VERDUGO ‘vara, especialmente la que se corta de un árbol’, ‘vastago del mismo’, de donde luego ‘azote que se da con un verdugo de árbol’, ‘alguacil que ejecuta la pena de azotes’ o ‘el que ejecuta el tormento o la pena de muerte’: palabra viva sobre todo en castellano, pero no ajena a las hablas populares de las otras dos lenguas romances de la Península; puede ser un mero derivado de verde por tratarse de un renuevo verde del árbol o de una vara que se le corta verde, tal como lo son verdasco, verdanco y análogos (véase en VERDE); pero como en portugués y gallego el vástago o verdugo se llama vergôntea, que es inseparable del lat. VIRGULTUM ‘retoño’, y hay variantes virgunto, vergudo y análogas, se plantea el dilema de si hay coincidencia casual (verdugo de verde, y vergôntea de la voz latina) o un cambio de verdugo en vergudo con cambios ulteriores, o si al contrario es VIRGULTUM, reducido a -GUTUM, -gudo, el que sufrió metátesis en verdugo; ideas antinómicas entre las cuales es difícil decidir dada la gran antigüedad probada de las dos formas básicas; con mayor probabilidad de que sea VIRGULTUM y variantes el que pronto se alteró bajo el influjo de los vivaces y numerosos derivados de verde como nombre de cosas leñosas.
1.ª doc.: 1215.
Sabido es que pronto apareció además en el sentido de ‘azote’ (Acad.) que se daba primero con una vara flexible cualquiera, trasladándose luego al que se aplicaba con un mimbre, una tira de cuero, etc.; de ahí que aparezca también en el sentido ‘roncha que levanta el azote’, p. ej. en Fr. L. de Granada (1580) citado por Aut. En fin, pronto aparece la metonimia que traslada el vocablo al ejecutor de la pena: ‘sayón, alguacil que ejecuta la pena de azotes’ (h. 1400, glos. de Palacio y Escorial), «spiculator», «lictor» APal. 467b, 246b; «sayón, carnifex» Nebr. y J. de Valdés (Diál. de la L.), acabando por el sentido más divulgado de ‘el que ejecuta tormentos o la pena de muerte’ definido explícitamente por Covarr. y ejemplificado en clásicos del S. XVII por Aut. etc. La ac. ‘mimbre’ hoy es en especial aragonesa (BDC XXIV, 183; RLiR XI, 188, y con variante -uco); y hay bastante desarrollo, en dialectos, de acepciones secundarias, p. ej. las asturianas ‘madero que se pone a la cabeza de los tabloncillos que sirven de cubierta a la masera del lagar’, o berdugu ‘(vacuno) de color oscuro con rayas negras’ (V).
Aunque el vocablo no pertenece a la lengua literaria ni común en los otros dos dominios romances peninsulares, existe en ambos, por lo menos en las hablas populares (con mucha difusión en las catalanas), o bien en acs. secundarias: cat. ant. y dial. verduc ‘vara flexible, mimbre’, cuyo derivado verduguejar ‘cimbrearse’, ya documentado en el S. XIV, nos muestra su vigor e independencia, por esta vieja y copiosa documentación y ya por el mismo hecho de existir tales creaciones derivativas propias.
También en gallegoportugués ha debido ser voz más o menos vigorosa, en vista de los derivados y de aplicaciones secundarias: verdugo ‘espada larga’, ‘verdugo, ejecutor’. Particularmente en Galicia y Norte de Portugal el vocablo, con la forma básica *VIRDȢCUM, igual a la castellana, hubo de ser muy antiguo, teniendo en cuenta que pronto formó un derivado colectivo *VIRDUCETUM ‘matorral de vástagos o verdugos’: derivado tan antiguo que experimentó la palatalización de Ce en -ze- (en parte con la metafonía en -ido, bien conocida en derivados de este tipo, como Carracido, Carvallido etc.): de ahí los topónimos Verducido, Berducedo en Galicia, Verduzedo, Bordozedo, en portugués, y ya en 1258 (RL XXXV, 50-51); detalles acerca de este derivado de capital interés en Krüger, AILC IV, 107-113, y Sainéan, Sources Indigènes I, 356.
Aunque no puede decirse que -ugo o -UCUM sea un sufijo vivo y corriente (un caso que se podría citar, el de vestugo variante de VÁSTAGO poco conocida, es probable que sea debido a un cruce con verdugo) no deja de haber casos como tarugo, tejugo, con algunos de formación poco clara como mendrugo, samarugo, ostugo, y alguno hereditario como -verrugo, que no dejan de constituir un conjunto, algo más productivo y vivaz en catalán: feixuc, xaruc, pesuc, astruc, poruc, etc.; a quien pusiera escrúpulos en admitir por esta razón la derivación de verde, sin poder oponerle un mentís terminante, no podríamos tampoco reconocerle mucha razón.
Los escrúpulos bien fundados vienen de otra parte. Pues en portugués ‘vastago, verdugo’ tiene un nombre parecido, y de clara y segura raíz, que no es la de VERDE: vergôntea es el vocablo tradicional del portugués común y general, que ya aparece en las Inquirições de 1258 (creo como genérico de la toponimia, o como topónimo menor, vid. CortesƟo, Onom. Med. Pg.) y en textos clásicos del S. XV (Moraes, Machado) como las crónicas de Fernán Lopes (2.° cuarto S. XV). Desde luego vocablo de hondo y general arraigo en la lengua vecina, y que formó el vivaz derivado vergontear ‘retoñar’.
Aunque no sé que nadie haya estudiado su etimología (vagamente dicen que es derivado de VIRGA ‘verga, vergado’ los diccionarios, sin gastar una palabra en explicar su singular terminación -ôntea) está claro que es un derivado del lat. VէRGŬLTUM (plural VIRGULTA) riguroso equivalente de vergôntea y de verdugo. Basta suponer un derivado *VIRGŬLTէNA, de natural y trivial formación, tal como fagĭnus, iuncĭnus, abietĭnus, derivados de fagus, iuncus, abies, designando los maderos o leña de haya, junco, abeto, etc., y los otros infinitos derivados como parietĭnae, crastĭnus, pristĭnus, cutĭna, etc.; una metátesis *VIRGŬNTէLA (a la cual pudieron ayudar sinónimos y parónimos como rebento, vergant, verdanc, acrecentar, apacentar y otros tantos, mientras que en -ULTA pocas palabras había) conducía, muy regularmente y sin más, a la forma portuguesa vergôntea.
La etimología de la voz portuguesa es, pues, sólida y evidente. Y el vocablo se expansiona en desarrollos que lo muestran más acercado (en el terreno y en las variantes) a la palabra que estudiamos: gall. orient. virgunto «llaman hacia Monforte [de Lemos] a las varas de castaño, avellano o de otro árbol, que se hacen al pie»1; algo más al NE., bregunta ‘vara delgada y flexible’ en la Puebla de San Julián según Aníbal Otero (apén. a Eladio); nótese que con virgunto nos acercamos a la vez al cast. verdugo y al lat. VIRGULTUM (por más que también puede ser reducción fonética vergúntio -ULTէNUM).
Enlace entre los dos tipos lo tenemos nada menos que en una venerable fuente del S. XIII: vergudo sale tres veces en los Libros del Saber de Astronomía de Alfonso el Sabio, II, 22, como nombre de una especie de gnomon o púa larga de hierro, a la manera de un indicador de reloj de sol2. Está clara teóricamente la posibilidad de pasar de VIRGULTUM a verguto, -udo, y con metátesis verdugo.
La aparente claridad de la etimología VIR(I)D-UCU se ha convertido en grave duda. Sólo sería posible eliminarla si nos pudiéramos convencer, una de dos: de que no hay parentesco real entre verdugo y vergunto, -gôntea, o bien de que verdugo, pasando por el vergudo alfonsí (influjo de verga), pudiera alterarse en -unto, -ôntea, por alguna extraña acción fonética o alguna inverosímil contaminación. Más bien parece verosímil una evolución en sentido opuesto. Pero también ahí nos sentimos impresionados por una verdadera antinomia: el derivado Verduzedo-Verducido, con su c asibilada o palatalizada, tiene que haber forzosamente existido desde la época visigótica (más tarde ya no se hubiera asibilado la c, cambiada en -g-) luego VIRDUCU tenía que existir ya en esta forma desde poco después de la caída del Imperio Romano.
Luego ¿parecido meramente casual? Quizá tengamos que admitirlo así. Pero en verdad es difícil contentarnos con esta admisión.
Bien mirado, pensemos que el latín vulgar hispánico estaba ya mucho más diferenciado dentro de sí, y más alterado, de lo que tendemos a admitir. En el fondo no es imposible que ya por el S. VI o VII se hubiese producido una grave bifurcación en las formas hispánicas de VIRGULTUM, -TէNUM. Lo anómalo y desusado de la terminación -ULTUM en un polisílabo invitaba a que se redujera a *VIRGȢTUM, con terminación más trivializada: derivado de VIRGA con la terminación copiosísima -UTUM: ayudando la tendencia fonética a reducir UL a U (suco por sulco, cutral por CULTRALE, etc., etc.) la reducción a *VIRGUTUM tuvo que ser inminente desde fecha remotísima; y, en seguida que la -T- intervocálica empezó a sonorizarse, sobrevenía la metátesis de vergudo en verdugo provocada por los sinónimos verdasco, bardiasca, verdial, verdioso, verdanc (= oc. ant. vergant ‘retoño’) bärdälaga (‘vara de la jara’, mozár., escrito bartalâga en el Glos. de Asín, p. 225), etc. Y aun parece haber otra confirmación de la antigüedad del reducido virgutum, pues según Du Cange tenemos esta forma sin l en un texto de Francia en bajo latín antiguo (último ejemplo citado en el artículo virgultum del Du C.); variante que, en verdad, haría falta comprobar mejor en sus fuentes manuscritas. Invito a que así lo hagan pronto los especialistas del latín medieval y de la filología gallegoportuguesa y castellana.
DERIV.
Verdugado [Quijote] ‘vestidura que las mujeres usaban debajo de las basquinas para ahuecarlas’ (> fr. antic. vertugade o verdugale, éste ya en 1532, hoy vertugadin3, desde 1611: BhZRPh. LIV, 61), así llamado por el verdugo o varita con que se formaron: este círculo de varitas se llama verdugo en port., verdugada en el S. XVI (Fig.); cast. verdugada ‘hilada de ladrillo’ (por comparación con este objeto); verdugal; verdugazo; verdugón (en la Arg., Tiscornia, M. Fierro coment., s. v.); verduguillo [1555, Aut.], en arag. ‘hoz de acero’ (RLiR XI, 188).
1 Sarm. CaG. 239v (en otras partes ladróns, en Pontevedra varas de trepeza y en el propio Lemos son folleiros los de las viñas).― ↩
2 Traduciendo, según indica Dozy (Suppl. II, 468b), una palabra árabe vulgar miguez, que no es otra que el ár. literal mikwâs, propiamente ‘escarpia para cortar piedra’. Terminología tecnológica en la que es fácil reconocer la idea básica de ‘vástago, varita’ (para marcar la hora). Creo que hay además una forma berdunca en el alto Pallars (ver Pol, Vocab. del Valle de Àneu, p. 10).― ↩
3 El fr. vertugadin sufrió el influjo de vertu ‘virtud’ según Spitzer, MLN LXXIV, 137, quien llama la atención hacia el alem. tugend-wardeine, que supone una etimología popular *vertu-gardien. ↩