ROJO, del lat. RŬSSĔUSl> ‘rojo subido’.
1.ª doc.: roxo, S. XV, Biblia med. rom., Gén., 30.40; 1475, G. de Segovia (p. 50)1.
Por otra parte, los derivados, por lo menos, nos demuestran que rojo fué palabra muy vivaz en todo el S. XVI: «si rojean las nubes en Oriente» y «es señal de haber cocido lo bastante, cuando huele bien y la miel rojea» en G. A. de Herrera (1513), «enrojarse aquellos cabellos» en Lope de Rueda, «algún tanto roja y llena de cierto zumo también rojeto» Laguna, «enrojas tus cabellos... y les comienzas a dar color semejante al del fuego» Fr. L. de León, «vino blanco, claro, de rojuela color» Fr. Juan de Pineda, etc. (V. estos y otros en Cej., V, pp. 418-20).
Que rojo admitió siempre el sentido actual, designándo el color de la sangre, y se distinguió de rubio, como asegura A. Castro (RFE VI, 290-8), me parece aceptable en principio, y no faltan testimonios clásicos que lo confirmen, pues G. de las Casas (1570) opone «roxo: rosso» a «ruvio: biondo», Aut. da un ej. inequívoco de Quevedo, y de la misma manera podría interpretarse el pasaje del Quijote, de los cabellos de las pastoras «los quales se coronavan con dos guirnaldas de verde laurel, y de rojo amaranto texidas» (II, lviii, 221vº)2, puesto que hay variedades carmesíes de amaranto.
Por otra parte hay que reconocer que para los clásicos roxo expresó colores más claros que el encarnado que hoy entendemos por esta palabra, especialmente el matiz que hasta hoy ha quedado fijado en el compuesto pelirrojo, o en el clásico barbirrojo (ejs. de la época en Herrero G., RFE XII, 160-1); es decir, entonces rojo era principalmente lo que hoy entendemos por ‘rojizo’. La traducción «rutilus» de Nebr. no es una imprecisión individual, como parece admitir Castro, pues con él concuerda PAlc. al traducir roxo, no por ȐáɅmar, sino por Ȑášqar ‘rojizo’ o ‘rubio’; para Nebr. lo mismo son «enroxarse o enruviarse: rutilesco, ruffesco»; el propio Castro nos proporciona pruebas: ejs. como «tus trojes del rojo trigo» en Lope, «que el rojo bozo apenas le apuntaba» y «por cuanto el rojo sol su luz derrama» en Balbuena, son inequívocos: rojo no es ahí el color de la sangre y del vino. Es fácil citar otros: en Don Gil de las Calzas Verdes dice Tirso que la arena del Manzanares es roja, y F. de Haan comparando con otro pasaje entiende que será ‘rubia’ (MLN XVII, 452). Hasta hoy roxa sigue siendo ‘rubia’ en gallego (Pardo Bazán, glos. a sus Obras, ed. 1934, p. 1490); en la prosa gallega roxo tiene uso más frecuente hoy que en Portugal, pero es más bien ‘rojizo’ (ollos roxos de vidro, Castelao 159 etc.; también ‘rojo’ [de sangre] íd. 187, 198.2). No hay que dudar, pues, que el sentido de rojo evolucionó considerablemente y que el vocablo en la Edad Media debió designar un matiz de color algo especial y menos común que el que nosotros entendemos con este vocablo, y aun que el que entendieron los clásicos, única circunstancia que nos puede explicar la tardía aparición de roxo en literatura. Pues no cabe dudar que se trata de una palabra hereditaria, siempre empleada en iberorromance.
Esto está bien documentado en el caso del port. roxo, que ya figura como nombre o apodo de varón en dos docs. de h. 1060 y de 1258, respectivamente (CortesƟo, Onom.); «os meus narizes, color d’escarlata roxa» en rima con Martín Moxa en una cantiga del portugués Joan de Gaia h. 1330, R. Lapa, CEsc. 197.8; en la Gral. Est. en gallego de princ. S. XIV roxo debe de ser ‘rojizo de cara’ o ‘pelirrojo’: «Rebeca... parió dous fillos var?es... e o que nasçeo primeyro era roxo et todo veloso» (272.15). La gran frecuencia del apellido Rojo (-xo), en España y Portugal, es otra prueba de que el sentido antiguo no fué ‘encarnado’, sino ‘rojizo, pelirrojo’. En portugués, por lo demás, ha habido otra evolución: Camoens habla de a roxa Aurora, con un sentido como el del cast. mod., pero hoy vale ‘morado’ en portugués. Recuérdense casos de cambios no menos violentos: loro era primero ‘verde oscuro’, y luego fué ‘moreno’ en toda la Edad Media, ¡y el port. louro acabó por significar ‘rubio’!
En cuanto al origen, no ofrece duda alguna: es el lat. RŬSSĔUS ‘rojo subido’, voz empleada por autores de la Edad de Plata y también por el vulgarizante Petronio: en el Satyricon el «nuevo rico» Trimalción, de gustos ostentosos, lleva una tunica russea3. Sólo ha dejado descendencia en port., cast. y hablas del Centro-Sur de Italia (Calabria, Lacio y Marcas rúššu, Roma, Lacio y Umbria róššo «rosso», Rohlfs, It. Gr. §§ 288, 1173), además del bizantino ǦοǪσ)σεος (el rum. ro? ha de ser ROSEUS, a pesar de las dudas de Skok, ZRPh. XLVIII, 399).
Además había RUSSUS ‘rojizo’, que dió toda una gama de colores: cat. ros ‘rubio’, fr. roux ‘rojizo, pelirrojo’, it. rosso ‘encarnado’. Apenas hay que recordar que el fr. rouge ‘encarnado’ RUBEUS y el cat. roig ‘rojizo, pelirrojo’ no tienen relación etimológica con rojo (aunque no quisiera asegurar que el influjo de aquél no contribuyera algo en el S. XVIII a la evolución semántica de la palabra castellana). DERIV.
Rojal. Rojear [1513, V. arriba]; rojeante. Rojete; rojeto [1555, V. arriba]. Rojez [Acad. S. XIX]. Rojizo [Acad. S. XIX]. Rojura [1671, Cej.]. Arrojar ‘volver rojo’ raro; ast. arroxar ‘calentar el horno’ (V). Enrojar [h. 1550, Cej.]. Enrojecer [Lope, Cej.]. Sonrojar [1589, J. de Pineda, Cej.]; sonrojo. Rosillo [rosello, 939]4, podría ser *RUSSELLUS, derivado de RUSSUS (comp. russeus equus en Paladio), pero en vista de la -s- sencilla de las varias grafías antiguas es más probable un *ROSELLUS, formado con la raíz de ROSEUS EQUUS (así en San Isidoro, pasaje citado para BAYO), como ya admite M-L. (ASNSL CXXII, 406). De esto parece ser variante advenediza rusel ‘tejido de lana asargado’ [Acad. 1936, no 1884] (?).
CPT.
Resumbruno [S. XVI, Aut.], quizá de un *rosebruno, tomado del cat. ant. ros e bru ‘rubio y moreno’. Rosmarino [Acad. 1884, no 1843], palabra rara y dudosa, que hace falta documentar mejor.
1 Junto a roxo está ahí rojo, -a, para lo cual piensa Tallgren en un catalanismo (roig RUBEUS) o en un descendiente popular de RUTILUS. Hay que desechar esta idea. En realidad no sabemos lo que signifique este rojo, probablemente no es nombre de color, sino algo muy distinto.― ↩ 2 En I, xxvii, 120, «una gran barba de una cola ruzia o roxa de buey», es ‘rojiza’ y no ‘encarnada’.― ↩ 3 XXVII, 1; Ernout traduce «une tunique aurore».― ↩ 4 M. P., Oríg., p. 323; «caballos duos... uno rosello et alio raudano per colore» León 994, ibid., p. 109; otro ej. de la misma forma en 1073 (índice de Vignau), y otro de 1076 he citado s. v. MEDRAR; asino rosello 1014, 1034, Rev. de Dial. y Trad. P. VI, 35. Para el concepto moderno en la Arg., D. Granada, BRAE VIII, 195; A. Alonso, El Probl. de la L. en Amér. p. 170; chancho rosillo, Carrizo, Canc. de Tucumán II, 502. ↩