En este autor aparece repetidamente
tiniebra (
S. Mill., 212;
S. Or., 10); en algún pasaje de este autor (
S. Dom., 395
c) ya aparece
tiniebla en un ms., pero
tiniebra en otro no menos fidedigno, y ésta sería la única forma escrita por Berceo;
tiniebra está también en el
Apol. y en APal. (172
d, 194
d, 492
d); la forma moderna
tinieblas [
Zifar, 36.18], que es ya la clásica, se explica por ultracorrección de la pronunciación leonesa y cast. arcaica
br en lugar de
bl: indudablemente tuvo influjo preponderante en esta ultracorrección la voz vecina ideal y fonéticamente
niebla (G. de Diego,
RFE IX, 141; Castro,
RFE I, 182). Lo mismo en latín que en cast. lo común es el plural
tinieblas, aunque también aparece alguna vez el singular, sin diferencia de sentido. Este vocablo sólo tiene forma hereditaria en port., cast. y cat., y aun en estos idiomas pudo ser también semicultismo. La forma port.
trevas, gall.
têbras (Sarm.; Castelao 180.15) es la normal según la fonética gall.-port. y era todavía
tẽevras,
-bras en los SS. XIII-XIV (
Ctgs. 219.16,
Gral. Est. Gall. 4.11), en gallego además se ha cruzado con
noite y sus afines
noitibó,
-tebrega (vid.
MOCHUELO) dando
noitebras ‘falta de luz, noche tenebrosa’: así tituló su libro de versos de 1901 el coruñés M. Lugrís Freire, y así lo definen Carré y él mismo en su Gramática de 1922, p. 170;
noitébrego ‘noctámbulo’ (ibid.; Castelao 121.5, 124.5). El primer acto del cruce consistiría en el cambio de la variante culta
tenebras,
tenebregoso, en
*netebras,
*netebregoso, metátesis provocada por una contaminación progresiva, que acabó por afectar también al vocalismo
noitebr-.