TREBEJO, ‘juego’, ‘objeto para jugar’, en port. trebelho, origen incierto, quizá diminutivo de trebe (variante de trébede) ‘trípode’, que en varios romances se aplicó a diversos enseres, y pudo extenderse a todo objeto de juego.

1.ª doc.: 1200, Disputa del Alma y el Cuerpo.

El verbo trebejar es casi tan antiguo como trebejo: en Berceo, SMill., unos padres llevan una niña enferma al sepulcro del santo, pero se les muere por el camino y la dejan ante el sepulcro; cuando acuden el día siguiente: «vidieron la defunta en sos piedes estar / viva e bien guarida, reír e trebejar / tan bien como si fuesse criada del logar» (357c). Este sentido de ‘jugar’ hablando de niños es corriente y típico: «eres niño de días e de seso menguado / ... / envíote pitança bien qual tú la mereces: / una cinta que cingas, pella con que trebejes» (Alex., 738b); «diz: ―semejamos moços que andamos trebejando; / semeja que viniemos aquí por trebejar, / ir e venir a las vezes cuemo quien juega’l azar» (Alex., 651d, 652a); «el Rey D. Enric trebelló con sus mozos e feriéronlo con una piedra en la cabeza e murió» (texto aragonés de h. 1220, BRAE VI, 218). Igualmente puede tratarse de juegos de adultos: «los otros trebejavan axadreces e dados» (Alex., 670), «si algún omne por poco seso o trebejando alanzó piedra» Fuero Juzgo (p. 113, con variantes leonesas trobellando, trobeyando). Y luego puede tratarse de juegos en el sentido figurado de ‘bromas’: «unos hombres estaban riyendo e trebejando» Conde Luc., cap. 8; especialmente tomándolo en mala parte: «quand el Rey de gloria viniere judicar, / bravo como león que se quiere cebar, / ¿quién será tan fardido que le ose esperar, / ca el león yrado sabe mal trevejar?» Berceo (Signos, 61d); en épocas posteriores ya sólo queda la ac. ‘retozar, juguetear’: «¿cómo conviene dançar al villano / que nunca la mano sacó de la reja? / Busca sy te plaze quien dançe liviano, / déxame, Muerte, con otro trebeja» (Dança de la Muerte, 396), «en torno a cuyos pechos trebejaban / dos tiernos niños, y de miedo ayunos, / chupaba cada qual su fértil teta» en la Eneida de Hernández de Velasco (1555) ej. citado por Aut.; junto con el de trebejarse ‘hacerse travesuras’ que cita Fcha. de Ant. de Guevara son los únicos que conozco del S. XVI, pues el verbo pronto se anticuó: así lo reconoce Aut., y Covarr. da pruebas de lo mismo al confundirlo con trabajar; es de creer que ya sería poco usual en el S. XV cuando falta en los glos. de h. 1400 y en APal., y Nebr. tampoco lo registra a pesar de anotar «trebejo de niños: crepitaculum; trebejo de axedrez» («abaculus: trebejo o escaque del axedrez» en el Lex. Lat.-Hisp.); hoy sólo perdura en Asturias: trebeyar «juguetear, retozar» (V), «juguetear, correr de un lado para otro; ocuparse de distintas obligaciones, de los quehaceres de la casa» (R)1.

El sustantivo trebejo tuvo vida más duradera, y desde el principio es de uso por lo menos tan frecuente como el verbo, seguramente más, en las varias acs. de aquél: «comenzaron luego la pellota jugar / ... / Metióse Apolonio, maguer mal adobado, / con ellos al trebejo, su manto afiblado» (Apol., 145c)2; «fallaron una gran pieça de vacas; et don Alvarháñez començó a dezir: -¿Viestes, sobrino, qué fermosas yeguas ha en nuestra tierra? ―E cuando su sobrino esto oyó, maravillóse ende mucho, et cuidó que ge lo dizía por trebejo» Conde Luc. (ed. Hz. Ureña, p. 129). En el sustantivo es muy frecuente la ac. figurada ‘broma pesada, mala pasada’: «sy non prendes, Señora, de mí algun consejo, / seo mal aguisada de salir a concejo: / aquí quiero morir, en esti logarejo, / ca sy allá salliero ferme an mal trebejo» Mil., 525d, «todos avién sabor de ferlis mal trebejo, / sobrel lego cativo tomaron mal consejo: / alçáronlo de tierra con un duro vencejo [‘le ahorcaron’]» Mil., 893d; otras veces el matiz peyorativo consiste en darle el valor de ‘intriga, manejo’: «ni fecist oración nunca de corazón, / cuando ivas all elguesia asentávaste a conseja: / i faziés los consejos e todos tos trebejos» (Disp. del A. y el C., v. 20); o bien se trata de un juego lascivo, interpretación que debemos dar a trebejo en el verso 839c de Juan Ruiz, donde la enamorada exclama «el gran amor me mata: el su fuego parejo / pero que non me fuerça, aprémiame sobejo; / el miedo e la vergüença defiéndenme el trebejo; / a la mi grande quexa non le fallo consejo»3. Finalmente, muchas veces y ya desde antiguo encontramos el sentido concreto de trebejo aplicado a las piezas del ajedrez y juegos semejantes, de lo cual no sólo hay un ej. h. 1300 en la Gr. Conq. de Ultr. (182a), y es casi el sentido único desde Nebr. y Covarr. (en Oudin éste y ‘juguete de niños’), está en Lope (Fcha.), en el G. de Alfarache4 y Aut. da otro ej. del S. XVII, sino que ya es la denominación usual y muy frecuentemente usada en el S. XIII a juzgar por el Libro del Ajedrez del Rey Sabio: «fabla en este libro de... quáles mejorías an los unos trebejos sobre los otros... e de cómo dan xaque al rey, que es el major trebejo de todos» (ed. Steiger, 10.19, 22), «los trebejos an de seer treynta e dos; e los xvi duna color... e los otros dizeseyes de la otra color» (12.19, y así passim); lo mismo en el juego del alquerque (ibid. 362.22, etc.). Hoy trebejo ya se ha anticuado en esta ac., de suerte que el vocablo sólo sobrevive localmente en varias acs. concretas: ast. ‘cosas menudas’ (R), santand. ‘restos sin provecho, elaborada la manteca’ (G. Lomas). salm. ‘mueble desvencijado, trasto’ (Lamano), arg. ‘trasto, enser’ (ejs. en Tiscornia, M. Fierro coment., s. v.)5. Lo que me lleva a creer que el sustantivo trebejo es básico, y anterior al verbo trebejar, es en primer lugar que este último no se encuentra todavía en el texto arcaico y en cierto modo oficial dictado por el Rey Sabio sobre el Ajedrez y demás juegos de salón (dados, tablas, alquerque, etc.), donde únicamente se encuentra jugar6; por otra parte el sufijo nominal -ejo es tan frecuente como es rarísimo un sufijo verbal -ejar, y a base del verbo no se ve posibilidad etimológica razonable.

La historia de esta familia de palabras en lengua portuguesa conduce a los mismos resultados. También aquí son muy antiguos verbo y sustantivo, ambos documentados con frecuencia desde el S. XIII, y todo indica que la evolución sería rigurosamente paralela, aunque aquí no tenemos la suerte de contar con una obra como el Libro del Ajedrez de Alfonso el Sabio, y en consecuencia no podemos dar ejs. tan antiguos del sentido concreto ‘pieza u objeto de juego’, mientras que la naturaleza de los textos antiguos se prestaba a proporcionar muchísimos de las acs. ‘juego’, ‘burla’ y análogas; trebelhos ‘piezas de ajedrez’ está documentado con gran frecuencia desde la Crónica de Resende, h. 1500 (Moraes; otro del S. XVI en Bluteau, etc.), pero ya Nunes de LeƟo en 1606 no conocía como vivo otro sentido que éste y se veía obligado a explicar trebelho «brinco», o sea ‘juego, retozo’ como palabra anticuada; el P. Bernardo de Brito pocos años antes citaba el verbo trebelhar «brincar ou bulir com várias cousas e correr de h?a parte para outra» en unas coplas antiguas, como curiosidad medieval (según refiere Bluteau). Desde luego ambos son frecuentísimos ya en la lírica del S. XIII; en las Cantigas de Alfonso X especialmente en el sentido de ‘chanza’, ‘escarnio’: «semella-me trebello / que poi-lo Papa nen todo seu concelho / en este feito non me deron consello, / cómo mi-o dará o que é fol provado?» (65.16, análogo 215.9), «muit’é gran d?osto / do feito da Virgen santa / ser metud’a trebello» (porque la tenían desprovista de todo, 273.4), «non vol-o digo en trebello» (355.13), «tener en trebello» ‘tomar a juego’ (115.13), «por trebello» ‘en chanza’ (368.4); de ahí que llegue a significar ‘copla satírica’ y luego generalmente ‘dístico, estribillo’, como en Macías o Namorado: «por ende direi des i, / con cuidado que me crece, / un trebello, e diz assi: / Anda meu coraçon / mui trist’e con razon» (Lang, Canc. Gallego-Castelhano, v. 157, y una rica colección de ejs. de esta y otras acs. medievales en port. y cast., en las pp. 167-8). Más material es ya el sentido de ‘torneo amistoso entre caballeros’ como en la História do Santo Graal: «quero que em aquel campo de Camaalot seja ora começado trebelho tal que depois da minha morte seja contado... que trouxesse armas em aquelle trebelho de sinaaes de linhagem de rei Bam... este trebelho desta justa durou atee ora de vespera» (pp. 14-15)7; y el sentido de ‘retozo’ o juego más o menos desenvuelto o lascivo está bien claro en unas constituciones lisboenses de 1403, que proporcionan útil ilustración al Libro de Buen Amor: «nem cantos nem danças, nem trebelhos fezessem deshonestos» «que nom dançassem, nem bailassem nem trebelhassem nos Dias Santos» (Viterbo)8. Gall. ant. trebellar ‘jugar’, trebello ‘juego’: «Isaac e Ismael, ambos yrmƟos, trebellavã... et Sarra parou mentes ao trebello» Gral. Est. Gall. 219.5.6; varios ejemplos paralelos en las Ctgs. y en la Crón. Troyana pueden verse en los glosarios de Mettmann y Parker, y además tenemos trebello ‘pieza de ajedrez’ en la Crón. Troyana II, 45.7 y en el Livro de Esopo portugués. Hoy verbo y sustantivo están más o menos anticuados en el portugués normal, a no ser en el sentido de ‘pieza del ajedrez’ (aunque en éste también se dice peças y figuras), y en otros de objetos materiales, a que me referiré luego; mientras que en gallego, como ya he probado arriba, siguen siendo usuales trebellar «travesear, enredar, juguetear» y trebellos «trebejos, trastos o utensilios para hacer algo; juguetes; chanzas» (Vall.).

Sea de ello lo que quiera, y sin ignorar la importancia de las varias acs. figuradas en la Edad Media, está claro que lo único constante desde el S. XIII, y lo que mayor vitalidad ha demostrado hasta hoy, es trebejo en el sentido material de ‘pieza de juego’ o en general ‘objeto para jugar’ y ‘enser, trasto’; trebejo ‘acción de jugar’, ‘broma, chanza’ y acs. semejantes, así como el verbo trebejar en sus varias acs., son sin duda muy curiosos por haberse anticuado pronto, y así los lexicógrafos y comentadores pusieron a nuestra disposición muchos ejs. de los mismos, pero tenemos derecho a mirarlos como significados secundarios, y a pensar en una etimología material como la que he resumido en el encabezamiento.

Pues ¿qué otra posibilidad queda? Las tentativas etimológicas más antiguas han parado todas en un fracaso completo. Que trebejar sea lo mismo que trabajar, según quería Covarr. y todavía repiten algunos, es evidentemente erróneo a la luz del sentido y de la forma de las dos palabras. Sin desecharlo todavía del todo, ya Morel-Fatio en 1875 ―si no me engaño, el primer romanista que abordó el problema― proponía un étimo *TREPէDŬLARE derivado de TREPIDARE ‘agitarse’, ‘menearse’, ‘temblar’ (directamente o por medio del rarísimo TREPIDULUS diminutivo de TREPIDUSatareado’, ‘temblante’), y el mismo camino siguió Brüch (Misc. Schuchardt, 70-71), con la consagración de M-L. (REW3 8881a); pero esta idea, que ya no es evidente en el aspecto semántico y asigna un lugar subordinado al sustantivo trebejo9, choca sobre todo con la fonética: la lh portuguesa y j castellana postulan imperativamente un étimo con L? o CL (GL), de ninguna manera DL: el resultado de éste habría sido *trebeldar (port. *trebelar)10. También es en la fonética donde tropiezan Spitzer (Lexik. a. d. Kat. 134-5) y la Acad., al partir de TRABէCŬLA (o TRABECŬLA) ‘viga pequeña’: aun dando de barato el trueque de género y el cambio de la primera A en e11, es evidente que la b del port. trebelho y del cast. ant. trebejo (grafía constante en los textos cuidados, hasta Nebr. y PAlc. inclusive) sólo puede corresponder a una -P- originaria y nunca a una -B-, comp. el port. y cast. ant. trava, travar, descendientes indudables del primitivo TRABS de donde deriva TRABICULA12>. Creo, pues, que hay que echar en olvido estas tentativas.

Más natural era la idea del P. Sarmiento y otros, lat. TRէPŬDIARE ‘danzar solemnemente’ y luego ‘brincar, saltar’, ‘retozar de alegría’ (comp. tripudium «hilaritas, gaudium» en glosas), voz que tan notablemente coincide con el matiz particular del verbo trebelhar, y que tan valida anduvo en la Edad Media; pero aquí también la discrepancia fonética era tan grave que esquivó a todos los romanistas; sin embargo, se podría argumentar en su apoyo, pues las variantes tripidiare, tripedare, tripediare, repetidamente documentadas en glosas y en textos medievales (Du C.; CGL VII, 367), prueban que en la baja época se percibió en este verbo (con razón por lo demás) un compuesto de pes, pedis, rehaciéndose en este sentido su forma; y siendo voz predilecta del bajo latín no extrañaríamos que pasara al romance por vía semiculta, cambiándose la -d- en -r- o -l-, según tantas veces ocurre en palabras de esta clase (trageria, presirio, presilio, omecillo)13: de ahí la base *TRէPELIARE que necesitaríamos. Si no me decido a aceptarla es por su carácter hipotético (defecto grave en una combinación harto complicada), y también porque hay cierta contradicción entre el carácter semiculto que nos veríamos obligados a suponer, y la evolución rigurosamente hereditaria de -L?- en -j- y de -P- en -b-.

En conclusión, conviene ya que examinemos si se encuentra una solución partiendo del sustantivo trebejo, y una solución más simple con punto de partida menos remoto, analizando el vocablo, en forma natural, como un diminutivo-despectivo de trebe. Ahora bien, esta palabra existe: es variante de trébedes ‘trípode’, bien conocida sobre todo en la forma protética estrebes, pero también en la primitiva trebes. ¿Tendremos que pensar que los antiguos trebejos de ajedrez tenían tres piecezuelos? Me faltan conocimientos arqueológicos para decidir si es posible, pero quiero notar ante todo que las antiguas piezas de ajedrez solían ser muy anchas y grandes: véanse las miniaturas reproducidas en la ed. de Steiger (pp. 43, 47, etc., y sobre todo p. 210); y en el pasaje citado de la Gr. Conq. de Ultr. el rey de Zaragoza mata a un hombre al arrojarle iracundo un roque o torre a la cabeza. Mas por otra parte es probable que la base semántica del cambio sea mucho más amplia. Ya en la Antigüedad el gr. τρίπους y el lat. tripes tuvieron tendencia a denominar muchos y diversos objetos: mesas, vasijas (de calentar agua o de otros oficios), taburetes, instrumentos musicales y aun pendientes de oreja.

Los romances siguieron por el mismo camino14: en la Suiza francesa trep ‘soporte de la olla’, en muchas hablas italianas y sardas trèspene y análogos valen ‘bastidor o armadura de cama’, en otras partes ‘armazón que aguanta un colador’, en casi todos los romances TRIPES ha designado un taburete o escabel, el it. tréspolo designa muchos armazones y andamiajes, y además se emplea como nombre humorístico de cualquier carruaje viejo y desvencijado; el cast. trébede, además de designar armazones semejantes, se aplica a una habitación que a modo de hipocausto se calienta con paja, y así se ha supuesto que el cat. trebol y trespol ‘techo’, ‘piso’, proceda también de TRIPEDEM, como tiene este origen el friul. trespit ‘henil’ (REW 8912); el port. trempe, además de un soporte de cacerolas y de una almadía de tres palos, es el nombre de un lazo o trampa de cazador (Fig.): ahora bien ¡esto mismo significa hoy trabelho, variante de trebelho! ¿Será casual? Pero hay más, pues trebelho en los Inéditos de Alcobaça (SS. XIV-XV) aparece como nombre de un instrumento musical («com sestos e trebelhos e com estormentos», CortesƟo), exactamente como el gr. τρίπους. Se tiene la impresión de que TRIPEDEM, habiendo empezado como nombre de armazones de tres pies, y luego armazones de cualquier clase, acabó por denominar un gran número de enseres y trastos que ya muy poco recordaban esa estructura, y así pudo acabar por designar un trasto cualquiera más o menos útil o inservible: de ahí el milan. tréspet ‘holgazán’.

Pero si estos tantos valores tuvo trébe(de), ¿no era natural que su diminutivo-despectivo a trebejo se aplicara a las innumerables cosezuelas de que puede echar mano un niño que quiere jugar? En este nombre diminutivo se refleja la actitud protectora y superior del adulto frente al pequeñín. Si la -D- intervocálica ya no siempre se conserva en el cast. trébedes, que tiene variante (es)trebes, mucho menos se encuentran huellas de la misma en el port. trempe, y desde luego era natural que desapareciera siempre en la posición pretónica trebe(d)ejo15. En el aspecto semántico, adviértase que trebejo no llega a ser nunca sinónimo perfecto de juego: en el Libro del Ajedrez el cast. juego se emplea a cada paso como nombre de la actividad y trebejo es sólo el objeto concreto que sirve para jugar, el juguete (otro diminutivo), y así ocurre en multitud de textos de todas las épocas; el sentido de trebejo podrá ampliarse y se podrá formar un trebejar verbal, pero siempre conservan ambos vocablos el sentido más o menos despectivo o afectivo propio de sus orígenes diminutivos: trebejo es el escarnio, la mala pasada, el dicho satírico, trebejar es ‘retozar’ y ‘juguetear’: es lascivire más que jocari o ludere. Como voz empleadísima, se alejó de sus orígenes, pero no del todo. Comp. ANTRUEJO.

DERIV.

Trebejar (V. arriba). Trebejuelo.

1 Más testimonios medievales de trebejar en Gr. Conq. de Ultr. 529; Juan Manuel, Rivad. LI, 310; Gower, Conf. del Amante, 186; y otros en Cej., Voc.―

2 Acaso sea aragonesismo en la Crónica de Jaime I: «e ab un trebeyl que feya ab uns moços donaren-li d’una teula en lo cap» (28); o será arcaísmo pronto olvidado: no conozco otro ej. en catalán.―

3 Cejador, seguido por Spitzer y Lida, quiere entender ‘pieza de ajedrez’, olvidando que defender era ‘prohibir’ antiguamente. Su interpretación es algo sutil. Más oportunamente recuerda M. R. Lida que esto traduce la frase del original latino «por el contrario, la vergüenza y el miedo me mandan ser honesta». Comp. la explicación del P. Sarmiento: «el verbo trebellar en gallego, de tripudiare, siempre significa in malam partem y dista 100 leguas del honesto verbo trabajar... la copla gallega común: o crego mais a criada jugaban a os trebelliños, etc.» (BRAE XVIII, 123). Cejador peca siempre de cándido al comentar a J. Ruiz.―

4 «Las costillas parece que me sonaban en el cuerpo como bolsa de trebejos de ajedrez» (Cl. C. II, 174.17).―

5 Siempre en plural en la Argentina, de aquí la forma aglutinada los estrebejos, que según me dicen se oye todavía en Mendoza. Más ejs. medievales en Rivad. LI, 178 (Castigos de D. Sancho), 398 (Juan Manuel), J. Ruiz 688, Crón. de 1344 (en M. P., Inf. de Lara 250.22, con variante aportuguesada trebello); otros en Cej., Voc.―

6 Aun en casos de íntima combinación con la voz trebejo, que invitaría a emplear su pareja verbal: «juégasse desta guisa: toman un trebejo e pónenlo en medio...», «juégasse en esta manera: en ell alquerque ha de aver veynt y cinco logares do se puedan poner los trebejos...» (364.33, 364.4). No sólo con este valor genérico, sino también en el de ‘mover una pieza’: «los blancos juegan primero e vençen a los prietos o amannan» (29.1, y análogamente 42.1, 125.1 y a cada paso).―

7 También en cast., como en el Conde Luc., ed. Knust 99.1.―

8 Trebelhar, igual que en cast., es algo menos frecuente que el sustantivo, pero ya está en el sentido de ‘jugar’, hablando de niños, en las Cantigas (105.1, 282.3, 5, 353.6), y en ésta y las demás acs. lo encontramos en cantigas de amigo (223.13, 389.2, de la ed. Nunes; v. 903 del Canc. de Lang), en el Livro de Esopo (J. J. Nunes, Florilégio, p. 85) y en los Inéditos de Alcobaça (CortesƟo). De trebelho se podrían agregar muchos más, como en los Padres de Mérida (RL XXVII, 76) y los que se leen en Moraes y otros dicc.―

9 Además nótese que de toda la familia de TREPIDARE no ha quedado en romance otro descendiente seguro que el remoto rum. trepă ‘correr’; los representantes dialectales italianos que cita M-L. son todos discutibles. Enmendar en *TREPIDICULARE no serviría de nada: tales derivados son raros en la Romania (M-L., R. G. II, § 581) y nulos en Iberia.―

10 Esta falsa etimología condujo luego a Brüch a suponer otras cuya falsedad si cabe es todavía más evidente; V. mi artículo RAJAR, donde rechazo más detenidamente el supuesto cambio de DL en lh.―

11 La variante trabelho que Spitzer quiere tomar como base parece ser muy reciente: ningún dicc. port. la registra, que yo sepa, antes de Figueiredo. Verdad es que en el pasaje citado del Santo Graal aparecen las variantes trabelho y trabalho (!), pero están solamente en los títulos de capítulo, y así deben de ser muy posteriores al original; por lo demás, la segunda revela un interpolador modernísimo, que ya no conoce este vocablo medieval y lo confunde con ‘trabajo’ o sigue la moderna pronunciación lisboeta ei = ai.―

12 El mismo reproche hacía Hanssen (BDR III, 124) a la etimología de Ford TRէVէUM ‘encrucijada’ (por ser allí donde jugaban los villanos), que nadie querrá defender.―

13 Un glosador anglosajón (CGL VII, 367) traduce tripoda por tripil, forma que puede ser de origen romance, pues nada de esto hay en los diccionarios anglosajones.―

14 En textos portugueses del S. XIII (CortesƟo) se encuentra trebolha como nombre de una vasija, que vendrá seguramente de *TRIPOLIA por TRIPODIA.―

15 Este diminutivo pudo arrancar de muy antiguo. Un b. gr. τριπέƌικλον, tomado del latín, se encuentra en ciertos códices de Dioscórides (V. los Du C. latino y griego), pero como nombre del marrubio. Cuántas cosas pudo llegar a designar.