso de G??L?N(-D-) a designar el baladn o retama, puesto que es sabido que el ieur. G?- da b- en céltico como en griego. Y que en muchas partes esta planta ha tomado nombres de vegetales ajenos, es también un hecho comprobado: en Ribagorza se le llama cúrnia, propiamente nombre del cornizo o cornejo, el vasco isats designaría primeramente la zarza (= sasi), el eslavo rakyta (rs. rakíta < *arquta) parece haber designado primero el enebro como en griego (ıρκευȎος) y en letón (ẽrcis), mientras que el lit. erškའtis es ‘zarza’, pues es derivado del nombre indoeuropeo del arco, que se podrá hacer de enebro, pero no de retama (Pok., IEW, 67). En fin, el nombre mismo del bàlec catalán en inglés ―ingl. dial. gorse, ags. gorst― nos da un paralelo casi perfecto de la evolución semántica que he supuesto, ‘bellota’ > ‘bàlec’16; puesto que esta palabra inglesa, ieur. GHERZD-, es hermana del gr. ıχερƌος ‘pera silvestre’ ‘agavanza’, ę-χρας ‘peral silvestre’, maced. αƔέρƌα íd., alb. dardhë ‘pera, peral’ (> Δάρƌανοι), por más que la acepción más extendida y conocida de este fitónimo sea ‘cebada’, conservada en el lat. hordeum, a. alem. ant. gersta, gr. κριȎαί, de donde por otra parte el lit. gìrsa ‘bromo’ (IEW 445.13); y el mismo tipo, en su forma sorotáptica *GER(S)DO-, me parece ser el étimo del cat. gerd, gerdó, jordó, el nombre de la frambuesa (> gerd adj. ‘fresco, tierno’); por otra parte, nos lleva esto por la mano a un cambio de sentido paralelo a éste, el del ingl. broom, ags. brōm ‘retama’, ‘escoba’, que en alemán y demás lenguas germánicas había empezado por designar la ‘frambuesa’ (así a. al. ant. brāma, al. mod. brombeere, etc.).
Volviendo a la figura del vocablo, las formas del romance no son idénticas a las del celta insular, pero sí se constituyen fácilmente con elementos derivativos muy vivaces en céltico. Junto a la forma atestiguada en britónico baladn- tenemos *BALହDଵ (Conflent bala), BALହTO- de donde viene, como hemos visto, el cat. bàlec, y *BALAD?O- es la base de donde ha de proceder no sólo el fr. balai sino Ardèche b྿láଖ o boláଖyo ‘retama’ (Dornheim, VKR IX, 291), Aveyron bolách, bolájo ‘escoba grosera’ (Vayssier), Dordogne balaio ‘retama’, fr. dial, balai íd.; en zonas más meridionales debió existir esporádicamente esta variante, puesto que la hallamos acá y acullá en la toponimia: Balaja era una aldea hoy desaparecida en el cantón de Rabastens (Tarn-et-G.) nombrada a menudo desde fines del S. XIV17; Balay es nombre de un banco de arena en el río Adour junto a Bayona, ya nombrado Insula de Balay en 1342 (P. Raymond, Dict. Topogr. des Basses-Pyr.); en el Canigó se encuentra el valle de Balaig, caracterizado justamente por la abundancia de bàlec18, y su nombre ya se documenta en 1193 (Balag); también en el Rosellón, junto a Serdinyà, existe un pequeño afluente de la Tet con este nombre, y a él debe de referirse Balaig en 1263, puesto que éste figura en un doc. de Oleta19. Entre los nombres célticos en BALAT- que recoge Holder, la mayor parte podrían, con mayor o menor probabilidad, ser derivados de nuestro nombre de planta20. Queda finalmente el verbo *BALADIARE > fr. balayer ‘barrer’, que aparece también en occitano, ya en la Edad Media, p. ej. balajar en Albi en 1348 (Nègre) de donde balai ‘escoba’ ya documentado por el trovador catalán Cerverí en 1276 (ed. Riq. 39.44); está claro que de esto es alteración la forma bal(o)iier dominante en la Edad Media en francés y resultante de una igualación al sufijo frecuente procedente de -IZARE o -ICARE; a lo mismo obedecen el cast. (a)balear y el cat. balejar.
Una forma con nasal, como en el celta insular, sólo aparece en romance, muy localmente, balan en algunas hablas locales en torno a Lyon. Por lo demás, tenemos formas con oclusiva dental, pero sin la n, correspondientes a los tres tipos *BALହTO-, *BALହDଵ, *BALADIO-. Los tres se pueden comprender como reducción fonética del britónico baladn (quizá con variante -atn) por lo desusado y complicado de esta terminación; o quizá más bien como variantes sufijales fácilmente justificables; también sería admisible una variante apofónica G?ALևD- con և > a tratado como en griego e indoiranio en algún dialecto céltico o sorotáptico. Algo más se alejaría el tipo cast. bálago, si parte de un *BÁLAGO- o *BALACO- originario, pero también éste presenta una variante de terminación plausible en morfología céltica. Sin embargo me inclinaría más bien a igualarlo a las demás formas romances, pues un *BÁLADO- en fonética castellana sólo podría dar *bálao, de donde bálabo o bálago, rellenándose el hiato21 (disimilado como bálamo en Asturias). Comp. BALAY.
DERIV.
Balagar ast. ‘montón pequeño de hierba que se hace provisionalmente en el campo a medida que va secando después de segada’ (V. R), berc. (G. Rey), Sajambre (Fz. Gonzz. 205); embalagar ast. ‘hacer balagares’ (V). Balaguero.
1 Ya en la traducción de Plinio por Huerta, a. 1624.― ↩
2 El benasqués bologuero es ‘desperdicio, residuo’ y ya no un montón, aunque se aplica a materias vegetales, paja u otras (Ferraz, p. 32); no es variante fonético-semántica, sino cruce de bálago y derivados con la familia del gascón bòla (Aran, etc.) y cat. boll ‘cascabillo del grano’.― ↩
3 Pero su idea de una «base onomatopéyica» BAL- es un vano fantasma.― ↩
4 Nunca ha sido la aliaga ni planta alguna espinosa. Y lo de ‘cascabillo del grano’ es definición enteramente arbitraria, debida a la confusión que un francés de Conflent cometió con el fr. balle (voz inconexa), a causa de que allí el dialecto local catalán emplea bala como variante local de bàlec, aunque nunca con el valor del fr. balle. Pero el mejor botánico rosellonés, L. Conill, confirma que no existe otro sentido que el de «genêt purgatif» (Revue du Roussillon, n.° 2, p. 37); «Bàlech: espèce de genêt, arbuste» Jampy, Lliris collits a les Muntanyes del Canigó, glos. Y realmente mi vida de montañés me permite asegurar que no se diferencia de la retama, cat. ginesta, más que por su talla enana y la menor lozanía de sus flores. En una palabra, se trata de la papilionácea llamada en castellano piorno, gayomba o codeso.― ↩
5 En Ribagorza y en parte del Pallars ya no he oído bàlec. En el Valle de Boí se emplea ginèsta en el sentido de bàlec, y en la Ribagorza propiamente dicha las laderas pirenaicas están revestidas de carpí (nombre ausente de los diccionarios) que si no es el sorothamnus purgans se le parece mucho. En el valle de Camprodon y comarcas vecinas se dice bàlec pero también gódoa, aunque según Fabra (que no escribe bien este vocablo) éste sería una especie algo diferente, el ginestell o cytisus scoparius. Por lo demás bàlec es lo general y más conocido en todas partes.― ↩
6 Materiales léxicos allegados por B. Alart y conservados en la Bibl. Munic. de Perpiñán.― ↩
7 Rector de Santa Cecilia de Riutort, Serra i Vilaró, Baronies de Pinós i Mataplana, III, 260.― ↩
8 Catastro de 1835, aunque lo oí alterado vulgarmente en Baladrosa (contaminado por baladre ‘adelfa’).― ↩
9 Nombre documentado copiosamente desde el S. XII. La grafía oficial francesa Puyvalador se funda en una etimología popular, cat. valedor ‘defensor’, pero hay contradicción unánime por decenas de documentos medievales, ya recogidos por Alart y otros, todos ellos escritos -bala-: en unos es Puigbaladós, o formas latinizadas análogas, en otros Puig Baladors (ya en 1192, p. ej.), en otros -dor (p. ej. 1359, 1598). Si fuese aquello lo primitivo se trataría de una formación adjetiva ‘cerro piornoso’, pero según la fonética local, no se podía perder una -s en fin de palabra, de modo que más bien parece ser -or la terminación primitiva. Lo probable es pues que se trate de un genitivo plural latino PODIUM *BALATĶRUM ‘cerro de piornos’ y que lo otro sea una forma secundaria con añadidura de una -s de plural (y eventual reducción fonética de -rs a -s), forma que ha acabado por desaparecer del uso, pues hoy sólo se oye la pronunciación -dྻ(-dü) y así lo tengo anotado de docenas de localidades.― ↩
10 Germ.-Romanische Monatschrift I, 425; REW, 897.― ↩
11 Pedersen, Vgl. Gramm. II, p. 46, § 391.― ↩
12 Remito a otros esfuerzos que se han hecho para resolverlo. Alessio, RIL LXXIV, 737ss., y RLiR XVII, 167 planteó últimamente algunas de las dificultades y llamó la atención hacia algún extremo útil. El trabajo de Platz (Misc. Schuchardt, 178), ya superado, parte de un supuesto fonético falso e imposible, como ya mostró Wartburg. Un discípulo del autor del FEW, Helmut Stimm, insistió en un largo artículo (Fs. Wartburg 1958, 797-813) sobre este problema, pero no me parece que su estudio haya traído mucha luz, y en cambio ha introducido elementos ajenos al problema, que podrían oscurecerlo. En particular, al tratar de envolver en la cuestión el fr. balle ‘cascabillo del trigo’. El sentido de éste es tan lejano que nada en común tendrá con esta familia. Ya hemos visto que se parte del dato falso de que el cat. bàlec tiene el significado del fr. balle. El hecho es que balle se traduce en catalán por boll y en gascón (Arán, etc.) por bòla, así como oc. ant. bala «gousse, enveloppe de grain»: esta misma definición y la concordancia de bòla con el cast. bola, la del cat. boll con BULLA (mall. bolla), y aun el cast. cascabillo (vid. CASCABEL) se trata evidentemente de la idea de ‘paquete, bola, cascarilla, envoltura del grano’ (fr. balle ‘envoltorio’) y ninguna relación puede haber con la retama ni con el verbo baller ‘danzar’ (como supone Bloch-W.). Me limito a indicar sumariamente que no hay relación con el calabr. y sic. bàlacu, sic. barcu, gen. balcu (también corso y sardo), que designan una planta enteramente diversa, Matthiola annua, especie de violeta de color amarillo violado, que Rohlfs quiere traer del ár. bálaq «bigarrure de blanc et noir», pese a la extensión geográfica, cf. Hubschmid, Museum Helveticum VII, 224.― ↩
13 La del irl. ant. bolad ‘olor’ (< BHOLO-) y G?EL- ‘pinchar’ (Pok. 162, 470) convienen muy poco, aquélla en lo fonético y ésta en lo semántico; y además aquélla se documenta sólo en irlandés y en letón, ésta en griego y balto-eslavo y sólo en algún sentido secundario e inaplicable (‘muerte, pena, dolor’) aparece en céltico. La relación con el grupo de benaff sólo será a lo sumo de etimología popular, puesto que ni la retama propia ni la enana son plantas cortantes ni aptas para dar palos. Tampoco puede haber relación con el alem. besen ‘escoba’ (a. al. ant. bësamo), con los lat. ferula y festuca, ni con el gr. ęσưóƌελος, por razones fonéticas claras, por más que todas sean nombres de plantas sin etimología averiguada.― ↩
14 Paleosl. Ȥel༜dĭ, rs. Ȥëludĭ, svcr. Ȥèlūd, pol. żoଜ༜d?, vid. Meillet, Éts. Etym. Voc. du V. Sl. 322.― ↩
15 Pok. IEW, 107, 480, 303, 612, 446, 513, etc.― ↩
16 Gorse es especialmente británico; en otras partes, furze, que además designa un vegetal algo distinto del bàlec, según el grabado del Dicc. Encicl. Thorndike-Barnhart, pero si éste es usual en los Estados Unidos, se tratará de una planta americana que no tiene por qué ser idéntica a la europea. La definición de ésta, y aun la de aquélla, evocan todos los detalles del bàlec: «a low, prickly, evergreen shrub with spinelike leaves and yellow flowers», «a low prickly, evergreen shrub of the pea family, having yellow flowers, and common on waste lands in Europe».― ↩
17 Como observa Nègre, Top. de Rabastens § 1105-1110, esto y el albigense balejar de 1368 bastarían ya para demostrar que no es bretonismo.― ↩
18 Pierre Vidal, Guide du Roussillon, 191.― ↩
19 Documentos recogidos por Bernat Alart en su Diccionario del catalán medieval conservado en la Biblioteca de Perpiñán.― ↩
20 Hay 6 en el tomo I, 335, y 7 más en el III, 793. Especialmente Balatedĭne (Gregorio de Tours), al cual serán idénticos Balatenno y Balatetone (localizados en la Haute-Vienne y en Indre-et-Loire), tiene aire claramente céltico, también Balato, -onis, Balatonna y otros. Por cierto que ninguno de ellos se documenta en fecha lo bastante antigua para que no pueda ser Balad- la forma originaria; cf. Antoine Thomas, Nouv. Essais, pp. 44-45; ya es más dudoso que el tipo BALATIACUM (> Balazac, Creuse), también aludido ahí, pueda alinearse junto a esto.― ↩
21 De todos modos no creo que haya relación entre el nombre de la ciudad catalana de Balaguer y el cast. balaguero o el cat. bàlec. Por lo pronto ya no hay bàlec en zona tan cercana a Lérida, y el nombre Balaguer, a juzgar por el Balague(t) de la Chanson de Roland y por la grafía Balaġay de las fuentes musulmanas coetáneas, no puede tener sufijo -ARIUM y ha de salir de un BALACAIO- o -GAIO- antiguo. En cambio, sí tendrán -ARIUM Prats de Balaguer en el límite entre Cerdaña y Conflent; Balaguier en el Aveyron, uno antiguo situado en el Lauragués (entre el Aude y Toulouse), ya citado como Balag(u)eríum tres veces en el S. XII desde 1142, un mas de Balaguer en el Bearne (en el mun. de Monein, 1385, P. Raymond) y Balaguères en el Couserans (O. del Ariège), en cuyo término aparece también un Balagué; pero dudo mucho de que nada de esto tenga relación con bálago o bàlec, pues la mayor parte están fuera de la zona pirenaica del «bàlec» y, en cambio, bien podrían tener igual raíz que el citado *BALAGAIO- cuyo sufijo parece sí prerromano pero no céltico; además aran. balaguèra ‘viento cálido que agosta las plantas’. ↩