QUE, pron. relativo y conj., partícula romance en la cual han venido a confundirse varias formas del relativo latino, y otras partículas relativas de este idioma: como conjunción copulativa o encabezadora procede esencialmente del interrogativo neutro latino QUէD, que heredó en latín vulgar las funciones del clásico QUOD y recibió la aportación de ciertos usos vulgares de QUIA; como relativo es esencialmente el acusativo masculino QUEM; en su función de conjunción comparativa procede de una confusión del que relativo y encabezador con la conjunción latina QUAM.

1.ª doc.: orígenes del idioma (Glosas Emilianenses y Silenses).

En casi todos los romances existe un vocablo que con funciones iguales o semejantes a las del castellano; sólo en rumano encontramos că y en sardo, por lo común, ki: no sólo con el valor de relativo (sa veridade est sa prima ki si narat; s’homine ki trabagliat meritat sa zoronada), sino también como conjunción (bah, ki non hapo pagadu sa zitade ‘olà che non ho pagato la città’; narai ki vi sa pius bella de tottus sos àtteros animales ‘diceva che era la più bella di tutti gli altri animali’; mezus ubbidire a Deus ki non ad sos homines ‘meglio obbedire a Dio che agli uomini’)1.

Cuando la función es de relativo, el origen es claro, pues no hay dificultad en partir del acusativo masculino latino QUEM, que en pronunciación proclítica perdió la -M y no diptongó la vocal: en efecto el latín vulgar perdió pronto las formas del relativo femenino quae y quam, como muestran las inscripciones latinas desde el S. V, al sustituir estas formas por las masculinas correspondientes.

Pero en lo referente a la conjunción enunciativa o encabezadora, el problema de su origen es más difícil y complejo. El latín clásico, cuando no se servía de la construcción de infinitivo, empleaba con esta función ut o quod; con el tiempo este ultimo va generalizándose hasta adquirir en el bajo latín la misma extensión que el que romance. Sin embargo, está claro, por razones fonéticas, que quod no puede ser el étimo de que y que hubo de desaparecer sin dejar huellas, a no ser el rum. că; luego otra palabra hubo de reemplazarlo en el lenguaje hablado. En su función de conjunción causal quod se rozaba con quia, y en su valor de relativo neutro se confundió con el interrogativo quid, a consecuencia de la semejanza de formas entre relativo e interrogativo, semejanza que el latín vulgar convirtió en comunidad total; ahora bien, en textos vulgares y en bajo latín vemos cómo quia y quid invaden el terreno de quod en su función de conjunción encabezadora. De quia con este valor abundan ya los casos vulgares en la Antigüedad, p. ej. en Petronio «subolfacio quia nobis epulum daturus est Mammaea», «ego illi iam tres cardeles occidi, et dixi quia mustella comedit» (XLV, 10; XLVI, 4), o en la Peregrinatio Aetheriae «dicentibus ei aliis apostolis quia Dominum vidissent» (ed. Geyer, 92.8), «sed mihi credite quia columna ipsa jam non paret» (54.20), y este uso se perpetuó hasta muy tarde en el bajo latín español: «si quis credit quia tonitrua aut fulgura... diabolus sua auotoritate facit, anathema sit» (en el Penitencial de las Glosas de Silos, M. P., Oríg., p. 24); en cuanto al valor análogo de quid, nada más corriente en los docs. del latín visigótico y merovingio, aunque no es tan frecuente como quia en textos anteriores. Por faltas ocasionales en el material epigráfico y manuscrito descubrimos que en el lenguaje hablado quia se reducía fonéticamente a qua, y quizá también a quĭ en ciertas posiciones sintácticas.

Por consiguiente, es probable que el que encabezador romance proceda por lo menos en buena parte de este quia vulgar; con tanta mayor seguridad cuanto que la forma ca tiene este sentido en arcaicos textos romances, además del valor causal que es bien conocido (V. CA): esto es frecuente en gallegoportugués «el mi diz logo por én / ca verrá morrer u eu fôr» (Garcia de Guillade, ed. Nobiling, n. 474), «el sabe mui bem / ca sempre foi meu saber e meu sem / em vós servir»: (Don Denís, n. 77; y vv. 1776, 2531), «par Deus, senhor, sei eu mui bem / ca vos faço mui gram pesar» (V. Praga de Sandim, Canc. da Ajuda, n.° 13, n. 2), etc.; no lo es menos en logudorés antiguo («jurait ca fekit levata» y muchos más en M-L., Zur Kenntnis des Altlogud., 71-72), y es probable que fuese usual en una etapa muy arcaica del castellano, puesto que todavía se halla algún caso suelto en textos de los SS. X-XII: «praecipit quod nequaquam deberi sanguinem comedi» se traduce en las glosas Silenses por «mandat ka nicuno non devemus» (n.° 315) y en el Fuero de Brihuega (163) se lee «jurando el messeguero qua l’ priso feziendo danno, péchelo el dannador»2. Después se reemplaza este ca por que, pero también ocurre esto, aunque no tan radicalmente, con el ca causal, junto al cual aparece un que causal ya en Berceo (Mil., 710d, 766d, 824b) y aun en el Cid (M. P., p. 396.2, 5 y 20)3. Está, pues, perfectamente sentada la tesis de M-L. de que la conj. que procede en gran parte del QUIA latino.

Por otra parte en italiano che alterna con ched ante palabra de inicial vocálica (non credo ched egli venga), en lengua de Oc ocurre lo propio con quez, de acuerdo con la evolución fonética de la -D- en este idioma; y esta alternancia perteneció asimismo al castellano más arcaico, según probó M. P. en sus Oríg., p. 395 («bertutes ked(e) aduscomos», «quantu allascot duanne Ezo ad duanna Adulina... ket ella illo tiengat», y formas semejantes en 4 docs. cast. y arag. de los SS. X y XI). Ahora bien, estas formas prueban sin réplica que el antiguo interrogativo neutro lat. QUID, una vez confundido con el relativo QUOD, tuvo parte importante en la formación de la conjunción que, probablemente con cierta colaboración de QUIA; en cuanto a la posibilidad de que provenga del acusativo masculino QUEM, tomada en consideración por Jeanjaquet, es mucho más remota, y el sardo ki, arriba documentado, aconseja desecharla4. En este sentido puede considerarse resuelto el problema de la conjunción encabezadora. Para un estudio más a fondo V. el trabajo fundamental de J. Jeanjaquet, Recherches sur l’Origine de la Conjonction Que, 99 pp., París, 1894, con la reseña de G. Paris, Rom. XXV, 343; M-L. Litbl. XVI, 308-312; M-L., Introd., §§ 85, 110, 167, 203.

En lo referente a la conjunción comparativa que (él es mejor que , saldré antes que llegue), el punto de partida es el lat. QUAM, convertido primero en ca y luego confundido con la conjunción anterior. En este sentido no es menos frecuente la conservación de ca en port. antiguo: «mha senhor... que mais ca mi amei» (Don Denís, v. 158, y passim en los poetas antiguos; otros ejs. en Moraes y CortesƟo), y en este sentido se mantuvo más largamente, pues todavía se encuentra en el IV Livro das Linhagens, que es del S. XIV o XV («melhor poder teendes vos ca elle», p. 255), y aun sigue siendo usual hasta hoy en el habla vulgar (mais feio ca ti): es probable que el castellano siguiera el mismo camino varios siglos antes; en textos leoneses encontramos este ca todavía en el S. XIV «ante él querría aver la garganta tajada ca su hermano cobrar ende tan grant señorío» (Cuento de Otas, f° 64v°).

Acerca de los varios usos especiales de la palabra que, no es posible tratar en un diccionario de esta naturaleza. Me limito a remitir a algunos estudios especialmente autorizados, que se han publicado en revistas y obras diversas. Spitzer, Litbl. XXXV, 211-2 (a que... ‘apuesto que’); ) Litbl. XXXVI, 24 (y él que le dice ...; comp. Krüger, Litbl. XLIX, 128; Pietsch, Grail Fragments II, 86); ASNSL CXXXII, 375-94 (que más o menos expletivo, en fin que..., total que..., etc.); Publ. de la Faculté des L. d’Istanbul II, 254ss.; (que si... ‘y si...’); VRom. III, 175 (porfía que porfía y análogos); RFH IV, 103-26 (que «charlativo»). A. Alonso, RFE XII, 139 (que expletivo tras relativo); RFE XII, 147n. (que = tanto que), y todo el estudio sobre como que a que pertenecen estas notas. J. Bourciez, RLR LXVII, 471-87 (el hombre que le he dicho, e. h. q. le he visto). Cuervo, Ap., § 460, y Disq., 1950, 321 (que «galicado»). Gessner, ZRPh. XVIII, 459ss. (el tiempo que había de poner sus huevos, etc.). J. E. Gillet, Tres Pasos de la Pasión, p. 976 (que encabezando una interrogación indirecta, les pregunta que a qué vienen). Hz. Ureña, RFE VIII, 358, y BDHA V, 135n., 250 (que «galicado»). J. B. Hofmann, Lat. Umgangssprache, § 86 (construcción mulier quae mulier en Petronio y Varrón)5. F. Krüger, RFE VIII, 313-4 (anticipación, repetición y abuso en el uso del que encabezador). Pietsch, MLN XXVII, 167 (anacoluto del tipo ruégote que... dámelas luego). J. Vallejo, RFE XII, 127-32 (uso de las preposiciones ante el que encabezador).

1 Ejs. sacados de los Proverbios Sardos de Spano y de las Leggende e Tradizioni della Sardegna de Bottiglioni, p. 65.―

2 No conozco otros casos, pues los que se habían señalado en el Cid parecen ser falsos, vid. M. P., Cid, p. 393.20. Sin embargo, ahora que conocemos el ej. seguro de las Glosas Silenses podemos aceptar también el del Fuero de Brihuega. No es extraño que este uso desapareciera pronto en cast., pues también se extingue pronto en port. y en sardo: si no me engaño no hay ejs. posteriores al S. XIV.―

3 Hay también identidad de uso entre las dos formas en la locución adversativa que no (Cid, p. 393.7) o ca no (v. 2028), por lo cual debemos creer que aun aquí lo primitivo fué ca. El que causal no es menos antiguo en catalán: es ya frecuente en la Crónica de Jaime I (34, 35, 37, 126, 162, 174, 242).―

4 En su función de relativo el ki sardo no vendrá de QUEM, sino del nominativo QUI, también conservado en galorromance y en cast. ant. (V. QUIEN).―

5 Comparable con el cast. uno que otro, canta que canta. Ernout me parece entender mejor el pasaje de Petronio («les femmes, l’une comme l’autre», XLII, 7) que Hofmann («ein Weib, das so recht ein Weib ist»).