PANTUFLO o PANTUFLA, tomado del fr. pantoufle, de origen incierto; quizá la forma primitiva sea la hoy dialectal patoufle, de la misma familia que PATÍN, PATA y PATULLAR.

1.ª doc.: pantufla, 1519.

En esta fecha el testamento del aragonés G. García de Santa María trae «todas las pantuflas viejas y nuevas que se fallarán en mi studio». Más tarde hallamos pantuflo en Juan de Valdés (Diál. de la L., 22.22), Guevara, Menosprecio, Cl. C. 75.11, Diego Gracián (h. 1540, Aut.), la Pícara Justina (DHist., s. v. asegundar), Covarr., Diego de Haedo (1612, Topogr., ed. Bibl. Esp., p. 133: «pantuflos o chinelas», hablando de las mujeres de Argel) y otros (Fcha., Aut.); Pérez de Hita trae plantuflos (ed. Blanchard I, 289), Percivale pantufles m. pl., Oudin pantufos. La propia vacilación de la terminación indica que, como ya dice Aut., es voz tomada del francés. En catalán encontramos pantofla ya en 1498, y plantofa desde 1592 y 15971; esta última es forma interesante, que sugiere como etimología planta (del pie), plantilla; sin embargo, dado el aislamiento de esta forma catalana y lo extraordinaria que sería una metátesis plantofa > pantofla en francés, italiano, etc. (ya que no en castellano), hemos de creer más bien que es plantofa la forma alterada, por una metátesis; más corriente y favorecida por la etimología popular planta. En: efecto, en Francia el vocablo es todavía más antiguo, pues pantouffle se documenta desde 1465, y de Francia sin duda vienen el alem. pantoffel (documentado desde 1494), el ingl. pantofle [S. XVI] y el it. pantòfola, cuyas variantes pantùfola [med. S. XVI] y pantofla [Pistoia, S. XV], revelan igualmente procedencia galicana.

Los humanistas de varios países tuvieron la idea de derivar pantufla del griego: quizá el que antes la publicó fué Valdés (1535), quien por lo demás no precisa la idea; lo mismo dijeron Varchi y Rabelais, y el francés Budé en la década siguiente, mencionando como autor de la idea al griego expatriado Lascaris, explica que ha de venir de una palabra gr. *παντóưελλος ‘todo corcho’: por lo demás, Budé no dice que tal palabra griega exista, y como observaron Diez (Wb., 233-4), Hesseling (Neophilologus VI, 216) y Spitzer (ZRPh. XLVIII, 94), tal formación es imposible en griego puesto que los compuestos en παντο- ‘todo’ presentan siempre este elemento con el carácter de complemento directo de un radical verbal (παντοκράτωρ, παντοπαȎƲς, παντοποιóς, etc.)2; tampoco queda la escapatoria de una formación artificial y mal pergeñada por un seudo-humanista, en la cual quiere refugiarse M-L. (REW 6208a), pues entonces el resultado francés habría sido *pantofèle, el italiano *pantòfilo, etc., además de lo inverosímil que de todos modos tendría la idea. Los argumentos que se han invocado en favor de esta etimología carecen de valor: que en varios dialectos alemanes pantoffel signifique hoy ‘corcho’ y pantoffelbaum ‘alcornoque’, no prueba nada, pues es un hecho conocido el que en los países germánicos el corcho, producto mediterráneo, fué conocido primeramente con el único carácter de material para hacer chinelas, así es como el cast. (AL)CORQUE ‘sandalia de corcho’ dió el ingl. y alem. cork ‘corcho’: luego el alem. dial. pantoffel no prueba en absoluto que nuestro vocablo exprese la idea de ‘corcho’ etimológicamente. Hay que abandonar, pues, esta idea, aceptada por Kluge, Boisacq (BSL 1921, 31-32), Gamillscheg, etc. Los últimos diccionarios etimológicos se limitan a declarar el origen oscuro (Bloch), desconocido (Wartburg en Bloch, 2.ª ed.) o incierto (Migliorini).

Sin embargo, la idea sugerida por Diez no me parece descabellada: la forma primitiva podría ser la conservada en neerlandés (pattuffel) y pia-montés (patofle) sin n, y el vocablo pertenecería a la familia de patín, patullar, fr. patauger, comp. el pic. patoufler ‘patullar’, ginebrino patoufle, Hainaut y Normandía patouf, que significan lo mismo que el fr. pataud ‘patoso’, ‘el que chapalea’; a esta idea se adhiere Sainéan (Sources Indig. I, 202), y Spitzer (ZRPh. XLVI, 196-7) observa, por otra parte, que el sufijo popular -oufle, -oufe, no es nada raro en Francia, pues además del prov. manoufle ‘mitón’, fr. emmitoufler ‘cubrir con mitones’, cita una multitud de ejs. dialectales donde funciona este sufijo como terminación peyorativa (maroufle, etc.). Que en nuestro caso tenemos tal sufijo parecen comprobarlo, en efecto, la variante cast. ant. pantufo (1539, trad. de Castiglione por Boscán; 1573, E. de Salazar, en Fcha.; Oudin), cub. pantufa ‘pantuflo’ (Pichardo), donde hallamos la otra variante del mismo, y el ast. pantusa que significa lo mismo que pantufla en esta región, a saber «zapato de oriellu con punteres de cueru» (Rato). En cuanto al cambio de pat- en pant- sugiere Spitzer un cruce con otra familia parcialmente sinónima de la de pataud, patoso y patán, a saber la de oc. mod. panto «rustre», pantouqueto «paysanne», fr. rester pantois «penaud». Todo esto es plausible en principio, aunque fuerza es reconocer que no podremos mirarlo como asegurado mientras no se encuentren ejemplos antiguos de patoufle ‘chinela’ sin n y demostraciones más claras de un radical pant- de significado conexo con pantufla. N. E. Keller, Fs. Wartburg, 1958, 441 ss. sigue aproximadamente las líneas de mis conclusiones. Cf. también Colón, ZRPh. LXXVIII, 84-84: en realidad el cat. pantofla aparece ya en 1463, poco antes que en francés.

DERIV.

Pantuflazo (V. arriba, nota). Apantuflado.

1 Forma que hoy sigue viva en muchas partes, p. ej. en la Cataluña francesa (Bosch de la Trinxeria, Butll. de l’Assoc. d’Excursions Catalana XII, 233), y que Sanelo registra como valenciana en el S. XVIII. De ahí el muy usual plantofada ‘bofetón’, comp. pantuflazo ‘golpe que se da con la mano’, registrado por Covarr. y Aut.―

2 Si acaso se habría formado *πάμưελλος, pues las formaciones en παν- tienen ya carácter más parecido.