MOSTRENCO, alteración del antiguo mestengo, mesteño o *mestenco, ‘perteneciente a la mesta, o sea al conjunto de reses de varios dueños o sin dueño conocido’; la alteración se debe al influjo del verbo mostrar, por la obligación que tenía, el que encontraba animales sin dueño, de hacerlos manifestar por el pregonero o mostrenquero.
1.ª doc.: doc. de 1304; aparece ya en doc. de 1287, pero no me consta en qué forma exacta.
Pero mesta tuvo un sentido más arcaico que el del citado consejo, sentido que vemos ya por la citada frase hacer mesta ‘reunir las cabezas de ganado de todos los dueños o sin dueño conocido’, cuya etimología ANIMALIA MIXTA he probado detenidamente en el artículo MESTA, que deberá consultarse. De ahí que mestas pasara a aplicarse especialmente a los animales sin dueño («guardar las mestas, no ocultarlas, venderlas ni mudarles la marca», en el Fuero de Cáceres). Pero cuando mesta se convirtió en el nombre de la Institución citada, hubo necesidad de formar un derivado, y éste, como término jurídico, se formó con el sufijo específicamente jurídico, que indica pertenencia, en realengo, abolengo, abadengo, etc., y junto al cual existe la variante -enco en realenco, podenco y análogos. La obligación de mostrar previamente el animal antes de declararlo definitivamente mostrenco, documentada en los textos citados arriba, la vemos también por el derivado mostranquero ‘pregonero encargado de manifestar los mostrencos’, que Cej. (Voc.) documenta en Lucas Fernández: esto fué causa de la alteración de *mestenco en mostrenco, consumada sólo en el derivado en -enco (pero rara en -engo e inexistente en -eño, que siempre es tan vivo), cuando aquella variante sufijal se hizo rara y se oscureció por lo tanto la formación etimológica de la palabra. Sin embargo, mostrengo existe en Portugal (V. ej. del S. XV, s. v. ARISCO).
Sabido es que existen acs. secundarias, fácilmente comprensibles; para ellas pueden verse Aut. y los dicc. medieval y del Quijote por Cej.; agregaré que hacerse mostrenco es ‘andar vagabundo’ en la Celestina1 y el adjetivo sustantivado pasa a significar ‘animal sin valor’ en el argentino norteño Leopoldo Lugones (BRAE IX, 545). Terminaré advirtiendo que el antiguo mesteño no se perdió del todo, pues sigue empleándose en Nuevo Méjico para ‘salvaje’, ‘sin dueño’ (1762, Friederici, Am. Wb., 439-40; Hill, BDHA IV, 60), y de él o de mestengo ha de venir el angloamericano mustang [1808] ‘caballo indómito’, que suele emplearse hablando de Tejas, California y Méjico.
Indicó ya esta etimología M. P., Rom. XXIX, 360, y aunque los romanistas extranjeros, con evidente descuido de la historia de la palabra, acogieron la idea con desconfianza (¡M-L., REW1 5621, la declaró «incomprensible semánticamente»!)2, no es preciso hacer otra modificación a su artículo que la de reemplazar la explicación fonética del cambio de mestenco en mostrenco3 por la contaminación de mostrar, ya indicada brevemente por Morel-Fatio (Rom. XXXIII, 271). Es lástima que no se atendiera mejor a la historia del vocablo, pues así se hubieran ahorrado divagaciones. Spitzer (Lexik. a. d. Kat., 97) quiere partir de una ac. ‘animal deforme al que por lo tanto se abandona’ y supone es derivado de MONSTRUM, citando móstrico ‘personaje deforme’ en Pereda, pero claro que ahí tenemos una deformación reciente de móstru(g)o sin valor para el estudio de la palabra antigua (la definición ‘mostrenco’ de G. Lomas es aproximada y de sonsonete). Brüch (Misc. Schuchardt, 60), seguido por Gamillscheg (RFE XIX, 236), construyó un arbitrario gót. *MUSTRIGGS ‘móvil, movible’, que ya desde el punto de vista semántico no convence, por su carácter abstracto, y que sólo se basa en una tardía palabra alemana muster ‘activo’, ‘fuerte’, creación dialectal alemana que no aparece hasta fines de la Edad Media, y parece ser alteración de *munstbar (derivado de munst ‘alegría’), vid. la oportuna refutación de Spitzer, RFE XIII, 114-5, y el correspondiente artículo de Kluge4.
1 «Un arco para andarte de casa en casa tirando a páxaros e aojando páxaras a las ventanas. Mochachas digo, bovo, de las que no saben volar, que bien me entiendes. Que no ay mejor alcahuete para ellas que un arco, que se puede entrar cada uno hecho mostrenco, como dizen: en achaque de trama...» V, Cl. C. I, 197.― ↩
2 Baist, KJRPh. VI, 494, con su gracioso complejo de superioridad, dictamina que Nebr. y M. P. parten de una forma, mestengo, que es una confusión, y para ello remite al artículo mesteño de Aut., que justamente prueba lo contrario.― ↩
3 Indudablemente se hallan casos de epéntesis de r tras st, pero casi siempre hay repercusión de otra líquida del vocablo, líquida que ahí no existe. Cierto que hay algún caso distinto, como el alent. môstro ‘mosto’ (RL IV, 68) o el port. mastro ‘mástil’, pero es fácil hallarles también explicaciones asociativas.― ↩
4 Tampoco la variante a. alem. ant. flederemustro, del alem. fledermaus ‘murciélago’, invocada por Gamillscheg, tiene valor para el caso. Kluge la considera variante sufijada de fledarmûs, cuyo segundo elemento es el conocido mûs ‘ratón’. A lo sumo podría admitirse que muster ya existía entonces y fuera causa del cambio de mûs en mustro por etimología popular. Y aun esto es incierto. ↩