ROCÍN, vocablo común a los varios romances de Occidente, probablemente derivado del vocablo romance representado por el cat. y oc. ròssa, fr. rosse, it. rozza ‘caballo malo’, ‘carroña de caballo’, a su vez de origen incierto, quizá de un germ. occid. *RÔTTJAcarroña’, derivado de RÔTJANpudrirse’.

1.ª doc.: rocino, doc. de 1156 (Oelschl.).

En este dicc. se encuentran otros ejs. de rocín (en variantes insignificantes) de los años 1170, 1202 y 1205, todos ellos procedentes de Castilla la Vieja. Además aparece rocín en Berceo, el Fuero Juzgo, el Espéculo y otros textos legales del S. XIII, siempre con -c-, como observa Cuervo (Obr. Inéd. 389, n. 2); en las Cortes de 1268, el Fuero de Zorita, el de Plasencia, la 1.ª Crón. Gral. y los Aranceles santanderinos, todos ellos del S. XIII (A. Castro, RFE X, 127). Desde el principio tiene el matiz posterior de caballo poco valioso, como se ve por el respectivo importe de los derechos que exigen esos textos legales para la entrada de un rocín o la de un caballo, y por los textos literarios: «fízote subir en un rocín de alvarda» Crón. Gral., «a fermosa yegua dan flaco roçín» Canc. de Baena, «joga el cavallo e el rroçín e elas armas otro sy» Elena y María (RFE I, 60); más datos sobre la evolución semántica en D. Granada, BRAE IX, 683-9. La calidad sorda de la ç se confirma por textos posteriores de grafía cuidada: rroçín Cortes de 1322 (RH II, 26), G. de Segovia (p. 82), «rocin, cavallo arrocinado: caballus» Nebr.

Sabido es que rocín es una palabra muy viva hasta los clásicos, y popular hasta hoy en Asturias. Esta difusión tan temprana y tan copiosa en Castilla no parece indicar una procedencia forastera, aunque la idea no pueda desecharse del todo, tratándose de un vocablo de este significado, muy sujeto al influjo de la terminología caballeresca. El port. rocim sí ha de ser préstamo, puesto que no termina en -inho, pero una conclusión semejante no sería nada segura en cuanto al castellano, donde el sufijo -INUS tiene comúnmente la forma -ín, y donde gran número de hablas aragonesas y leonesas dejan caer sistemáticamente toda -o cuando se encuentra tras n.

No es menos antiguo rossí en catalán, pues en doc. catalán de 1198 ya se lee «dimito Hospitali meum rucinum et asinum» (Miret, El més antic text lit. cat., p. 23). En lengua de Oc rocin y derivados se encuentran con frecuencia desde fines del S. XII (Peire Vidal, Gavaldan, P. Cardinal), roncin aparece por el mismo tiempo en un contrincante de Raimbaut de Vaqueiras. En francés la forma antigua predominante es roncin, documentada con gran abundancia desde el Roland, el moderno roussin es más tardío en este idioma, aunque God. ya da un ej. de 1404. El it. ronzino sale con abundancia desde los orígenes del idioma literario (Jacopone da Todi, G. Villani, Boccaccio, etc.). Además es voz muy frecuente en bajo latín: Baxter-Johnson citan en Inglaterra un ej. de h. 1080 (runcinus), Du C. los da abundantísimos desde San Bernardo († 1153), la mayor parte procedentes de Francia, como suele suceder en esta obra, pero también hay varios italianos, dos de ellos de la primera mitad del S. XIII, uno del papa Alejandro III (1159-81). Hay uno más antiguo que ninguno, en escritura asturiana de 781 (sacado de Sandoval), pero haría falta comprobar hasta qué punto es fehaciente ese testimonio aislado.

Sea como quiera, de este conjunto de datos no se saca la impresión de una difusión más temprana en ninguno de los principales territorios romances. Tampoco se pueden sacar consecuencias acerca de si es más antigua la variante en roc- o en ronc-: que ésta predomine en Du C. no prueba nada, puesto que casi todos sus ejs. proceden del Norte de Francia o de Italia, donde se generalizó la última variante; sin embargo el ej. asturiano del S. VIII es rocinus y hay rossinus en dos antiguos ejs. procedentes de Occitania, uno de ellos de 1208. Si partimos de la forma con -n- no podremos explicarnos la presencia de la otra en cast., cat. y fr. mod. más que admitiendo que estos idiomas la tomaron de la lengua de Oc, donde en efecto es corriente la reducción fonética de nci a ci; pero como este fenómeno dista mucho de ser general en occitano, y más aún en la época antigua, se hace difícil comprender entonces la generalidad de la forma rocín en cast.1 y cat.; adviértase que en estas condiciones no se produce nunca una disimilación eliminatoria, mientras que es fenómeno sumamente común, en todas las épocas y en todas las lenguas, el que la nasal se propague a otra sílaba; que roncin ya esté en la Chanson de Roland no prueba nada: recuérdese que en latín sólo se encuentra rŭncĭna, del gr. ǦυκάνƓ, pero el fr. roisne prueba que la forma etimológica sin -n- subsistió junto a la forma con nasal propagada.

Ya Diez (Wb., 277) nos enseñó lo único razonable que se ha podido averiguar acerca del origen de rocín: que debe de estar emparentado con el tipo fr. rosse, oc. y cat. ròssa, it. antic. rozza2 ‘caballo malo’, ‘cadáver de caballo’, voz algo menos frecuente que su derivado, pero de considerable antigüedad: verdad es que en francés no está documentada antes de 1460, y que Tommaseo no da ejs. anteriores al Ariosto, pero en lengua de Oc ya aparece en Peire Cardinal, h. 1200, y un masculino ros aparece en francés repetidamente en un poema del S. XII (Du C.). Sería tentador suponer que el tipo ròssa sea derivado regresivo del más frecuente rocín, pero todo indica que debe desecharse la idea, pues así no se explica el género femenino ni la oposición consonántica existente en it. entre rozza y ronzino.

En cuanto al origen de aquél, ya Diez pensó en derivarlo del tipo germ. del a. y b. alem. ant. y escand. ant. hross ‘caballo’, alem. ross n., fris. ant. y neerl. ros, que es variante del otro tipo ags. y fris. ant. hors, neerl. med. y b. alem. med. ors3; pero además de la diferencia de género, hay la de matiz semántico, pues desde el origen el germ. hors, hross, es término noble para indicar un buen caballo, y el cambio semántico en este caso siempre se produce en sentido contrario (lat. caballus ‘rocín’ > rom. caballo; arg. pingo, matucho, etc., términos peyorativos que acaban por ser nombre normal del buen caballo), luego todo indica que el étimo de rosse empezó por designar una carroña o un caballo arrocinado; sobre todo, las formas romances postulan unánimemente una africada originaria (roche en el normando Guillaume Alexis, norm. ronchin, la -c- constante del fr. ant. y del cast., la z del it.), que de ninguna manera podría explicarse por la -ss- germánica; así ya Diez dudaba de esta etimología, M-L. (REW 7384) la rechaza, y a esta opinión es preferible atenerse aunque no sea la de Bloch ni Gamillscheg (EWFS, pero en R. G. guarda silencio).

Desde luego es inadmisible separar rosse de roussin y afines, sacando éste de un misterioso tipo *RUNCINUS, como hace M-L. (REW 7445a), o derivándolo del a. alem. ant. rukki (hoy rücken) ‘espalda’, de donde un derivado *RUCCINUS ‘bestia de carga’, como quería Marchot (Rom. XLVIII, 115): aunque esta idea haya logrado el aplauso (con cierta reserva) de A. Castro y de Bloch, es ciertamente imposible, como ya indicó Gamillscheg; la raíz germánica de esta palabra alemana tiene en todas partes la forma RUGG-, y su kk se debe a la tardía y local mutación consonántica peculiar al alto-alemán, luego tal formación no pudo venir del fráncico, del gótico ni de otra antigua lengua germánica, y para partir de un préstamo alto-alemán tropezaríamos con el cambio de KKI en ci, que no pudo producirse después del S. V4.

Queda la opinión de Spitzer (ZRPh. XLIV, 198-9): roncin pertenecería a la familia onomatopéyica del cast. roncear ‘detenerse, hacer algo de mala gana’, cat. ronsejar íd., oc. mod. rounsà ‘refunfuñar’, it. ronżare ‘zumbar’, también existente en algún dialecto francés, derivación que se explicaría porque «un caballo gruñidor es naturalmente de inferior calidad». No es esta semántica muy convincente, pero la idea tendría la ventaja de explicar la diferencia entre la c del fr. roncin y la ç: del cast. rocín, por una parte, y la z sonora del it. ronzino por la otra. Sin embargo se acumulan las dificultades: la citada familia verbal apenas existe en el Norte de Francia, y en el Sur de este país es de fecha moderna, lo cual, por lo demás, se hace extensivo a todos los romances; el sufijo -in no es de los más apropiados para una derivación verbal; y sobre todo así no explicamos el primitivo rosse. Creo, pues, que hay que desecharlo y admitir solamente que la z sonora del it. ronzino y rozza se debe a un influjo secundario de ronzare y rozzo5.

Importante en grado extremo para la etimología estimo el detalle de que el femenino rosse se aplica igual a equinos machos que a hembras, para lo cual sólo se ve una explicación: que el vocablo originariamente significara ‘carroña’. Si el étimo tuvo C primitiva tendríamos motivo para sospechar que en Italia sea préstamo de Francia o de la Galia Cisalpina; pero también cabría partir de un tipo *R֊TTէA, que nos ahorraría este supuesto. Quizá sea voz prerromana. O quizá más bien un germ. occid. común *RÔTTJAcarroña’, de la familia del escand. ant. rotenn ‘podrido’, ags. rotian, b. alem. ant. rôtôn, a. alem. ant. rôzzên ‘pudrirse’ (en gótico habría sido *RAUTJÔ), que habría pasado al romance como voz de la caballería mercenaria de los romanos (sabido es que la Ô germánica no correspondía al timbre cerrado de la Ķl> latina y que suele transcribirse por ֕l> abierta romance)6.

DERIV.

Rocinal. Rocinante [Quijote; popularizado en algunas partes: arg., A. Alonso, Problema de la L. en Am., 167]. Arrocinar, arrocinado [Nebr.].

Rozagante [1603], vocablo aplicado primero sólo a las ropas que arrastran por el suelo («una figura vestida de una ropa de las que llaman rozagantes, hasta los pies» Quijote II, xxxv, Cl. C. VI, 325; «en atavíos rozagantes, para que mejor representasen con aquella pompa la autoridad que daban de presidentes» en el Alfarache de Martí, Rivad. III, 389b), luego a todo traje de lujo [S. XVII, Aut.], finalmente ‘vistoso, gallardo’ aplicado a personas [med. S. XVII, Aut.]: tomado del cat. rossegant, participio activo de rossegar ‘arrastrar’ (pron. igual que rossagar) (el catalanismo rocegar ‘arrastrar’ se encuentra también en autores cast. del S. XV, Santillana, Canc. de Castillo, Gómez Manrique, vid. Cuervo, Obr. Inéd., 390, y DHist. s. v. celada); rossegar es voz común al cat. y a la lengua de Oc desde la Edad Media (roussà sólo es oc. mod.), de origen incierto, pero como en lo antiguo suele aplicarse a la pena de muerte por arrastre (así ya en las Vidas de Santos del S. XIII: AILC III, 189, fº 5), y esto solía practicarse con caballos de carga, es razonable derivar de ròssa ‘caballo malo’, como ya hice en VRom. II, 1667.

Junto a rossegar existe ròssec ‘rastro, pista, huellas’ desde los orígenes del catalán y occitano y aplicado a todas las acepciones y situaciones, montañosa, moral, marítima, etc.: de ahí sería préstamo náutico (ajeno al portugués) el gallego ronsel ‘estela (de nave)’ (Lugrís ronzel), que el Ap. a Eladio Rdz. localiza en el Ferrol y, con las variantes, rosel en el Marín y en el Morrazo de Pontevedra, y rasel en Covas, y que Castelao emplea en su sentido propio (235.8f.) y en otros figurados: «ronseles de gracias», «deixou no ceo un roncel de estrelas... o camiño de Santiago» (204.31, 258.24); hay sustitución del consonantismo extranjero -ek por otro más usual, y además apoyado en el sinónimo estela, y en parte en la -n- de RONCEAR.

1 Como excepción sólo conozco dos casos de roncin citados por Tilander (p. 551) de las Ordenanzas de Villatoro (¿S. XIII?).―

2 Petrocchi dice que se pronuncia rọżża, pero tratándose de una voz puramente literaria, y esencialmente anticuada, este dato carece de autoridad, pues era inevitable que se le diera la misma pronunciación que a rọżżo ‘grosero’. En catalán, donde es palabra bien viva en el campo (oída en el Ampurdán, etc.) se opone ròssa ‘rocín, carroña’ a róssa ‘rubia’, la o fr. y oc. indica también timbre abierto y la sibilante en todas partes supone una sorda.―

3 Compuesto de este tipo germánico con hvalr ‘ballena’ es el escand. hroshvalr, de donde el cast. rosmaro ‘manatí’ [1628; Huerta, en Aut.], alterado por influjo de mar.―

4 La opinión de Vising, que no rechaza M-L., según la cual habría en el supuesto *RUNCINUS una voz afín al sueco vrinzsk ‘caballo padre’, no es menos descabellada: esta voz pertenece a la familia del danés vrinske ‘relinchar’ (vid. Falk-Torp) y del b. alem. ant. wrênisk ‘(animal) en celo’, o sea al grupo de voces que he tratado en mi artículo GARAÑÓN: el radical es, pues, WREN-, WRAN-, y así no explicamos la U ni la caída de la W-.―

5 Comelico r࿀dzu «persona o animale molto vecchio», Tirol rozza ‘rocín viejo’ (ARom. X, 161) suponen también una base con africada sorda.―

6 Brondal, Mots Scythes, pp. 5, 9, 15-26 (comp. s. v. RAPOSA), deriva la familia romance de rosse, junto con el tipo germ. hors-ross, el finés orhi ‘caballo padre’ y el caucásico urƇi ‘caballo’, de un préstamo de la familia escita hoy representada por el osético urs, vurs ‘caballo padre’ (= scr. v࿋ɊȠiɅ ‘macho, viril’, lat. verres ‘verraco’). Es combinación harto atrevida, y que no explica las formas del tipo rosse ni las alemanas del tipo hross.―

7 G. de Diego, RFE IX, 115n., admite préstamo del «provenzal», pero la a denuncia la procedencia catalana. Del cast. pasó luego al port. roçagante (roupa ou vestido r. «que tem cauda de arrastar pelo chƟo», con tres ejs. antiguos en Moraes).