VENENO, del lat. VENୱNUM ‘droga en general’, ‘veneno’.
La forma
venino es general en la Edad Media y aun en el S. XVI. Además de Berceo puede citarse en el
Alex. (1217),
Gr.
Conq.
de Ultr. (444),
Fueros de Aragón (ed. Tilander, p. 9), J. Ruiz, Gower (
veninoso, en la trad. de su
Conf.
del Amante, p. 188), glos. del Escorial y de Toledo,
Corbacho (
BRAE X, 160), APal. (518
d, 528
b), Nebr. («
v.
o podre: pus;
v.,
ponçoña: venenum»), el Dr. Pero Díaz de Toledo, Crist. de Castillejo (
RFE XIX, 428), Fr. Juan de Lerma (
BRAE XVII, 240), y todavía en C. de las Casas (1570);
venino en rima con
divino una vez en Lope (en boca de una mulata)
Servir a señor discreto I, xi (Riv. LII, 73
a); ast.
venín «veneno»,
benín ‘grano que deja ver la materia a través de la piel’ (V). Este cambio de terminación, debido a la gran frecuencia del sufijo
-զNUM, aparece consumado en todos los romances, salvo el toscano
veleno, quizá el rum.
venin (que es ambiguo), y el portugués, donde desapareció el vocablo, quizá precisamente porque
*VENզNU habría dado
*v(
e)
inho, de donde una homonimia intolerable con
VINUM; la -
í- se extiende al cat.
verí (con igual disimilación
berino, en el
Recontamiento de Alixandre, texto morisco arag. del S. XVI,
RH LXXVII, 457) ―salvo pallarés
veré―, oc.
verin (junto a
veren)
1, fr.
-venin y en dialectos italianos y réticos. La forma
veneno aparece en cast. muy tardíamente y con carácter culto; se introduce primero en el adjetivo
venenoso, APal. (518
d, frente a
venino y
veninoso 194
d) y Nebr. (frente a
venino), y sólo mucho más tarde se impone en el sustantivo: éste es frecuente en Góngora, Cervantes, Covarr. (junto con
venino), y está también en Percivale (1591). Desde entonces, y más con la decadencia de
PONZOÑA, se hace de uso general; comp. Cej. VI, § 35.