SIEN, origen incierto; probablemente alteración del antiguo sen ‘sentido, juicio, inteligencia’, tomado a su vez del germ. occid. SէNN íd., quizá a través de Francia; en castellano el vocablo sería percibido como un derivado del verbo sentir, de donde luego el diptongo de sien; popularmente se cree que la inteligencia reside en las sienes.

1.ª doc.: princ. S. XV.

Francisco Imperial en un decir contra la Fortuna dirigido a Fr. Alonso de la Monja: «e muestro vos espirençia / que a muchos malos dé bienes; / más, aquí baxo las syenes, / á la vuestra santa çiençia», al parecer en el sentido ‘vuestra ciencia, en vuestro cerebro, tiene ya más conocimiento de esto del que yo puedo darle’ (Canc. de Baena, n.º 247, v. 54); «tempora... las sienes que a la parte diestra y a la siniestra están en lo baxo del calavero» APal. (492d); «sien, parte de la cabeça: tempus» Nebr.; «tenía los ojos grandes, turquesados; traía copete y sienes ensortijadas» G. de Alfarache (Cl. C. I, 68.12); «por la frente y sienes» Pérez de Hita (ed. Blanchard II, 157); «los cabellos rubios y crespos por artificio, según se descubrían por las sienes» La Tía Fingida; «de algún balazo que quizá le habrá pasado las sienes» y «que con tales coronas ven honradas y adornadas sus sienes» Quijote (I, xxxviii; II, xvi); más ejs. del S. XVII en Cej. VIII, p. 274, en Aut. y en Pagés.

Sien es palabra casi exclusiva del castellano, totalmente ajena al cat., oc. y demás romances, y aun a la mayor parte del gallegoportugués (port. fonte); sin embargo, sen se dice en gallego (Vall.; Castelao 179.4), en Moura (Orense) cien (Cuad. Est. Gall. III, 427), en el Limia θé, θ༱, o θ1, en el Minho sêm (pl. sêns, Leite de V., Opúsc. II, 358), en S. Martín de Trevejo y Valverde del Fresno (pueblos de habla portuguesa en la Sierra de Gata) šཛྷ (Espinosa, Arc. Dial., 171). Variantes dialectales en zonas de lengua cast.: sn en el SE. de Salamanca, sien en Cáceres (Espinosa), siena en S. Ciprián de Sanabria (Krüger, Dial. de S. C., explicable porque en esta zona los femeninos en -a forman el plural en -es), asenas en Hermisende (Krüger, Homen. a M. P. II, 128); gnía. siena ‘rostro’ (1609, J. Hidalgo).

El aspecto de la palabra sien, femenina, es arcaico, y como no se le conoce original en latín, germánico, etc., no está desencaminado pensar en un origen prerromano. Quizá sea así, pues no faltan nombres de partes del cuerpo que en todo o en parte tengan tal origen (PESTAÑA, PANTORRILLA, cat. cama, fr. jambe, it. gamba), mas no puedo indicar en este sentido ninguna pista concreta2.

Harto más convincente es la idea que tuvo M-L. (R. G. I, 118-9) de partir del germ. SINN, aunque luego él mismo (REW 7948a) la haya puesto en grave duda a causa del diptongo3. No hay duda, en efecto, de que el pueblo ha mirado y mira las sienes como la sede de la inteligencia o de una de sus partes, y aun los cultos muchas veces se expresan figuradamente de esta manera: como nos recuerda Cejador «del falto de juicio hacemos el gesto de atornillar la sien, y decimos que le falta un tornillo, y del sabio decimos que tiene mucho de aquí, señalando la sien derecha»; de ahí cerrado de sienes ‘bobo, alocado’, «no es Dios tan estrecho de sienes, no se ahoga en poca agua» Ant. de Cáceres (1616), «no le da licencia la estrecheza de sus sienes para entremeterse en ellas, pues ve que exceden infinitamente a su corto juicio» Jaime Rebullosa (1597), «le traspasó las sienes, pues en ellas faltó seso» Juan de Torres (misma fecha), citas que entresaco de la misma obra.

En efecto, ‘sien’ se llama lu sènnu en el extremo SE. de la Pulla, que no equivale al vecino suènnu, y al sonnu de todo el Sur de Italia (SOMNUM), como pudiera creerse, sino al it. senno ‘inteligencia’, según nos muestran lu sèns y li syènsə en dos localidades vecinas4; en el Logudoro se dice sas mentes en el mismo sentido, y en el Campidano sas memorias5. Y sobre todo nótese que en cub., portorr., centroam., venez. y chil. se emplea también los sentidos para decir ‘las sienes’, y aun en la Arg. se dice por lo menos un golpe de sentido para el recibido ahí (Malaret; Enr. T. Sánchez; Segovia) (no es claro si el mej. sentido ‘oreja’ vendrá de una extensión de sentido ‘sien’ o de una concreción semántica de sentido del oído). Aun podría sospecharse que sien sea un mero postverbal de sentir: *la sient6, aunque esto no es probable desde el punto de vista fonético7; lo más aceptable es creer que al afianzarse en castellano el extranjerismo germánico sen ‘sentido, inteligencia’, se tomó popularmente esta palabra, aislada dentro del idioma, por un postverbal de sentir (recordando casos como cien ~ centenar, recién ~ recental, gran ~ grandeza), y así se le convirtió en sien por semejanza con el presente siente. Así queda eliminada a mi entender la objeción fonética de M-L.

Como prueba, aun sin echar mano del ant. sien «sentido, juicio, discreción» citado por la Acad. (del cual no conozco testimonios), bastará la considerable frecuencia del germanismo sen en el idioma antiguo: «pora cuerpos e almas el tu sen adobaba» S. Dom., 519, «era muy bien condido de sen e de ciencia» Mil., 707, sen ‘ingenio, saber’ en las Cantigas (V, 351), en otros muchos textos poéticos de la escuela gallega (Canc. de la Vaticana, ed. Braga 967), en el Alex., el Fuero Juzgo, la 1.ª Crón. Gral., y todavía en el Canc. de Baena (citas en Cej., Voc.), señado y senado ‘sensato’ también en Berceo. El vocablo arraigó más fuertemente en gallegoportugués que en castellano, y hoy persiste en tierras leonesas con el valor de ‘dirección, lado, sentido de un movimiento’: ast. echálu a un sen «a una mesma mano, a una banda» (R), Puebla de Lillo a este sen, al otro sen, al mismo sen (Goy, Susarón, p. 501); también en este sentido en Sajambre, donde además se dice senes sin diptongo por ‘sienes’ (Fz. Gonzz., Oseja, 352); por otra parte hay ahí (369) una forma yen que se extraería de las (s)ienes. Este arraigo más fuerte en el Oeste, más sujeto al influjo de la lengua poética occitana, hace pensar que el vocablo no era germanismo autóctono en castellano y gallegoportugués, como ya indica también la forma del it. senno y cat. seny, que revelan una vieja latinización del vocablo en la forma *SէNNUS: se trata de una voz germánica sólo documentada, aunque desde muy antiguo, en los idiomas continentales de la rama occidental del germánico (a. alem. ant., fris. ant. sin, sinnes, etc.), y que por lo tanto no es de creer que perteneciera al gótico, aunque sí es probable que pasara ya a una parte del latín vulgar tardío, por el contacto directo con el germánico occidental. Como fuente inmediata de la voz iberorrománica, en vista del gran empleo en gallego arcaico, es más probable el oc. ant. sen que el cat. seny o el fr. ant. sen8. Quedaría sólo por explicar el género femenino, concebible ya por la interpretación postverbal (comp. las creces, la prez), y que además pudo ser determinado por el género de algún sinónimo preexistente, en particular TEMPORA (conservado en los demás romances, incluso el catalán), o el ast. vidaya ‘sien’ (VզTALIA CAPITIS), o el port. fontes.

Pueden rechazarse brevemente las demás etimologías propuestas. Partir de SĔNESancianos’ como quería Covarr. (seguido por Zauner, RF XIV, 418), por ser en las sienes donde aparecen las primeras canas9, es sin duda muy ingenioso, mas no parece posible la aplicación del nombre de la persona vieja a la parte del cuerpo que indica vejez (otra cosa sería si el vocablo latino significara la vejez misma), y en una palabra hereditaria como ésta sería más difícil de explicar el cambio de género. Como ya reconoce Diez (Wb., 487) no es practicable fonéticamente su idea de partir de S֊MNUS (comp. it. dial. sonno; griego de Italia Ǫπνος, Rohlfs, Münchener Sitzungsber., 1944-6, V, 53; alem. schläfe; vasco lo, todos ellos propiamente ‘sueño’), que ni siquiera podía dar *suen, sino solamente sueño10. La otra idea del propio Diez, lat. SĔGMEN ‘parte de un lugar’, es también imposible fonéticamente, y además carece de base semántica una vez se ha demostrado la falsedad del paralelo indoeuropeo que él había creído encontrar11.

1 Como en una parte de esta zona se emplea también en el sentido de ‘ceja’ (Schneider, VKR XI, 118), la θ- puede deberse a influjo de este vocablo (o bien al carácter advenedizo de sien).―

2 No sería enteramente inconcebible, aunque tampoco tiene verosimilitud, la idea de que al tipo pregermánico SENT-NO- (de donde el alto alem. ant. sin(n) ‘pensamiento’, SINNANcavilar’) respondiera algo en lenguas indoeuropeas más arcaicas del Oeste (sorotáptico, alguna variedad céltica): la raíz SENT- con este significado es común al germánico con el latín y el balto-eslavo nada más, y sólo en parte del germ. occidental se documenta su amplificación SENT-NO-; además nos haría falta un *SEN(T)-TI-S, que pasando en céltico continental a SEN?IS (o con como escriben las inscripciones galas) pudo asimilarse en *SENNI- en céltico (?). Supuestos ad hoc, algo arbitrarios. Cejador piensa en el vco. zen ‘signo, señal’, recordando el lat. TEMPORA, que se explicaría como señal de la edad en los animales (?, más bien en los hombres); pero esta palabra vasca es rara y local: Azkue sólo cita zen ‘marca’ del vizcaíno Uriarte (1885) y zeiñ ‘señal, jalones’ como suletino: parece claro que se trata de un préstamo del oc. senh SIGNUM.―

3 FitzGerald (RH IX, 30) no hace más que agravar las dificultades al querer partir del lat. SENSUS, que no podía dar otra cosa que seso popularmente o senso por vía culta.―

4 AIS, mapa 100, «le tempie». Las formas aisladas i síñ (pl.) y un šiñún (pl. i šiñó) en dos localidades piamontesas, deberán interpretarse como alteración de SOMNIUM (o del plural sonni, con metafonía), según nos muestra u sòñ en un pueblo vecino.―

5 Schuch., BhZRPh. VI, 46, da a entender que el sardo membos ‘pulsos, sienes’ (Spano) es otra palabra, alterada por influjo del sinónimo memorias; debe querer decir que es el lat. TEMPUS n. ‘pulsos, sienes’, y debe de tener razón (cf. log. trempa ‘mandíbula’, camp. íd. ‘mejilla’: TEMPORA; si bien el REW 8635 le recuerda que no explica la -b-).―

6 Tal postverbal ha existido: judesp. saber algo en sientes (‘de memoria’) como las aguas, esto es con la misma fluencia o limpidez del agua (BRAE XIII, 534).―

7 Apócopes como cien por ciento, recién RECENTE, san, según, gran, Fernán, etc., se explican por el carácter proclítico de estas palabras; aun el dialectal Sahagún, de SANCTզ FACŬNDզ, pudo nacer en una primitiva denominación más completa Sant Fagund de… En nuestro caso tal apócope se comprendería a lo sumo en la sien(t) derecha, pero *la sient izquierda había de tender a restituir la forma plena siente y contrarrestar por sí sola el influjo de la locución opuesta; y sobre todo el plural las sienes ha sido siempre lo más empleado y ahí no podía perderse la t.―

8 Que no debe confundirse con el latinismo sens, vid. ASNSL CLXX, 151; RF XLIX, 21-180.―

9 De hecho es posible que así se explique el lat. TEMPORA, para el cual no han propuesto los latinistas etimologías satisfactorias (aun Meillet califica sólo de «séduisante» la de su discípulo Benveniste), pero nótese que en este caso el tránsito ideal es mucho más fácil que en el de SENES.―

10 Aunque en forma ambigua, Schuchardt, BhZRPh. VI, 46, parece sugerir un cruce de sin germánico con suen SOMNUS. Pero ¿por qué sin y no sen?―

11 Un cruce comparable con nuestro caso presenta el oc. ant. ten o tin ‘sien’, debido a un cruce de TEMPUS con SINN. Sólo hay tres ejs. medievales de esta palabra, hoy conservada en la Gascuña marítima (ten, Palay) y en el Lemosín (tim, Mistral).