PAYO, ‘aldeano, pastor, rústico’, origen incierto; probablemente del nombre propio de persona gallego Payo, equivalente del cast. Pelayo, y tomado como nombre típico de los rústicos.
1.ª doc.: en romances de germanía de fines del S. XVI.
Acepciones análogas se conservan hoy dialectalmente: and. payo ‘persona sin gracia, atontado’ (AV), domin. paya ‘bobona, tonta, zángana’ (Brito; la vida del vocablo en esta isla la confirma Hz. Ureña, BDHA V, 52n.), ‘ranchero, persona inculta’ en Méj. (Quirarte, en Malaret), ‘(tela, adorno o pintura) cuyos colores son demasiado fuertes y mal casados’ allí mismo (¿Darío Rubio?), ‘(persona) vieja, inútil’ en el Ecuador, chil. payado ‘(tejido) de varios colores y en el cual se forman diversas figuras’. En España sigue siendo voz rufianesca, ‘tonto, candido’ en el caló castellano (Serrano García, cita de Hill), ‘persona lista, viva, afortunada’1 en el barcelonés popular y, en tono más jergal, ‘hombre, tío, sujeto’ (he vist un paio que m’estava mirant). El cast. payo lo aplican hoy los gitanos a los individuos no pertenecientes a su raza, o sea lo que los demás andaluces llaman castellanos (a un sevillano algo agitanado le oigo decir que una gitana estaba casada con un payo). Es natural que entre el proletariado flamenquizante de las ciudades andaluzas se haya tomado a la gente rural como el prototipo del «castellano» puro.
Poco se ha escrito acerca del origen de payo. Ya en sus Studien zur roman. Wortschöpfung, 295, incluía C. Michaëlis a payo y Pelayo como duplicados; y en Misc. Caix-Canello, 141n., escribió: «Pelayo, el héroe y rey asturiano, se llama siempre en las genealogías port. Palayo, y lleva constantemente el sobrenombre «o montesinho», vid. Liv. de Linh., pp. 231, 248. No es extraño que la frase Palayo o montesinho confiriera a palayo primero el resabio, y luego el sentido exclusivo de ‘villanesco, rústico’. La forma Paayo por Palayo figura a menudo en los Liv. de Linhagens, p. ej. p. 249, donde se habla de Sam Paayo; comp. el apellido conocido Sampaio. En cast. se detuvo la evolución en cuanto se llegó al sentido de ‘agreste, zafio, tosco, torpe’; en port. se fué un paso más allá: partiendo de la idea de un hombre bajo, chaparro, torpe y con aires aldeaniegos se pasó a denominar un ‘embutido corto y grueso’». Esta etimología, débilmente defendida, tuvo, sin embargo, gran aceptación: M-L. la incluyó sin reparo en su R. G. (II, § 390) y en el REW 6368; Cornu (GGr., § 130), sin referirse a la voz castellana, la acepta en cuanto al nombre propio Paio y al port. paio ‘embutido’, y esto desde luego no ofrece duda, pues en Moncorvo (Tras-os-Montes) se dice palaio2 como nombre de este embutido (RL XIII, 121), pero sí se puede discrepar en cuanto a que esta ac. presuponga el sentido de ‘rústico’ (Bluteau define sólo «recheio de carne de porco» y Moraes sólo agrega que se hace con el intestino grueso).
Para el cast. payo haría falta mejor demostración, pues no convence lo de que el nombre de Don Pelayo sirviera para nombrar a los palurdos más groseros; bien mirado, no es posible que este traslado semántico aparezca sólo en castellano, pero con la forma portuguesa del nombre de un rey español y no portugués. En efecto paio no parece haberse aplicado nunca como apelativo de persona en Portugal; en este idioma sólo se emplea en el Sur del Brasil, en el sentido de ‘bobalicón, excesivamente crédulo’ (Lima-B.), y por lo tanto ha de ser castellanismo procedente del Río de la Plata. M. P., Man. de Gram., § 4.6, toma una actitud más convincente al sugerir que sea forma gallega o portuguesa del nombre de pila Pelayo «tomado como nombre rústico».
De todos modos la total ausencia en port. sigue siendo sospechosa, de suerte que uno se siente inclinado a ver si tiene razón la Acad. al sugerir que payo tenga que ver con el lat. PAGUS ‘territorio rural’; desde el punto de vista formal, nada más fácil: así como existen los derivados PAGANUS, *PAGINUS y PAGENSIS en el sentido de ‘campesino’ (cat. pagès, etc., V. los artículos citados en el REW), también pudo crearse *PAGĔUS, que muy regularmente había de dar payo; y la especial vitalidad de PAGUS en iberorromance (V. PAGO) previene toda objeción de índole geográfica. Sin embargo, despierta mi desconfianza la fecha sumamente tardía y el carácter jergal e irónico con que aparece este supuesto vocablo del latín vulgar, no representado en otro romance alguno. La procedencia germanesca, por el contrario, sería muy favorable a la etimología por un nombre propio regional, procedente de una tierra tenida tradicionalmente por rústica y apegada a lo antiguo, como Galicia; y en efecto en gallego existe payo «tonto, bobo; agreste, zafio» (Vall.); esto explicaría hasta cierto punto la ausencia en Portugal, donde a los gallegos llaman ratinhos, con matiz no muy alejado del de payo.
De suerte que me inclino por dar la razón a Menéndez Pidal, si bien reconociendo que no podremos estar seguros mientras no se haga un estudio detenido del problema y no se allegue documentación más abundante en apoyo de la antigüedad del vocablo gallego y en demostración del carácter típicamente rústico del nombre de pila Pelayo. He aquí la única que por mi parte he podido allegar, que sólo con carácter provisional me parece convincente. En El Mejor Alcalde el Rey, de Lope, lleva el nombre de Pelayo un personaje pintado; como palurdo inocentón, guardador de puercos y capaz de creer que la hija de su amo le requiebra y quiere casarse con él, al oír que alaba la gordura de sus cerdos; la acción del drama ocurre en Galicia. En el refranero aparece Payo como nombre propio de labradores: «como el hijo de Payo, que murió de la coz de un ganso» dicho aplicado a las personas por extremo pacatas y parapoco3. Otro refrán más antiguo no es evidente que aluda a un rústico, pero no deja de ser verosímil, pues pinta al personaje como irreflexivo pero cazurro: «Miedo ha Payo, que reza», lo cual comentan Hernán Núñez (1551) y el Mtro. Correas (1627; ahí con doble variante Payo y Pedro) con la frase de Silio Itálico «en las adversidades; crece la devoción»; es refrán antiquísimo ya citado por Villasandino «... tal ensayo, / o quiçá que ha miedo Payo, / que rreza e non se defiende» (Canc. de Baena, n.° 554, v. 7)4 y más tarde en la comedia La Lena (fin del S. XVI, vid. Montoto).
Finalmente obsérvese que payo en la Arg. y Bolivia es ‘albino, rubio’ (Garzón, Bayo); en efecto el cordobés Manito en el glosario de Edén Serrano explica «nombre que se les da a los rubios que tienen el cabello muy claro, del color de la paja seca», y Roberto J. Payró (que refleja el habla del Sur bonaerense), lo aplica a un francés típico: «dicen qu’es ansí: payo, di ojos claritos y nariz de pico ’e loro»5; no hay manera de relacionar esta ac. con la común española y americana, si no es suponiendo que el payo fuese precisamente el rústico de Galicia y León, donde abunda el tipo rubio mucho más que en el Centro, Sur y Este de España. El arg. payucano, lunfardo payucá, ‘rústico, campesino’ (ambos en Garzón, con ej. del último en «Fray Mocho»), puede valer como otra confirmación de la procedencia leonesa, ya que supone un payuco (más el sufijo del sinónimo arg. pajuerano, derivado de p’ajuera), cuya terminación, como es sabido, es típicamente asturiana y santanderina. El mejor apoyo de esta etimología lo da el and. pelayo ‘labrador con yunta propia que da obradas por salario’, usual en Porcuna (Jaén), AV.
1 M. L. Wagner, Notes Ling., 80, explica a base de la cazurrería del rústico, quizá con razón; o bien hay que partir de la ac. jergal barcelonesa. Rectifico los datos de Givanel de acuerdo con la realidad.― ↩
2 No sé si el gall. NE. paliotas (Viveiro) = pontev. corbelos ‘abadejos pequeñitos’ (Sarm. CaG. 236v, A15v) procede de ahí o del ictiónimo cat. palaia, oc. mod. palaigo ‘lenguado mayor’, cat. palaí ‘lenguado’ (pelaica en el S. XV, REW 6370) acaso de PELAGICA ‘pez del piélago’ (si es que no tiene todavía otro origen).― ↩
3 Montoto y Rautenstrauch, Personajes, Personas y Personillas, II, 259.― ↩
4 También aparece en La Gaya de G. de Segovia (Nougué, BHisp. LXVII); pero, claro está, ignoramos su sentido.― ↩
5 Pago Chico, ed. Losada, p. 192; va entre comillas, pues creo que no pertenece al uso porteño, y desde luego no es común en la Argentina. Será palabra del Norte de Córdoba y del Sur de Buenos Aires. En la Pampa payo es un pelaje de caballo, según A. Alonso, El Problema de la L. en Amér., 170. ↩