TAMANGO, arg. y chil., ‘especie de abarca’, tomado del port. o leon. tamanco ‘zueco’, ‘abarca’, de origen incierto, probablemente emparentado con el mozár. amínq ‘especie de zapato’, y quizá con el mozár. amânka ‘especie de alubia’, que pueden ser de origen prerromano.

1.ª doc.: 1872, Martín Fierro, I, 1179.

Empleado en los Andes argentinos y chilenos para el cruce de la Cordillera; también en la Pampa argentina1. No es palabra indígena, como sospecha Lenz, Dicc., s. v., sino de ascendencia portuguesa, aunque es difícil asegurar si procede del Brasil, o si se trajo de algún dialecto leonés de España. El port. tamanco, también tamanca, es palabra tradicional (Moraes la trae ya en ambas formas), actualmente usual en las Azores, en el Minho, en la Sierra de la Estrella y en los pueblos cacereños de lengua portuguesa (Espinosa, Arc. Dial., 18), gall. tamanca (RL VII, 226); además Sanabria y Bierzo zamanco (Krüger, Gegenstandsk., 276), gall. zamanca ‘cierto calzado de palo como almadreña’ (que Sarm. cita asonando en una copla popular, CaG., p. 117), trasm. chamanco (RL XI, 303), Ciudad Rodrigo y Sierra de Gata chamanca; para datos más detallados, vid. Krüger, VKR VIII, 294-5. Las formas en ch- y en z- se deben a cruces locales y modernos con el sinónimo zancos, chancos, cuya extensión geográfica limítrofe puede verse en el trabajo de Krüger; en cuanto a la variante con -g-, que sólo aparece en los Andes, debe de ser una alteración local, quizá una pronunciación de los indios pampeanos.

No creo en la teoría de Krüger de que se trate de una creación onomatopéyica, imitativa del ruido del zueco al chocar con el suelo: la estructura de tamanco es demasiado complicada para ello (tampoco parece ser onomatopéyico el antiquísimo ZANCA - ZANCO al cual atribuye Krüger el mismo origen). Es probable que, lo mismo que ABARCA, sea palabra prerromana, como ya sugiere la terminación -anco. Creo muy probable que haya relación con Ȑamínq documentado como nombre de un calzado (quizá ya el tamango o zueco) en R. Martí, S. XIII, y ya en el glos. mozárabe portugués del S. XI, conservado en Leiden: con la traducción sotular (= fr. soulier) en aquél (p. 27), y definido «caligae» (con la equivalencia Ɋabbâƫ) en éste2; también es posible que sea lo mismo el mozár. amânka o amánka (también amīkûn), documentado como nombre de la almorta en la traducción hispano-árabe de Dioscórides (anterior al S. XII) y en el almeriense Abenloyón (S. XIV) (Dozy, Suppl. I, 36); creo se tratará más bien de una variedad de judías (Dolichos melanophthalmus), de forma curva y de color blanco, con una mancha negra en el centro, a las cuales se llama en Cataluña fesolets, caragirats o sabatetes amb sivella: tienen efectivamente cierta semejanza con un zapato provisto de hebilla3. Si esto es así, amanka y aminq serían lo mismo que tamanco, pero sin el artículo ibero-bereber ta-.

Idea seductora y aun convincente, que parece brillantemente confirmada por el rioj. amengo «piel fina de cordero que se empleaba para cubrir el peal, con objeto de que no se calase (cuando regalan los prados en el invierno)», en el valle de Ojacastro, donde el vascuence subsistió hasta la mitad de la Edad Media (RDTP X, 326), y puede ser reliquia vasca con el paso normal ahí de -NC- a -ng- (aunque Azkue no registra nada parecido). Y aun sería concebible (aunque problemático, desde luego) que en este amanca tengamos una variante del ibérico ABARCA (¿*abanca asimilado en amanca?).

1 «Sobre la nieve... se divisan huellas anchas y profundas... son las pisadas fuertes de los operarios… protegidos con los famosos tamangos (conjunto de pieles, lona impermeable y cueros)» Pérez Browne, En Cordillera, 29. «En los pies: botas de potro en algunos, ojotas en la mayoría y zapatos... tamangos más bien en los menos» Chaca, Hist. de Tupungato, p. 403. «Llegan al final de un camino que el ciego llama de los ‘gauchos con tamango’, por lo liso del terreno» Eliseo Montaine, La Prensa de B. A., 6-IV-1941.―

2 Llama la atención Simonet hacia un amignus que con la traducción scarpe figura en un glosario latino-italiano de fecha desconocida, citado por Du C. ¿Será errata por amingus? Lo que no es posible es que esto tenga relación con el lat. amicere ‘vestir, cubrir’.―

3 El anónimo sevillano de h. 1100 cita la amânka como planta a la cual puede aplicarse el nombre de ádas (‘lenteja’) y agrega que Abenɏólɏol la citó junto con los guisantes o arvejas. Mi interpretación no es segura, pero desde luego es más probable que la de Asín (p. 16), que quiere identificar con la mielga o Medica sativa, planta forrajera que nadie confundirá con una almorta, lenteja o guisante, por muy cierto que sea que pertenece a la familia de las leguminosas (sin hablar de la gravísima discrepancia fonética).