ZAFIRO, antiguamente çafir (o çafil, çafí, çafía), parece haberse tomado del ár. Ɋafîr íd.; aunque posteriormente sufrió el influjo del lat. sapphīrus, tomado del gr. σάπưειρος, que a su vez parece ser voz de origen oriental, emparentada con dicha palabra arábiga.
1.ª doc.: Alex.
El carácter constante de las formas antiguas sin -o y de la ç inicial hace convincente la opinión de Cuervo de que el cast. zafiro en realidad procede del árabe y no del latín o el griego, aunque en el Siglo de Oro fué adaptado a la terminación de la palabra grecolatina. Por lo demás, también el it. Ƿaffìro presenta una inicial anómala, pero nada se opone a que admitamos origen arábigo también para el italiano: el comercio medieval con la pedrería de Oriente se hacía a través del Levante de lengua arábiga. En árabe, Ɋafîr ya es clásico, y está también en PAlc.
Quizá del mismo origen que zafiro, pero partiendo del acento griego σάπưειρος (sapphĭrus en Venancio Fortunato), vendrá el it. zàffera (o zàffara) [med. S. XVI, Piccolomini], fr. safre [h. 1200, DGén.], ingl. zaffer [S. XVII], cast. zafre [Acad. ya 1817, no Terr.], puesto que este nombre designa un óxido de cobalto empleado para dar color azul (testimonios inequívocos desde Piccolomini, en Tommaseo), y puesto que ya Bernard Palissy (S. XVI) dice que el color del zafiro le viene de haber pasado por alguna «minière de saphre» (cita de Devic). En cast. y en port. (D. Vieira, no Moraes) el vocablo es tardío y seguramente se tomó del fr.; la definición que daba la Acad. en sus eds. 1817-1869 ‘polvo de bismuto’, después rectificada por la propia Acad., parece ser sencillamente infundada, y así quedan sin valor las dos etimologías que en esta definición se fundaban, fijándose en el color amarillo del bismuto: la de Devic, ár. za⺆âfir, plural de za⺆farân ‘azafrán’ (teniendo en cuenta que para los alquimistas azafrán de Marte y azafrán de metales eran ciertos preparados de color amarillo), y la de Dozy (Gloss., 359), quien relacionaba con los ár. ȐáɊfar ‘amarillo’ (fem. Ɋáfra) y Ɋufr ‘azófar, latón’ (‘herrumbre’ en PAlc.) (los cuales, por lo demás, no convenían fonéticamente)1. Probablemente idéntico al anterior debe de ser zafra «esclats de la pierre de la mine qui a le vif-argent» (Oudin, falta en Covarr. y Aut.), «mineral pobre mezclado con escombros» [Acad. 1884] (nótese que el polvo del ácido de cobalto, empleado para la fabricación del vidrio azul, se llama safra y no safre en port.).
En cuanto a zafra «vasija de metal ancha y poco profunda, con agujeritos en el fondo, en que los vendedores de aceite colocan las medidas para que escurran» [Acad. 1843, no 1817], «vasija grande de metal en que se guarda aceite» [Acad. 1884, no 1843], no sólo el origen, sino también la localización de esta palabra (de la cual no conozco testimonio alguno fuera de la Acad.), y aun la misma descripción de la cosa, son enteramente inciertos. Y así es imprudente derivar este vocablo del ár. (Ȑániya) Ɋúfr ‘(vasija) de latón’, como quisiera Eguílaz (que reemplaza Ɋúfr caprichosamente por Ɋáfr), lo cual, por lo demás, sería ya imposible en el aspecto fonético. Faltan más datos sobre la cosa y el vocablo para poder decir si es corrupción de ZAFA, o si puede ser lo mismo que zafre, -a, ‘óxido de cobalto’, ‘escombros de mina’, o si tiene que ver con el port. safra ‘cosecha’ (V. ZAFRA), lo cual sería posible si designa la vasija para guardar el aceite de la cosecha (no parece que haya relación posible con el port. safra ‘yunque’2 y gall. zafra ‘yunque, especialmente el de los herreros’, Sarm. CaG. 106v).
DERIV.
Zafrero.
Zafirino [S. XVII, Aut.]; zafirina. Zafíreo.
1 Claro que no arregla nada admitir un cruce de Ɋufr con za⺆farân, como quisieran Tobler, M-L. (REW 9588) y Gamillscheg (BIPFS).― ↩
2 Éste, según Eguílaz, saldría de zábra, variante moderna del ár. clásico zúbra ‘yunque’ (R. Martí), de donde procede el arag. azobra. Zábra se encontraría en Marcel, y desde luego hoy se pronuncia con fatha (o sea zébra) en Marruecos (Lerchundi) y en Argelia (Ben Sedira). De todos modos esto no explica la -f- y aun ni siquiera la á, pues lo probable es que el hispanoárabe, de haber conocido este vocalismo, habría pronunciado zébra. Quizá sea otro el origen, o por lo menos hubo de haber cruce o confusión con otro vocablo, quizá el ár. Ɋáȟra ‘peña’, ‘roca’ (bien vivo en el árabe de España), suponiendo se tratara primero de un yunque primitivo de piedra, como el empleado por los guadañeros para afilar la guadaña. ↩