MORUECO, probablemente alteración del antiguo marueco por influjo de amorecer ‘cubrir el morueco a la oveja’, que a su vez procede de amarecer contaminado por AMOR; marueco y amarecer no es de creer que vengan del lat. MAS, MARIS, ‘macho’, pues son inseparables del tipo arag. mardano, cat. marrà, vasco marro, oc. màr(rou), màrri, etc., cuyo consonantismo se opone a esta etimología e indica origen prerromano, pero es verosímil que la forma castellana deba su -r- sencilla a una identificación secundaria, si bien ya antigua, con dicha palabra latina.

1.ª doc.: marueco y morueco en varias escrituras y fueros del S. XIII.

Morueco aparece en el Fuero de Navarra, el de Medinaceli, el de Tudela, los Fueros de Aragón, ms. de Zaragoza (h. 1300) (Tilander, pp. 6, 208, 471), en inventario aragonés de 1374 (BRAE II, 346), en la Biblia judeoespañola de Ferrara (Wiener, MLN XI, 96); morueco está ya en el Fuero de Usagre y en el de Alcalá de Henares (cita de Tilander), etc., fácilmente se podrían hallar otros ejs.1. Morueco es la forma tradicionalmente admitida desde Covarr. y Aut., y debe de tener considerable extensión, pero no es generalmente conocida2. A juzgar por la documentación, marueco ha sido siempre forma soriana y aragonesa (sigue diciéndose en algún punto de Aragón). Con otro sufijo tenemos marón, empleado en Álava, Salamanca, el Bierzo, Astorga, etc.3, y aparece ya en el Fuero de Álava4; del antiguo marueco derivan maroquil ‘redil para moruecos’ y marocazo «golpe de carnero», empleados en los altos valles santanderinos, donde hoy el vocablo corriente es marón «carnero padre; morueco; tozudo» (BRAE XXV, 390); por otra parte maroto en Salamanca y marote en otros puntos de Álava.

En Portugal existió la forma maroco correspondiente a la castellana (Coímbra 1145, PMH, Leges I, 755; y en fuero semi-leonés de 1209, ibid. 872); hoy se escribe marouco en el Alentejo (Fig.), y el port. maroto es probable que significara primitivamente lo mismo, puesto que hoy vale «lascivo», además de «malicioso, brejeiro». Por otra parte en las zonas orientales del español tenemos formas5 como las catalanas: mardano en todo el Alto Aragón, desde Ansó hasta Bielsa (ahí mardán), también en el bajo-aragonés de la Puebla de Híjar y de Segorbe (BDC XXIV, 174; Kuhn, ZRPh. LV, 613; Torres Fornés), mardal en Murcia (G. Soriano). En catalán mardà es occidental y valenciano, y al parecer existió en Mallorca (BDLC VII, 57); se documenta desde el S. XIII en las Costumbres de Tortosa (p. 124); marrà es la forma de la lengua común y de las hablas orientales y pallaresas. En vasco existe marro, propio de Navarra, Baja Navarra y Lapurdi (Azkue), mientras que barro en algún pueblo de Baja Navarra y en el Roncal es ‘cordero de un año’, pero es forma inseparable. En hablas occitanas anoto: mar en bearnés (Lespy; Rohlfs, Patois de Lescun), màrri en las Landas (Millardet, Atlas, p. 7), marrét y mardà en Arrens (Paret, 32), mardà(ȧ) en Arán, marrè en Anères (B.-Pyr.), y en el Hérault (Mâzuc), màrrou en el Valle de Aure y en Bearne (Sarran; Lespy), márre en el Tarn-et-Garonne y en antiguos documentos girondinos (VKR VI, 69; Delpit), marrot en el Tarn (Gary), márro y morró (< marrá) en el Aveyron (Vayssier); en general, según el ALF (124, 150), marrà, marrè y marroû se extienden por toda Gascuña y la mayor parte del Languedoc, y esta última variante ya se documenta en el Gers en la Edad Media (Levy).

¿De esta variedad de formas qué conclusión podemos sacar para la etimología? Salta a la vista que el elemento constante es marr- (alternante con mard-) y lo demás han de ser sufijos. Ante todo, la alternancia -rr- ~ -rd- es reveladora, pues tal fenómeno sólo o casi exclusivamente se produce en voces de origen prerromano, y en ellas tiene frecuencia considerable (BhZRPh. LXXXV, § 384: VRom. II, 455). Lo mismo cabe decir de la alternancia vasca entre m- y b-. No veo por que no debemos dejarnos guiar por estos indicios, y si reflexionamos en que la noción específica del ‘morueco’ interesa casi sólo a los pastores y no al pueblo ciudadano, una etimología prerromana se nos presentará como lo más natural. Lo mismo opinaron lingüistas avezados en estas materias, como Jud (BDR III, 13n7), Schuchardt (ZRPh. XXXVI, 36), Wartburg (Zur Benennung des Schafes), M-L. (REW 5374), Rohlfs (BhZRPh. LXXXV, § 47) y Bertoldi (ZRPh. LVI, 182). A lo sumo cabría separar el tipo prerromano MARR- o MARD- del tipo estrictamente castellano-portugués MAR- de marueco, morueco, marón, marote, atribuyendo sólo éste al lat. MAS, MARIS, ‘macho’, como ha sostenido tenazmente G. de Diego (BRAE VII, 258; RFE VIII, 410; Contrib., § 392) sin lograr la aprobación de los críticos, pero el reaparecer marr- en el extremo occidental del área acaba de probar que la separación no es aceptable, pues no hay duda de que el gall. marroa ‘vaca que no concibe’ (Vall.), debe proceder del mismo radical, comp. el cast. machorra íd., derivado de macho. En cuanto a suponer que las formas en marr- puedan ser alteración de mar-, tal como carrizo o carroña tuvieron originariamente -r- sencilla, es olvidar que ahí y en los demás casos citados por G. de Diego existía una fácil etimología popular (la inmensa familia de CARRUM); además las formas acentuadas en el radical, tales como el vasco marro, barro, el gasc. màrrou, màrre, màrri, son casi inconcebibles como alteración de MAS. En nuestro caso, por el contrario, la etimología popular sólo podía obrar en sentido contrario, identificando la palabra prerromana con la lat. MAS, MARIS, y así reduciendo la -rr- a -r- sencilla: de esta etimología popular se hace eco ya San Isidoro en el pasaje «apud nos in gregibus masculi mares dicuntur» (Etym. XII, i, 11).

En lo que caben diversas opiniones es en la extensión de nuestro grupo léxico y por lo tanto en la familia lingüística a que debemos atribuirla. Sainéan cita Bas-Maine marran «brebis en chaleur», Vendée méret «bouc», Champagne marrau «mouton», abr. marrone «vieux boeuf» (Sources Indig. II, 36, 92), pero el carácter esporádico de estas formas y aun más sus definiciones discrepantes, son indicio de que deben separarse de nuestro vocablo. Más firme es la sospecha en cuanto concierne al tipo BERR- extendido por toda la Alta Italia, y además en Quercy y otras hablas occitanas, Saboya, Lorena y Valonia (REW 1049; y la nota citada de Jud), pues ahí sí tenemos con carácter general la ac. ‘morueco’. La posibilidad del cambio ibero-vasco b- > m- invita a admitir hermandad originaria, lo cual nos llevaría a renunciar a un origen específicamente protohispánico; pero la vocal diferente, en una raíz tan corta, es buen argumento para separar las dos familias, o a lo sumo para admitir en ambas una común procedencia hipocorística, derivada de una antigua llamada para hacer acudir al animal: berr-, imitando su voz, pero agregando la -rr-, sugestiva del empecinamiento del morueco; el conocido cambio que ha alterado la e en a en condiciones parecidas en el vasco berri ~ barri ‘nuevo’ podría ser responsable de la alteración vocálica; comp. BERREAR. Sea lo que quiera de este remoto origen hipocorístico que no es improbable, el vocablo hubo de existir ya en las lenguas prerromanas.

Terracini (AGI 1955, 120-41) es del parecer de que el punto de partida está en el etrusco maru ‘cargo sacerdotal’, de donde se pasaría a ‘animal guía’ y luego ‘morueco’ (y de donde procedería también el fr. marron ‘castaña grande cultivada’), etimología y tránsito semántico en los cuales me cuesta creer.

DERIV.

Morocada [1596, J. de Torres, Aut.]. Marecer ‘cubrir el morueco a la oveja’ (Fuero de Tudela), también amorecer (Acad.) íd., salm. morecerse ‘copularse los ovinos’, Cespedosa amorecerse (RFE XV, 279), salm. amorrecerse ‘estar en celo las ovejas’ (Lamano); como variante de marecer se halla marir en el Fuero de Tudela, y de ahí deriva el soriano murionda ‘(oveja) en celo’ (*MARIBUNDA) citado por G. de Diego.

1 J. Klein en su fundamental libro La Mesta escribe siempre morrueco, y cita ya ej. de una escritura de 1285 (p. 220n.2), pero Klein no es filólogo, y así como cree, por lo visto, que morrueco pertenece al español normal, alterará también la forma de dicha escritura. La única vez, según creo, en que el vocablo figura en los documentos del apéndice aparece morueco con una sola r, en escritura de 1529 (p. 383). Morrueco escribe también Wiener (l. c.) con referencia a otro pasaje de la Biblia de Ferrara, pero de Wiener, desgraciadamente, debe decirse lo mismo que de Klein. No sé si esta forma existe, aunque no es inconcebible.―

2 Creo que no se emplea en las montañas de Almería. No la conocía tampoco un viejo y sabiondo pastor leonés que había pasado la mayor parte de su vida en los Andes argentinos y recordaba perfectamente el uso de ambas regiones; tampoco otros mendocinos. Lo vulgar es decir carnero padre.―

3 Así A. Garrote, y Concha Espina, BRAE III, 49; pero según la misma, pp. 41 y 352, también puede designar el macho de otras especies.―

4 No sé si se referirá a lo mismo el inventario aragonés de 1406: «dos agullas de marón; tres oncas de argem cronicado...» (BRAE III, 361).―

5 Puede desecharse sin escrúpulos que mardano y análogos deriven de MARզTARE ‘casar’, como quiere GdDD 4166.