YESCA, del lat. ESCA ‘alimento’, que en la baja época toma el sentido de ‘yesca’, propiamente ‘alimento del fuego’.

1.ª doc.: Nebr. («iesca de huego: fomes; iesca de hongo: fungus aridus»).

Sin duda voz de uso general en todas las épocas; los ejs. clásicos no escasean: «yesca me han hecho al invisible fuego» Cervantes (Galatea I, 5), «ojos hechos una yesca» Quevedo (Cl. C. XXXIV, 36), «yesca y pederniesca y eslabón que lo derriesca», proverbio recogido por el Mtro. Correas (p. 145). C. de las Casas: «yesca: esca»; Oudin: «amorce, meche à fusil: appast»; Covarr.: «el cendal quemado, o la esponja preparada, o el hongo seco, o otra materia tan seca y tan dispuesta para recibir el fuego, que saltando en ella una sola centella se emprende el fuego... Estar seco como yesca, y arder como yesca, aprenderse como yesca». Como nota Aut., además del sentido propio «se toma por el incentivo de qualquier passion u afecto; en estilo familiar y festivo se dice privativamente de qualquier cosa que excita la gana de beber, y con singularidad de beber vino»; de lo cual ya se encuentran ejs. clásicos, como éste de Fr. P. de Vega (1599): «la pobreza no es buena yesca para acariciar amistades» (cita de Cej. IV, p. 160).

Isca en port. (y gall.: VKR XI, s. v., aquí ya en el S. XIV: «seu esqueyro et sua ysca et seu pedernal» Gral. Est. gall. 222.11), esca en cat. e it., esco en oc. mod. (desde el Bearne hasta los Alpes), esche en fr. ant. (todavía conservado en muchas hablas del Este y el Sudeste), escha en engadino, iască en rumano; del romance pasó al alb. ešk y al gr. med. y mod. ƴσκα.

Comúnmente ―ya San Isidoro (Etym. XVII, x, 18) y Diez (Wb., 127)― se admitió que esta palabra romance venía del lat. cl. ESCA ‘alimento’, como decía el santo sevillano «quod sit fomes ignis et nutrimentum», y de acuerdo con denominaciones de la yesca documentadas en autores de la Antigüedad: nutrimenta ignis (Valerio Máximo, Justino), ǪλƓ τŲς ưλοƔóς, Ƌ τροưƲ (Suidas). En 1906 el germanista Gundermann, en un artículo destinado a desenterrar en autores griegos y romanos voces germánicas ignoradas (Zs. f. deutsche Wortfg. VIII, 116-9), expuso la teoría de que ESCA en el sentido de ‘yesca’ era en realidad una palabra germánica conservada sólo en romance y perdida en las lenguas germánicas. Para lo cual se fundaba: 1.º en el testimonio de dos médicos griegos del S. VI, Aetios y Alejandro de Trales, que dicen que la yesca se aplica para cauterios, según una costumbre bárbara, y el segundo atribuye el vocablo ƴσκα a los bárbaros; 2.º en la supuesta dificultad de explicar el sentido de ‘yesca’ a base del lat. ESCA ‘alimento’; 3.º en la fecha tardía del lat. ESCA en el sentido de ‘yesca’; 4.º en ciertas discrepancias que presenta el timbre de la vocal tónica en las voces romances para ‘yesca’ y en las que significan ‘cebo’, procedentes éstas del lat. ESCA sin duda alguna; y 5.º en la diferencia vocálica entre yesca y un cast. esca ‘alimento’. Este último argumento, que fué el punto de partida de Gundermann, sólo se funda en el escaso conocimiento que ese autor alemán tenía de la lengua cast., pues esca no es palabra realmente castellana, y sí sólo un latinismo ocasional empleado rara vez por humanistas y poetas latinizantes, como observa taxativamente Aut. (ahí sólo en un ej. de un autor medio latino del S. XVII, el Pinciano). Por otra parte, no hay en las lenguas germánicas testimonio alguno de tal palabra, ni en esta forma ni en otra semejante1. A pesar de esto, la propuesta de Gundermann tuvo cierto éxito y fué aceptada por M-L. (REW, 1.ª ed., 4552), Walde (Lat. Etym. Wb.), el ThLL y aun Kluge (ZRPh. XLI, 681-2).

En realidad, un análisis detenido de los argumentos de Gundermann prueba que no tienen valor. Las palabras βαρβαρικnj νóμƪ de Aetios deben entenderse en el sentido de ‘costumbre cruel, brutal’ (sentido de βαρβαρικóς, documentado desde Plutarco y Luciano), y en cuanto a Alejandro de Trales, algo posterior a Aetios, parece haber copiado las palabras de su antecesor entendiéndolas mal (como indica Brüch, no es probable que Aetios pensara en los germanos, pues vivió siempre en Oriente); el traslado semántico de ‘alimento del fuego’ a ‘yesca’ es muy natural (nótese que ya en los clásicos es común referir ESCA al fuego, en el sentido de ‘pasto de las llamas’, vid. ThLL); aun cuando ESCA ‘yesca’ no aparece en latín sino desde el S. IV, desde entonces es muy frecuente y general (V. los testimonios en Gundermann, ThLL y Sofer, 129-31), y no hay nada de extraño en que esta ac. figurada y traslaticia aparezca más tarde que la propia; en cuanto a las anomalías en el timbre de la vocal tónica, el argumento carece de fuerza, pues lo mismo se encuentran en el sentido de ‘cebo’ (de origen indudablemente latino) que en el de ‘yesca’: así el port. isca tiene ambos sentidos, y esta i se extiende hasta el cast. dial. hisca ‘muérdago, liga para coger pájaros’ (escrito con h arbitraria), documentado desde Aut. como propio «de ciertas provincias» (seguramente las vecinas a Portugal), cuyo sentido viene evidentemente del de ‘cebo’. La teoría germánica debe, por lo tanto, desecharse, como hizo Brüch (ZRPh. XXXVIII, 694-6), con la aprobación de Wartburg (FEW III, 245), Hofmann (en Walde-H.), M-L. (REW, 3.ª ed., 2913) y Sofer (l. c.). Quedan las variaciones vocálicas que presenta el vocablo.

Casi todas las formas romances salen de una cantidad SCA, que no está documentada directamente (como es natural en esta posición; vid. ThLL), pero que está comprobada por los latinismos gr. med. ƴσκα (también escrito Ƨσκα, grafías erróneas en vez de ƙσκα, según la pronunciación bizantina, que confundió las tres vocales) y alb. ešk (una Ĕ habría dado i en albanés: GGr. I2, p. 1044). Lo mismo suponen el arag. esca (Valle de Vio: VKR X, 225), cat. esca2, aran. (h)sca, it. sca, sic. y calabr. isca, y seguramente también el rum. iască3 y las formas francesas y réticas, que por lo demás son equívocas. La i del port. isca, leon. (h)isca, reaparece en el lomb. lisca, e isca está ya en una antigua glosa latino-anglosajona (CGL V, 367.27). Podría ser que esta i se explicara por influjo de visco ‘muérdago’ (que a su vez debe su i, en lugar de la է de VէSCUS, al influjo de malvavisco HIBզSCUS>), como quiere Brüch, pero como esto apenas podría aplicarse a otra forma que al leon. hisca ‘liga’, me parece más probable ver la causa en un influjo de la pronunciación ƴσκα de los médicos griegos, influjo muy explicable por el gran uso de la yesca en cauterios (documentado en Teodoro Prisciano, Vindiciano y en los varios médicos griegos citados por Gundermann); comp. el cambio de CREMARE en *CAIMARE (port. queimar, cast. QUEMAR) por influjo de κάȉμα.

La vocal abierta del cast. yesca, ya parece hallarse en la grafía aesca de un glosario latino trasmitido por un códice de los SS. VIII-IX (CGL IV, 419.39); dudo mucho que se explique por el influjo de AESCULUS ‘especie de encina’, como dice Brüch, palabra no conservada en cast., ni por el de HĔRBA o HĔDĔRA>, como prefiere Sofer, palabras sin mucha relación semántica; quizá se podría pensar más bien en el de yezgo, planta muy renombrada por sus virtudes curativas; pero bien mirado no nos consta que la de ESCA fuese general en latín, ni hay razón alguna que exija este vocalismo desde el punto de vista indoeuropeo; lo más probable me parece, sin embargo, que la pronunciación SCA fuese etimológica, pero que junto a ella apareciera ya en la Antigüedad una pronunciación ĔSCA debida al influjo de ĔDĔRE ‘comer’, ĔSTUS ‘comido’, con los cuales era inevitable que los antiguos relacionaran el vocablo.

DERIV.

Yesqueroesquero, de iesca: escarium» Nebr.] era una bolsa para llevar la yesca de encender4, que luego sirvió también para llevar dinero [«esquero de dinero, vid. bolsa» Nebr.]. Enescar. Gall. iscar ‘ganar a uno cuanto tiene’ (Le iscou...) Sarm. CaG. 207r, donde quizá el significado decisivo es el de ‘cebo’, si bien no nos alejamos de ‘yesca’.

1 Hay sí algún representante de la familia indoeuropea del gr. αƴȎειν ‘quemar’, pero con forma y significado muy diferentes, vid. Walde-H., s. v. aedes.―

2 El val. y cat. occid. ésca podría venir igualmente de Ĕ o de , pero el pallarés ésca, cat. orient. èsca y balear sca (BDLC XI, 14) exigen inequívocamente.―

3 Reducción de iească, pero la - se explicará por la posición inicial, como p. ej. en iel էLLUM; comp. Den?usianu, Hist. Long. Roum. I, 75, 89. Supongo que el svcr. jesca, que por lo demás sólo significa ‘incentivo’, tiene también diptongación por un fenómeno de fonética eslava, sin relación con la ye- castellana.―

4 Muy usual todavía entre los gauchos del S. XIX: Ascasubi, S. Vega, v. 3747; Chaca, Hist. de Tupungato, p. 275. De ahí yesquerudo ‘valiente’ (S. Vega, vv. 3563, 3743).