SABANDIJA, probablemente voz prerromana, emparentada con el nombre vasco de la lagartija (sugandilla, suangilla, sanguandilla, segundilla), pues sabandija todavía es el nombre especial de este animalejo en Castilla la Vieja y en otros varios dialectos españoles; una forma hispánica *SEVANDILIA pudo dar conjuntamente la forma castellana, las formas vascas y la portuguesa sevandilha; que esta palabra resulte de una combinación vasca antigua *SEGUANDELEA, metátesis de SUGE-ANDERE-A ‘muchacha de la culebra’, es concebible, en vista del labortano y roncalés suge-kandera, -dela, ‘lagartija’, aunque debe considerarse incierto.

1.ª doc.: savandija, princ. S. XV.

En una poesía satírica de Francisco de Baena una dama rechaza a su galán diciendo «ca me han fecho entender / que soys mala savandija, / e que teneys una agrija / do la non quereys tener» (Canc. de Baena, n.º 105, v. 28). «Luciano sentencia por castigado a Prometeo en el monte Cáucaso con razón, por haber hecho tan mala sabandija como las mujeres» 1589, Juan de Pineda (Agric. xxiii, 7); «no suele al Egypto el Nilo / más savandijas dejar», «con la sed de amor / corren a la balsa / cient mil savandijas / de natura varia» Góngora. En todos estos ejs. y en los de Quevedo que cita Aut. se ve la ac. vaga «bicho vil y despreciable», o las figuradas que de ella derivan naturalmente. Otras veces el contenido es más estricto y hay alusión concreta a reptiles: «metieron al Rey Rodrigo vivo vivo en una tumba llena de sapos, culebras y lagartos... y según esto mucha razón tiene este señor en dezir que quiere más ser labrador que Rey, si le han de comer sabandijas» Cervantes (Quijote II, xxxiii, 129); «savandijas: vermines, reptiles, insectes» Oudin; «savandija, qualquiera animalillo imperfeto de los que se crían de la pudrición de la tierra, y de la humedad, quasi sapandija, de sapo» Covarr. Mucho más raro, tardío y secundario es que se aplique a bestias grandes, aunque siempre despreciables o dañinas, como cuando Quiñones de B. escarnece una pastelería «que es Josafat de toda sabandija, / do suelen los caballos, / machos, gatos y oveja aprovechallos, / adonde sin melindres ni ademanes / venden siempre pasteles alazanes»1.

El vocablo no reaparece en otro romance que el portugués, donde José M. de Melo (h. 1640) escribió «estas sevandilhas pequenas, estes argueyros» (cita de Bluteau), hoy anticuado habiendo predominado el castellanismo sevandija «insecto parásito e imundo» (Fig.), antes savandija, ya empleado en el S. XVII por Rodrigues Lobo («animaes nojentos e savandijas») y Manoel Bernardes (vid. Vieira); Azores sebandija (RL III, 81), estremenho sevandijado ‘envilecido’ (Fig.; Leite de V., Dial. Estrem. I, 36).

No se ha estudiado mucho la etimología. Parodi (Rom. XVII, 72) proponía un *SERPENTICULA ‘culebrita’, que tropieza con obstáculos fonéticos insuperables2; por lo mismo, tampoco se puede pensar en un diminutivo en -ICULA de SALAMANDRA, como sugiere Schuchardt (BhZRPh. VI, 16), a no ser que imagináramos un intermediario vasco, análogo a los nombres vascos que voy a citar, y aun así tampoco estaría claro el aspecto fonético. Sin embargo, este trabajo de Schuchardt tuvo el gran mérito de señalar el parentesco que hay entre nuestro vocablo y los nombres vcos. de lagartija.

Ahora bien, empezaré por subrayar que sabandija es el nombre popular de este pequeño reptil en muchas hablas castellanas de las provincias de Segovia, Burgos, Soria, Álava, Navarra y en Tarazona, la variante sarbandija tiene el mismo valor en las Filipinas, y sarabandija en Abanilla (Murcia), y en Pamplona se emplea con este valor la arcaica forma dialectal aragonesa sabandilla3. Es forzoso, por lo tanto, tener muy en cuenta los nombres vascos de este animal, que en efecto presentan notable semejanza con la palabra española que nos preocupa. Como las variantes euzkeras son numerosísimas llamaré la atención sobre las más extendidas y algunas de especial interés, relegando las demás en nota4: sugandia en toda la Navarra española y puntos de Guipúzcoa, variante con la cual coincide sagundia en un pueblo de Vizcaya, segundilla en el Nordeste de Álava, sanguandilla en toda esta provincia (Baráibar), sagundil en el castellano de Navarra (Acad.).

De gran interés es la aparición de segundilea en el antiguo dialecto vitoriano (euzquera), que significaba, según Landucci (1576), ‘sanguijuela’, además de ‘lagartija’ (para ésta da la variante sagundillea), forma preciosa, no sólo por su significado (en parte discrepante del vasco, pero coincidente con el castellano), sino también por ser la única forma vasca que presenta todavía -e(a) de andele, andere. Subandila ‘lagartija’ en la Burunda (guipuzcoano de Navarra, junto al límite alavés, Supl. a Azkue2) y sugeaingira en el b. nav. de Garazi son también formas arcaicas de interés etimológico. Es verdad que esto podría sugerir una etimología suge + aingira ‘anguila de culebra’, pero su g no prueba gran cosa, pues es sabido que el cambio de nd en ng es muy corriente en vasco (lo mismo, por lo demás, que el cambio en dirección opuesta). Como palabra de formación paralela a la de sugeandere llamo la atención hacia el a. nav. andrapo «rubeta, rana», o sea andre + apo ‘sapo’, como si dijéramos ‘muchacha-sapo’.

Como -nd- pasa regularmente a -ng- en muchos dialectos vascos (según hemos dicho y Schuchardt mostró en tantas ocasiones, por ejemplo, BhZRPh. VI, 16), a la misma variante fundamental se reduce suangia, que se oye en muchos puntos de Alta Navarra, Guipúzcoa y Vizcaya, suaingia general en Laburdi, y con la frecuentísima -r- antihiática, surangia general en Guipúzcoa y conocido en localidades navarras y vizcaínas (suraingia); menos extendidas, pero importantes por cuanto sugieren que entre la u y la a pudo perderse una antigua -b- o -w-, son sanguangiu (o -gong-) en Fuenterrabía y sumaingia en otro pueblo navarro (recuérdese que -B- pasa a -m- en vasco). Para el rioj. sarrondija ‘lagartija’, V. FARDACHO.

En un artículo anterior (RFH V, 1-20) emití la idea de que estas formas vascas enlazaban con el cat. sudoccidental sangartilla (enlace comprobado por el navarro de Lerín sangordilla), a su vez inseparable de la forma general en Cataluña y Aragón sa(n)gartana (sargant-), y que se explicaban todas juntas por una metátesis sa lagartana (-tilla) > la sagartana (-tilla), donde sa es el artículo arcaico catalán y el radical sería el de lagarto; sin embargo, como el artículo sa ha sido siempre ajeno al aragonés y al vasco, esto obligaba a suponer que todos estos nombres vascos y aragoneses de un animal tan insignificante eran importaciones de Cataluña. Idea forzada que es preciso abandonar. Y será preferible admitir que el tipo vasco-castellano sabandilla se cruzó en Aragón y Cataluña con el romance la(n)gartana dando sangartana (más detalles aquí en el artículo LAGARTO).

Dejando, pues, sangartana aparte, atengámonos a las formas en -illa, -ija. Lo probable es que éstas sean todas de origen prerromano. Como base que satisfaga a un tiempo al cast., al port. y al vasco, puede idearse algo como *SEGUANDILIA, *SEVANDILIA. Ahora bien, no deja de ser tentadora la idea de Bähr (RIEV XIX, 7; reproducida, no sé si con fidelidad, por M-L., REW3 9717) de relacionar con el vasco suge ‘culebra’, voz antiquísima en el idioma: nótese que muchas de las formas vascas citadas arriba empiezan todavía en sug-. Pero ¿cómo explicaríamos el resto? Desde luego es muy difícil: en este terreno movedizo y oscuro el escepticismo es sano. Y así sólo bajo las más expresas reservas escribo lo que sigue. En varias localidades del arcaico dialecto de la Navarra francesa el vocablo aparece con otra terminación, sugandela. ¿Será compuesto de suge y otro vocablo andela? La idea se presenta con tanta más insistencia cuanto que en la Sule se dice suskhandera (Larrasquet; Gèze en Azkue), y en otros pueblos bajo-navarros suskandel, küxkandel (cuyo primer elemento parece ser el suletino susker ‘lagarto’)5. ¿Qué es, pues, -andela o -andera (como dicen en Sule)? Podría ser el vasco andera, andere (andra, andre)6, que hoy significan ‘señora’, ‘señorita’, pero que hay toda clase de razones para suponer que primeramente significaron ‘mujer’ o ‘muchacha’7: entonces suge-andere-a sería ‘la mujer de la culebra’ o más bien ‘la muchacha de la culebra’ (puesto que andere es hoy ‘señorita’ más que ‘señora’), denominación de la lagartija que no nos costará sentir como apropiada a poco que tratemos de acercarnos a la mentalidad primitiva del vulgo y de la infancia, que es la que más se interesa por estos bichos. Pudo existir una variante andele, como parecen sugerir ciertas formas occitanas8 y aun vascas, pues en su acepción muñeca ―muy extendida en b. nav., sul., etc.― el vocablo tuvo desde luego variante andele, como lo revela el diminutivo andeiko, propio del b. nav. y el labortano, como nota el Supl. a Azkue2, y así tendríamos, agregando el artículo vasco -a, una terminación proto-hispánica -ÉLԳA > -elha, -eja, que en romance alterna con -ilha, -ija. Que en efecto sugandela y formas afines constituyen una voz compuesta lo comprueba otra forma muy extendida: sugekandela general en Laburdi, sugekandera en otros pueblos de esta provincia y en el remoto valle de Roncal; sabido es que una antigua k- inicial se pierde en vasco, pero puede reaparecer eventualmente en los compuestos. En cuanto a la metátesis de SUGEANDELEA en SE(G)UANDELEA, -ILIA, no presentaría dificultad.

Me adelanto a reconocer que quedan varios puntos oscuros, y que todo junto es una construcción audaz y complicada. Pero ¿podemos esperar otra cosa en las incursiones que intentemos en el mundo tenebroso del proto-vasco? Y, sin embargo, vale la pena intentarlas cuando llegamos a entrever un pequeño mundo de hechos nuevos.

DERIV.

Sabandijuela.

1 NBAE XVIII, 804a. Comp. con esto el concepto popular argentino: «víboras, arañas, mosquitos, vinchucas, isocas, moscas, tigres, zorros, comadrejas, jejenes y hasta las mismas vizcachas eran bichos dañinos o sabandijas; el gaucho cuando usaba el término, lo aplicaba en particular al tábano o mosca brava» Inchauspe, La Prensa, 23-IV-1944. Observa Amado Alonso que el paisano rioplatense emplea la sabandija como voz de sentido colectivo (El Probl. de la L. en Am., 162).―

2 Quizá se habría comprendido mejor la formación suponiendo un colectivo *SERPENTILIA, analógico de REPTILIA, VOLATILIA, ANIMALIA, comp. sobreselv. vermeniglia ‘bicho, sabandija’, Echo ratilla ‘muchedumbre de ratones’ (ASNSL CLXVII, 251), judesp., judeocatalán removilla ‘reptiles’, judeofrancés serpille ‘reptil’ (Rom. XLIX, 377, 547), cast. ant. reptilia ‘reptil’ en Juan Manuel (Rivad. LI, 293). Lo cual explicaría bien el sentido colectivo y despectivo. Pero otra vez tropezamos con la imposibilidad fonética: ni la -d- ni la antiquísima caída de la -R- se explicarían de ninguna manera.―

3 Datos que reunió Griera mediante una encuesta por correspondencia (AORBB I, 36).―

4 Sólo se emplean según Azkue en pueblos sueltos las siguientes. En Vizcaya sugelinda(ra), sugelandara, sugalindara; en Guipúzcoa sugelindara; en Baja Navarra sugandola; según Harriet en Laburdi suandola. Cast. de Vizcaya sogalinda, rioj. zarandilla, alav. salderita (Acad.); bearn. (Aspa) segoundino; comp. todavía ast. sacabera ‘salamandra’ (V; R, s. v., y s. v. gafura), ast. occid. sapagueira (V), gall. ferrolano sacabeira (Sarm. CaG. A19r; acentuación probablemente errónea en Vall. secábera), quizá de *sabaguera, relacionado por una parte con sabandija y por otra con el b. nav. sugandela, sugekandera.―

5 Comp. el vasco general musker ‘lagarto’. Según Sch. Bk. u. Rom. 59.12, susker ‘lagarto’ se habría extraído de suskandel ‘lagartija’ y musker del ronc. muskentra ‘lagartija’ por derivación regresiva, habiéndose tomado -ent- y -and- por un sufijo diminutivo [el que aparece en oanda, dim. de oo ‘gallina’, etc.]. En una masa enorme de nombres locales como ésta siempre hay detalles sujetos a interpretaciones divergentes. Pero, sobre todo existiendo musker, más bien me parece que éste y susker (sul. xusker) constituyen una palabra independiente de suskandel, aunque con influjos recíprocos.―

6 Andile, con í, como variante de andere quizá ya existiera en vasco. Lo indican sapandil y apandil usados en el sentido de «renacuajo» en el Valle de Erro (entre Pamplona, Roncesvalles y el Baztán), según Iribarren, compuestos con el vasco sapo o apo ‘sapo’; así como la sargantana o sabandija es la ‘muchacha de la culebra’, el renacuajo es la ‘muchacha del sapo’, lo que confirma plenamente mi etimología.―

7 En primer lugar el hecho de los numerosos derivados de and(e)ra que significan ‘mujeriego’, ‘fornicar’ e ideas parecidas: con aquel sentido andrekoi, andremota, andreteru, andrekari; con éste andrekoitu, andraketa, andratan; el diminutivo andrako es ‘mujercita’, andrakia ‘muñeca’, andrazko ‘sexo femenino’ (igualmente en la variante más plena: anderekota, anderetxakur, etc.). Por otra parte la voz actual para ‘mujer’, ema, emakume, parece ser préstamo latino (FEMINA), y por lo tanto es voz posterior que relegó el viejo término tradicional al sentido más noble de ‘señora’. Finalmente, como señalaron Schuchardt (Litbl. XXXIX, 42) y M-L. (ZRPh. XXX, 422-3), el vasco andere tiene afinidades en céltico, donde hay irl. ainder ‘muchacha’, en galés ‘ternera’, y de ahí parece descender el catalán y occitano anderris, andernis, ander, ondorrieiros, ‘morillos del fuego’ (ya andedus con este sentido princ. S. IX), oc. ander ‘amapola roja’. Comp., sin embargo, las dudas de Pedersen, Litteris II, 83. Y Pokorny, con argumentos de peso, aclara que no se trata de un celtismo del vasco, pues así en vasco como en céltico es palabra del substrato camítico, afín al bereb. ender ‘estar en celo’ (Journal of Celtic Studies I, 1950, 131-3; Wiss. Forschungsber., Keltologie, 1952, 135).―

8 Rouergue ondèl «trépied», andel, andeler, ‘morillos del fuego’ en provenzal antiguo (Pansier).