QUITAR y QUITO ‘libre o exento de una deuda u obligación’, proceden por vía semiculta del lat. quiētus ‘tranquilo, libre de guerras’: quitar significó primeramente ‘eximir de una obligación o gravamen’, luego ‘libertar a alguno de manos de su opresor’ y finalmente ‘quitárselo’; no es seguro si quitar viene del verbo lat. tardío quietare ‘apaciguar, tranquilizar’ (derivado de quietus), con contracción de las dos vocales átonas en una sola ―y entonces quito sería derivado romance de quitar― o si quito sale de quiētus con una evolución anómala del vocalismo.

1.ª doc.: Cid.

En el poema es ya frecuente el verbo quitar. M. P. cita 17 ejs.; también se halla en él el adjetivo quito, 3 veces. Esta proporción puede mirarse como bastante representativa de la frecuencia respectiva de los dos vocablos en la Edad Media: en Berceo, Oelschl. cita 15 ejs. de quitar, a los cuales pueden agregarse 6 más1, frente a 6 de quito (Loores, 75, y los que dan Oelschl. y Lanch.); en Alex, cita Keller 6 de quitar por 3 de quito; en Apol. y J. Ruiz los glosarios dan 3 por 2 y 3 por 5, respectivamente; pero hay que tener en cuenta, según muestra el «etc.» que pone Marden a quitar, que los glosarios tratan de ser exhaustivos con el adj., como voz más rara, pero no con el verbo, por ser de uso comunísimo. Así ha sido, en efecto, en todas las épocas. La desproporción se agrava después de la Edad Media: en el Quijote hay un solo ej. de quito frente a infinitos de quitar, y el adjetivo ni siquiera figura en Nebr., Covarr. ni Góngora, mientras quitar ha pertenecido siempre, como voz esencial, a todos los ambientes y épocas del idioma. Sin embargo en los orígenes hubo de ser vocablo perteneciente al tecnicismo religioso, jurídico y mercantil, como demostró Lerch para el fr., con pruebas válidas para todos los romances.

Así se nota todavía en el Cantar de Mio Cid, donde se halla repetidamente la ac. jurídica ‘eximir o dispensar de una obligación, gravamen o deuda’: «ruegan al rey que los quite desta cort»; «a vos quito, Minaya: honores e tierras avellas condonadas»; otras veces el régimen es de cosa «quítoles las heredades» ‘se las dejo libres de gravamen’, y también ocurre que con este régimen quitar valga ‘pagar’: «quitedes mill missas», «las ferraduras quitar gelas mandava». Pero de ahí se pasa a ‘libertar del poder de alguno’: «ciento moras quiérolas quitar», «quitar vos he los cuerpos» (declararlos libres), y en Berceo el pecador salvado por María de manos de los diablos cuenta «cómo lo quitó ella de su podestadía» (Mil., 97c). En un caso así se pasaba ya de la idea de ‘libertar’ a la de ‘arrebatar’, con la cual ya es común en Berceo: la Virgen indignada dice al obispo «yo nunca te quité valía de un grano, / e tú me as quitado a mí un capellano: / el que a mí cantava la missa cada día /... / quitéstili la orden de la capellanía» (Mil., 229-30). Con esto llegamos ya al significado moderno. Pero esto no quiere decir que desaparecieran las acs. antiguas y más etimológicas. Durante mucho tiempo sigue siendo común quitarse ‘librarse’: «no s’ pueden d’én quitar» Cid, 984, «de lo que avién tomado non se podién quitar, / ya lo querién de grado, si podiessen, dexar» Mil., 855a; el transitivo quitar ‘desempeñar (una prenda)’ todavía es clásico «vengo a quitaros una prenda mía... para quitárosla os traigo mil escudos de oro, y estos trozos de cadena, y este pergamino» (La Ilustre Fregona, Cl. C., 313); pero también puede ser por entonces ‘libertar (a una persona)’: «un hombre... a quien tenían dos perros asido de una pierna; llegaron y quitáronle» (La Gitanilla, 81)2; quitarse de algo ‘renunciar a su posesión’ en el Cuento de Otas (princ. S. XIV, León): «yo me vos quito de la tierra de Ancona e vos dó toda Lombardía» (f° 66v°); ‘dejar, abandonar’: «por ende, señor, non quito / mi preguntar de poeta»

Fco. Imperial en el Canc. de Baena (n.° 247, v. 45); en las Leyes de Moros de los SS. XIV y XV vale todavía no sólo ‘perdonar, absolver’, sino también «separar a uno de su mujer; divorciarse, descasarse», de donde quitada y quita ‘mujer repudiada’ (Memorial Hist. Esp. V, 427ss.)3.

Del adj. quito, que ya en el Cid vale ‘libre de una obligación o deuda’ («el Rey lo pagó todo e quito se va Minaya»), podemos anotar muchos ejs. medievales de valor semejante (Gr. Conq. de Ultr., 380; Poema de Alf. XI, 372): «por su trabajo quito / de culpa fincará» Sem Tob 183, «quanto a la emienda... no en son tenudos los otros si... los otros qui trobados no son no ent son quitos» Fueros de Aragón, § 85.2; sobre todo hablando de defectos morales: quito de pecado, quito de follía, quito de mal farmario en Berceo, quitos de malos pensamientos en los Bocados de Oro, y finalmente generalizando quito de toda ufanía en Pero Tafur, de suerte que llega a ser ‘desprovisto’ quito de brío en F. Manuel de Lando: V. los ejs. en RFE XI, 312n.; más tardíamente puede asumir quito el valor de verdadero participio trunco de quitar (como pago de pagar): «quita la causa, quito el pecado» con que Fr. Juan de Lerma (S. XVI) vierte el aforismo lat. remota causa removetur effectus (BRAE XVII, 240).

Trazada la historia de los dos vocablos, la etimología en definitiva es clara, pues no cabe dudar de que se partió de quiētus en el sentido de ‘apaciguado’, ‘libre de guerras o sediciones’: «aedificamus civitates istas donec a bellis quieta sunt omnia» en la Vulgata, «quietior Gallia... pacatissima et quietissima pars» en César, «a bello ut quieta esset provincia» en Tito Livio (citas de Lerch, p. 498). Partiendo de quietus a bello se pudo llegar muy fácilmente a quito de una deuda y de ahí quito de un pecado o de una obligación. E. Lerch en un estudio fundamental (ZRPh. LVIII, 480-524, 641-669) ha dejado bien sentados este y otros puntos. Entre ellos está el carácter semiculto de los dos vocablos romances, según corresponde a su sentido básicamente jurídico o religioso. En este estado de cosas han quedado hasta la fecha el cat. y oc. quiti ‘libre de obligación’; en francés quitte y quitter conservaron también normalmente el sentido dentro de este orden de ideas hasta muy adelantada la historia del idioma: ‘dispensar de una obligación, de un pecado’, ‘ceder algo, renunciar a alguna cosa’, y sólo en el S. XVI aparece la ac. ‘quitarse (un vestido)’ y en el XVII ‘dejar (un lugar)’4.

Sólo en cast. y portugués5 vemos, pues, una pronta generalización semántica en virtud de la cual quitar sale de la esfera técnica de las obligaciones morales y materiales para entrar en el uso familiar y cotidiano, convirtiéndose en uno de los verbos fundamentales del idioma. Es completamente inverosímil que una palabra tan esencial sea extranjerismo, sobre todo cuando ya la vemos con gran frecuencia en monumentos de la primera mitad del S. XII. Hay que rectificar, pues, la tesis de Suchier, M-L. (REW 6958), Bloch, Wartburg (FEW II, 1477n.39) y otros, según los cuales quitar se habría tomado del fr. quitter: afirmación tanto más inverosímil cuanto que en fr. no parece encontrarse el verbo hasta med. S. XII (Chrétien, Béroul, etc.). Tampoco es verosímil la afirmación semejante de los mismos autores con relación al cat. y oc. quiti: no sólo sería muy difícil explicar esta -i en un préstamo fr., sino que en cat. ya es frecuente en Lulio (Meravelles, N. Cl. II, 100; IV, 309), y en oc. aparece en muchos autores de primeros del S. XIII (Daudé de Pradas, Izarn, Dietética)6. La conclusión es que en todos los romances de Galia e Hispania el vocablo será probablemente semicultismo autóctono (quizá no en Italia, donde por lo demás tuvo siempre poca vitalidad).

Más difícil es llegar a una conclusión en cuanto al problema fonético y morfológico que ha preocupado desde antiguo a los romanistas: ¿hay que partir de quiētus o de su derivado quietare? Y en relación con ello: ¿cómo se explica la desaparición irregular de la -e-? Parece que hoy todos estamos de acuerdo en rechazar la tesis de H. Suchier7 de que quietus pasara primero al fráncico y sólo desde esta lengua germánica se trasmitiera al francés y luego a los demás romances: se ha visto hace tiempo que las formas germánicas (alem. quitt8, neerl. kwijt, ingl. quit, quite, escand. ant. kvittr) no son anteriores a 1200 y se tomaron indudablemente del fr., y es superfluo pensar en un intermediario fráncico para el romance, puesto que la conservación de la -t- intervocálica se explica gracias al carácter semiculto del vocablo. Por otra parte, Gaston Paris (Rom. XXI, 141) y M-L. (R. G. I, § 376) partían del verbo quietare > quitare > fr. ant. quitier, paralelo a pietatem > pitié. A ello se opone Baist (RF XXIX, 320) observando que lo antiguo en francés es quiter y no quitier, y Lerch le sigue por este camino9. En apoyo de la prioridad del adjetivo aduce Lerch otras razones: su anterioridad en unos cincuenta años dentro de la tradición literaria francesa, el hecho de que el a. alem. medio tomó en préstamo sólo el adjetivo y la rareza y fecha tardía del verbo en latín. En efecto, quietare y quietari en la Antigüedad están sólo documentados por Prisciano; y mientras quietus ‘quito, libre de obligación’ ya está en la Ley Sálica (S. VI) y en las Leyes Longobardas (med. S. VIII), quietare con el mismo sentido no podría documentarse hasta fines del XII. En realidad, la diferencia no es tan grande, pues según Baxter-Johnson en Inglaterra quietare «to quit, to discharge» es frecuente desde 1086, y quitus sólo desde h. 1067; además, el verbo derivado acquietare ya está en leyes de Ethelredo (S. IX o X) y de Eduardo el Confesor (h. 1050), anteriores a la invasión normanda, y por lo tanto es difícil que en Inglaterra se tomara del fr. (Baxter lo encuentra también desde 1086). De hecho, pues, la argumentación de Lerch, que Wartburg ha admitido, tiene fuerza innegable, pero no es en manera alguna concluyente10. Su explicación fonética de quiētus > quitte a base de una acentuación ultracorregida quíetus (por reacción contra el traslado paríetem > pariétem del latín vulgar) es más ingeniosa que convincente, y en todo caso parte de una hipótesis que nunca se podrá probar. El trabajo de Lerch adolece sobre todo del defecto de tratar de la cuestión como de un problema estrictamente francés, cuando en realidad es interromance. El testimonio del cast. y port., aun no siendo tampoco decisivo, sería más favorable a la prioridad del verbo, y en general el problema fonético se simplificaría entonces para todos los romances. Nótese sobre todo que el port. quite ‘quito, libre’ (ya med. S. XV, mientras que quito es raro, sólo en el XVI y pronto anticuado: Moraes) tiene clara forma postverbal. También queda sin explicar el cat.-oc. quiti, cuya -i no puede despacharse con una referencia a una forma excepcional como meriti ‘mérito’ (lo normal es mèrit en ambos idiomas); hubo variante rara quite en cast. (doc. toledano de 1246, M. P., D. L. 322.15). Habrá que tomar en cuenta la posibilidad de partir de una metátesis quietar > quitear > quitiar y de ahí quiti: hoy enquitiar o encatiar ‘inquietar, molestar’ es frecuente en los dialectos catalanes (BDC XXIII, 286; Misc. Fabra, p. 297); o bien quietar > quetiar > quitiar11. Nótese que en francés sería regular el paso de *quítie a quitte, pero no en cast. En conclusión, esta familia romance requiere todavía un estudio más detenido12.

DERIV.

Quita [1605, Pícara Justina, Aut.]. Quitación [Berceo; Hist. Troyana de h. 1270, 22.28; G. Conq. de Ultr. 474]. Quitador. Quitamiento [Nebr.; «quitamiento de casados: divortium» íd.]. Quitante. Quitanza [Covarr.], tomado del fr. quittance. Quite [S. XVII, Aut.]. Desquitar [h. 1570: Ercilla, Sta. Teresa, en Cuervo, Dicc. II, 1167-9]13; alguna vez se halla resquitar antic. y esquitar (romance citado por Pagés), de donde esquite (La Ilustre Fregona, Cl. C. 294, 296), en lugar del común desquite [h. 1630, Polo de Medina, Aut.].

CPT.

Quitapón o quitaipón (en Cuba ‘cierre de bambúes con que se improvisa una talanquera’, Ca. 263). Quitaguas. Quitamanchas. Quitameriendas (V. MERIENDA y Litbl. XLVII, 168). Quitamotas. Quitapelillos. Quitapesares. Quitasol [Quijote]; quitasolillo. Quitasueño.

1 Sacrif. 129, Mil. 229c, d, 230d, 97c, 885a.―

2 Todavía en un romance argentino: «ya lo prenden, ya lo llevan, / a Cubas van a matar, / sus compañeros valientes / no lo han podido quitar», recogido en Catamarca por Arturo Franco, La Nación, 24-VIII-1941.―

3 Otras acs. modernas poco comunes son ‘parar (un golpe)’ en Arg. (M. Fierro I, 1213, 1599; II, 2582); cub. ¡quién quita! ‘¡quién sabe!’ (Ca. 199).―

4 V. a este propósito la rectificación del FEW II, 1476, n. 38, al trabajo de Lerch. Y nótese que la ac. ‘dejar (un lugar)’ es frecuente en el Cid, pero después se perdió en cast.―

5 En éste quitar es también frecuente, por lo menos, desde el S. XIII: «a vobis quito jugadas et quito vobis illud forum», ley de 1254 (CortesƟo), ‘apartarse’ en Don Denís: «tanto que -me d’ant’ela quitei» (v. 151).―

6 Además el derivado aquitiar en el Jaufré (v. 10673), que es de la misma fecha, y quitar en el Donatz Proensals, la Vida de Bertran de Born y en Lanfranc Cigala (crestomatía de Hill-Bergin, 138.24), que apenas son posteriores. Acquictiare en la Crónica de Nimes, cita de Du C.―

7 Commentationes Woelfflinianae, 1891, pp. 71-75.―

8 Para la historia de éste, vid. Rosenqvist, Annales Acad. Scientiarum Fennicae B, vol. L, 253-350.―

9 Por lo demás, esta premisa deberá asegurarse mejor. Baist y Lerch se basan principalmente en los ejs.: de God., que tratándose de un verbo existente en la actualidad, sólo lo estudia en el suplemento y da un número reducido de formas. En realidad, quitier ya se encuentra en el Tristan de Béroul, 2346, y está asegurado por la rima; por lo tanto, es más antiguo que quiter, ya que la única forma que aparece en Chrétien de Troyes es el presente quit, que no nos ilustra acerca de este punto. Por otra parte, aquiter está en el Voyage de Charlemagne y en el propio Chrestien (el Roland de Oxford, como anglonormando, no tiene autoridad en este punto), y como no es verosímil que unas mismas gentes dijeran quitier pero aquiter, parece que el francés antiguo vaciló en este verbo.―

10 Gastó mucho esfuerzo en el empeño ingenuo de probar que la tt de quitter no tiene fuerza probatoria para la etimología: claro que no hacía falta probar tal punto evidente.―

11 Es cierto que quitar en el verbo es más frecuente que quitiar, así en lengua de Oc como en cat. De todos modos, hay un par de ejs. de éste en Levy (junto a más de aquél). También se encuentra quit y quite en lengua de Oc, junto a quiti, pero aquí la proporción es la opuesta. Finalmente anotaré que he buscado en vano quiti y quit(i)ar en glosarios occitanos de los SS. XI y XII (Santa Fe; B. de Born; B. de Ventadorn; G. de Bornelh; Brunel, Les Plus anciennes chartes), pero esto no prueba mucho, pues tales vocablos jurídicos tenían poca ocasión de aparecer en los trovadores.―

12 Recordaré para terminación la glosa de San Millán, n.° 40: «non patiatur: non quieti», que es completamente oscura. Si relacionáramos con el cat.-oc. quiti no se entendería bien. Como la sílaba ti está separada de lo demás por una llamada, quizá la lectura no sea segura y deba preferirse quieci, grafía vulgar por el lat. quiesci.―

13 No está en Berceo: la buena lección en Mil. 601 es desquiçar (de QUICIO).