RECAZO, ‘parte del cuchillo opuesta al filo’, ‘parte superior de la hoja de la espada, más ancha y gruesa que el resto, y que por lo tanto no corta’, derivado del anticuado caço, que designaba sólo la primera de estas cosas, como el cat. cas; voz de origen incierto.

1.ª doc.: caço, 1365; recazo, S. XVI.

En inventario aragonés de 1365 se anotan «IV ganyvetes... dorados de caço e de mosquero» (BRAE IV, 342). El mismo vocablo sale varias veces en el Arte Cisoria de Enrique de Villena: «el quinto [cuchiello] es menor de todos, bien delgado de tajo, e tiene el caço derecho e llano, e su tajo tornado a la punta e cerca del cabo; e a tal dicen gañivete» (RFE XI, 268), «de caço grande, de tajo derecho... su caço liso e por el ferir de la mano... tiene el caço fasta en medio ancho»; el propio Villena recomendaba que un cuchillo «fuese cazudo por que pese» (citas de Cej., Voc.). V. en el DHist. otras citas de caço en el propio sentido, sacadas de Villena, de Gómez Manrique (S. XV) y de Fr. José Luquián (fin S. XVI).

El cat. cas sigue siendo palabra viva hasta hoy. En el sentido de ‘parte del cuchillo opuesta al filo’ se oye todavía en Mallorca, Ibiza y Maestrazgo, y ya se encuentra en el Llibre del Mustaçaf (Valencia, a. 1420): «lo coltell sia acerat de tall e de cas» (cita de Leguina), y en otros dos textos valencianos de los SS. XV y XVI (Alcover; Ag., s. v. caç); también designa por analogía el canto externo de una podadera (en el Pallars)1, la parte opuesta al filo en el hierro de una azada, azuela, etc. (G. Girona; según Alcover en todo el Reino de Valencia y en Gandesa y Massalcoreig), el cerco exterior de un cedazo en Organyà (BDC XVI, 24), el dorso de una sierra de mano en Castellbò (Griera, Tresor), el travesaño donde van metidas las púas del rastrillo en La Pobla de Lillet; en Ibiza llaman caix el dorso del cuchillo (BDC XXIV, 257); es decir, es palabra sobre todo valenciana y balear, pero también del Oeste y Sur del Principado.

En cuanto al derivado recazo, es palabra más tardía y sólo castellana; su formación es comparable a la de recodo, rehoyo, repollo y otros tantos. Las lagunas que en la definición de recazo presentan los dicc., su ausencia en fuentes importantes (p. ej. Oudin y Covarr.), la necesidad de explicarlo en notas de ediciones de clásicos, y las confusiones de algún autor, todo prueba que dista de ser vocablo ampliamente conocido. Registrólo primeramente Aut. con la definición «la parte intermedia comprehendida entre la hoja y la empuñadura de la espada y otras armas»; esto es vago y todavía se ha hecho menos claro en las últimas eds. de la Acad., al agregar «guarnición o...» al principio de la definición de Aut., dando a entender que recazo y guarnición sean sinónimos. Terr. se explica más satisfactoriamente: «el pedazo de hierro grueso inmediato a la hoja de la espada, y que entra en la guarnición, o que media entre la espiga y la hoja»; Leguina: «parte de la hoja de la espada de donde arranca la espiga y que es más ancha y gruesa que el resto de la hoja». Aclaremos que espiga es la especie de espigón corto que partiendo de la hoja se introduce dentro de la empuñadura y sirve para fijar aquélla en ésta: la espiga sólo se ve cuando la espada ha quedado sin guarnición (V. el grabado de Tizón en M. P., Cid, p. 665). Este sentido de recazo está claro en la cita de los Anales de Sevilla de Zúñiga (princ. S. XVIII), que se lee en Aut.: «por medio, desde el recazo a la punta, corre una canal de un lado y otro».

Y éste debe de ser el sentido en la comedia de Rojas Zorrilla Entre Bobos anda el juego, donde preguntando un interlocutor de qué maestro armero es su espada, si de Francisco Ruiz Patilla el Viejo o el Mozo: «es un espejo / la espada: diz que es del Viejo», replica el otro «del Mozo es este recazo» (Cl. C., 221). Pero Espronceda, como observa Leguina, ya no entendía el sentido de recazo, al decir «la mano en el recazo de la espada, / ministra de la Muerte, sostenía», no es posible apoyarse en esta parte de la hoja, situada inmediatamente y por debajo de la cruz o guarnición de la espada. En cuanto al ej. más antiguo de recazo, que cita Leguina del Inventario de los Bienes de D. Beltrán de la Cueva («otro cuchillo, que se sacó del almoneda del Duque mi señor, que tiene labrados los recazos»), no sabemos si ahí designará el dorso del cuchillo, como cazo, o la parte superior de la hoja, inmediata al mango; Beltrán de la Cueva, Duque de Alburquerque, murió en 1492, pero el inventario según Leguina es de 1560, quizá hecho con ocasión de una almoneda de los bienes legados a sus descendientes.

Aunque Leguina definió correctamente recazo, incurre en una extraña confusión en los artículos cazo y cazoleta, identificando el significado de estas dos palabras. La cazoleta, taza o concha de la espada, es la pieza cóncava de metal que se ha puesto en espadas modernas debajo del puño para proteger la mano de las heridas del adversario; fundándose en esta confusión, ha dicho la Acad. que el cazo de las armas blancas es lo mismo que cazo ‘vasija metálica’, por «la forma antigua» de aquella parte de la espada. Lo de antiguo se refiere a los SS. XVIII y XVII, pues antes de esta centuria no tenían cazoleta las espadas; en la Edad Media no llevaban más que una cruz, comúnmente perpendicular a la hoja, a veces levemente arqueada hacia abajo; en el S. XVI los arriaces, gavilanes o extremos de esta cruz se fueron doblando en forma más o menos complicada hasta formar el lazo, que ya protegía bastante la mano, hasta que en el XVII el lazo se convirtió en una verdadera taza, concha o cazoleta que tapaba la mano completamente2. Pero siendo cazo y el cat. cas vocablos de los SS. XIV-XVI, claro está que no pueden designar esta invención posterior; además de que cas no existe en cat. en el sentido de ‘vasija’ (sólo cassó y el antiguo cassa)3. Hay que abandonar por lo tanto esta etimología. No cabe dudar de que la ac. primitiva fué la de cazo ‘dorso del cuchillo’, de donde se extendió al recazo o parte no tajante de la espada. Aun recazo conservó aquel significado primitivo: «en las navajas de afeitar llaman recazo a la parte más gruesa de ellas o a la espalda opuesta al filo», Terr. (confirmado por la Acad., 2.ª ac.); menorq. regàs de ganivet (Ag., mal definido).

Anteriormente había yo pensado en la posibilidad de identificar nuestro vocablo con el adj. cas, usual en el catalán de Pallars, Cerdaña y Berguedá en el sentido de ‘impar’, aran. caix, oc. ant. caf, it. caffo íd., que proceden del ár. qafâȐ «le dos de la main» (de donde el empleo en el juego de pares e impares, y de ahí el sentido de ‘impar’), que además significa «le revers d’une chose (étoffe, médaille)» y «le revers d’un instrument, le dos d’un couteau», empleado hoy en Argelia y en autores hispanos medievales (Beaussier, 554; Dozy, Suppl. II, 384); V. mis notas en BDC XXIV, 54, y XXIII, 282. Suponía yo que en qafâȐ hubiese retrocedido el acento, según la tendencia vulgar a cambiar šakâȐ en achaque, kisâȐ en queça (variante de ALQUICEL) y otros casos que allí cito; la pronunciación vulgar habría sido entonces qáfe (con imela), catalanizado en caf y éste cambiado en cas, como matalaf > cat. matalàs, alfalf > cat. alfals (y quizá por ultracorrección cat. caduf = arcaduz). De hecho no nos consta directamente4 que tal retroceso acentual se produjera en qafâȐ; por el contrario, PAlc. escribe cafá «cogote de la cabeça, colodrillo», pero la acentuación de PAlc. a menudo es arcaizante o refleja un dialecto de carácter más conservador que el común de España, como podemos probar en el caso de achaque, que él acentúa xaquá (s. v. lazeria, p. ej.); y así como así la acentuación hispanoárabe qáfe parece probada por el adjetivo oc. ant. caf, it. caffo, cat. pirenaico cas, de cuya etimología apenas cabe dudar. Mi etimología arábiga era, pues, perfectamente plausible desde el punto de vista catalán, y la extensión geográfica del cat. cas es favorable a una etimología árabe.

Pero los castellanos cazo y recazo, que yo entonces no conocía, hacen dudar de este origen, pues una -f- no se cambia normalmente en -z-. Habría que admitir que cazo se tomó del catalán y fué castellanizado según el modelo de llaç-lazo, braç-brazo, cassó-cazo, cabàs-capazo, etc.; lo cual no es imposible, y aun la aparición primera en un texto aragonés, y en autor tan catalanizante como Villena, podría confirmarlo. Sin embargo, como aun para el catalán la etimología qáfe es harto complicada y singular, la duda es considerable. Verdad es que no puedo reemplazarla con nada satisfactorio5. Podría imaginarse un postverbal *capç del verbo cat. capçar ‘rematar o proteger con una contera’ (*CAPITIARE), aplicado a lanzas, bastones, etc., y aplicable en rigor a la punta de una espada y aun al dorso de un cuchillo; pero no sólo esto nos obligaría igualmente a admitir un préstamo del cat., sino que, en este idioma, el grupo -pç se habría conservado indudablemente sin alteración.

Por otra parte nos informa Terr. de que se llaman recazones «aquellas piezas curvas de madera que en los carros y carretas componen el círculo exterior de las ruedas», lo cual, según la Encicl. Espasa, recibe en otras partes el nombre de recazos; ahora bien, el propio Terr. registra las variantes recalzos y recalzones, si bien reconociendo que «entre los oficiales» es más usual recazones; esta última forma se emplea en Sajambre y significa ‘cambas de repuesto’ (Fz. Gonzz., Oseja, 340). Si esto ya nos recuerda el v. calzar, la idea se refuerza al advertir que en Aragón se llama coz «la parte opuesta al filo en el hierro de una azada»6, es decir, precisamente lo mismo que en el Maestrazgo recibe el nombre de cas. Cabe suponer por lo tanto que de calzar se derivara un postverbal *calz, junto al existente calce ‘porción de hierro o acero que se añade a las herramientas cuando están gastadas’ y ‘llanta’: de la primera de estas acs. se podía pasar a ‘dorso de la azada’ y ‘dorso del cuchillo’; *calz podía cambiarse por una parte en el arag. coz (CALCEM > coz ‘patada’) y por otra parte en *caz (lo mismo que CALICEM > caz de molino); la forma existente cazo resultaría de un compromiso entre *caz y el otro postverbal calzo (documentado sólo en otras acepciones, procedentes del mismo verbo). Esto también es complicado y obliga a suponer que la voz catalana sea castellanismo o aragonesismo, pues sólo en castellano se explica la reducción de -lz a z. Luego la duda no es menos vehemente ni fundada que en la otra etimología. No será posible resolver el problema mientras no dispongamos de mayor documentación antigua y de estudios más completos acerca del vocabulario de oficios y de la armería.

1 Violant, Butll. C. Excurs. de Cat. XLVII, 23.―

2 V. los grabados de espadas en el artículo correspondiente de Gay, Glossaire Archéologique, y de las Enciclopedias Británica, Italiana y Espasa.―

3 En la Brama dels Llauradors valenciana del S. XV se habla de una gente que se presenta «ab darts y ses llances / ... / espases caçudes, y bons maceresos, / estochs y grans aches» (v. 126). Estas espadas cazudas no son ciertamente espadas con cazoleta, sino una especie de sables o espadas de un solo corte, es decir, espadas con cas.―

4 F. Marcos Marín ha comprobado que hoy se pronuncia qaf? en árabe vulgar de Siria, Al-And. XXXIV, 449. Sería ilusorio creer que esto prueba lo mismo en el de España, pero como para esto hay indicios indirectos de algo análogo, estoy conforme en que la etimología arábiga es la más probable.―

5 No hay paridad semántica ni con cazo ‘vasija’, ni con el fr. chas, oc. ca(u)s, cat. cos, ‘ojo de aguja’ (CAPSUM, a pesar de la duda del REW 1660). Fonéticamente sería muy difícil relacionar con recatón = REGATÓN.―

6 G. de Diego, BRAE VI, 750, quien parece sacarlo de Jordana, Col. de Voces Arag. (falta en Borao, Coll A., L. Puyoles-Valenzuela y Torres Fornés).