YUNQUE, metátesis del antiguo íncue, procedente, con probabilidad, de un lat. vg. *էNCŬDE, que sustituyó el clásico INCUS, -ȢDIS, íd.

1.ª doc.: 3.r cuarto S. XIII.

En los Libros de Astronomía de Alfonso el Sabio se lee como explicación del ár. az-zobra: «yunc, o enclum sobre el que majan el fierro» (Tallgren, Homen. a M. P., II, 687), donde el relativo masculino se refiere al galicismo enclum y no al vocablo español, que fué siempre femenino en la Edad Media, como en latín. De una de las traducciones medievales inéditas de la Biblia, que quizá no sea posterior a Alfonso X, citó Scio (Eccles. xxxviii, 29) cabo la inque ‘junto al yunque’, donde seguramente habrá que pronunciar íncue. Esta forma arcaica, aunque dejó huellas en hablas populares modernas, desapareció pronto de la lengua literaria. En el glosario del Escorial (h. 1400) ya encontramos yunque traduciendo a incus; Enrique de Villena (1433) cita como ej. de cacofonía «venir un diptongo en pos de otro... como quien dize: pues que soy yunque sufriré» (Viñaza, col. 777; RFE VI, 179). Indudablemente era femenino en estos casos, como resulta en forma inequívoca de APal.: «incus... la yunque, que es instrumento fabril en que el platero o ferrero labra dando sobre él [scil. instrumento] con el martillo» (100b), «cudere es ferir, y dende yunque se dize, que la fieren con los martillos... incus, la mesma yunque» (145d), «incus... es yunque, assí dicha porque... son yunques aquellas en que los ferreros... doman el fierro o otro metal» (209b). Lo mismo Nebr., s. v. herir en la iunque. Muy posteriormente, y ya en la Edad Moderna, se produjo una falsa separación, de donde nació la forma ayunque, pero esto es bastante tardío. La variante ayunque, pero esto es bastante tardío.

La forma yunque fem. sigue viviendo en todo el S. XVI y princ. del XVII, leyéndose las vulcanas yunques, y dura yunque en Ercilla, la yunque y una dura yunque en Fr. L. de Granada, yunques golpeadas en Fr. L. de León, la yunque en Pedro de Oña, Argensola, Arjona y Lope, una yunqut en Villalobos, sobre la yunque se golpea en Covarr. Hacia 1600 empieza a aparecer la forma aglutinada ayunque y al mismo tiempo se nota la tendencia a cambiar el género. Es verdad que en algunos casos el cambio de forma y de género dependen más del tipógrafo que del autor, como se ve por los Discursos de Fr. J. de Tolosa (1589), donde fragua, yunque y martillo va seguido poca líneas después de el fuego de la tribulación y del ayunque, y en los Diálogos de Job de Gallo (ambos citados por Rdz. Marín, Quijote 1928, II 44n.), donde se lee primero un ayunque y más abajo una yunque: no hay duda de que el autor empleaba yunque como femenino y sin aglutinación, pero un tipógrafo más moderno o más vulgar le enmendaba el texto creyendo que el autor) había separado mal las palabras. Y así en realidad no sabemos cómo escribiría Cervantes la frase «tomar aquel diamante y ponerle entre un ayunque y un martillo» (Quijote I, xxxiii, 165) que la edición príncipe trae escrita de esta manera. Lo mismo podemos decir de los ejs. de la Pícara Justina, Fr. J. de los Ángeles, Cáceres y Huerta, que citan el DHist. y Aut. (s. v. ayunque). Sea de ello lo que fuere, los ejs. inequívocos abundan ya a princ. S. XVII: Oudin (1607) y Franciosini (1620) admiten juntamente ayunque y yunque, Palet (1604) y Minsheu ayunque, y esta forma la emplearon todavía en el S. XIX el Duque de Rivas y Hartzenbusch. La forma trisílaba está asegurada por el verso en Guillén de Castro: «ayunques son las celadas / y las espadas martillos» (Cl. C., p. 267). Lo común sería hacer masculina esta forma, y así Fr. J. de los Ángeles escribió ya el ayunque (h. 1600). No por ello desapareció la antigua y correcta forma en y-; por el contrario, los que mejor hablaban reaccionaron y hoy han acabado por hacerla prevalecer más o menos en todas partes1. Pero en cambio la vacilación en el género, introducida por la forma vulgar ayunque, se comunicó a la variante tradicional, y hoy el vocablo es normalmente masculino en casi toda España y América. El primer testimonio claro del cambio de género lo encuentro en el dicc. de Percivale (1591), donde yunque figura como masculino, y Góngora escribe el hendecasílabo llamas vomita i sobre el iunque duro en una poesía fechada en 1611 (ed. Foulché II, 2).

Ésta es la historia del vocablo en cast., y en cuanto a su etimología nadie ha dudado que se trata del lat. էNCUS o de una variante del mismo. La mayor parte de las formas romances vienen del vulgar էNCȢDէNEM, más o menos alterado: así el cat. enclusa f. (analógico en vez de encluse f., con el resultado normal de la -D- entre vocales tras el acento), engad. anchüna, it. incùdine, campid. ancódina (con Ķ por influjo de CĶS, CĶTIS, ‘piedra de afilar’); el fr. enclume presenta trueque de -UDINEM por -UMINEM; el oc. y pallar. encluge y varias formas dialectales italianas, trueque de aquella terminación por -UGINEM. Sin embargo, quedan huellas de la forma clásica, por una parte en las variantes italianas incude y ancude, por la otra en vasco: a. nav. y lab. ingude, ingudio, guip. ingure (Azkue) y luego, con alteración por influjo del cast.: vizc. yungure, y yungude en Marquina y Urdúliz (costa al NE. de Bilbao); téngase en cuenta que yungurte, que es de más al SE., es de los pocos vocablos que en Guernica se pronuncian con y y no (Azkue); vizc., guip. y a. nav. txingura, -ure, txung-2. La forma castellana ha resultado enigmática para algunos: M-L. la declaraba incomprensible en su Roman. Gramm. (I, § 536), y en el REW (4367) la coloca sin explicaciones entre los descendientes de էNCȢDէNEM, lo cual sería muy difícil o imposible de justificar fonéticamente (por lo pronto es claro que sobraría una N); en ASNSL CLXIII, 249, trata de explicársela partiendo de էNCȢDEM (acusativo de INCUS), a base de una metátesis *ancuye > ayunque. Lo cual ya podría defenderse, pues el influjo del artículo femenino ha cambiado la e- en a- en hablas de muchas partes (aran. anclüsa, it. dial. ancude, engad. anchüna); M-L. no se explica, sin embargo, la -y-, y por ello piensa en una variante *էNCȢGEl> (que resultaría bastante inexplicable), pero en esto yerra, pues la -y- antihiática es normal en esta posición (comp. suya, tuyo, puya, aloya, etc.); por otra parte la metátesis *ancuye > ayunque es tan violenta (por hacerse a través de la vocal tónica) que causa escrúpulo, es discutible que debiera perderse esta -D- inmediatamente postónica (en esta posición las D se conservan siempre, a no ser en final absoluta, pie, pero plural piedes3), y aun admitiendo que se perdiera está claro que la -e final se habría eliminado antes de la aparición de una -y- antihiática. Pero sobre todo la objeción palmaria contra la explicación de M-L. es que opera a base de la forma tardía ayunque, que según hemos visto no hace su aparición antes del año 1600.

Luego hay que abandonar la idea y atenerse a la explicación de Diez (Wörterbuch, 183), adoptada por Cuervo (Ap., § 238) y Rosenblat (Bol. Caro y Cuervo, V, 23-24), de partir del clásico էNCUDE con una metátesis incue > íȮnque > yúnque, perfectamente comparable al caso de VէDŬA > viúda. Esta hipótesis se convierte en certeza al conocer la forma antigua inque, que indudablemente deberá leerse incue. Que no hay ahí un error de lectura (n por u y olvido de la tilde de nasal) lo comprueba sin réplica la existencia de formas muy semejantes en las hablas actuales del Occidente de Asturias y Oriente de Galicia: incla en Castropol4, incla (Munthe, p. 77) o incra (Acevedo-Fz.) en otros pueblos del Oeste asturiano, y las siguientes en gran número de localidades del Este de Lugo: incre en 17 pueblos, incle en uno, ingre en 7, incra en uno (y el castellanismo agallegado xunca en otros 6), Ebeling, VKR V, 126. La -l- (cambiada luego en -r- en gallego como es de esperar) la mira Munthe (I, § 38) como una epéntesis arbitraria (comparable con blimba < VIMINEM); quizá esté más bien en relación con la -l- del fr. enclume y cat. enclusa (comp. el galicismo enclum usual en Castilla en tiempo de Alfonso X), que suele explicarse por influjo de INCLUDERE (por estar el yunque empotrado en un madero), o bien puede tratarse de un avatar de la Ȯ (por ser ésta poco usual en esta posición)5. Sea de ello lo que quiera, es evidente que estas formas continúan la antigua íncue, quizá también conocida en el Norte de Portugal6, y confirman irrefutablemente la exactitud de la explicación de Diez y Cuervo. Para la metátesis puede compararse todavía mejor la forma portuguesa miungar por minguar ‘menguar’ (que se lee en los Inéditos de Alcobaça de los SS. XIV-XV, pp. 14, 73, 115, 268, 280); el propio minguar de MէNŬARE nos muestra que no hay que extrañar la i metafónica de է.

Sin embargo, es el caso que subsiste todavía una grave dificultad: la discrepancia entre el acento del antiguo íncue y el del latino clásico INCUS, էNCȢDIS, comprobado por multitud de versos clásicos (p. ej. el fin de hexámetro incudi reddere versus en el Ars Poetica de Horacio). Dice Rosenblat que un antiguo *encúe trasladó el acento haciéndose *éncue, luego íncue, etc. Pero este traslado de acento sería absolutamente incomprensible en castellano, y no es pertinente citar el cambio de sandío en sándio, pues esta última (de fecha tan reciente como la de íncue hubo de ser remota) es una pronunciación bárbara introducida cuando el vocablo ya no se empleaba en el lenguaje vivo (V. el artículo). Por el contrario, Cuervo admite (y lo mismo da a entender Baist, GGr. I, § 40) que ya en el latín vulgar hispánico existiría una pronunciación *INCŬDE. Y realmente nos vemos forzados irremisiblemente a esta hipótesis, pues no hay otra manera de explicar el cambio de acento, y también es preciso para justificar la pérdida de la -D-, que, en contacto con vocal acentuada, habría persistido (comp. crudo, nudo, desnudo)7, pero que debía perderse pronto en fin de esdrújulo (<l=lat.>LէMPէDUS > limpio y análogos). Se trata de una de las innumerables fluctuaciones que invadieron en latín vulgar la flexión de las voces de la tercera declinación (y a las cuales pertenecen también neologismos como incudinem, faminem, sanguem, termitem, etc.): de ahí que JȢNզX, -զCIS, se cambiara en JŬNէCIS (> cat. jònega, oc. junjo, junego); que NŬTRէCEM (sobreselv. nuersa) reemplazara parcialmente a NȢTRզCEM; RADէCEM (it. dial. rádica) a RADզCEM; LIMCEM o LէMէCEM (> port. lesma) a LզMCEM; y quizá abundó todavía más el reflujo de esta marea, testigos SORզCEM (fr. souris, oc. soritz) en vez de SORէCEM, ENDԸCE (> port. endés) en vez de էNDէCEM, MERGզTEM (calabr. yermìtu) por MERGէTEM, VOLT֙RE (fr. vautour, it. avvoltóre) por VULTŬREM. Dentro de este conjunto la sustitución de INCȢDEM por *INCŬDEM queda muy natural. La existencia de una forma vulgar con vocal breve está comprobada por la variante apocopada codis (CGL II, 495.53), que junto con cudis (CGL II, 222.55; Keil I, 552.37) traduce el gr. ıκμων ‘yunque’, en el arcaico glosario del scudo-Cirilo (conservado en un códice del S. VII).

DERIV.

Del verbo lat. incudere ‘golpear, acuñar’, de donde procede INCUS, deriva el antiguo participio culto incuso [Acad. 1899].

1 Sin embargo en San Ciprián de Sanabria dicen al parecer l’ayunque m. (pues ahí el artículo femenino es a o bien el ante vocal, pero no la), Zauner, Litbl. XLVII, 250. En otras localidades de Sanabria registra Krüger ašúȧke, šúȧka y šúȧko (Gegenstandsk., 235n.1). En Sevilla todavía se dice popularmente ahora que soy el ayunque, según muestran las coplas populares citadas por Rdz. Marín (nota al Quijote, Cl. C. III, 190).―

2 Para la explicación del pormenor fonético, Schuchardt, BhZRPh. VI, 38.―

3 Hay luego reacciones analógicas (cree a causa del tratamiento pretónico creer, y el moderno pies a causa de pie), y alguna forma de origen dialectal (FEO y LAMPREA, V. los correspondientes artículos).―

4 Según Vigón, quien registra yunca en Colunga.―

5 También podría tratarse de una mezcla de parónimos con ingle, ingla, que alterna con ingua INGUINEM en Galicia.―

6 CortesƟo cita íncude en una obra de Castelo Branco, oriundo del Norte de este país (Fig. acentúa incude al citar el mismo pasaje). Sin duda el port. incude (ya documentado en Pereira de Castro, † 1632, por Moraes) es latinismo, meramente poético, en la lengua común. En ésta, y en gallego, se dice generalmente bigorna para cualquier clase de yunque (ya en Garcia da Orta, a. 1563, Colóquios, cap. 43). Pero la acentuación no clásica íncude debe de ser real en el norteño Castelo Branco y fundarse en una forma dialectal íncue o incre que le sería familiar.―

7 El gallego sí elimina radicalmente todas las -D- y así no es extraño que diga no sólo crúo y análogos, sino también Túy < Túe < TȢDE.