SOEZ, origen incierto; atendiendo a la grafía antigua sohez, y teniendo en cuenta que es palabra relativamente tardía, quizá sea una modificación del antiguo sinónimo rehez (V. RAHEZ): interpretado éste popularmente como derivado de HEZ, se formaría so-hez para expresar un mayor grado de abyección.

1.ª doc.: 1.ª mitad S. XV.

En los Proverbios de Gloriosa Dotrina del Marqués de Santillana (1437): «no te plegan altivezes / indevidas, / como sean abatidas / muchas vezes; / no digo que te rahezes / por tal vía / que seas en compañía / de sohezes» (ed. Sevilla 1530, fº 62, proverbio 7.º; ed. 1852, p. 31); el Canc. de Baena trae en este mismo pasaje de rrahezes (fº 195 ), lección que parece errada, puesto que está en rima idéntica con el verbo (a)rrahezes, pero que indica que el escriba percibía rahezes y sohezes como voces equivalentes.

Un poeta poco ilustre, Alfonso de Montaños, enamorado, se lamenta: «pensamientos muy soeses / da cordura, / que consuela algunas veses / mi tristura» (Canc. de Stúñiga, p. 271). Antiguamente, hasta el Quijote inclusive, este vocablo nunca significa ‘sucio’, sino sólo ‘humilde, de baja estofa’, ‘que no es propio de la nobleza’, según muestran claramente los versos de Montaños, donde apenas tiene matiz peyorativo: se trata del lugar común de que el amor es locura, pero él es el que inspira ideas elevadas.

Soez no era vocablo de uso general, como nos lo prueba su ausencia, no sólo en los grandes clásicos medievales de que tenemos glosario, sino también en APal., Nebr., C. de las Casas (1570), Percivale (1591), y en los léxicos de Góngora y de Ruiz de Alarcón. Juan de Valdés no sólo confirma que era palabra sólo empleada por algunos, sino que desaprueba su empleo: «soez, por vil, he leído en algunos libros, pero no me contenta» (Diál. de la L. 117.19). En cuanto a ejs. clásicos, fuera del tardío de Tejada (med. S. XVII) que cita Aut., y los que reúne Gillet en su ed. de Torres Naharro (V. índice, s. v. suez), no tengo otros que los del Quijote; pero es de notar que Cervantes lo pone constantemente en boca de su protagonista, por lo menos en todos los ejs. que conozco: a los arrieros que le atacan en su vela de armas increpa con las palabras «de vosotros, soez y baxa canalla, no hago caso alguno» (I, iii, 9), de los Yangüeses dice «éstos no son cavalleros, sino gente soez y de baxa ralea» (I, xv, 52), del «moço motilón, rollizo y de buen tomo» elegido por la viuda desenfadada dice «hombre tan soez, tan baxo y tan idiota» (I, xxv, 113), de los toros que le atropellan «animales inmundos y soeces» (II, lix, 225); la única excepción está en los versos de la dedicatoria, donde se imita la jerga caballeresca «Maguer, señor Quixote, que sandezes / vos tengan el cerbelo derrumbado, / nunca sereys de alguno reprochado / por hombre de obras viles y soezes; / serán vuessas fazañas los joezes, / pues tuertos desfaziendo aveys andado, / siendo vegadas mil apaleado, / por follones cautivos y rahezes».

Aunque no me consta que lo diga claramente un coetáneo, la impresión que se saca de todo esto es que soez era típico del estilo de los libros de Caballerías (a lo cual aludiría ya Juan de Valdés: recuérdese cuántas veces se refiere en su diálogo al estilo de estos libros), y que de ahí lo sacaría Cervantes, logrando dar, con el inmenso prestigio de su obra cumbre, nueva vida literaria a esta como a otras tantas palabras desprestigiadas o ya olvidadas, como sandío, maguer, follón, etc. Los diccionarios posteriores al Quijote se apresuran a recoger el vocablo, que Oudin (1607) define «vil, abject, sordide», Covarr. «baxo, infame, de poco valor, y la hez de la República, y assí se dixo de sub y faex, faecis» agregando que es «palabra antigua», y Aldrete (1606) etimologiza fantásticamente el cast. «soez o suez» como procedente del gr. zoees «vehemens»1. En la lengua moderna el vocablo se ha hecho usual, aunque sólo en estilo literario, y por lo común se aplica hoy a las palabras y a las acciones, a diferencia del uso antiguo, referente sobre todo a personas; el matiz actual puede ser ‘vil’, pero también ‘sucio, obsceno’ (ya L. Fz. de Moratín habla de unas mujeres a quienes se dirigían los insultos más soeces); pero todo esto es debido al renacimiento artificial que experimentó tras Cervantes el vocablo, que en esta vida facticia sufrió naturalmente el influjo de su parónimo sucio. En lo antiguo soez y sucio son palabras separadísimas, y éste es el único estado de cosas que debemos considerar en la pesquisa etimológica. En ella podemos también prescindir del port. soez, muy reciente en este idioma e indiscutiblemente tomado del castellano2.

Los etimologistas han encontrado graves dificultades para explicar el vocablo. Diez (Wb., 488), declarando artificiosa la etimología de Covarr., y tomando como base la ac. reciente ‘sucio’, proponía partir del lat. tardío SUIS (cl. SUS) ‘cerdo’: claro que esto es más artificioso todavía y además imposible fonética y morfológicamente, pues la -S del nominativo no se conserva en castellano, y menos se convierte en -z. Nadie, en efecto, se ha adherido a su opinión, pero de su etimología ha quedado en todos los posteriores el prejuicio de partir de la ac. ‘sucio’. C. Michaëlis en sus primerizos Studien zur roman. Wortschöpfung (p. 226) se limitaba a declarar que soez y sucio eran duplicados fonéticos, y a esta opinión se atuvieron G. Paris (Rom. VII, 104) y M-L. en sus primeros trabajos (ZRPh. VIII, 216, y R. G. I, § 67).

A ésta en realidad se reduce la bibliografía etimológica del vocablo, si se prescinde de opiniones que debemos relegar al disparatario3. El supuesto parentesco con sucio presentaba dificultades de forma, y así, pasados los tiempos heroicos de C. Michaëlis, propusieron sus dos sucesores partir de un *SUDICIUS derivado de una metátesis *SUDICUS por SȢCէDUS (> sucio): para ello se apoyaban en un it. sudìcio, pero en realidad la pronunciación italiana es sùdicio4, de suerte que el supuesto lat. vg. *SUDICIUS queda sin apoyo alguno. Sùdicio (que ya está en autores del S. XVI) nació por metátesis directa de sùcido (así desde Dante), aunque es posible que aquella metátesis tuviese considerable antigüedad, pues a la misma base *SUDէ୧U corresponden el cat. sutze y el oc. ant. sotz (> it. sozzo); sin embargo, no podemos suponer que de este *SUDէ୧U proceda el cast. soéz como de JUDէCE juéz (con traslado romance del acento, como en Diós), pues si la conservación de la postónica es natural en una palabra legal y más que semiculta como JUDICE, no podía suceder lo propio en un adjetivo popular como soez, heredado del latín vulgar y no del clásico; y además, aun admitiéndolo, sólo podríamos esperar *soezo o más bien *suezo5. Esta misma dificultad subsistiría aun si supusiéramos un derivado *SUDէCĔUS, contra toda verosimilitud en una forma tan tardía como el *SUDIUS metatético. Es menester renunciar a la idea6, como ya lo hizo M-L. en la primera edición del REW (8414), mientras que en la última edición de su diccionario ha borrado completamente el vocablo de su artículo SUCIDUS, para introducirlo en FAEXhez’ reivindicando así la idea de Covarr. Por desgracia se abstuvo M-L. de decirnos cómo se explicaba la formación de este «compuesto». Si es a la manera sugerida por Diez, como extraído de una frase homo sub faece populi ‘hombre por debajo de la hez del pueblo’, hemos de convenir con el padre de la Filología Romance que la idea es forzada en demasía. Si partiéramos del adjetivo FAECĔUS ‘cubierto de fango, innoble’, apenas empleado por Plauto, e imagináramos una formación atenuante *SUBFAECEUSun poco innoble’, siempre tropezaríamos con la pérdida anómala de la -U final, y además sería extraño que esta palabra del latín vulgar no apareciera hasta el S. XV, y aun sobre todo en un estilo tan sospechoso como el de la novelería caballeresca. Antes que todo esto sería preferible declarar que se ignora completamente el origen.

Pero queda todavía la idea sugerida por el persistente acoplamiento de soez con rahez ‘vil, despreciable’ (véanse los ejemplos de Santillana y de la dedicatoria del Quijote), la perfecta sinonimia de los dos vocablos, y su coincidencia en ser los dos únicos adjetivos castellanos de una sola terminación en -ez. Algo de común ha de haber entre ellos, tanto más cuanto que mucho vale la grafía sohez, que es común al testimonio más antiguo y a Covarr., Oudin y Aut. De un vocablo como sohez, mucho más tardío que rahez, y propio de un estilo tan amanerado como el de los Libros de Caballerías, se impone sospechar que es modificación de este último, voz de etimología arábiga bien conocida7. Ahora bien, tan corriente como rahez era la forma rehez (V. mi artículo), y siendo éste un vocablo aislado dentro del idioma, es natural que el pueblo tratara de relacionarlo con una raíz castellana como la de hez, que tan bien le cuadraba ideológicamente: por más equivocados que anduvieran, era inevitable que los castellanos antiguos vieran en re-hez una expresión equivalente a ‘más que hez’, y que otros escritores efectistas inventaran, encareciendo la expresión, un so-hez para aquel a quien colocaban por debajo del re-hez. La ideología aristocrática de la Edad Media se apoderaría de esta expresión, tan necesaria para sus preocupaciones de hidalguía, por más contraria que fuese a la tradición lingüística, y aunque rechazado por escritores de gusto más exigente, el vocablo haría fortuna en el estilo caballeresco, hasta que le dió vida perdurable el autor del Quijote.

1 Origen de la L. Cast., fº 651. Quiere decir ζωƲς, genitivo femenino de ζωóς ‘vivo’ (no será ƺξύς ‘agudo, impetuoso, vehemente’).―

2 Falta todavía en Moraes, y aun para D. Vieira (1870), era voz poco conocida, que este autor declara «antigua».―

3 Körting, 9249, dice graciosamente que es un patronímico de SUS, como Fernández de Fernando. Cej., La L. de Cerv., s. v., se las arregla para agravarlo todavía diciendo que es patronímico... del prefijo so- ‘bajo’.―

4 M-L., It. Gramm., § 152, cita un sudìscio junto a sùdicio en el Dizionario Ortologico de L. Nesi (1825), pero reconoce que «hoy ya no parece existir tal pronunciación». En efecto sólo sùdicio está en Petrocchi, Rigutini, Tramater, Bertoni-Ugolini y en las pocas formas dialectales que trae el AIS, mapa 721.―

5 Como paralelos para la pérdida de la -o no es legítimo citar aprendiz y solaz, según hace G. Paris, pues aquél es galicismo y éste provenzalismo, mientras que soez sólo existe en castellano.―

6 No se invoque en su apoyo la palabra soeza ‘suciedad, infamia’, que la Acad. recoge como antigua, pero sólo en ediciones recientes (falta todavía en la de 1884). Quizá no tenga esto otra fuente que Oudin (1607), y otros que le copian (como Minsheu), donde soez se traduce por «la lie et ordure», pero esto ni siquiera indica que Oudin creyera que soez pudiese ser sustantivo abstracto, pues el cast. gente soez puede traducirse en francés por «la lie et ordure». Aun si soeza se encontrase esporádicamente en algún libro de Caballerías, deberíamos mirarlo como un derivado ocasional del adjetivo soez y no como una prueba de la etimología SUCIDUS. Pero el hecho es que soeza no es palabra conocida.―

7 Nos desaconseja buscar un original árabe a sohez (como lo es el de rahez) el hecho de que empiece por s- y no por z- (ç-).