TOCA, voz antigua en cast., port. (touca) y vasco (taika), y desde la Península Ibérica propagada por Francia, Inglaterra y quizá Italia; representa una forma TAUCA antigua en tierras hispánicas, aunque no puede descartarse la posibilidad de que ésta venga a su vez del persa ƫāq ‘velo, pañuelo, chal’, por conducto del árabe.

1.ª doc.: 1081, doc. arag.

Donde se lee: «de illos trapos abeat Blaskita illo tapete ante manum et unos sabanos literatos et una facelga et X tokas, et III linias et II gannapes...» (Ibarra, Docs. de S. Juan de la Peña II, p. 155). Es ya frecuente en Berceo: «la Virgo gloriosa... / tenié en la cabeça corona muy honrrada, / de suso una impla blanca e mui delgada / fue travar de la toca el mal aventurado / pegóseli tan firme en el puño cerrado / que con englut ninguno non serié tan travado» (Mil., 881c; íd. 868b, 882d, 883a); allí mismo, 872d, se llama una toca negrada a la freira o monja que vivía en un santuario; en S. Dom., 293d, una mujer herida de parálisis pierde el seso, y ahí el vocablo se refiere metonímicamente a la cabeza: «fablava de la lengua mucha palabra loca, / nin mandado nin parte non sabié de su toca»; etc. En Sta. María Egipciaca, v. 371, la santa «tolló la toqua de los cabellos, / nunqua vió omne más bellos». En el Libro de Buen Amor la Serrana pide entre los regalos de boda «toca amarilla bien listada en la fruente» (1004b). En el Glos. de Toledo tocas traduce a redimiculum («ornamentum capitis mulierum»), en el del Escorial está como equivalente de vitta. Es palabra de uso general en toda la Edad Media y período clásico (y hoy todavía, al menos para la de las monjas), aunque casualmente falte en APal.; Nebr. «toca de muger o tocado: velamen; toca sagrada de monja: vita; t. de ombre: sudarium; t. como almaizar: sudarium»; Aut.: «adorno para cubrir la cabeza, que se forma de velilla u otra tela delgada en varias figuras, según los terrenos o fines para que se usan», «una tela delgada y clara, de lino o seda, especie de beatilla de que ordinariamente se hacen las tocas».

Es también voz muy antigua en gallego-portugués, donde ya encontramos touca en el Foral de Urros, h. 1180: «puella in capillo aut cum touca» (PMH Leges, p. 425), y en otro de 1225: «et si fuerit macipia in capillo aut cum touca» (íd., p. 602); así como en García de Guillade, med. S. XIII: «de pran non s?o tan louca / que ja esse preyto faça; / mays dou-vos esta baraça: / guardad’a cint’e a touca» (v. 377) y cuatro veces en las Ctgs. (p. ej. «aver non podia un pano en que o envorullar sa touca» 180.45); Sarm. da gall. touca «toca» (CaG. 154r) y cita thoca en glosas isidorianas, en bajo latín hispánico tardío. Define Moraes «adorno de lençaria que as freiras e viuvas trazem pela cabeça, e parte da testa», «trunfa que traziƟo os antigos sacerdotes, e trazem hoje os Asiáticos e Mouros: é uma faixa de lenço longa, como um ramo de lançol, e servía talvez para se alarem por ellas aos muros, e semelhantes necessidades» (con ej. de Juan de Barros, med. S. XVI), «espécie de rebuço usado dos homens antigamente para se cobrirem e nƟo serem conhecidos» (con ej. de la crónica de Resende, h. 1500)1. En docs. arcaicos de Portugal, en latín, encontramos una forma tauca, que puede obedecer a una tradición arcaica, y que en todo caso es importante porque nos proporciona los testimonios más antiguos del vocablo: «uno lenzo et una tauca in lenzo» en 1070 (PMH, Dipl., p. 301), «pro una tauca que non passet pro triginta solidis» en 1253 (íd., p. 194), «mando domnae Orracae... quatuor taucas... quatuor taucas serici (bis)» en el testamento de la Reina Mafalda de Portugal, de 1256 (Du C.).

Señaló M-L. (Hisp. R. I, 66) que el diptongo de esta antigua forma está confirmado por el del vasco (hoy anticuado) taika «prenda que llevaban a la iglesia en vez de la mantilla», que Azkue recogió de boca de un anciano roncalés, y que está confirmado por el Suplemento de Araquistáin (San Sebastián, 1853) con la definición «tocado de la cabeza»; en efecto un antiguo diptongo AU se vuelve ai en vasco (kaiku CAUCUS); esto es efectivamente general en ronc. y sul., y hay allí un dim. ?auka ‘pañoleta, pañuelo o mantón doblado, uniendo dos de sus puntas opuestas y anudando las otras dos al cuello’, que Azkue recogió en Amikuze (NE. del b. nav.), cf. Michelena. Fon. 93; daukari ‘calonia que se paga por la toca de una mujer’ en el Fuero Gral. de Navarra (S. XIII?), Michelena, T. A. Vascos, p. 55.2.

Fuera de la Península Ibérica está hoy bastante difundido el vocablo, pero en todas partes ha de ser importación hispánica. El fr. toque «coiffure (de drap, de velours, de soie, etc.) ronde, sans bords ou à très petits bords, à dessus plat, le plus souvent plissée tout autour», modernamente empleada por jueces, profesores, mujeres, etc., pero también es «linge de chanvre ou de gros lin, qui couvre les épaules et l’estomac des religieuses du Saint Sacrement», y el pasaje del S. XVI citado por Littré «une tocque de velours noir sur laquelle estoit le chapeau de conte» comprueba que antiguamente era un velo o toca y no un sombrero; la q francesa prueba ya que es palabra importada, y en efecto no se han encontrado ejs. anteriores a 1462, de suerte que apenas cabe dudar que en francés es hispanismo2.

En Italia el problema es algo menos claro. Tòcca es allí «spezie di drappo di seta e d’oro o d’argento» (Crusca, 1763) y aparece con frecuencia en autores de med. S. XVI (Caro, Giambullari, etc.), es decir de la época en que ya empieza a ser intensa la influencia española; Zaccaria documenta en traducciones de textos hispánicos de este mismo siglo, con los sentidos de «fazzoletto» y «certo abito» y no vacila en calificarlo de hispanismo; es verdad que aunque menos fecundo que en España, allí el vocablo no fué tan estéril como en francés puesto que también encontramos tòcco «sorta di berretta» en varios autores desde princ. S. XVI (Maquiavelo, Giambullari, Varchi): ambos están hoy anticuados en el uso común. Gamillscheg (R. G. II, p. 166) asegura que es voz originaria de Italia, procedente del longob. tôh ‘paño’ (= alem. tuch, b. alem. ant. dôk), y que en España es por lo tanto préstamo de Italia. Para ello, además de su etimología, que sólo en Italia es posible, se funda en la extensión del vocablo en los dialectos italianos, desde la Emilia (tocca, toca ‘velo labrado con oro y seda’, ‘paño eclesiástico con hilos de oro y seda’) pasando por Toscana hasta los Abruzos (tòcche ‘pañuelo de cabeza’), lo cual constituiría una área típica de colonización longobarda. Quizá sí, aunque no hay duda de que las voces longobardas abundan más en Lombardía, y se hacen ya harto raras hacia el Abruzo; mas por otra parte no hay duda de que Gamillscheg limitó demasiado sus datos, pues también encontramos el vocablo en otras partes, no sólo en el valdense de Pragelato (tók ‘cofia parda’, ASNSL CLXIX, 80), sino también en Sicilia y en otras hablas del Sur de Italia, así como en Cerdeña, es decir, precisamente en una zona tan abierta a los influjos hispánicos como carente de legados germánicos. Y sobre todo tienen muy poco valor estos datos de diccionarios dialectales modernos acerca de un término de civilización, de los que tan fácilmente se propagan: para fundamentar la opinión de Gamillscheg habría que aducir documentación antigua del it. tòcca y mejor de tòcco, que es el que podría venir del germánico. Yo mismo he tratado en balde de encontrar esta documentación3, pues lo único que aparece es un caso aislado de tocca en el Tesoretto de Brunetto Latini traducido al italiano a fines del S. XIII: «egli dice che la tocca sanguinosa che tu porti è segno che tu fosti alla mislea; e tu di’ che questo è leggier segno, che la tocca sanguinosa può esser segno che tu sei sanguinato» (lib. VIII, cap. 58, ed. Gaiter IV, p. 208) traduciendo «cotte sanglante... tu as esté seigniez» del original francés (ed. Chabaille, p. 551). Todo es sospechoso en este pasaje: no se trata de una toca, de un paño ni de un velo, sino de una cota de hombre de armas: ¿será metátesis ocasional del fr. cotte en este texto lleno de galicismos mal asimilados? Además el texto no es de fiar, pues es muy posible que se trate de una modernización del S. XV o XVI4. En una palabra, el pasaje del Tesoretto no interesa para nuestro problema, y provisionalmente podemos admitir que el it. tocca es también hispanismo, pues tampoco es probable la opinión de M-L. de que esta voz italiana sea independiente de la hispánica. En todo caso se puede rechazar sin escrúpulo la afirmación de Gamillscheg, de que en España se tomara de Italia, supuesto inverosímil en grado sumo, tratándose de una voz tan arraigada allí desde el S. XI, y punto menos que imposible si tenemos en cuenta el vasco taika y el port. touca.

Desde Francia pasó el vocablo al ingl. toque, documentado sólo desde 1504. Pero además lo encontramos en dos lenguas célticas, y éstas presentan un problema más delicado, que deberé abordar, puesto que desde Diez (Wb., 320) hasta la Acad. y otras publicaciones muy recientes se viene repitiendo que toca es de origen céltico. Allí tok significa ‘sombrero’ en bretón, «toque, cap, hat, bonnet» en galés, donde por lo demás es hoy palabra anticuada (Spurrell-Anwyl); sin duda es verdad que la palabra bretona ya figura en el Catholicon de Lagadeuc (h. 1464), pero está ausente en fuentes anteriores5, y Thurneysen (Keltorom., 80-81), sin descartar enteramente que la voz francesa venga del bretón, manifestó su escepticismo en vista de la -k-, que en las lenguas britónicas es casi siempre indicio de extranjerismo; si se tratase de una -CC- doble originaria el carácter advenedizo de dichas formas célticas sería seguro, puesto que -CC- da siempre la fricativa velar ch; verdad es que ahora sabemos lo que Thurneysen ignoraba todavía, que el it. tocca carece de autoridad y que las antiguas formas hispánicas indican una base TAUCA con -C- sencilla. ¿Podría ser céltica ésta, y salir de ahí el bret. y galés tok? Esto desde luego no es posible en cuanto a la vocal, pues AU pasa a u, luego palatalizada, en las lenguas britónicas. Debo dejar a los celtistas la resolución de otras posibilidades de detalle, como suponer una base célt. *TOKA para estas formas britónicas, o admitir *TAUKA con préstamo del gaélico al britónico, aunque todo esto es muy inverosímil6; y desde luego tenemos derecho a afirmar que todas las apariencias son de que el bret. tok se tomó del francés y el galés toc del inglés.

En una palabra, todo indica hasta aquí que la palabra es oriunda de España, y bien podríamos asentir en principio a la conclusión de M-L. de que estamos ante un vocablo TAUCA autóctono de la Península, si bien quizá más bien ibérico que vasco, puesto que la inicial T- no parece ser castiza en este idioma. Sin embargo hay que explorar la posibilidad de que a España llegara desde África. Ya Mayans (Oríg. de la L. Esp. I, 99) dijo que el cast. toca y el turco takia venían del persa «tag: bonete». Más tarde De Gregorio y Seybold, en su glos. de voces sicilianas de origen oriental, partieron del ár. ƫâqiya, a lo cual objetaba Baist, con razón, las dificultades fonéticas (KJRPh. VIII, 208), y en lo mismo piensa Muss-Arnolt (MLN V, 498) y quizá ya Dozy (Noms des Vêtements chez les Arabes, 280ss., que no está a mi alcance). Sin duda el ár. ƫâqiya tiene significados bastante próximos a los de toca: el hispano R. Martí (S. XIII) lo traduce por «cappellus» y en Egipto ha designado sucesivamente desde el S. XV «une sorte de béret rond et plat, de la hauteur de la sixième partie d’une coudée; il était vert, rouge ou bleu et on le portait sans turban», «béret de deux tiers de coudée et dont le sommet était sphérique; elle était doublée de morceaux de papier et ornée d’un bordure de fourrure de belette: coiffure des émirs, des soldats, etc., et les femmes l’adoptèrent aussi», «le bonnet qui s’appelle ailleurs tarbouch», «la calotte de toile qui se met sous le tarbouch». Por razones fonéticas está claro que de ahí no puede salir toca, pero ya no aseguraré tanto del primitivo de donde proviene este derivado, a saber ƫâq, que lo mismo que ƫâqiya se tomó del persa ƫāq, propiamente ‘arcada’, ‘cúpula’; en árabe ƫâq significa esto y otras acs. arquitectónicas, pero además figura en los españoles Abenalabar y Abenjaldún como nombre de una vestidura de ceremonia y de fiesta, cuya identidad costaría de precisar, también ‘pieza de paño’ y ‘cada una de las partes que integran la vestidura de una persona (p. ej. la camisa)’ en otras fuentes occidentales (Dozy, Suppl. II, 70-71), ƫâg «espèce de tapis à courte laine» en el Sáhara occidental (Beaussier).

Estas acs. están todavía bastante lejos de las de toca, pero como esta palabra arábiga se tomó del persa ƫāq, que además de ‘arcada, cúpula’ significa ‘chal o pañuelo verde’ («a green scarf») y ‘especie de vestido acolchado’ (y ƫâqiya ‘vendas que se llevan debajo del sombrero’, Steingass), es verosímil (atendiendo a los demás datos árabes y en particular los de Guadix) que estas acs., ya bastante próximas a la española, se trasmitieran también en árabe. Quien recuerde la enorme influencia de la indumentaria y de los tejidos de Oriente en la España medieval, no podrá rechazar este préstamo por razones de principio. En el aspecto fonético, recordemos que junto a los masculinos en consonante, que expresan una idea, genérica o colectivamente, se crea en árabe casi siempre un femenino en -a que indica el objeto individual, luego es más que probable que también existiera un ár. ƫâqa; y es bien sabido que entre dos consonantes enfáticas, como el ƫ y el q, una â larga sonaba en hispanoárabe muy velar, casi como o. De hecho el P. Guadix (1593), que conocía el árabe español de viva voz, al afirmar que toca viene del árabe, dijo (si prestamos fe a Covarr.) que en árabe se decía toque: «los Moros usan las tocas encima de los bonetillos: y éstas algunas vezes son de seda de colores, como almayçares; el P. Guadix dize ser este nombre Arábigo, de toque, que significa lo mesmo» (en el dialecto granadino del S. XVI la -a arábiga sonaba -e).

Ahora bien, me apresuro a observar que esta â u o no se compagina bien con el diptongo supuesto por el port. touca y el vasco taika7; y como al fin y al cabo no tenemos testimonios concluyentes de que el ár. ƫâq significara una prenda de la cabeza, debemos quedar en duda ante la posibilidad de una semejanza casual. Hará falta más documentación arábiga antes de que podamos resolver este problema en forma decidida8. Comp. ATOCHA.

DERIV.

Toquilla [Celestina, Aut.]. Toquero; toquería. Tocar ‘cubrir con toca, etc.’, ‘peinar’ [Berceo; «velo tegere» Nebr.]; tocado [APal. 113b, 413b, 498d]; tocador [S. XVII, Aut.]; tocadura. Destocar. Toquexo [1475, G. de Segovia, 52], port. ant. toqueixo (junto a toqueiro) ‘especie de toca’: quizá cruce con barboquejo (-xo).

1 Viterbo cita una variante fonética touga en doc. de Lamego de 1313, pero sabido es que los docs. citados en esta fuente están llenos de erratas y descuidos.―

2 La opinión de Sainéan, Autour des Sources Indigènes, de que sea voz de origen picardo, casi no merece refutación en vista de la gran diferencia cronológica entre España y Francia. Agréguese que la regular correspondencia entre o cast., ou port. y ai vasco revela carácter originario en la Península Ibérica y no importación francesa (como ya indicó M-L., Litbl. LVII, 105), y lo mismo prueba la fecundidad del vocablo en derivados españoles y su esterilidad en Francia. En cuanto a que toca venga del nombre de Tokat «ville de l’Asie Mineure, fameuse par ses fabriques de soie», como supuso aquel autor en Sources Indig. I, 379n., no podemos hacer gran caso de esta opinión no documentada.―

3 Ambos vocablos son ajenos al vocabulario de la Divina Comedia, a las rimas del Petrarca, a los glosarios de Monaci, Mussafia, Sella, etc.―

4 Tocca trae también la Crusca al citar este pasaje (Tommaseo declara copiarlo de la Crusca), pero los académicos advierten que la ed. de 1533 de que se sirven es «scorrettissima» (con lo cual coincide Visiani en su ed. científica, p. 6, por desgracia limitada al libro I), y por lo tanto se han servido algunas veces de ciertos mss., pero nada indica que así lo hicieran en este pasaje. En cuanto a la ed. de Gaiter, se basa en la de Carrer (p. xlvi), el cual a su vez reprodujo la de 1533 o su modelo la edición príncipe, de 1474, ambas «scorrettissime» según Visiani, y ni Carrer ni Gaiter recurrieron a los mss.―

5 V. el Glossaire Moyen-Breton de Ernault. Falta en el glos. del Mystère de Sainte Barbe, perteneciente al bretón medio (SS. XII-XV), y en el Vocabulaire Vieux-Breton de Loth, que reúne todas las fuentes galesas y bretonas hasta el S. XI; también en el Gloss. of Medieval Welsh Law de T. Lewis, y en los estudios de Loth sobre los elementos latinos en britónico, y de Parry-Williams sobre los anglicismos en galés.―

6 Tratándose de una -K- intervocálica el resultado galés y bretón habría de ser -g y no -k; es verdad que en galés medio se encuentra a veces escrito -c en este caso. En cuanto a TAUCA el diptongo no impediría el cambio de -K- en -g- en britónico, pues AU ya se había reducido a U en el S. V (Loth, Les Mots Latins dans les l. brit., p. 112). Tampoco podemos suponer que dichas formas célticas representen un préstamo de un galolatino TAUCA, pues entonces se habría conservado el diptongo au hasta hoy (galés aur, bret. aour < AURUM). En cuanto a admitir un préstamo del gaélico (que tiene o < AU) al britónico, apenas puede discutirse esta posibilidad, pues el vocablo es desconocido en irlandés.―

7 Es cierto que los fonemas extranjeros como lo era la â velarizada arábiga se adaptan de manera aproximada en varias formas, y no es inconcebible que los portugueses trataran de imitarla con su ou. Más difícil sería explicar el vasco taika, pero no puede descartarse que actuara de intermediario una forma mozárabe aragonesa *tauca, pues en mozárabe se dan tales ultracorrecciones (RPhCal. I, 91); luego no podemos descartar la posibilidad de que al rechazar la etimología persa seamos víctimas de un espejismo fonético. Hay en árabe un ƫáȬq de la misma familia, que daría una base fonética irreprochable (V. LOCO y casos allí citados), pero éste sólo significa ‘cuello de un vestido’, ‘orla de un paño’. Como nombre de la toca de los marroquíes Lerchundi sólo cita palabras muy diferentes de toca.―

8 En las glosas seudo-Isidorianas, que de todos modos parecen ser de origen español, hay un thoca traducido «flavus vel vestis» (flavus, traducido «genus vestis» en las mismas glosas, quizá sea errata por clavus ‘venda de púrpura cosida a la túnica’) (CGL V, 612.35), pero aunque esto podría ser el cast. toca, también cabe ver ahí, como hace Götz, una ultracorrección del lat. toga. Creo está ahora anticuada la nota de Brüch (Misc. Schuchardt, 69) sobre toca, que no he tenido en cuenta.