AGUA, del lat. AQUA íd.

1.ª doc.: orígenes del idioma (Glosas de Silos, etc.).

Está muy difundida dialectalmente la variante augua, con propagación de la u, en leonés (Alex. O, 1323b; para Sanabria, vid. Krüger, Homen. a M. P., II, 130) y en aragonés (Tilander, F. de Aragón, 238, 375; inventario de 1469: BRAE IX, 120), y de ella pueden salir por disimilación las formas cat. aigua y oc. aiga; por otra parte gall. auga 1. De la interesante ac. ‘río, corriente de agua’ [Cid; J. Ruiz, 266b; etc.], hoy muy arraigada en la toponimia de algunas zonas, pueden verse ejs. en el DHist.

Vulgarmente, a causa del empleo con el artículo el, se hace masculino en la Argentina y en otras partes (este agua), uso que ya aparece en Santa Teresa (vid. Aguado). Ast. agua mala ‘crisaora brillante, especie de medusa’ (V).

DERIV.

Aguacha, arag. [Aut.]. Aguachar ‘charco’ [J. Manuel], hoy aguachal [S. XIII, Libro de los Cavallos 7.19] en Burgos. Aguachar ‘enaguachar’, arg. ‘hacer volver barrigón’ [Ascasubi: BDHA III, 193]. Aguachento ‘aguanoso’ amer. Aguachinar, arag., venez.; también enguachinar (falta aún Acad. 1899). Guachapear ‘golpear y agitar con los pies el agua detenida’ [1734 Aut.], de *aguachapear, cruce de aguachar con la raíz onomatopéyica chap- de los sinónimos CHAPOTEAR, chapalear, chapullar; secundariamente ‘sonar un objeto de hierro por estar mal clavado’ (como las herraduras flojas) [1611, Covarr.]; ‘hacer una cosa de prisa y chapuceramente’ [Acad. 1884, no 1843], ‘revolver malamente’, ‘despachar sumariamente’, (1588 y 1605: J. de Pineda, y La Pícara Justina, Cej. IV, pp. 544-5), de ahí chil. ‘atrapar cosas de poco valor, más por broma que con intento de robar’2; guacharpaso extrem. ‘golpe que uno da al caer en un sitio lleno de agua’ (BRAE IV, 91), de *aguarchapazo, con la variante de sufijo que vemos en enaguarchar (V. s. v. CHARCO, nota); gachapero ‘barrizal’, albac. (RFE XXVII, 248); partiendo de la ac. ‘hacer algo chapuceramente’: hond. guachapeado ‘viejo, achacoso’, venez. guachapa ‘bullicio, desorden’, colomb. guachapita o guachafita íd., bol., guat., per. guachafa ‘mujer que viste ridículamente’3. Guacharrada ‘caída brusca de algo en el lodo’ [princ. S. XVII: P. de Ribera]. Aguada [h. 1440: Díaz de Games]; guada significa ‘charco de agua’ en Campeche y Quintana Roo (Méjico: Vocab. Agr. Nac.); guadal [1787] ‘pantano, tembladeral’, arg., colomb. (Malaret, Supl.)4. Aguadera. Aguadero. Aguadija [1680], vid. Tallgren, Glanures Cat. et Hisp.; Rom., III, 162-4; ast. aguadía (V). Aguaje (vco. guai en Lequeitio, guaje en Fuenterrabía ‘corriente, aguaje’, aguai en Bermeo, guaya en el labortano (o b. nav.?) Pouvreau, S. XVII). Aguanoso [1535]. Aguañón [Acad. ya 1884, como antiguo]. Aguado [Nebr.], es la palabra popular, a la que hoy hace concurrencia el cultismo abstemio; para la ac. ‘desmazalado, flojo’, usual en Extremadura, Méjico y América Central, vid. BRAE VII, 619. Aguar [S. XIII: Partidas, F. de Zorita, J. Manuel; Cuervo, Dicc. I, 266-7]. Aguador. Aguatero, arag. Aguaza [1513]. Aguazal. Aguacero [1492, Woodbr.; 1513]. Agüera, arag., ‘acequia’ [1625]. Adaguar, arag., ‘abrevar’ [1589], del lat. ADAQUAREregar’, ‘abrevar’, derivado de AQUA (de aquí también, oc. ant. azaigar, gasc. adaigoà ‘regar’). Desaguar [1604]; desaguadero [1526, BHisp. LVIII, 355], desaguador; desagüe. Enaguar (ast. ‘enaguachar el molino obligándole a pararse’, ‘apetecer, un niño, un alimento que ve tomar a otro’, V); enaguazar [Nebr., con -ç- sorprendente]; desaguazar. Enaguachar, comp. enaguarchado en Aut. (término bajo); comp. aguarzar en el DHist. Sobreaguar [1492, Woodbr.]. Gall. aguaneira ‘ratón grande del campo que frecuenta los ríos y los pasa a nado’ Sarm. CaG. 211r. Los siguientes son cultismos derivados del lat. aqua: Acuario [S. XIII, L. del S. de Astronomía], del lat. aquarium íd. Acuático [APal., 285d], del lat. aquaticus. Ácueo [1513, Gordonio], de una forma b. lat. aqueus íd., comp. it. acqueo. Acuoso [ya en 1499, D. Guillén de Avila (Lida, Mena, p. 426)], del lat. aquosus íd.

CPT.

Ast. alicornia (Oviedo) ‘agua en la cual se introduce un pedacito de asta de ciervo utilizándola después para curar el mal de ojo’ (V, s. v. agua del cuerno) < *aguicornia, lat. aqua cornea, alterado por influjo de alicornio variante de unicornio (alicornu en Munthe). Aguaducho [Alex.; vid. DHist., y además, J. Ruiz, 246; Rim. de Palacio, 923], del lat. AQUAE DŬCTUSconducto de agua’, ‘acueducto’, hoy anticuado5, menos en la ac. ‘puesto donde se vende agua’, que es andaluza, y la de ‘inundación’, conservada en Bilbao (Arriaga). Dada la existencia de tantos representantes populares de AQUAEDUCTUS en España, deberá estudiarse la posibilidad de que existiera también en mozárabe. El caso es que Ȑuȟdûd es palabra árabe sólo documentada en R. Martí 8 y 219: el resultado fonético de AQUAEDUCTUS en mozárabe, de haberse contraído pronto en *ACDUCTU (como sería de esperar), debería ser precisamente aȟduȟto (-KT- > -ȟt- y -X- > -ȟš-, cf. Griffin, Los mozarabismos del vocabulista, etc.), y dada la fuerte tendencia del mozárabe a la asimilación vocálica y la tendencia del árabe a la estructura trilítera, el paso de aȟduȟtu a ar. *uȟdût o Ȑuȟdûd sería natural. De todos modos, es cierto que hay una raíz ȟadd en árabe, pero no es de las fecundas ni populares, y, por lo menos en los textos vulgares, no aparece con carácter verbal, y además la mayor parte de sus representantes tienen acepciones (‘mejilla’ ‘cara u hoja de una pared’ ‘puerta o construcción’, etc.) extremamente inconexas con las de ‘acueducto’, a excepción, sin embargo, de un ȟadd ‘arroyo’ ‘hendidura, rendija, foso, surco’ y de un Ȑuȟdûd ‘surco’; pero estos dos vocablos sólo figuran en Belot o Freytag (no en Dozy). Son pues palabras apenas documentadas cuya procedencia se debería revisar (cf. Dozy, Suppl. I, 352). Según el aspecto actual de la cuestión, parece como si realmente un mozárabe *aȟduȟto hubiera sido arabizado en uȟdûd, por adaptación a una raíz ȟadd de origen semítico, oriental o africano. Habría que buscar más documentación de uȟdûd ‘acueducto’ (PAlc., s. v. aguaducho, -tocho, Lerchundi y Corriente dan traducciones árabes muy diferentes, y Simonet nada trae de parecido). La palabra aguatocho [h. 1440] parece ser duplicado de aguaducho: la -t- parece ser debida a aguatuel (auguatuel) que con el mismo significado de ‘compuerta’ aparece en un texto jurídico aragonés de h. 1400 (Tilander, F. de Aragón, 237-8), compuesto con el verbo TOLLĔRE (hoy aguatiello por influjo del sufijo -ELLUM); viceversa la variante aguaduello de otros textos aragoneses antiguos es el mismo aguatuel con la -d- de aguaducho; de aguaduello se extrajo la forma dueyllo de Vidal Mayor. Quizá deba postularse un compuesto *AQUIT֊LLIUM, de fecha muy antigua, en vista del rioj. aguadojo ‘canaleta de agua’ (citado por GdDD 623), pasiego aguatujo ‘albañal’ (G. Lomas) y las formas que cito en este pasaje. Aguafuerte. Aguamanos [S. XV], del lat. aqua-in-manus ‘agua para las manos’, que en inscripciones pompeyanas ya aparece en la ac. de ‘aguamanil’. El roncalés juamano «barreño, jofaina» (Iribarren) es curioso: ¿quizá de un latinismo vasco *(a)kuamano, de donde un diminutivo vasco *xuamano? Pero quizás haya una mala inteligencia de Iribarren y se trate de un ju(g)amano ‘toalla para secarse las manos’ = cat. eixugamà íd. (= cast. enjuga-mano). Aguamanil [1069: M. P., Oríg., 51], del lat. tardío AQUAMANILE íd. (en el galo Fortunato, S. VI: Rom. XL, 109)6, derivado de dicha locución latina, el cual ha dado también el port. gomil, gormil. Aguamarina. Aguamiel [1513]. Aguapié ‘vino hecho con orujo y agua’ [Nebr.], propiamente ‘agua de pies’ por los que pisaron el orujo: debe tratarse de un compuesto de cierta antigüedad, pues reaparece en el port. aguapé y mozár. aguapí (PAlc.); por lo demás Simonet relaciona con el cast. pie ‘poso, hez’ (es decir: lo que está en el pie, en el fondo del vino), tal vez con razón (comp. ZUPIA). Aguardiente [1406-12]. Aguasal, ya en APal. ‘salmuera’. Del mismo origen el bearn. aygue-sàu ‘eau salée’ y otras formas romances. El vco. gezal (gesal, kresal) parece ser de la misma etimología. Más dudoso es si viene de un lat. AQUAE SAL (propiamente ‘sal de agua’ o ‘del agua’ > ‘salmuera’) o AQUA SALIS o bien préstamo más tardío de un gascón preliterario o dialectal aque-sal (cf. dicha forma bearnesa y la variante ague de aygue ‘agua’, viva todavía en ciertos valles del Bearne): más bien lo primero o lo último, pues parece que AQUA SALIS habría dado algo como *akazariz en vasco. Para esta lengua señala Azkue: gezal ‘salmuera’ en los tres dialectos vasco-franceses y ‘agua de mar’ en Zumaya (Guipuz.); gesal ‘agua de mar’, común en Guipuzcoa y, en el sentido de ‘salmuera’ en b. navarro y suletino (los dos también en otras acepciones claramente secundarias); kresal ‘agua de mar’ es, por otra parte, la forma vizcaína, que Azkue registró en Lequeitio, y el ondarroano Domingo Aguirre empleó como título de su novela marina Kresala; Michelena sospecha que ya figuraba en los Refranes del S. XVI (por hallarlo, con la definición de ‘agua salada’ en el Supl. de Larramendi); que la -r- de esta forma vizcaína es secundaria y debida a repercusión, se apoya no sólo en la forma sin -r- de los demás dialectos modernos, sino además en la variante Kessalla que aparece como nombre de lugar en Álava en 1025 (cf. Michelena, Apell.)7. Aguaviento [1604, Pérez de Hita, G. Civ. de Gran., ed. Blanchard, II, 85]. Acueducto (vid. en aguaducho).

1 Que no se considera vulgarismo, pues es la forma que Castelao emplea siempre («no fondo das augas 88.13, 254. 23) aun poniéndola en boca de personajes serios (218.5) o de sí mismo (225.7f.).―

2 «Le ofrece una varillita de virtú que él se había guachapiao y que de ná poía servíle», G. Marurana, Cuentos Tradic. en Chile, AUCh. XCII, ii, p. 71 y glos.―

3 De ahí guachafo ‘cursi’, vid. F. Schwab, Lo huachafo como fenómeno social, en la revista de Lima Tres, 1940, n.º 4, pp. 16-22.―

4 La relación con el ár. wâdi ‘río’ que sugería Tiscornia es imposible en una palabra exclusivamente americana y local como ésta, observa con razón M. L. Wagner, VKR III 89n. Dice Lafone Quevedo que en algunas partes emplean la forma bobadal, lo cual sugeriría partir del sinónimo buhedal (V. BODÓN). Quizá sea esto lo mejor. De todos modos el hecho es que en los Andes mendocinos he oído muchas veces aguada aplicado a una fuente que nace en los cerros y extiende sus aguas formando charca. Hay que rechazar la idea de la Sra. Vidal de Battini (BDHA VII, 306) de identificar con guadual ‘plantación de bambúes’, pues no se hace esta planta en los guadales, y guadua ‘bambú’ no es arg. ni chileno y ni siquiera peruano (vid. Malaret, Supl.). La Sra. V. de Battini se pronunció después (Homen. a Krüger II, 316) por el étimo buhedal teniendo en cuenta la forma buadal, que documenta en texto paraguayo de 1721. Realmente esto decide la cuestión en favor de esta otra etimología, que ya admitía yo alternativamente.―

5 Sustituido en parte de sus acs. por el cultismo acueducto [1600].―

6 También en textos latinos de España, como el documento ovetense de 812, que extracta Steiger, Festschrift Jud, 630.―

7 Las formas vizcaína y alavesa con k- son desfavorables a otras dos etimologías imaginables que chocan todavía con otras objeciones: a) analizar ge- como una variante del afijo privativo ga-, pero no veo qué podría ser entonces -zal; b) relacionar con el común gatz ‘sal’ y su familia: el vizc. gazun ‘salmuera’, quizá gaztan-gazna ‘queso’. Parece que Azkue, Morf. 37-39, no sé con qué fundamento, quiera distinguir semánticamente entre lo antedicho y kresal ‘salmuera, lodazal’. Ignoro qué relación existe entre todo esto y el guip. ur-geza ‘agua dulce’.