MESTA, ‘aguas de dos o más corrientes en el punto en que confluyen’, ‘conjunto de reses de varios dueños o sin dueño conocido’ ant., ‘junta de pastores y dueños de ganado’, del lat. MէXTA ‘mezclada’, participio pasivo de MէSCୱRE ‘mezclar’.
En el doc. asturiano de 780 (quizá sea copia posterior y modernizada) se lee «per illas
mestas de Freznedo, et per Conforquellos et inde ad illo rio de Rivilla» (Muñoz,
Col. de Fueros y C. P., p. 10); en otro de 933, del Tumbo de Lorenzana, «per suos terminos antiquos de ambas
mixtas usque in Petras Negras», y en uno de la misma procedencia de 1112, «illo canto est per Rio Malo et per ambas
mestas»; esta ac., recogida hay por la Acad. en su n.° 4, figura también en doc. de Puente Saúco de 1511
1. Según Klein hubo reuniones locales en España para distribuir los animales extraviados por lo menos desde el S. VI o VII, pero no hay indicación de que el nombre
mixta o
mesta se relacionara con esta costumbre hasta el S. XII; sin embargo, la única prueba que de ello aporta se refiere al uso verbal del participio («si vero ganatum vestrum cum alio extraneo
mixtum fuerit»). En su libro no encuentro pruebas documentales de este uso del vocablo hasta princ. S. XV. Es probable que fuese anterior, y en efecto las
Leyes de la Mesta, editadas en 1569, están escritas en un lenguaje más antiguo, que en parte podría corresponder al S. XIV; desde luego lo vemos claramente en un documento real de 1417: «según que... usaron... con los otros alcaldes mayores que han seído de las dichas
mestas e cañadas de los dichos mis reynos» (Klein, p. 371). Con posterioridad lo hallamos en Rodrigo de Reinosa, fines del S. XV (ed. Gillet,
Philol. Q. XXI), en Nebr. («
mesta: nundinae pastoriciae»), en el
Guzmán de Alfarache (
Cl. C. II, 182), etc. Pero en el S. XIII y aun más tarde se refería a los animales mismos, al parecer a los animales mezclados de varios dueños o sin dueño conocido; así en el
Fuero de Usagre: «nengún pastor non dé
mesta nin venda nin malmeta a nengún omne... todo señor que
mesta deseñalare o desferrare, pectet...» (cap. 463), y todavía en las
Coplas de Mingo Revulgo «las ovejas desparzidas, / las
mestas todas paçidas» (copla 11). Los usagreños del S. XIII expresarían el concepto de lo que después se llamó
la mesta, en la medida en que ya existía, con otros nombres:
fazer oteros era reunirse los pastores con sus rebaños (ibid., cap. 510), y la
rafala tal como la describe ese texto legal, aunque parece aplicarse también a las expediciones bélicas para robar ganado moruno (V. el glosario de Ureña), debía indicar algo muy parecido a la
mesta posterior, a juzgar por la existencia del
alcalde de rafala (cap. 449), semejante al alcalde de la Mesta, de tiempos posteriores (comp. el
alcalde de rafala ‘juez de la feria de caballos’ documentado por Klein, p. 74n.4)
2; en aquellos siglos guerreros las costumbres pastoriles andaban todavía mezcladas con la guerra de reconquista, o por lo menos persistía la tradición de tiempos anteriores, en que los cristianos apenas podían tener ganado con carácter permanente, y habían de contar con el que arrebataban a sus enemigos, hasta que éstos se lo volvían a quitar. En este tiempo se hablaba nada más que de
ANIMALIA MէXTA, de donde el colectivo romance
mesta, como nombre global de los mostrencos y de todos los animales del rebaño comunal, y sólo posteriormente el nombre pasó a la institución que cuidaba de esta propiedad. Comp.
MOSTRENCO. Indicó ya esta etimología Covarr.
3.