VARGA, palabra antigua y dialectal, poco generalizada y de significados varios; en mozárabe significó ‘choza’ y en Ribagorza ‘montón de heno’: en este sentido se enlaza con una palabra dialectal de Francia, Norte de Italia y Alemania, de significado análogo, que supone una base céltica *BARGA, probablemente emparentada con el irl. med. barc ‘casa de madera’; en cuanto al sentido de ‘cuesta, pendiente’ es palabra distinta todavía más rara, de zonas septentrionales de León y Castilla la Vieja, y también de origen prerromano pero diferente de aquélla; el significado de ‘prado cercado con una empalizada inundado en invierno’ quizá derive del primero partiendo de la idea de ‘lugar cercado’.

1.ª doc.: 853, en el Cart. de S. Millán, en un sentido como ‘choza’; 1171, en un sentido topográfico, como el de ‘prado lozano quizás inundado’; 1083 ‘cuesta, pendiente’.

Un vocablo varga o barga falta en Aut., Covarr., Oudin, otros dicc. clásicos y en las primeras eds. de la Acad. El primer lexicógrafo castellano en señalarlo fué T. A. Sánchez en el Glosario de sus Poesías Antiguas (1779), donde sin dar prueba alguna traduce varga en Juan Ruiz por «cuesta, recuesto» y en Berceo por «cuesta, recuesto, monte»; de Sánchez pasó a eds. modernas de la Acad. (1884, no 1843), definido «parte más pendiente de una cuesta», por lo demás sin calificación de anticuado y ni siquiera de regional. Desde luego no es palabra conocida generalmente y ni siquiera en los dialectos, por lo menos en este sentido; verdad es que el filólogo aficionado Antonio de Valbuena, que era de León, escribió, a fines del S. XIX, «se sube una varga, se baja otra...» (cita de Pagés), pero hay que desconfiar de un autor tan poco espontáneo, que se pasaba la vida estudiando el dicc. académico, copiándolo o criticándolo.

Lo que sí es conocido es bárga «casa pajiza pequeña» (pl. barguát, léase bargát), en el árabe granadino, recogido por PAlc.; pero ni es ár. esta voz ni tiene raíz en este idioma, y por ello sospechaba Dozy (Gloss., 237; Suppl., s. v.) que era bereber, sin gran fundamento, pues los nombres bereberes de la choza, citados por Dozy (bugô, bôga), están muy alejados fonéticamente. Berganza, en sus Antigüedades de España (1719), recogió «barga: casa pequeña con cobertizo de paja» en su vocabulario de palabras encontradas en las viejas escrituras que le eran tan familiares1: ¿la sacó de una de ellas o la copió de PAlc.? No tenemos razón suficiente para negar lo primero. De todos modos, es un hecho que el vocablo en sentidos análogos se encuentra en hablas del Norte de España, y así hay que reconocer que Simonet (Glos., p. 271) tiene mejor razón que Dozy al considerar barga como una vieja palabra hispánica de los mozárabes. Ferraz y Castán recogió en el aragonés de Venasque barga «gran montón de heno o de paja», Mosén Navarro encontró varga en las hablas catalanas de Ribagorza «munt d’herba en forma de piràmide que es deixa apilotada en el prat, semblant als pallers d’Urgell» (Congrés Intern. de la Ll. Cat., p. 231), el Dicc. Alcover, Moll (AORBB 1, 204). y Krüger (VKR VIII, 53) recogen el vocablo en Sort y en Pont de Suert para ‘montón cónico de heno’.

Quien recuerde los muchos casos en que ‘montón de hierba’ se expresa por el mismo vocablo que significa ‘choza’, objeto de forma tan semejante, no vacilará en reconocer ahí la barga de PAlc. y de Berganza; tanto más cuanto que varga vale en Santander «tejido de varas que se coloca sobre la cocina a la altura del desván, para secar el maíz y otros frutos con el calor de la lumbre», con los derivados vargo «tabique de zarzo revocado con arcilla», vargueta «pequeño zarzo que se coloca en la trasera de la carreta para cerrar el adral» y Liébana bargaretu «tenada o cobertizo para reses vacunas» (G. Lomas, 2.ª ed.; Alc. del Río). En las culturas arcaicas del Norte de España, las chozas y abrigos nocturnos se hacen con frecuencia con zarzos, varas o estacas formando empalizada, y así no hemos de vacilar en derivar de ahí el ast. bárganu «estaca viva de álamos que, con otras, colocadas en hilera alrededor de una heredad, sirve a ésta de vallado» (R, V), barganal «cercado de bárganos», puesto que las vargas se hacen con bárganos: así ya lo reconoció Krüger (VKR VII, 362 y l. c.), y M. P. (Oríg., 1.ª ed., § 61 bis.1) lo dió como ej. del sufijo átono -´ano , citando ej. de facere sepes et varganos en doc. asturiano del S. IX y agregando otro de una variante bárgamo, definido «estaca» en un texto murciano de 1575; en el Bierzo bárgano es «hoja de pizarra que se emplea para contener las tierras de los terrenos en pendiente, y principalmente para cercar fincas» (G. Rey).

Barga (v-) ‘choza’, ‘montón de heno’, ‘armazón de zarzos o varas’, es vieja palabra hispánica de existencia indiscutible. Pero ¿hubo también un homónimo varga ‘cuesta, pendiente’? Así lo dieron por sentado muchos romanistas extranjeros, relacionando el vocablo con el fr. berge, fr. antic. barge ‘margen de un río, etc.’; junto a éste colocan M-L. (REW 957), Wartburg (FEW I, 254a) y otros el cast. barga y un oc. cat. y port. barga: pero en cuanto a éstos el error es más grave todavía, pues no hay tal palabra en estos tres idiomas ni sé que figure en ningún dicc. de los mismos. Que la palabra francesa venga de un galo *BARէCAl> (supuesto por el galés bargod «avant-toit, larmier, bord», que, como advierte Pedersen, Litteris II, 84, ciertamente no es préstamo anglosajón según habían admitido Thurneysen y Gamillscheg), como supone Wartburg, o de *BARGA (M-L.), o de un galo *BERGէNAl> apoyado en Anjou berne ‘ribazo’, bret. bern, galés bera ‘montón’, que pueden conciliarse a base de una antigua declinación *BERGN- ~ *BERGON- (Pedersen, Vgl. Gramm. I, 105), según prefiere Gamillscheg (ZRPh. XLIII, 569; EWFS, s. v.), es problema que no nos incumbe discutir aquí, puesto que berge (barge) es palabra exclusiva del Norte de Francia.

En lo concerniente al cast. varga ‘pendiente’, examinemos las pruebas que se han dado de su existencia. He aquí los pasajes correspondientes de Berceo y de J. Ruiz: «el confessor... avié una azémila... / Turibio e Sempronio vidiéronla (¡amarga!), / por so mal la modraron [¿‘quitaron’?, ¿‘hurtaron’?] del pasto de la varga. / Teniéla el buen omne non pora cavalgar, / mas por a los mezquinos leña acarrear: /... / fueron en ora mala l’açémila furtar. / Aún del monesterio non eran alongados /... / ovieron sendos ojos de las caras quebrados /...» (S. Mill., 271d): lo único que se ve aquí es que varga está designando un lugar donde hay pastos. «Yva lydiar en canpo el cavallo faziente /... / mucho delant él yva el asno mal doliente /... / estava refusando el asno con la carga, / andava mal e poco, al cavallo enbarga: / derribóle el cavallo en medio de la varga; / diz: ―Don villano nesçio, buscad carrera larga» (J. Ruiz, 239c).

Para salir de dudas es preciso recurrir a textos más claros, como los que nos proporciona Viterbo; en el Foral de Gaia de 1255: «mando quod piscatores de mea villa de Gaya pesquent in meis varguis de Furada et de Arinio, et de quanto piscaverint in mea varga de Furada dent Majordomo quintam partem, et de quanto piscaverint in varga de Arinio dent Majordomo sextam partem» (PMH, Leges, p. 663); en un doc. de 1455: «sem venderem os sáveis nas abargas onde os pescam»; en otro de 1513: «paga-se... outro direito no rio Douro, a saber... levƟo o quarto dos sáveis, e das lampreas soomente, que se matƟo com vargas». Puesto que una varga es un lugar donde se pescan o matan sábalos y lampreas, evidentemente no es una cuesta, y bien parece tener razón Viterbo al explicar que era un «artifício de vergas e paus que servia para pescar sáveis e lampreas»; mas por otra parte, en un doc. de 1290, es un lugar cultivable situado junto a un estero: «fazemos prazo d’ua nossa varga em Roosendi, a qual se deve lavrar de la Boca de Fos de Sousa atees o esteiro de Cibram», luego está claro que tiene razón Viterbo al decir que es «terra plana que na força do inverno se cobre de água». Un lugar así podía estar cercado con una empalizada de bárganos destinada a coger pescado, y por lo tanto podía ser lugar de pesca en invierno y de cultivo en verano. Ahora bien, los docs. leoneses confirman este supuesto, ya que uno de Sahagún de 1245 menciona «la presa que va pora la varga» (Staaff 24.12), es decir, que a esta varga de pesca podía encauzarse una corriente de agua mediante una presa; y otro de 1171, de igual procedencia, cita «los ortos de la varga» (Staaff 1.17), y así confirma que era también un lugar cultivable.

Ahora bien, barga ‘choza’ pertenece a un tipo prerromano de gran extensión en todo el Oeste europeo: gasc. y bajo aran. barguèra ‘cercado para el rebaño’, ‘aprisco’, alto aran. bergàs ‘aprisco’, fr. med. barche, barge [1460], Poitou, Haut-Maine, Anjou barge «meule de foin ou de paille», «pyramide de fagots» (God. I, 586a), sobreselv. barcun, bargun, ‘choza’, alto-engad. margun, bajo-engad. marangun ‘pasto alpino, cabaña alpina’, Barga y Bargia como nombres de lugar en el Alto Rin (términos de Sevgein, Castrisch, Trin, Cazas y Ramosch en Planta-Schorta), con formas semejantes en la zona Comélico2-Tirol-Tesino3-Como; por otra parte, su. alem., flam. y b. alem. barge; finalmente, en África bereb. tabergent «meule de céréales», tabergant «cabane», birgen, abergen «tente de poils», cabila tabergent «petit magasin pour la paille», tibergent «hutte pour remiser la paille», ár. del N. de Marruecos bȇršla «toiture en bâtière constituée par des voliges clouées sur des poutrelles» (Schuchardt, Roman. Lehnw. im Berb., 52-53; Colin, Hespéris VI, 57-58). Contra lo que opinan Schuchardt, Brüch (ZRPh. XXXVI, 580) y Holthausen (ZRPh. XXXIX, 492), este grupo de palabras no puede ser de origen germánico (emparentado con el alem. bergen, gót. baírgan ‘cubrir, proteger’), pues en tierras de lengua alemana está limitado a las zonas suizas y flamencas, de antiguo substrato celto-romance; tampoco tiene raíz en bereber o camítico, y por ello admite Schuchardt que ahí es préstamo romance; ni cabe relacionarlo con BARCA ‘esquife’ (según quisiera Colin), pues la mayor parte de las formas postulan una base con -RG- y la semejanza de forma es muy vaga; admitir un derivado en -էCA de *BARRA ‘pieza de metal’, como propone Brüch (WS VII, 154-6), no convence en el aspecto semántico ni en otros.

Además, el Barga de Toscana ya se nombra en esta forma en la Tabula Velleiana (h. 110 d. C.); y en el testamento del obispo de Coira Tello, del año 766, ya aparece repetidamente un bareca ‘cobertizo, anejo de una casa’ (ZRPh. XXXV, 514ss.), lo que prueba antiquísimo arraigo en los Alpes y Norte de Italia. Luego atinó indudablemente Jud (BDR III, 9; Rom. XLV, 275; XLVI, 398-9, 468-75; y últimamente ARom. VI, 192n.) al buscarle un origen prerromano, seguramente céltico, y a esta opinión se adhirieron Pedersen (l. c.), M-L. (REW 958) y Wartburg (FEW I, 253-4). Pensaba primero Jud en un galo *WRAGA hermano del irl. med. fraig ‘pared’, gaél. de Escocia fraigh «wattled partition», scr. vrajaɅ ‘majada de carneros’, lo que podía defenderse fonéticamente, pero no dejaba de presentar dificultades; pero J. Loth (R. Celt. XXXVIII, 303) señaló el parentesco con el irl. med. barc ‘casa de madera’, afín al gr. ưράττειν ‘rellenar una tapia’, ‘proteger con parapetos’, ưραƔμóς ‘cercado, empalizada’, lo cual permite postular un galo *BARCA del mismo sentido, con -C- conservada en las variantes fr. barche, sobreselv. barcun, it. barchessa y quizá en el nombre de lugar cast. e it. Barco4. Esto simplifica las cosas, ya que puede tratarse, como observa el propio Jud en su última nota, de la alternancia fonética RC-RG, bien documentada en galo por duplicados como VERGARIA = VERCARIA, VERGOBRETUM = VERCOBRETUM. En verdad subsisten ciertas dificultades, pues el cambio fonético en cuestión suele producirse en el sentido de cambiar una RG primaria en RC, mientras que la raíz indoeuropea de que se trata tiene RC originaria. No es de extrañar, pues, que otros sigan dudando: Pokorny (ZCPh. XXI, 60), atendiendo al nombre de lugar ilirio Bargala, cree que el Barga de la Velleiana es lígur; Tagliavini (ZRPh. XLVI, 48), que es «mediterráneo» o «ilrio» (afín al esl. berg྿ ‘cuidar, proteger’). De todos modos, el origen céltico sigue siendo posible, pues hay que contar con la posibilidad de una mezcla en romance de los dos parónimos *BARCA y *WRAGA, lo que allanaría todas las dificultades.

Después de redactar este artículo del DCEC estudió Hubschmid este oscuro problema en ZCPh. XXIV (1953), 204-226. Reúne ahí los testimonios de varga ‘cuesta’, no todos válidos ni valiosos. En definitiva la definición que todo el mundo copia procede del diccionario de la Acad., en fecha tardía (1780): «barga ‘la parte más pendiente de una cuesta’); de ahí la toman el DAcG y el ast. de G. Oliveros, y también se traduce literalmente de la Acad. la que se da en Bracara Augusta para el Minho. Es inequívoco, en cambio, el informe de Sara García Vermejo referente a Mazuecos (prov. de Palencia) (Rev. de Dial. y Trad. Pop. II, 274 y 486), «varga y varguilla: cuesta: creí que no podría subir el ganado la varguilla de la Cupina con la carga que llevaba».

Parece en definitiva, probada la existencia de varga ‘cuesta, pendiente’, por lo menos en varios puntos de Navarra5 y de Álava (Euskera III, 248, cf. los derivados abajo), Santander («pendiente en un camino que da acceso a un llano» Alcalde del Río, Contrib. al Léxico Montañés), Palencia (Ga. Vermejo), y quizás ast., gall. y minhoto, y siendo así a él tendremos que asignar el varga de Juan Ruiz y del Libro de la Montería6 en el sentido de ‘prado lozano’ (Berceo) o ‘prado inundado’ (V. los numerosos testimonios luso-leoneses medievales citados), parece tratarse de la idea fundamental de ‘cercado de várganos, choza’; es decir, del otro vocablo, varga I = ‘choza, cercado’; varga II ‘cuesta, ribazo’, hermano seguramente del fr. berge = barge.

En cuanto a Francia, es otra cosa: ahí no se trata de supervivencias sueltas sino de una palabra de gran extensión y fuerte vida, que es preciso explicar, aunque seguramente prerromana. Pero dudo que sea más segura la etimología que ahora ha propuesto Hubschmid: un célt. *BERGA ‘altozano, monte’ en relación con el germánico berg ‘altozano, monte’; en céltico no hay pruebas de esta hipótesis, casi sólo fundada en el alem. alto y bajo (menos claramente en las demás lenguas germánicas, al menos en este sentido), en todo caso ajeno al céltico conocido (IEW 141.3-4); pero sobre todo inspira escepticismo el cambio de É en Á que debería ser en este caso antiquísimo, y que no hay prueba alguna de que pudiera ser causado en esas condiciones por una R siguiente. Me inclino por la base *BARէCA (comp. aquí VERA) probablemente céltica pero sin relación con aquello7.

DERIV.

Várgano; varganal; barganazu ast. ‘golpe dado con un várgano’ (V); de barganazo sale normalmente ―según la fonética del idioma― el gall. barganzo ‘vallado con que se suelen cercar las heredades’ (DAcG, no Vall. ni Lugrís); santand. vargo (V. arriba), que es también gallego bargo «lastra, laja», «piedra lisa, plana y de poco grueso» (DAcG); santand. vargaretu (arriba). Es posible que sea deriv. prerromano de *BARGA en el sentido de ‘campo inundado que se cierra con empalizada para pescar’ el port. várzia, vargem, varzem f. ‘campo inundable y cultivado’ (vid. Viterbo; ej. del primero en Héitor Pinto, † 1584, citado por D. Vieira), gall. Barcia ‘terreno plano y cultivado, planicie’ (DAcG), ‘planicie; sitio donde nace agua’ (Lugrís, Gram., 148), leon. Bárcena (Bárcena Mayor en Santander, doc. de 1168, Vignau § 137; y cf. ahora M. P., NRFH VII, 46)8. Desvargarse ‘caerse una persona o animal por un precipicio’ en Contrasta y Encía (Álava) y desvargadero ‘pendiente pronunciada y peligrosa para su tránsito’ en Contrasta (Guereñu, Euskera III, 248). Comp. BORGUIL.

1 De Berganza lo cita Viterbo, y de ahí ha pasado a varios diccionarios portugueses, pero no conozco pruebas de la existencia en este idioma.―

2 Representantes suizos del tipo de varga ‘choza’: Jud, Vox Romanica VIII, 93-94; comp. Jokl, VRom. VIII, 192-3; Loth, RCelt. XXXVIII, 303; para el fr. occid. barge «meule, panier à foin», conservado esporádicamente en la Suiza francesa (Rom. XLVI, 468) y en 20 topónimos del depto. del Loire, Jud, VRom. IX, 271.―

3 Tagliavini, ZRPh. XLVI, 48-50.―

4 En esta zona toma también el sentido de ‘especie de canasta’ y otros análogos, ARom. I, 158.―

5 Gualzata, ARom. V, 287-8. Más en Bolelli, It. Dial. XVII, 147-8.―

6 Barga andia ‘gran vertiente o derrumbadero’, como palabra castellana aunque empleada también por los euskaldunas de Zirodia, p. ej. Pamplona (junto al trifinio con Estella y Álava, Azkue, Supl.).―

7 «Bozerías, la una en La Cruz, que es encima de la barga del camino que va de Val Tablado».―

8 En la ac. ‘prado cercado con una empalizada, inundado en invierno’, lo natural es partir de la idea de ‘choza, majada’, ‘recinto’, de donde ‘cercado con empalizada’. La estudia Hubschmid en Boletim de Filologia, XV 12-21, creyéndola voz diferente, derivada del vasco ibar(r) ‘vega’ con el sufijo vasco -ko (derivado paralelo a BAICA > VEGA), para lo cual se funda en que «en vasco la k y la t (+ vocal) tras r, l o nasal se ablandan en g y d». Pero esto no es exacto, pues es bien sabido que sólo tras nasal se produce normalmente este fenómeno, lo mismo en vasco que en los dialectos romances limítrofes; lk > lg sólo se da en el dialecto vizcaíno y rk no se cambia en ningún dialecto vasco, por lo menos no es esto normal en los dialectos modernos. Hay por cierto casos de alternancia rc = rg en inscripciones ibéricas, pero falta saber hasta qué punto se trata de algo más que de un fenómeno gráfico (recuérdese que la grafía C con valor de G es frecuente aun en latín arcaico). También es cierto que hay casos sueltos de alternancia rg ~ rk en vasco y en hablas romances lindantes, de modo que la posibilidad de que varga salga de un BARCA no debemos rechazarla del todo, y así tampoco podemos descartar enteramente la etimología de Hubschmid. Pero el área portuguesa de la ac. que nos interesa es sumamente desfavorable a un origen vasco, y el significado privativo del sufijo vasco -ga desaconseja toda etimología vasca en nuestro caso. Johannes Hubschmid, en este artículo que hemos citado, se declara por la relación derivativa entre *BARGէN y *BARGA, idea que ya sugerí como posible en mi nota de 1942 (AILC I, 148 n.1), que él da ahora como propia, y que me parece actualmente algo más probable que la etimología MARGINEM, en razón de la coincidencia semántica y geográfica entre aquellos dos vocablos (las razones que da Hubschmid carecen de fuerza). Para parga ‘montón de hierba’, junto a barga, V. ahora Hubschmid, ZRPh. LXVI, 61.