SOCROCIO, origen incierto, quizá tomado del lat. sŭbcrŏcĕus ‘amarillento’.

1.ª doc.: xicrocio, López de Ayala, † 1407.

Respondiendo a una pregunta que se le hizo en su vejez escribió el Canciller: «e si la llaga aun no es madura / de aquesta dubda que agora tenedes, / poned del bálsamo, olio e untura / de buena creençia / e luego podredes / amansar el dolor e vos folgaredes; / e vos non curedes de espender en oçio / el vuestro tienpo, e un buen xicroçio / de la penitencia en ella pornedes» (Canc. de Baena, n.º 518, v. 39); en el propio Cancionero ya aparece la forma moderna, en poesía de Villasandino: «pues que la ventura mía / es contraria a mis negoçios, / con bidmas e con socrocios / padesco mal noche e dia» (n.º 187, v. 7). Más tarde el vocablo aparece en los clásicos: además del ej. de Lope de Vega que cita Aut., se halla socrocios y cataplasmos en Lope de Rueda (Cl. C., p. 138); Guevara, Reloj de Principes (cita en DHist. II, 1014b § 14); Quevedo acusa a los boticarios de que los medicamentos «aunque estén caducando en las redomas de puro añejos, y los socrocios tengan telarañas, los dan» (Visita de los Chistes, Rivad. XXIII, 334a); también en la Pícara Justina (Fcha.). Dice Covarr. «socrocio, quasi subcroceum por ser más ordinario echarle ingüente rubio que otro; Brocensis: a subcrecendo, aut a croco». Es de notar el tono vacilante en que propone Covarr. esta etimología, cuando con tanta seguridad afirma otras, cuya fundación en la realidad de los hechos es harto discutible. ¿Es, pues, verdad o no que el socrocio era de color amarillento? Aut. fundándose en Covarr. da ya como cosa cierta que el socrocio era «de color de azafrán» (crocum en latín); la Acad. va más allá y asegura que el azafrán entra en la composición del socrocio. Pero ¿con qué fundamento? No hay confirmación en el artículo correspondiente de Percivale, de Oudin ni de Terr. Al fin y al cabo bien puede ser que los socrocios fuesen amarillentos, y que su nombre venga por vía culta del lat. subcroceus que designa este color precisamente; pero me guardaré mucho de darlo por averiguado. También podría tratarse de un *SUBCORDIUM, derivado de CORcorazón’ (formado como INCORDIO, de ANTECORDIUM), con tratamiento fonético paralelo al de ALMUERZO ADMORDIUM, pero semiculto; pues realmente nos consta que los socrocios se aplicaban a esta víscera1.

1 «Pítima: el emplasto o socrocio que se pone sobre el coraçon para desahogarlo y alegrarlo» Covarr. Otros testimonios clásicos de este empleo de las pítimas o bizmas en T. A. E. IV, p. 210.