ZAFRA ‘cosecha de la caña de azúcar’ del port. safra ‘cosecha’, de origen incierto, quizá arábigo, pero no es posible precisar el punto de partida.

1.ª doc.: 1836, Pichardo (1869).

Define «la cosecha anual de la caña, su molienda y elaboración del azúcar en los ingenios, desde que se corta aquélla hasta que se envasa o guarda ésta cada año». La Acad. lo admitía ya en 1869 (no 1843) como «cosecha, rendimiento, elaboración del azúcar y sus cañaverales», definición modificada en eds. sucesivas en las tres acs. «cosecha de la caña dulce», «fabricación del azúcar de caña, y por extensión, del de remolacha», «tiempo que dura esta fabricación». No he notado el uso vivo de esta palabra en España (¿se dirá en alguna parte de Andalucía? No debe de ser del todo ajeno al leonés: por zafra ‘en abundancia’ en el ast. de Lena, Neira, p. 293); sí en la Arg., por lo menos es común leer noticias de la zafra de Tucumán; por lo demás el vocablo no figura en los dicc. de americanismos (salvo Pichardo), por haberlo admitido la Acad. antes de la recopilación de casi todos estos diccionarios, y así es probable que se emplee en otros países americanos además del Río de la Plata y Cuba, pero seguramente en parte alguna tiene tanta vitalidad como en esta isla, donde hacer zafra vale también ‘enriquecerse’ (aunque en la realidad ambas cosas no son sinónimas, como lamenta Ca., 104).

Se trata de uno de tantos portuguesismos afirmados en las Antillas (comp. RFH VI, 144n.). En portugués safra no es sólo ‘cosecha de la caña de azúcar’, sino ‘cosecha’ en general, y también «boa nascença de frutos». No conozco con precisión la antigüedad que tiene en este idioma, pero desde luego no es palabra reciente, pues según Moraes foi ano de safra ya se encuentra en la História da Índia del trasmontano Pinto Pereira (h. 1575), y safra de azeitona, de assúcar, está en el Castrioto Lusitano: Entrepreza e Restauração de Pernambuco por Fr. Rafael de Jesús (1679).

Apenas se ha estudiado la etimología: Nascentes sólo se refiere a la idea de Eguílaz, aceptada por la Acad.: ár. Ɋafarîya ‘otoño’. Realmente una palabra así ha existido en árabe: esta palabra o el masculino correspondiente Ɋafarî se encuentran en la tradición lexicográfica desde Abu բanîfa (princ. S. X) y el ?auharí (Lane, s. v.), pero no son palabras generalmente conocidas, como lo prueba el desacuerdo de los lexicógrafos en cuanto a su sentido: para los unos es la cantidad de ovejas o cabras que nacen en cierto período del año después de agosto, para otros es el nombre de este período, acerca de cuyos límites difieren, pues unos lo hacen llegar hasta primeros de enero, otros hasta primeros de octubre, y otros todavía lo definen en forma distinta; es evidente, pues, que se trata de una palabra que pronto envejeció, y admitiendo la definición del más antiguo, Abu բanîfa, podemos contentarnos con que es «la época en que se va el calor y en que se acerca el frío», lo cual indica el otoño o el fin del verano. Aunque esto da una buena base semántica para ciertos aspectos de las cosechas, como la vendimia, no es tan buena para otras, como la de los cereales, etc. (no tenemos por qué preocuparnos especialmente de la del azúcar, puesto que no es éste el sentido portugués). En lo fonético hay más dificultad: ni Ɋafarî ni menos Ɋafarîya1 serían adecuados; haría falta otra palabra de la misma raíz que significara algo parecido, de lo cual no tenemos conocimiento2. No sólo esto, sino que ni en el árabe de España, ni tampoco en el moderno del Norte de África parecen existir safarî ni palabras análogas (faltan Dozy, R. Martí, Beaussier; nada en PAlc., Lerchundi, Tedjini, s. v. cosecha, récolte). Luego hay que abandonar esta idea. Ni siquiera podemos decir que es seguro que safra venga del árabe, aunque no es inverosímil tal sospecha en una palabra portuguesa con -f- medial. Pero apareciendo pronto en textos relativos a la India y al Brasil debemos admitir la posibilidad de que se tomara de una lengua de uno de estos países, a lo cual sería favorable la falta primitiva de la palabra en castellano; el hecho es que nadie parece haberse preocupado de buscar una etimología en estas direcciones (falta en Dalgado; Friederici; Morínigo, BAAL III, pp. 1 y ss.). En el Brasil es palabra bien viva, pues allí se formaron los derivados safreiro «operário que só trabalha durante a safra» (Taunay, Léxico de termos vulgares... no Est. de São Paulo) y safrejar «explorar um engenho de açucar ou de aguardente; produzir (um engenho de açúcar)» (Lima-B.), desusados en Portugal; en Río Grande do Sul safra es «a época da venda do gado, da lƟ e do xarque» (Luiz C. de Moraes). Por otra parte el vocablo no parece existir en Galicia (Vall., Schneider) ni lo encuentro en algunos glosarios del portugués medieval (Canc. da Ajuda; Padres de Mérida; CortesƟo, Subsídios y Onomástico). Desde luego todos estos indicios son insuficientes para orientar nuestra búsqueda hacia el Brasil o hacia la India, entre otras razones porque un arabismo seguramente también habría permanecido ajeno al gallego.

Lo probable por ahora es que safra sea deformación de la voz árabe que significa ‘cosecha’, o sea Ɋáȳfa. Éste era el sentido del vocablo en el árabe de España (PAlc.; Hist. de los Almohades en Dozy, Suppl. I, 857); en el clásico valía ‘verano’. ?áȳfa dió realmente ceifa (o aceifa) en portugués con el sentido de ‘época de la cosecha’, ‘cosecha de cereales’3, y ceifar ‘cortar la cosecha’. Pero según PAlc. el vocablo se pronunciaba çáifa con á en el árabe de Granada, y de esta manera podríamos pensar en un préstamo algo distinto hecho en otra región o en otra época. Así y todo hay una evidente dificultad fonética. Quizá en el habla de los cristianos mozárabes o en algún dialecto corrompido de los moriscos portugueses se produjo una confusión entre las dos palabras arábigas Ɋáȳfa ‘cosecha’ y Ɋáfra ‘amarilla’, femenino hispanoárabe del adjetivo ȐáɊfar ‘amarillo’, común en todas las épocas (Lane, PAlc.), confusión tanto más fácil cuanto que el verbo Ɋáffar vale ‘dorar las espigas (hablando del sol)’ en Argelia (Beaussier) y Ȑasfâr es allí mismo ‘dorarse (hablando de la cosecha)’4.

El P. Asín Palacios, en Al-Andalus, IX, 40, quiere partir de un ár. Ɋáfar ‘otoño, estación de la cosecha’, del cual no conozco testimonios, y es muy dudoso que esté bien entendido. Lo que sí se empleó en España es el ár. sáfra, que propiamente significa ‘viaje’ (Dozy, Belot, Beaussier, etc.), pero que en Marruecos tiene hoy la ac. ‘vez’ (Lerchundi) ―comp. cat. viatge ‘vez’, it. y cat. volta íd.―: ahora bien, este sáfra aparece en un doc. árabe de Veruela (junto al Moncayo), de 1245, traducido por Gnz. Palencia como «vez o jornada de riego» (Al-And. X, 81) y en el mismo sentido hallamos açafra (y según Gnz. Palencia también açofra) en docs. del Cartulario de Veruela (p. ej. «las aguas... que Trahit suele prender en cada açafra, de abril entro a sant Migael» ibid., p. 87). ¿Se llamaría en Portugal sáfra cada una de las veces que se cosecha un producto agrícola? Sería especialización de sentido. O bien, y me parece más probable, hubo alteración de ȳfa ‘cosecha’ por confusión fonética con sáfra ‘turno de riego’ y Ɋafra ‘amarillo’ con su familia.

1 El primero, si tuviera una variante *Ɋafrî sería probable que se pronunciase *Ɋáfri en el vulgar hispano-árabe; no hay, empero, noticia de tales variantes.―

2 Es incierto de dónde derive Ɋajarî. Quizá de Ɋáfar, nombre antiguo del segundo mes del calendario lunar de los musulmanes; para otros, nombre conjunto de los meses primero y segundo. Lo cual no nos conduce lejos, pues es sabido que la equivalencia de estos meses lunares va cambiando radicalmente según las épocas. Según la opinión autorizada de algunos (vid. Lane) cuando se dió nombre al mes de Ɋáfar en tiempo de Mahoma, equivalía a parte de diciembre y parte de enero (Lane, p. 1254a), y así derivaría de Ɋáfar ‘hambre’. No es imposible que Ɋafarî se derivara de Ɋáfar ‘2.° mes lunar’ en tiempo de Mahoma o algo después, desplazándose un poco el significado (sea el del mes o el de la estación). Pero también podría tratarse de un derivado de ȐáɊfar ‘amarillo’, por ser el tiempo en que amarillean las hojas. Sea como quiera, nada de esto nos anima a suponer la existencia de un ár. *Ɋáfra ‘estación de las cosechas’.―

3 Se extendió también a Galicia ceifa, entre labradores «el tiempo y la faena de la cosecha de frutos» («ahora fulano está na zeifa, ya empieza a zeifa») y luego pasó a otras faenas («a zeifa das vendimias», «zeifa da pesca-la sardiña») y en las Fragas es «la cosecha de granos» Sarm., CaG. 227r), incluso a ‘recaudación’, ‘acopio’: de un pordiosero que no tiene «arte para desempeñar a sua ceifa» habla Castelao 215.5; y desde ahí (o desde ‘montón de cereales’) debió de pasar en gallego a ‘montón de otras cosas’ y a ‘rol, lista’ (más castizo que estas dos palabras, que también se emplean allí, Lugrís Gram. p. 119). Por lo demás vid. ACEIFA, que es sustancialmente el mismo vocablo.―

4 Para el origen del nombre de lugar Zafra (seguramente sin relación con zafra ‘cosecha’), no estudiado por Asín en su Toponimia, vid. Hernández Jiménez, Al-Andalus VII, 113-125; hay por lo menos cuatro en España: Zafra de Badajoz (el mayor con mucho), Zafra de Záncara (40 km. al SO. de Cuenca), Zafrilla (bastante lejos de allí, 45 km. al NE. de Cuenca) y el caserío de La Safra, que ya es de lengua catalana, pero agregado al municipio de Villena (2 km. al N. de esta ciudad) y que en castellano llaman también Zafra, el cual parece importante en la cuestión que estudiamos, por llevar artículo, a diferencia de los otros, lo cual supone palabra más o menos apelativa. Está ya junto al término de Fontanars (prov. de Valencia) y al pie de la Penya de la Safra, que es una pequeña sierra de 897 m. de altura, que forma el trifinio con aquel pueblo y Beneixama. Es evidente, pues, que el nombre le viene del ár. aɊ-aȟra ‘la piedra’ («lapis» R. Martí) [quizá se diría primero Al-zafra y con metaplasmo La Zafra], luego nada tiene que ver con zafra ‘cosecha’. También Zafra de Badajoz y Zafrilla estan muy cerca de sierras considerables y aunque éste ya no es el caso de Zafra de Záncara, peñas las hay también junto a los ríos; luego es por lo menos posible que los cuatro nombres tengan esa misma etimología.